Home
>
México Desigual
>
Erika luchó 10 años para reclamar una negligencia médica que le cambió la vida, pero un tribunal colegiado minimizó el daño
Erika luchó 10 años para reclamar una negligencia médica que le cambió la vida, pero un tribunal colegiado minimizó el daño
Foto: Cuartoscuro Archivo.
10 minutos de lectura

Erika luchó 10 años para reclamar una negligencia médica que le cambió la vida, pero un tribunal colegiado minimizó el daño

Sofía Verónica Ávalos Díaz, Paula María García Villegas Sánchez Cordero y Víctor Francisco Mota Cienfuegos conformaron el Tribunal Colegiado que decidió reducir la indemnización que le correspondía a Erika por una negligencia que ya no le permite caminar.
06 de marzo, 2025
Por: Marcela Nochebuena

Era 2008 cuando Erika Alicia Gómez López sufrió un accidente en el transporte público que le lesionó la cadera y la cintura. Un año después llegó de urgencia al hospital porque las secuelas ya no le permitían caminar. Tenía un servicio médico privado derivado de su trabajo en el sector bancario.

El médico que le designaron –un ortopedista que se estaba especializando en columna, según dijo entonces– alertó que si no la operaba de inmediato, lo más probable sería que dejara de caminar. Con un hijo de ocho meses y ante el miedo de que el problema se agravara, confió y accedió. Su problema era una hernia entre las vértebras L4 y L5, le informaron.

Aunque era normal que los primeros días sintiera malestar, le habían asegurado que entre los 15 y 20 días posteriores regresaría su capacidad de caminar normalmente. Sin embargo, fue todo lo contrario: más problemas y más dolor. Le incrementaron los medicamentos para priorizar su regreso al trabajo, pero para abril de 2010 el malestar volvió. El doctor que la había operado ya no estaba en la red médica.

Lee: Vanesa murió en el IMSS tras no realizarle una tomografía; CNDH ordena acelerar procesos o canalizar a otros hospitales

Al ser asignada con otro, desde su primera exploración le informó a Erika que tenía una hernia entre las vértebras L4 y L5, como si nunca la hubieran operado. Ella se sorprendió porque la cirugía era, de hecho, para erradicarla. Sin embargo, en el estudio actualizado se percibía no sólo la hernia, sino material quirúrgico que fue comprimiendo sus terminales nerviosas.

“De verdad con mucha pena lo digo: yo ya no podía andar en la calle porque no podía controlar mis esfínteres. Era muy penoso porque llegaba del trabajo y antes de pasar a la guardería a recoger a mi hijo, yo tenía que llegar a buscar un lugar donde cambiarme la ropa”, relata.

Durante los días posteriores le hicieron más estudios para ratificar el diagnóstico, y tuvo que esperar a que la aseguradora aceptara la necesidad de una segunda cirugía. Comenzó a enfrentar complicaciones por las fallas en el retiro de la hernia, que solo habían empeorado la presión. Estas se extendieron a un periplo de entradas y salidas al hospital por más de dos años.

Erika luchó 10 años para reclamar una negligencia médica que le cambió la vida, pero un tribunal minimizó el daño
Foto: Cuartoscuro Archivo.

“Durante este tiempo estuve con incapacidades hasta el punto en que la aseguradora de la empresa decide que lo que yo tengo ya no se puede quitar: es un dolor crónico a raíz de tantas cirugías. Hoy por hoy tomo medicamentos muy fuertes, uso parches de buprenorfina, gabapentina, paracetamol, tramadol, y hay otro medicamento que me acaban de dar, un relajante muscular”, explica.

El dolor se ha vuelto crónico porque la columna, según le explicó la médica del dolor, debe tener una curvatura tanto al inicio como al final, pero hoy la contractura es tal que está totalmente recta a la altura del cuello y la presión no se va. Durante la entrevista Erika puede mantenerse tranquila sentada, pero todo el tiempo usa bastón para caminar.

