Para entender mejor
En solidaridad con el pueblo de Palestina, estudiantes de diversas carreras de la UNAM e integrantes de organizaciones civiles instalaron un campamento frente a la torre de Rectoría.
Con esta acción se suman a las protestas internacionales que surgieron en las universidades de Estados Unidos y que se han extendido a diversos países de Europa y Latinoamérica, así como hacen un llamado al gobierno mexicano a romper relaciones diplomáticas con Israel.
“Estamos montando el campamento, primero por solidaridad con la liberación del pueblo palestino en contra de las agresiones sionistas y en segundo lugar en solidaridad con las expresiones estudiantiles de los movimientos que han logrado poner campamentos en sus universidades en Estados Unidos”, señaló Sesek, alumna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
🇵🇸Al grito de “Los niños en Gaza no son una amenaza”, un contingente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la @UNAM_MX realiza una marcha para invitar a estudiantes a sumarse al campamento por Palestina.
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— Animal Político (@Pajaropolitico) May 2, 2024
Agregó que lo que buscan es expresar que apoyan la liberación del pueblo palestino, además de rechazar la represión policial cometida en contra de los estudiantes que protestan en Estados Unidos y Francia.
Villa, estudiante de la carrera de Relaciones Exteriores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, consideró de gran importancia que como parte del gremio estudiantil se involucren en la exigencia de cese al exterminio por parte del Estado de Israel.
“Este llamado no es solamente a los estudiantes, sino también a los académicos, trabajadores y a cualquier persona que guste unirse a la lucha contra el genocidio que está sucediendo en Palestina”, expresó Villa.
El campamento en solidaridad a Palestina será indefinido. El próximo miércoles en asamblea Interuniversitaria decidirán si lo levantan o continúan en protesta. Sesek, estudiante de la Facultad de Filosofía de la @UNAM_MX, dice que buscan la liberación del pueblo palestino y… pic.twitter.com/gn7vJfaxnK
— Animal Político (@Pajaropolitico) May 2, 2024
Después de las 12:00 horas y con el grito “Desde el río hasta el mar Palestina vencerá”, estudiantes comenzaron a instalar sus casas de campaña con banderas de Palestina. También se sumaron organizaciones a favor de Palestina.
“Invitamos a la población en general a solidarizarse con el campamento que apenas se está empezando a armar desde hoy en Ciudad Universitaria, por favor solidarícense con el movimiento amplio por Palestina, con los estudiantes a nivel internacional que nos estamos movilizando en estos campamentos. Solidarícense contra el genocidio en Gaza”, expresó Natalia, estudiante de sociología.
Además de montar el campamento, estudiantes se organizaron para integrar comisiones y así establecer los lineamientos que seguirán durante el campamento. Definieron que está abierto para que quiera sumarse.
La decisión de realizar la acampada fue tomada por la Asamblea Interuniversitaria Popular en solidaridad con el pueblo de Palestina que se efectuó el pasado martes a un costado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La extensión se valorará conforme a la correlación de fuerzas del movimiento y ver si es posible sostenerlo. Esta decisión será definida el próximo miércoles.
El campamento en solidaridad a Palestina será indefinido. El próximo miércoles en asamblea Interuniversitaria decidirán si lo levantan o continúan en protesta. Sesek, estudiante de la Facultad de Filosofía de la @UNAM_MX, dice que buscan la liberación del pueblo palestino y… pic.twitter.com/gn7vJfaxnK
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La idea del campamento es que sea activo y que se puedan efectuar actividades culturales y de difusión para visibilizar la masacre en contra del pueblo palestino, así como la ocupación y colonización del Estado de Israel.
En un comunicado, la UNAM informó que será respetuosa de las expresiones de protesta de las y los universitarios “siempre que estas se conduzcan dentro de los límites del respeto de los derechos de los demás integrantes de la comunidad”.
Mencionaron que el jueves por la tarde fue instalado un campamento proPalestina en la explanada central de la Ciudad Universitaria, como medida de protesta contra los ataques de las fuerzas israelíes en la Franja de Gaza.
“Reconocemos la diversidad de pensamiento existente en nuestros campus. En ellos hay muchas y muchos universitarios que coinciden con los manifestantes, pero también hay quienes discrepan y pueden llegar a sentirse ofendidos“.
“En este caso debe prevalecer el respeto. El disentir es, sin duda, un derecho, pero la tolerancia es un valor irrenunciable de nuestra Universidad. Así como en esta casa de estudios rechazamos la violencia en cualquiera de sus formas, también promovemos la reflexión colectiva y el diálogo como mecanismos de conciliación y de sana convivencia”.
Los albergues en la frontera mexicana viven una situación inédita con la ausencia de migrantes. Pero eso no quiere decir que la migración se haya detenido.
Hubo momentos, hace no mucho, en que el piso del albergue Embajadores de Dios, en la ciudad mexicana de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, casi no se podía ver: los colchones, carpas y camas de migrantes forraban el espacio.
Hoy, en cambio, el recinto se ve inmenso, la mitad de las camas disponibles están sin tender y en una esquina hay arrejuntados un puñado de colchones azules para los días de emergencia.
Pareciera que estos no son días de emergencia en una ciudad que no conoce la calma en materia migratoria.
Pareciera que el discurso de Donald Trump —que la amenaza de una deportación masiva y el cierre de mecanismos legales para migrar para contener lo que el considera una “invasión”— ha tenido efecto: la gente está cruzando menos.
“En este momento no hay llegadas importantes a México”, dice Silvia Garduño, portavoz en México de Acnur, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados. “Pero sabemos que las causas de salida se mantienen”.
