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La policía de Javier Duarte nos arruinó la vida: exigen investigación contra exgobernador por desapariciones
La policía de Javier Duarte nos arruinó la vida: exigen investigación contra exgobernador por desapariciones
7 minutos de lectura

La policía de Javier Duarte nos arruinó la vida: exigen investigación contra exgobernador por desapariciones

“La orden fue llevar a mi hijo a El Lencero. Ahí lo fueron a entregar y nunca más volví a saber de él”, dice Carmen, madre de uno de los jóvenes desaparecidos durante el gobierno de Javier Duarte.
19 de febrero, 2018
Por: Manu Ureste

 

 

 

 

“Tengo tanto dolor en mi cuerpo, que ya ni odio siento en contra de los policías”, dice la señora Carmen a los pocos minutos de arrancar la conversación telefónica.

Ella es madre de Hugo Murrieta; uno de los 124 casos que la Fiscalía de Veracruz investiga por la desaparición forzada de al menos 202 víctimas, en 52 municipios de la entidad, durante la pasada administración del exmandatario Javier Duarte.

De esas 202 víctimas, al menos 15 fueron desaparecidas por policías en El Lencero, la academia de policía estatal ubicada en Xalapa.

Se trata de 15 casos por los que el pasado 8 de febrero la Fiscalía ejecutó el operativo ‘Tiro de Gracia’, a partir del cual cumplimentó 19 órdenes de aprehensión contra exmandos y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, incluido el exjefe de la policía Arturo Bermúdez Zurita.

Pero Carmen recuerda que esas 15 víctimas no son las únicas: su hijo también desapareció en El Lencero a manos de la policía de Javier Duarte.

“La orden era llevarlo a El Lencero”

Eran las cuatro de la tarde de un 16 de abril de 2013, relata la mujer de 57 años tras respirar hondo para templar los nervios y la voz trémula.

Hugo, un muchacho de 22 años alto y de complexión atlética por su afición al futbol y a patinar en el parque, estaba a punto de entregar el taxi a su relevo para volver a casa y echar una mano a su madre en una pequeña fonda donde venden chiles rellenos.

Pero Hugo no llegó a entregar el taxi, trabajo que alternaba con ‘meserear’ los fines de semana para completar la quincena. Según dijeron varios testigos a Carmen, incluido un familiar directo, tres patrullas de la Policía Estatal detuvieron la unidad de Hugo en pleno centro del ‘pueblo mágico’ de Coatepec, frente al palacio municipal.

Al ver la escena, el familiar que atestiguó los hechos quiso bajarse de otro taxi en el que venía viajando. Pero el chofer se lo prohibió por temor a meterse en problemas y que se los llevaran a ellos también.

“En aquel entonces, la policía estatal en Coatepec era terrible –lamenta Carmen-. Ellos eran la ley en el pueblo y no podías ni mirarlos un segundo a la cara porque enseguida se iban contra ti y te amenazaban”.

Tras la detención, la mujer inicia una búsqueda desesperada. El primer punto que visitó fue el cuartel de policía San José, en Xalapa, pero allí no halló noticias. De vuelta a Coatepec, un taxista le dijo temeroso y entre susurros que la policía tenía a su hijo en una gasolinera que está en la carretera que va hacia Pacho Viejo.

Allí, una persona le confirmó que sí, que la policía tuvo retenido a un taxi con el número de unidad que manejaba Hugo y que posteriormente se lo llevaron en dirección hacia esa localidad.

Otro testigo le aseguró a Carmen que los policías metieron a Hugo en unos cañaverales y le dieron una paliza para dejarlo tirado. Sin embargo, el comandante de los elementos policiacos recibió una llamada telefónica y se lo llevaron con todo y taxi para entregarlo a otros policías.

“La orden fue llevar a mi hijo a El Lencero –dice tajante Carmen-. Ahí lo fueron a entregar y nunca más volví a saber de él”.

