
En octubre de 2025, el número de personas de 15 años o más que están empleadas o que, aunque no tienen empleo, están activamente buscando uno, llegó a 62.5 millones de personas, 1.1 millones más que en octubre del año pasado, mientras que la tasa de informalidad laboral subió a 55.7%, por encima del 54.1% registrado en el mismo mes de 2024, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicada este viernes, la informalidad laboral alcanzó a 33.9 millones de personas. La tasa de informalidad laboral fue de 55.7%, superior al 54.1% de un año antes. La ocupación en el sector informal sumó 18 millones de personas, con una tasa de 29.6%, también mayor que la del año previo.

En tanto, la tasa de desocupación se ubicó en 2.6%, ligeramente por encima del 2.5% registrado un año antes. La población ocupada llegó a 60.9 millones de personas, un aumento de un millón respecto a 2024: 25.3 millones eran mujeres y 35.6 millones hombres.
La población de 15 años o más que está ocupada, pero trabaja menos de las horas que desearía y está dispuesta a trabajar más, descendió a 7.5%, desde el 9.4% observado en octubre de 2024.
Las condiciones críticas de ocupación —indicador que mide la precariedad laboral, reuniendo a los trabajadores con un empleo inadecuado debido a la insuficiencia de horas de trabajo, bajos ingresos o una combinación de ambos— se situaron en 34.4%, por debajo del 35.9% del año anterior.
En la población de 15 años y más, la población económicamente activa de 62.5 millones representó una participación de 59.9%. Entre las mujeres, la participación económica fue de 46.7% y entre los hombres de 74.9%.
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La población desocupada fue de 1.6 millones, 96 mil más que el año previo. Entre las mujeres, la cifra fue de 634 mil, similar a la de octubre de 2024.
Entre los hombres, la desocupación pasó de 901 mil a 997 mil. La Población No Económicamente Activa (PNEA) sumó 41.8 millones, 1.3 millones más que un año antes. Dentro de este grupo, 5.2 millones estaban disponibles para trabajar, pero no realizaron acciones de búsqueda.
Del total de ocupados, 41.8 millones trabajaron como subordinados y remunerados, un aumento anual de 169 mil. Las personas que trabajaron por cuenta propia fueron 13.3 millones, 537 mil más que en 2024. Las personas empleadoras sumaron 3.6 millones, y quienes trabajaron sin pago en negocios o parcelas familiares fueron 2.1 millones.
Por sector económico, 27.2 millones trabajaron en servicios; 12 millones en comercio; 9.8 millones en manufacturas; 6.3 millones en agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca; y 4.8 millones en construcción.
En comparación anual, los mayores aumentos ocurrieron en restaurantes y alojamiento, construcción, servicios diversos y comercio. En contraste, disminuyó la ocupación en servicios profesionales, financieros y corporativos, así como en servicios sociales.
La población subocupada se ubicó en 4.6 millones de personas, un millón menos que en octubre de 2024. La tasa de subocupación fue de 7.5% tanto en mujeres como en hombres. La mayor parte de las personas subocupadas trabajaban como subordinadas y remuneradas o por cuenta propia.
En los indicadores de desocupación, las mujeres registraron una tasa de 2.4% y los hombres de 2.7%. Del total de personas sin empleo, 45.2% tenía entre 25 y 44 años, y 36.3% entre 15 y 24 años. En cuanto al tiempo sin trabajo, 40.6% llevaba un mes o menos sin empleo y 39.7% entre más de un mes y hasta tres meses.

Cómo, dónde y cuándo los gatos perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos era un misterio que había intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Al más puro estilo felino, los gatos se tomaron su tiempo para decidir cuándo y dónde forjar vínculos con los humanos.
Según nueva evidencia científica, la transición de cazador salvaje a mascota mimada ocurrió mucho más recientemente de lo que se creía, y en un lugar diferente.
Un estudio de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos sugiere que los gatos comenzaron su estrecha relación con los humanos hace solo unos miles de años, y en el norte de África, no en el Levante.
“Son omnipresentes, hacemos programas de televisión sobre ellos y dominan internet”, afirmó el profesor Greger Larson, de la Universidad de Oxford.
“La relación que tenemos ahora con los gatos comenzó hace unos 3 mil 500 o 4 mil años, en lugar de hace 10 mil años”.
Todos los gatos modernos descienden de la misma especie: el gato montés africano.
Cómo, dónde y cuándo perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos ha intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Para resolver el misterio, los investigadores analizaron el ADN de huesos de gato encontrados en yacimientos arqueológicos de Europa, el norte de África y Anatolia.
Los científicos dataron los huesos, analizaron el ADN y lo compararon con registros genético de gatos modernos.
La nueva evidencia muestra que la domesticación de gatos no comenzó en los inicios de la agricultura, en el Levante. Ocurrió en cambio unos milenios después, en algún lugar del norte de África.
“En lugar de ocurrir en la zona donde la gente se estaba asentando inicialmente con la agricultura, parece ser un fenómeno mucho más propio de Egipto“, afirmó el profesor Larson.
Esto concuerda con lo que sabemos de la tierra de los faraones como una sociedad que veneraba a los gatos, inmortalizándolos en el arte y preservándolos como momias.
Una vez que los gatos se asociaron con las personas, fueron trasladados por todo el mundo y eran apreciados en los barcos como controladores de plagas.
Los gatos llegaron a Europa hace unos 2 mil años, mucho más tarde de lo que se creía.
Viajaron por Europa y llegaron a Reino Unido con los romanos, y luego comenzaron a desplazarse hacia el este por la Ruta de la Seda hasta China.
Hoy en día se encuentran en todo el mundo, excepto en la Antártida.
Y en un giro inesperado, los científicos descubrieron que un gato salvaje convivió durante un tiempo con la gente en China mucho antes de que aparecieran los gatos domésticos.
Eran los gatos leopardo, pequeños felinos salvajes con manchas similares a las de los leopardos, que vivieron en asentamientos humanos en China durante unos 3.500 años.
La relación temprana entre humanos y gatos leopardo era esencialmente “comensal”, en la que dos especies conviven sin causarse daño, explicó la profesora Shu-Jin Luo, de la Universidad de Pekín.
“Los gatos leopardo se beneficiaron de vivir cerca de las personas, mientras que los humanos no se vieron afectados en gran medida o incluso los acogieron como controladores naturales de roedores”, añadió.
Los gatos leopardo no fueron domesticados y siguen viviendo en libertad en Asia.
Curiosamente, se han cruzado gatos leopardo con gatos domésticos para dar lugar a gatos bengalíes, que fueron reconocidos como una nueva raza en la década de 1980.
La investigación se publicó en la revista Science y en Cell Genomics .
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