Tijuana, que comparte área metropolitana con San Diego, es la ciudad más grande de la zona, nació como producto de la delimitación fronteriza y ha sido por siglo y medio el punto neurálgico del flujo migratorio hacia la mayor potencia del mundo.
Acá hay 44 espacios dedicados a la recepción y atención de migrantes y ninguno, según activistas que los recorren a diario, tiene ahora más de la mitad de ocupación.
BBC Mundo visitó cinco de ellos y en todos —más que la fila usual para usar el baño, las tomas eléctricas abarrotadas de celulares o el sonido de los niños jugando y corriendo— lo que encontramos fue silencio, carpas vacías, comedores desolados.
Según cifras de Acnur, el 90% de la población migrante en la ciudad está hoy por fuera de los albergues.
La situación se replica en las otras ciudades fronterizas como Tijuana.
Un silencio que no implica que la migración se haya detenido, advierten los activistas: significa, más bien, que los migrantes se están quedando en el camino, o están intentando cruzar ilegalmente.
Las causas de la migración —la violencia, la pobreza o la persecución en países como Haití, Venezuela o Nicaragua— están vigentes o incluso han empeorado con el cierre de la cooperación internacional estadounidense decretado por el gobierno de Trump.
El deseo y, para la gente perseguida, la necesidad de migrar hacia Estados Unidos es imposible de detener, señalan los expertos.
“La esperanza de migrar puede con todo”, dice Judith Cabrera, directora de Border Line Crisis Center, un albergue en Tijuana.
Cabrera se reúne con BBC Mundo una mañana fría y nublada en la que unas horas antes se había visto con un grupo de migrantes colombianas que fueron estafadas dos veces a cuenta de su obsesión por cruzar.
Los presuntos coyotes, relata la activista, primero les dijeron que las iban a cruzar por US$800 a través de un túnel; es decir, por una décima parte de lo que suele costar y a través de un túnel que, desde hace cuatro décadas, no existe.
“Las montaron en un carro, las pasearon por toda la ciudad y al final las dejaron donde las habían recogido”, señala Cabrera.
Luego, lo mismo: unos traficantes les prometieron el cruce por US$2.300. “Y claro, al ser más lana (dinero), ellas pensaron que era más certero, pero qué va, otra vez las estafaron”.
Cabrera se lamenta: “No hay nada que yo les diga que pueda evitarlo, y eso te muestra que el sueño americano no está roto (…) La gente quiere seguir insistiendo en cruzar y no se da cuenta de los peligros que implica porque prefieren mantener el sueño vivo”.
Y concluye: “Trump está desalentando la migración y eso es caldo gordo para los traficantes (favorece)”.
Los migrantes que no están intentando cruzar ilegalmente pueden estar esperando en el lugar donde están a ver cuándo surge una nueva oportunidad.
Trump cerró los sistemas de atención migratoria, como el CBP One, que permitía pedir una cita para pedir asilo antes de entrar en EE.UU. La apuesta de muchos —270.000 se quedaron varados por las cancelaciones— es que lo vuelva a abrir o cree algún mecanismo similar, lo que parece improbable.
“La decisión de quedarse donde están nunca es definitiva”, dice María de Lourdes Madrano, directora de Centro 32, una organización que apoya a los migrantes en los albergues.
“Siempre creen que al día siguiente pueden abrir y solucionarse la situación, y creen que alejarse de la frontera reduce la posibilidad… Porque, después de tanto lo que costó llegar acá, se piensa que irse es como renunciar al sueño”.
“Los albergues están vacíos, pero los colegios están llenos de extranjeros”, asegura, en referencia a los niños cuyos padres migrantes han decidido asentarse en Tijuana, así sea transitoriamente.
Wilker Hernández tiene 23 años; es oriundo del estado Mérida, en Venezuela, y lleva un año intentando cruzar a Estados Unidos, donde está una parte de su familia, mientras la otra sigue en su país. Tenía la cita para presentar documentos el 21 de enero, al día siguiente de la toma de posesión de Trump. Se la cancelaron.
Y desde entonces ha ido adaptándose a la idea de que su destino bien puede ser este: Tijuana, una ciudad que tiene la migración en su ADN, de la que se dice que “hay oportunidades para todos”, que reporta la tasa de desempleo más baja de México.
“Estamos como en un limbo de que no sabemos qué va a suceder”, dice Hernández, quien ha conseguido un trabajo como obrero en un albergue, Embajadores de Dios, donde están construyendo viviendas formales fuera de la zona de carpas.
El barrio que le rodea, conocido como el Cañón del Alacrán, ha vivido en los últimos dos años un boom de construcción de asentamientos relativamente formales de grupos migrantes que han decidido prolongar su estancia en Tijuana.
“Aún estoy indeciso, si intentar cruzar o devolverme”, añade. “Por ahora estoy trabajando porque qué más (…) Trump cerró la frontera, está sacando a todos los latinos, es un poco complicado, estamos acá y no sabemos qué hacer”.
El discurso de Trump ha calado entre los migrantes. Eso los puede poner en mayor riesgo ante las mafias y los coyotes, pero en todo caso reduce su esperanza de una mejor vida, una vida posible, en Estados Unidos.
El mandatario prometió una “deportación masiva” de personas indocumentadas que, aunque lejos de ser masiva, sí tiene un impacto disuasorio.
Cabrera, la activista tijuanense, lo pone así: “Más que una deportación masiva, lo que estamos viendo es una deportación mediática, y eso claro que tienen sus efectos, sobre el camino y la salud mental del migrante”.
En los albergues casi no hay migrantes, pero la situación del migrante es ahora más difícil.
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