Una larga batalla minimizada por un Tribunal Colegiado

Cuando se dio cuenta del grave error en su cirugía, Erika se acercó al despacho de abogados Mazva, que también llevó el caso de Paulina, publicado por Animal Político y precedente para que la Corte regulara el consentimiento informado en cirugías estéticas. Así empezó el proceso de su demanda por negligencia médica en 2011, y fue hasta 10 años después, en 2021, que pudo cobrar la indemnización que le correspondía tras la determinación de que ella tenía la razón.

El monto de reparación determinado por el juez había sido de 3 millones 700 mil pesos, pero tras las apelaciones, la décima sala del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México disminuyó esa cifra a 2.7 millones. Ahora, Erika y el equipo legal que la representa reclaman negligencia de los magistrados Sofía Verónica Ávalos Díaz, Víctor Francisco Mota Cienfuegos y Paula María García Villegas Sánchez Cordero, hoy candidata a ministra de la Suprema Corte.

En una primera instancia, en respuesta al amparo indirecto 94/2020 que Erika promovió por su inconformidad con la reducción de la cifra, el juez primero de distrito de la Ciudad de México había determinado que disminuir el monto era incorrecto –pues no se habían valorado varios de los derechos de Erika que habían sido lesionados, además de que se ignoraba que su hijo es una víctima indirecta–.

Durante su defensa, su abogado incluso había invocado una sentencia previa de Villegas Sánchez Cordero en la que había resuelto un caso con características similares donde se determinaba, con base en los artículos 493 de la Ley Federal del Trabajo y 1915 del Código Civil de la Ciudad de México, que el porcentaje de indemnización de una incapacidad parcial permanente puede ser equiparable al de una incapacidad total permanente cuando las lesiones impiden laborar y causan afectaciones al proyecto de vida.

Erika luchó 10 años para reclamar una negligencia médica que le cambió la vida, pero un tribunal minimizó el daño
Foto: Cuartoscuro Archivo.

Pese a que la ponente en el caso, Ávalos Díaz, inicialmente argumentó en ese sentido, este fue cambiando conforme Mota Cienfuegos y Villegas Sánchez Cordero sostuvieron una postura contraria. “El que fuera una persona desempleada no tiene nada que ver”; “el dinero no le quita el dolor a la gente, decir ‘deje al médico en la pobreza’ no le va a restituir nada”, dice el primero durante la discusión de la resolución, grabación a la que tuvo acceso Animal Político. Ávalos Díaz insiste en que es una persona que difícilmente tendrá acceso al campo laboral y cuya pensión de por vida quedó en poco más de 5 mil pesos mensuales.

Para Villegas Sánchez Cordero, sin embargo, “tiene que dejárseles a los médicos, por parte de los juzgadores, un margen de libertad. Entre médicos hay criterios distintos, y yo creo que el que los segundos médicos la hayan relativamente compuesto, no significa necesariamente ‘ya ves, era esto’, porque hay un margen de actuar de los médicos, y el juzgador le debe proteger a ellos ese margen de decisión”, expone en la misma grabación.

Pese a que la materia del recurso legal es la cuantificación del daño moral y no la responsabilidad del médico –cosa juzgada antes como condenatoria–, la magistrada insiste en que Erika ya había llegado mal y con mucho dolor, por lo que aceptó la operación, en que el médico tiene poco más de cuatro millones en su cuenta bancaria y en que la incapacidad es parcial.

Puedes leer: Tardan meses para detectar el cáncer a paciente en el IMSS y reclaman a la familia por hacerlo público

Esa sesión del Tercer Tribunal Colegiado en materia civil se dio sin saber que aún estaba pendiente por resolverse el asunto con el juez de distrito, y sin escuchar a la parte acusadora, porque nunca se comunicaron ambas instancias. Finalmente, se determinó amparar al doctor y la decisión del juez de distrito, que iba en el sentido contrario, fue revocada. “No sé por qué la juez de distrito no nos avisó que tenía los dos amparos”, justificó en su momento Ávalos Díaz.

“Cuando termina este proceso, ya que es una cosa juzgada, no podemos acceder a más. Decidimos ahora denunciar al Poder Judicial de la Federación, a los magistrados, por la misma premisa que soporta la negligencia médica, que es el daño moral: cuando actúas mal, ya sea por dolo o por error, estás obligado a indemnizar, seas abogado, médico, cualquier persona; lo soportamos a través de un juicio de responsabilidad patrimonial del Estado”, explica el abogado de Erika.