Buscaban drogas, encontraron una patineta

Al igual que en los 15 casos ya documentados por la Fiscalía, en los que de acuerdo con la investigación los elementos estatales detenían ilegalmente a jóvenes acusándolos de ser ‘halcones’ e informantes de ‘Los Zetas’, al día siguiente de poner la denuncia por la desaparición de Hugo, agentes de la entonces Agencia Veracruzana de Investigación (AVI) fueron a catear su domicilio en busca de ‘pruebas’ que lo incriminaran con el tráfico de drogas.

“Registraron la casa entera y el cuarto de mi hijo –cuenta Carmen-. Si mi hijo hubiera pertenecido a algo malo, hubieran encontrado drogas, armas, lujos, o algo así. Pero lo único que encontraron fueron unos dibujos colgados en la pared y una patineta”.

Cinco años después, la veracruzana sigue viviendo como puede de la venta de comida en su pequeño negocio, donde su hijo la ayudaba a salir adelante.

Pero ahora todo es distinto. Sus días transcurren entre visitas al psiquiatra, medicamentos para la depresión y los nervios, y mantener viva la esperanza de encontrar con vida a Hugo.

Para mantener esa esperanza, Carmen lleva varios años como integrante del colectivo ‘Enlaces Xalapa’ en el que, como muchas otras madres y familiares de víctimas de desaparición, organizan brigadas para rastrear fosas clandestinas en el estado y viajes a las diferentes fiscalías para presionar a las autoridades en la búsqueda de sus seres queridos.

Carmen insiste notablemente cansada desde el otro lado de la llamada telefónica que no odia a los policías que se llevaron a su hijo. Aunque enfatiza que ha aprendido a no tener miedo de mirarlos de frente cuando les exige respuestas.

“La policía de Javier Duarte me arruinó la vida, porque ya no volveré a ser la misma hasta que tenga de vuelta a mi hijo. No pido justicia –dice aguantando la rabia-. De eso ya se encargará Dios. Lo único que pido es que me digan dónde dejaron a mi hijo y qué fue lo que hicieron con él”.

Lee aquí el caso por caso de cómo la policía de Javier Duarte desapareció a 15 jóvenes

El caso Tierra Blanca, estancado

Otro de los casos más representativos de desaparición forzada a manos de policías en el Veracruz de Javier Duarte fue el de los cinco jóvenes que desaparecieron, un 16 de enero de 2016, en el municipio de Tierra Blanca.

José Benítez de la O, Bernardo Arróniz, Susana Tapia, Mario Orozco, y Alfredo González, regresaban a Playa Vicente de un fin de semana en el puerto de Veracruz, cuando fueron interceptados por una patrulla de la policía estatal en Tierra Blanca, y posteriormente entregados a integrantes de un grupo del crimen organizado, según la investigación ministerial.

En febrero de 2016, los restos de dos de los cinco jóvenes fueron hallados en el rancho El Limón, donde además se encontraron casi tres mil fragmentos pertenecientes a otros cientos de cuerpos en el predio, localizado en el municipio de Tlalixcoyan, al sur de Veracruz.

De los otros tres jóvenes no se supo el paradero, aunque familiares indicaron a Animal Político que las autoridades veracruzanas ya los dieron oficialmente por fallecidos.

Por este caso, se presentaron 21 personas, 13 civiles y ocho policías estatales, como presuntos responsables de la desaparición de los cinco jóvenes.

No obstante, estas detenciones no son suficiente para los familiares.

“Nuestro caso sigue estancado”, dice tajante en entrevista con Animal Político José, familiar de José Benítez de la O, joven de 24 años que era estudiante de mecánica automotriz en la escuela Rudolph Diesel, en Puebla.

Que investiguen a Duarte

José explica que por este caso interpusieron una demanda por desaparición forzada “contra toda la cadena de mando”, incluido el exjefe de policía Arturo Bermúdez, quien fue detenido en febrero de 2017 por un presunto delito de enriquecimiento ilícito.

“Nuestra demanda llega hasta Bermúdez. Pero si tú miras la cadena de mando, también debería investigarse al exgobernador Duarte, porque la responsabilidad de la policía termina en él”, subraya José.