Consultada al respecto, García Villegas Sánchez Cordero, quien fungía como presidenta del tribunal colegiado, refirió como postura oficial un tuit que hizo público hace unos días, luego de que la víctima expusiera su caso en redes sociales:

“Les resumo el caso. Ella buscaba una indemnización por daño moral que decía un médico ortopedista le había causado por negligencia médica. Tenía problemas en las cervicales. Pedía al médico originalmente $14’544,183.77 pesos de indemnización por daño moral… En juicio obtuvo en el fuero local $3’295,119 pesos… Acudieron al amparo tanto la señora como el médico. Con los elementos de prueba, el Tribunal determinó un daño moral en contra del médico por $1’000,000. Eso fue todo”. Ahí mismo señaló que los casos no se litigan en redes sociales y compartió con este medio los documentos públicos que amparan la sentencia.

El juicio posterior a esa decisión, contra el propio Poder Judicial, exige que la reclamación se presente primero ante el órgano que causó el daño, explica el abogado, que en este caso es el Consejo de la Judicatura Federal. Sin embargo, esa demanda se resolvió en sentido negativo bajo el argumento de que a ese poder no se le puede demandar por su actividad jurisdiccional. “Pero yo no te estoy demandando por esa función –reclama Martínez–, sino porque tú tienes una obligación, como juez, de la diligencia que es esta comunicación para ver si existía o no la conexión entre esos amparos”, apunta.

Ante la negativa, en este momento permanece interpuesto un recurso de reclamación cuyo fin último es, en caso de ser rechazado, llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para que esta reconozca que al Poder Judicial mexicano se le puede demandar, en este caso particular no por una función jurisdiccional, sino meramente administrativa e irregular. Fue desde abril de 2022 que se ingresó la demanda original contra el Poder Judicial, desechada en enero de este año, lo que derivó en la reclamación promovida hace apenas un mes para combatir esa decisión.

Ahora, Erika y sus abogados esperan que se reconozca la responsabilidad del Poder Judicial y lo que ya ha establecido la Corte, es decir, que sí puede ser demandado por acciones no relacionadas con su actividad jurisdiccional, sobre todo porque esas decisiones tienen un impacto en la vida de las personas, remarca el despacho. Hasta hoy, ninguna demanda en contra del propio poder ha prosperado nunca, por lo que buscan que esta sea un precedente.

“Mi vida se acabó”: el impacto de las decisiones judiciales para Érika

Además de usar bastón, renunciar a las zapatillas, a su vida en pareja y a tiempo de calidad con su hijo, Erika no pudo ser madre de nuevo. “No sé si la vida me lo hubiera dado o no, pero la posibilidad me la negaron”, sostiene. Además, dice, llegó un momento en el que el papá de su hijo ya no soportó la situación médica y legal, así como las secuelas en su estado de salud.

En 2023 viajaron juntos a Veracruz, pero el simple bamboleo del mar hizo que no pudiera volver a caminar y que tuviera que regresar para ser hospitalizada nuevamente con medicamentos más fuertes. Su dinámica familiar ya tenía tiempo de haber cambiado: desde lo económico hasta lo sexual, describe. Su vida laboral se acabó. La de pareja, también.

Hace un año firmó su divorcio, que derivó también de los problemas financieros que vinieron con las complicaciones de salud. Al final, a ella la pensionaron por enfermedad general al 55 % de su salario, y en un principio sin orientación, se le pasó el periodo de tiempo en el que podía haber reclamado. Hasta hoy, aún debe tomar terapias de rehabilitación.

“Tengo que costear terapias cerca de mi domicilio, en agua, como me las recomiendan, para que yo pueda mantenerme en una situación lo más óptima posible para ser funcional, aunque insisto, el dolor es constante, nunca se quita. La situación económica de verdad hay días en que es sumamente precaria y está muy complicada”, lamenta.

En su opinión, a magistrados como Ávalos Díaz, Mota Cienfuegos y García Villegas Sánchez Cordero no les importó lo que a ella le ha tocado vivir: no solo los impactos en su vida cotidiana, sino, por ejemplo, episodios muy fuertes de depresión, consecuencias en los cuidados y la relación con su hijo, desgaste económico a largo plazo e impactos en su vida cotidiana.

“Andar en transporte público porque no tengo un vehículo propio es muy complicado. Generalmente, por ser de aseguradoras, te dan las citas en las tardes y yo no me puedo mover… Yo vivo por el metro Ciudad Azteca, y tengo que venir hasta el hospital Dalinde a ser atendida de todo, absolutamente de todo; solamente cuando son casos de emergencia me permiten ir a un hospital que está más cerca de mi domicilio justamente por la premura”, remarca.

El médico demandado no solamente no le quitó la hernia, sino que la cirugía le causó un daño mayor. Aun así, los magistrados llegaron a sugerir que no había existido dolo y que se trataba de “restituir sin destruir”. Pero la vida previa de Érika sí está destruida. Sostiene que la intención del médico nunca fue ayudarla, sino obtener más recursos mediante el esquema de aseguramiento.

“Tantos años no se pagan con un millón de pesos. Mi vida se acabó. Yo no sé si la vida me hubiera llevado a este mismo punto en otras circunstancias; lo que sí sé es que estas circunstancias me llevaron al punto en el que ahorita está mi vida. Y no lo están considerando. Quizá para ellos no es importante, pero yo de barrer mi casa, de trapear mi casa –porque no puedo pagar a alguien que lo haga–, me aviento dos, tres semanas en cama”, reclama.

“Nosotras como personas que no tenemos todo el conocimiento, nuestra última esperanza es recurrir a la más alta autoridad para ser escuchados, para que nos den la justicia que sentimos, y creemos, y nos damos cuenta que nos merecemos, y si de plano hasta ellos se contradicen de sus propias palabras, ¿cómo podemos confiar en ellos? ¿Cómo podemos permitirles que lleguen a ese poder, cuando nos estamos arriesgando a que nos fastidien más?”, agrega Erika.

Etiquetas:
derechos humanos
negligencia médica
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
MAIA, la escuela pionera en Centroamérica que impulsa el talento de niñas indígenas en Guatemala
10 minutos de lectura

BBC Mundo viajó a Guatemala para visitar la escuela que transforma el futuro de cientos de niñas de pueblos mayas en situación de pobreza con una educación de alto rendimiento, liderazgo y acompañamiento familiar.

23 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Cincuenta niñas de pueblos mayas ingresan cada año a una escuela que cambia no solo su futuro, sino también el de sus familias y el de una de las comunidades más desfavorecidas de Guatemala.

Para conocer su historia. BBC Mundo viajó a Sololá, un departamento bañado por el lago Atitlán con vistas privilegiadas al imponente volcán San Pedro.

Pese al frecuente flujo de visitantes en uno de los principales enclaves turísticos del país, la pobreza predomina en la provincia, donde el 96% de la población pertenece a comunidades mayas y el 75% vive con menos de US$2 al día.

En una de las carreteras que suben hacia las montañas desde el municipio cabecera de Sololá llegamos al Colegio Impacto MAIA, un oasis educativo en este entorno rural marcado por la falta de desarrollo y oportunidades.

En sus instalaciones, que incluyen un edificio de tres plantas con aulas, comedor, biblioteca y espacios deportivos, más de 300 alumnas de 40 comunidades indígenas reciben una educación de alto rendimiento que combina el currículo oficial con programas de liderazgo, acompañamiento familiar y formación socioemocional.

Cada estudiante permanece siete años en MAIA con la meta de alcanzar al menos 15 años de escolaridad y acceder a la universidad o a un empleo formal.

Los resultados son contundentes: en las pruebas nacionales de matemáticas, las alumnas alcanzan un 86% frente al 13% del promedio nacional, y el 60% ya estudia en la universidad.