Jorge Sánchez, hijo del periodista Moisés Sánchez, quien fue desaparecido por la policía en el municipio veracruzano de Medellín el 2 de enero de 2015, coincide en la exigencia.

“Detener a 19 policías es un paso”, admite también en entrevista. “Pero es un paso muy pequeño en un estado donde la policía ha desaparecido a cientos de personas, si no es que a miles”.

“Hay que recordar que el exgobernador Javier Duarte no está hoy detenido ni investigado por estas desapariciones, aunque él era mayor responsable de qué pasaba en el estado –recalca Sánchez-. No es posible que no supiera que su propia gente de confianza, como Bermúdez Zurita, estaba secuestrando, torturando y desapareciendo a tantas personas”.

Miles de desaparecidos

Cabe precisar que las investigaciones por desaparición forzada de 202 personas se refieren únicamente a los casos en los que intervinieron policías del Estado.

En cuanto a las desapariciones del fueron común y federal –en las que no hay elementos que indiquen la participación de la policía- suman 726 casos entre enero de 2014 y diciembre de 2017, según cifras oficiales.

Sin embargo, la fiscalía de Veracruz señaló que esta cifra está muy alejada de la realidad, ya que durante la administración de Duarte se “maquillaron” las estadísticas de desaparecidos.

El fiscal de Veracruz, Jorge Winckler, dijo el 29 de enero en una comparecencia en el Congreso Estatal, que hasta la revisión de 2016 se contabilizaban 3 mil 600 personas reportadas como desaparecidas, aunque matizó que “no se trata de denuncias nuevas, pues solo se transparentaron cifras reales que la pasada autoridad no reportó”.

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Imagen BBC
“Es como volver al siglo XVIII”: los apagones que tienen a Ecuador 12 horas sin luz por día
5 minutos de lectura

Ecuador vive una de las peores sequías de los últimos 50 años, lo que ha conducido a una serie de apagones que tienen en una situación crítica al país.

15 de noviembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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Liz Orozco tiene miedo. Desde que empezaron los racionamientos de energía de 12 a 14 horas diarias en Ecuador el 18 de septiembre, el traslado de su oficina en el norte de Guayaquil hacia Durán, una de las ciudades más peligrosas del mundo, se ha vuelto un calvario.

“Caminar sola es horrible, he visto robos”, comenta. Durán es un territorio de guerra de pandillas.

Hasta octubre de 2024, las muertes violentas en esa zona de la costa ecuatoriana superaban las 400, un aumento del 59% en comparación con 2023, de acuerdo con el think tank internacional InSight Crime.

El país, que sufre los estragos del crimen organizado, ahora también enfrenta una crisis energética que lo obliga a apagarse la mitad del día.

“Una crisis de gestión”

Este escenario es “el resultado de una crisis de gestión que Ecuador lleva arrastrando por décadas”, sostiene Jorge Luis Hidalgo, uno de los expertos en energía más respetados del país.

Ecuador enfrenta un déficit energético de 1.080 megavatios, un 20% de su capacidad de generación.

Aunque el gobierno ha intentado atribuirlo a la “grave falta de lluvias”, Hidalgo subraya: “No se trata de una simple sequía. Es un problema estructural que no se resolverá a corto plazo”.

Ecuatorianos esperando el bus.
Getty Images
Los apagones han causado serios estragos en la vida diaria de los ecuatorianos.

El 90% de la energía en Ecuador depende de las centrales hidroeléctricas, pero Hidalgo sugiere que el país debe diversificar sus fuentes.

“Ecuador tiene un poderoso potencial hídrico, una ubicación en la línea ecuatorial ideal para aprovechar el sol, y recursos como biomasa, volcanes para geotermia, gas natural y viento”, explica.

“Hay una enorme oportunidad en Ecuador, pero también una muy mala gestión que no se solucionará a corto plazo”.

Resiliencia en medio del caos

A pesar de la adversidad, los ecuatorianos han tenido que adaptarse.

En el trabajo de Liz Orozco, por ejemplo, una constructora en Guayaquil, el edificio ha instalado generadores de energía diésel. “Es una orquesta a la que te tienes que acostumbrar”, describe.