Todo ello en el país con los peores datos educativos de América Latina: Guatemala invierte US$841 por estudiante cada año, la cifra más baja entre 56 naciones analizadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Solo un 35% de los jóvenes guatemaltecos finaliza secundaria y el ratio baja al 14,7% en el caso de las mujeres indígenas, de las que solo un 1,5% logra completar estudios universitarios.

En casa de Yazmín

Yazmín en su casa
BBC
Visitamos la casa de Yazmín, donde asistimos a una sesión de acompañamiento con su familia.

Más de la mitad de niñas indígenas guatemaltecas son madres antes de los 20 años, según datos de Unicef, y en áreas rurales como Sololá es frecuente que se casen y queden embarazadas a los 15 o 16.

MAIA trata de brindar un espacio para cambiar estas estadísticas y que las jóvenes no dejen los estudios a edades tempranas.

Es el caso de Yazmín, de 14 años, que cursa segundo grado en MAIA, donde llegó procedente de la escuela pública de su comunidad en Sololá donde “lo que enseñaban no era mucho”, y además “había estudiantes preferidos, que eran varones”.

“Ya tienes 15, estás lista para casarte” es un consejo habitual que los adultos transmiten a las jóvenes en su comunidad, afirma Yazmín.

Cuando la joven ingresó en MAIA un curso atrás estaba muy rezagada, con bajos niveles en comprensión lectora y ciencias, pero asegura haber avanzado mucho desde entonces.

No es un caso aislado: según explican las educadoras del colegio, la mayoría de alumnas ingresa a los 11, 12 o 13 años con un nivel equivalente al de tercero o cuarto de primaria, pese a que ya deberían estar en secundaria.

Para cerrar esa brecha, MAIA aplica un programa intensivo de nivelación y acompañamiento que, en cuestión de meses, permite a las jóvenes recuperar el terreno perdido y adaptarse a un estándar académico más alto.

Alumnas con un microscopio
MAIA
Las prácticas y experimentos son prioritarios en las clases.

La escuela también aplica dinámicas grupales y juegos didácticos para potenciar las habilidades sociales de las alumnas.

“Antes era una chica muy apagada, sin relacionarme con los demás. Ahora soy muy sociable, tanto con mis compañeras como con los profesores”, nos explica Yazmín.

Esa misma tarde acudimos con ella a una actividad extraescolar un tanto peculiar: Ana Yaxón, mentora de MAIA, visita su domicilio para una sesión de acompañamiento.

Para llegar hasta donde vive la joven con sus padres y sus dos hermanos caminamos ladera arriba durante 10 minutos por estrechas e intrincadas veredas de tierra entre plantaciones de maíz.

En su casa nos reciben Carlos, ayudante de albañil, y María, ama de casa, a quienes acompañamos en la sesión con su hija Yazmín y la mentora, Ana.

Familia de Yazmín y la mentora de MAIA
BBC
A través de juegos, la mentora de MAIA enseña la importancia de que las niñas estudien y se empoderen.

En una mezcla de español con su idioma ancestral, el kaqchikel, los cuatro participan en un juego de mesa que representa la vida de una joven guatemalteca: la casilla de completar estudios de secundaria permite lanzar de nuevo el dado; la de quedarse embarazada a los 15 devuelve la ficha casi al inicio.

Al finalizar, reflexionan sobre el resultado y debaten las enseñanzas que les ha brindado el tablero.

Los padres de Yazmín se casaron jóvenes -“yo estaba por cumplir 16”, dice María; “yo tenía 18”, añade Carlos- pero, a diferencia de otros vecinos en la comunidad, ellos visualizan un destino diferente para su hija.

“Queremos que nuestra hija se gradúe y que sea una profesional, que ella construya su propio futuro, que cumpla lo que yo no cumplí. No le voy a decir ‘no te cases’, pero lo primero es el estudio”, nos comenta su madre.

La familia reconoce que la economía siempre ha sido un obstáculo a la hora de recibir educación, e incluso a veces les ha faltado comida o dinero para el autobús que cada mañana lleva a Yazmín a la escuela.

Por eso, con el asesoramiento de MAIA, instalaron pequeños hábitos financieros: “Tenemos alcancías en la casa para guardar cada quetzal que nos sobra, y mi mamá abrió una cuenta para un ahorro familiar”.

Familia de Yazmín en la cocina
BBC
La escuela potencia la disciplina y la organización en la vida familiar, lo que multiplica el rendimiento académico de las alumnas.

Yazmín tiene claros sus dos objetivos: a medio plazo quiere ganar una beca para estudiar en el extranjero -aún no ha decidido qué carrera- y, como meta final, anhela “construir una nueva casa para que estemos cómodos y bien protegidos”.

Le preguntamos si ve posible prosperar sin salir de Guatemala.

“Es casi imposible, porque aquí hay pocas oportunidades y mucha corrupción”, responde.

Guatemala padece elevados niveles de corrupción -ocupa el puesto 146 de 180 países en el ranking de Transparencia Internacional-, un problema que según expertos distorsiona no solo la economía del país, sino también sus perspectivas de desarrollo y justicia social.

Una fábrica de líderes

MAIA nació en 2017 como el primer colegio en Centroamérica dedicado a ofrecer una educación de élite a jóvenes mujeres indígenas de áreas rurales deprimidas.

La organización, sin embargo, comenzó a gestarse mucho antes, tras la experiencia de un programa de microcréditos para mujeres.

“Las mujeres, cuando tenían acceso a microcrédito, invertían sus ganancias en la familia, en la educación de los niños, en la vivienda, en la salud… Y se preguntaron: ¿hasta dónde llegaría una mujer indígena con este talento si hubiera ido a la escuela? Entonces, nace MAIA”, resume Andrea Coché, su directora ejecutiva.

El Colegio Impacto MAIA abrió sus puertas en 2017 y este año superó las 400 alumnas procedentes de 40 comunidades indígenas.

Cada año ingresan unas 50 nuevas estudiantes, que permanecen siete años para alcanzar al menos 15 de escolarización.

El colegio selecciona cada año a niñas indígenas de entre 11 y 13 años que vivan cerca de Sololá, con buen rendimiento escolar, motivación personal y apoyo familiar.

Tras un proceso de casi un año que incluye solicitudes, evaluaciones académicas, entrevistas y estudios socioeconómicos, las admitidas reciben una beca completa y sus familias se comprometen a participar activamente en sesiones y asumir parte de los costos de transporte.

Sostener este modelo tiene un costo elevado: “en cada niña invertimos US$4.000 anuales. Incluye todo: el programa académico, el acompañamiento familiar, el programa de liderazgo, más la nutrición y la salud preventiva”, detalla Coché.

Esta cantidad, que contrasta con el dato ya mencionado de US$841 anuales que el Estado guatemalteco invierte por alumno, no incorpora fondos públicos.

“Vivimos de donaciones individuales y de grandes fundaciones cuando salen proyectos. Siempre estamos en búsqueda constante de recursos”, afirma la directora.

En su breve historia, MAIA ha ganado prestigio internacional: en 2023 fue incluido en el Top 10 de los mejores colegios del mundo (World’s Best School Prizes) y ha recibido otros reconocimientos, como el premio Zayed de Sostenibilidad de Emiratos Árabes.

Sus estudiantes han representado a Guatemala en foros internacionales, desde Japón hasta Nueva York, y el propio Ministerio de Educación ha comenzado a interesarse en replicar algunas de sus estrategias.

“De hecho, este año estamos en un programa donde compartimos con ellos las mejores prácticas que son viables en un sistema público”, añade Coché.

Alumnas de MAIA
BBC
Cada año MAIA abre oportunidades para 50 nuevas estudiantes.

Unas 150 alumnas ya se han graduado del colegio, mientras el equipo de la organización -formado en su mayoría por mujeres de pueblos indígenas- ha crecido y se ha profesionalizado hasta contar con 15 mentoras y un cuerpo docente local que recibe más de 50 horas de capacitación profesional cada año.

“Empoderamos a mujeres jóvenes indígenas a través de la educación para transformar su historia, su comunidad y su país. De ahí nuestro lema: ‘Una mujer empoderada es un impacto infinito'”, sentencia la directora.

La historia de Dulce

A diferencia de Yazmín, que lleva menos de dos años en MAIA, Dulce es toda una veterana a punto de completar su sexto curso en la institución.