El gerente de la empresa, Guillermo Jouvin Arosemena, dice que cada generador representa un gasto de diésel de unos US$8.000 por semana, sumado al mantenimiento mensual que puede llegar hasta US$550, dependiendo del equipo.

“La crisis energética está afectando en todos los sentidos”, afirma Jouvin. “El costo de inversión y mantenimiento no estaba previsto y está encareciendo las construcciones. No todas las empresas tienen capacidad para invertir”.

Este primer semestre de 2024, el sector de la construcción registró una caída del 17% en comparación con 2023. “Fue el sector más afectado de la economía ecuatoriana”, concluye.

El impacto también se siente en otros sectores.

Este viernes, Mónica Heller, presidenta de la Cámara de Comercio de Quito, dijo en una entrevista que solo en los últimos dos meses las pérdidas en el sector industrial alcanzaron los US$4,000 millones y en el sector comercial, US$3.500 millones, lo que ha derivado en numerosos despidos.

Mujer teje con la luz de la luna.
Getty Images
“Hemos vuelto al siglo XVIII”, dicen muchos en Ecuador.

“Estos cortes de energía son devastadores para el comercio y la industria”, asegura Heller. “Estamos viendo un impacto directo en los ingresos y en el empleo”.

Impacto más allá del bolsillo

Se pierden empleos, dinero, y también se arriesgan vidas. Fabricio Palma, paciente renal de 54 años que vive en el suroeste de Guayaquil, ha visto su tratamiento afectado.

“Normalmente son cuatro horas de diálisis por sesión, pero ahora solo me hacen tres horas”, cuenta. En una sesión reciente de madrugada, Palma presenció la muerte de un paciente.

“Los doctores dijeron que el cuerpo reacciona diferente cuando la diálisis se hace de noche”.

Estrés en el tráfico

La crisis también se refleja en el caos vial. Christian Calvache, agente de tránsito en Guayaquil, relata el desgaste de intentar regular el tráfico sin semáforos.

“El desgaste es tanto físico como emocional. Termino el turno con dolores de cabeza y la paciencia agotada”, confiesa Calvache.

La ciudad cuenta con más de 1.100 intersecciones semaforizadas, algunas de las cuales tienen sistemas de alimentación con baterías, pero “muchas no aguantan cuatro horas de corte”, reconoce.

Calvache insta a los conductores a tener paciencia, pero admite que “la falta de empatía es evidente”.

“Volver al siglo 18”

Allen Panchana y Daniela Sangurima, una pareja de esposos con tres hijas, han adoptado medidas para proteger a su familia. Viven en un conjunto residencial cerrado en Samborondón, una ciudad vecina a Guayaquil.

Pero los cortes los afectan diariamente.

“No podemos cocinar ni usar agua potable cuando no hay energía porque la cocina es de inducción y las bombas de agua necesitan motor. Durante los cortes, nos toca volver al siglo 18 y agarrar una jarrita”, comenta Allen.

Daniela añade que la crisis afecta la rutina de sus hijas. “Las inscribimos en actividades para que no sientan el estrés de esta situación, que nadie debería normalizar”, expresa.

Sin embargo, admite que la falta de energía altera su descanso y hace que sus hijas se despierten agotadas.

Planta eléctrica
Getty Images
Las plantas eléctricas se han convertido en un objeto habitual del paisaje en Ecuador.

Voz de aliento

Cuatro ministros han pasado por la cartera de Energía en el último año del gobierno de Daniel Noboa.

Uno de ellos enfrenta actualmente un juicio político. Inés Manzano, la actual ministra, ha prometido medidas a corto plazo, como la compra de energía a proveedores privados, pero la percepción general es que estas llegan tarde y de manera desigual.

Hasta el 17 de septiembre, los cortes serán de 12 horas. En esa fecha, el Ministerio de Energía decidirá si se mantienen o aumentan, dependiendo de las lluvias.

Desde varios sectores, se anuncian movilizaciones, con ciudadanos cansados que llaman a “apagar las velas y encender la llama de la organización”.

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