Conversamos con esta joven de 17 años, cuya elocuencia denota un alto nivel de preparación académica.

Explica con nostalgia que en unos meses se graduará y dejará atrás MAIA: “Ha sido más que un colegio. Es más como mi segunda casa. Por mí, me quedaría a vivir aquí”, afirma.

Dulce con un laptop
BBC
Dulce está a punto de graduarse tras 6 años en la escuela.

Siendo la hija mayor de tres hermanos, su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre -que se fue a Ciudad de Guatemala- y los precarios trabajos de su madre en casas ajenas.

“Fue un poco duro, porque mi mamá tenía que trabajar de casa en casa y a mí me tocaba también. Cuando ingresé a la escuela lo consideré mi salvación, porque no me gusta trabajar fuera”, recuerda.

A Dulce siempre le apasionó estudiar: en primaria fue abanderada, distinción otorgada a los mejores promedios académicos, y princesa maya, un reconocimiento escolar ligado a la representación cultural de su comunidad, además de figurar en el cuadro de honor de su escuela pública.

Sin embargo, sus recuerdos de aquella etapa están marcados por una enseñanza casi robótica: “Siempre era como un ‘copia y pega’, copia lo que tú tienes en el libro, te dictamos lo que tú tienes en el libro y pega, y frustraba un poco”.

Dulce y su familia
BBC
Los parientes de Dulce la apoyan en su plan de ser la primera universitaria de la familia.

La diferencia con lo que encontró al ingresar en MAIA fue abismal.

“Creo que se expandió mi cerebro. Mi forma de pensar se volvió mucho más crítica. Antes no era así; sinceramente, no me importaba mucho. Ahora pienso más, analizo mejor”, resume.

Para Sofía Cuc, educadora del área numérica del colegio, esa evolución responde a una metodología distinta.

“Aquí no decimos ‘Vamos a ver esto, háganlo’. Usamos la exploración, juegos, experimentos, problemas… Las jóvenes van descubriendo el nuevo conocimiento, van asentando todos los procesos y al final les confirmamos: ‘Sí, se hace de esta manera'”, nos explica.

El nivel académico con el que llegan muchas estudiantes es bajo: “muchas ingresan sin poder sumar, dividir o restar. Nosotros esperamos que lleguen a dominar trigonometría y combinatoria, y puedan aplicar todo ese aprendizaje en su vida cotidiana, en la toma de decisiones”, señala.

Dulce confirma que la exigencia en MAIA va más allá de repetir lo escrito en un libro: “Cuando me enfrento a un examen aquí es totalmente diferente que en mi escuela anterior. Es más de análisis. En matemáticas no es solo practicar, es pensar”, relata.

Experimentó el mismo contraste en la sexualidad, un gran tabú en Guatemala, donde predominan las doctrinas conservadoras de las iglesias evangélicas, implantadas con especial fuerza en las zonas rurales e indígenas con bajo nivel educativo y socioeconómico.

“En mi escuela de primaria sacaban de la clase a los niños para enseñar el aparato reproductor femenino y viceversa. Aquí nos enseñan todo sin tabús y nos dicen que vayamos a nuestras casas, a nuestras comunidades, y les mostremos que todos tenemos los mismos derechos”, indica.

Alumnas con laptop
MAIA
A diferencia de las escuelas rurales, las clases de MAIA cuentan con equipos informáticos.

Tras graduarse, su propósito es comenzar la carrera de contabilidad “para ser auditora y hacer todo justo y legal, ya que no me gusta la corrupción ni la idea de que el dinero puede comprar todo”, afirma.

Al igual que Yazmín, Dulce quiere expandir sus horizontes fuera de Guatemala.

“Escuché hace un año de la beca She Can (un programa para mujeres guatemaltecas que desean cursar estudios de licenciatura en una universidad de Estados Unidos) y me enamoré”, expresa.

“Dan una oportunidad a las mujeres indígenas como yo. Tengo un potencial y necesito expandirlo; no lo voy a dejar aquí”, concluye.

linea
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Etiquetas:
derechos humanos
negligencia médica
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...