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Conahcyt deja sin becas a estudiantes de posgrado: hay 450 afectados solo en CDMX
Conahcyt deja sin becas a estudiantes de posgrado: hay 450 afectados solo en CDMX
Cuartoscuro
6 minutos de lectura

Conahcyt deja sin becas a estudiantes de posgrado: hay 450 afectados solo en CDMX

La decisión del Conahcyt de recortar las becas ha afectado principalmente a estudiantes de áreas relacionadas con negocios. El movimiento #SinBecaConahcyt realiza un censo para todo el país, mientras algunos alumnos afectados planean sumarse a un amparo.
27 de junio, 2023
Por: Dalila Sarabia
@Dalila_Sarabia 

Cientos de estudiantes de posgrado que tramitaron su beca ante el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt, antes Conacyt) fueron notificados recientemente de que no recibirán el apoyo porque los programas que cursan no son prioritarios.

Giovanni Jiménez, docente y estudiante de posgrado en la UAM-Iztapalapa, explicó en entrevista que las personas afectadas han comenzado a elaborar un censo para saber cuántos alumnos han resultado afectados por esta decisión. 

Hasta el momento, tienen conocimiento de más de 140 programas implicados en todo el país (maestrías y doctorados), y de que tan solo en la CDMX hay 450 estudiantes perjudicados en 15 planteles, de acuerdo con los datos del movimiento #SinBecaConahcyt.

“Esto no es un rollo individual, no es por mí, es por mis alumnos y por mis compañeros (…) Yo acabo de graduar a 50 alumnos de licenciatura y, de ellos, 20 quieren aplicar a un posgrado. Si yo no estoy peleando para que ellos tengan becas, soy un hipócrita porque yo soy producto de la educación pública”, sostuvo.

“La afectación es principalmente con áreas vinculadas a los negocios, a la administración, actuaría, matemáticas aplicadas a negocios porque, según, no son líneas estratégicas de investigación para el país, para la nación, para el pueblo, pero por eso digo, a qué hora se echaron un clavado a revisar los 146 posgrados que están eliminando”, agregó.

Stefany Moreno, estudiante del Posgrado Integral de Ciencias de la Administración (PICA) en la UAM-Iztapalapa y vocera del movimiento #SinBecaConahcyt, dijo que, por ejemplo, dicho programa era considerado de calidad, lo que garantizaba el acceso a una beca de manutención, ya que el mismo programa tiene como requisito que los estudiantes lo sean de tiempo completo.

“Pero como cambió la ley (de Ciencia), ahora entran todos los posgrados y nos ordenan por prioridades; entonces, nos ponen a nosotros en una prioridad 5 y dicen que está sujeta a cuestiones presupuestales y hay que esperar a que nos den una respuesta”, señaló la joven.

“La situación es que, cuando nos remitimos a los textos, a los reglamentos, pues nosotros somos una institución pública y gratuita y son las instituciones a las que se les debe dar prioridad”, subrayó.

Hace un año, en junio de 2022, la directora del Conahcyt, María Elena Álvarez-Buylla, dio a conocer los lineamientos que regirían la entrega de becas, los cuales tenían como base la entrega de los apoyos a través del nuevo Sistema Nacional de Posgrados (SNP), que sustituiría al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC).

Con este cambio, se explicó, se abriría la puerta para que todos los programas de posgrado pudieran recibir apoyo y se eliminarían los indicadores cuantitativos para la asignación de becas, mismos que, afirmó Álvarez-Buylla, eran “productivistas, excluyentes, tortuosos y burocráticos”. 

Dado que los programas de posgrado ya no serían sometidos a una evaluación del Conahcyt, se establecieron cinco categorías de acuerdo con las cuales se priorizaría la entrega de apoyos.

Con esto, se privilegiarían áreas en instituciones públicas como física, matemáticas, ciencias de la Tierra, biología, química, medicina, ciencias de la salud, artes y humanidades, ciencias sociales, biotecnología, ciencias agropecuarias e ingenierías de atención prioritaria. Según dijo la funcionaria, si los planteles no podían becar a los estudiantes, el Conahcyt les garantizaría un apoyo siempre y cuando hubiera presupuesto.

“Estuvimos esperando por seis meses (…) y al final nos dicen que no porque no tenemos la prioridad”, reclamó la joven. Agregó que, en caso de no recibir una beca, se vería obligada a abandonar sus estudios: “Sabíamos que era de tiempo completo y que íbamos a tener este apoyo para solventar nuestras necesidades personales y académicas”.

Tonatiuh Torres, estudiante de doctorado en Estudios Organizacionales en la UAM-Iztapalapa, relató su sorpresa al recibir el correo en el que le negaban la beca, pues el programa que cursa ha recibido apoyo al menos desde hace 20 años.

“Este posgrado, incluso, era considerado de competencia internacional, la categoría más alta que tenía el Conahcyt, y ahora nos dejaron sin la beca”, dijo.

La UAM asegura que habrá becas

Para aclarar dudas y mostrar su rechazo a la decisión de Conahcyt, un grupo de estudiantes de distintas universidades públicas acudió a la sede de la institución el viernes para manifestarse y exigir una explicación de lo sucedido.

De acuerdo con lo que refirieron cuatro estudiantes presentes en el encuentro, luego de escuchar sus demandas, los funcionarios que los recibieron les aseguraron que se reconsiderarían sus casos y en próximos días se les daría una respuesta. 

“Uno de los argumentos que les dimos es que generaciones pasadas tienen el apoyo (…) Entonces, les dijimos: ‘Oye, si nos apoyaste en otros años, ¿por qué ahora no?, ¿por qué nos quitan el apoyo?, porque es una regresión’”, compartió Irving Manrique, estudiante de la maestría en Administración con enfoque en organizaciones en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM.

El sábado 24 de junio, y ante las inquietudes de cientos de estudiantes sobre la negativa por parte de Conahcyt para otorgarles una beca, la UAM aseguró en un comunicado que “los apoyos económicos otorgados por este consejo serán cubiertos en todas las áreas y programas de la UAM reconocidos en el Sistema Nacional de Posgrados”.

Según las autoridades de la UAM, representantes de ambas instituciones sostuvieron diálogo y determinaron que los alumnos del área Económico-Administrativa que se vieron afectados por los nuevos lineamientos que consideraban “no prioritarias” a estas disciplinas sí recibirán becas.

Esta decisión beneficiará a 47 estudiantes de cuatro programas de posgrado.

Aunque la respuesta fue satisfactoria para la UAM, Guillermo Aldair, estudiante de doctorado en la UAM, aseguró que el movimiento #SinBecaConahcyt continuará en resistencia.

“El compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador es ‘becas para todos’, y porque el compromiso de la doctora Buylla es ‘que toda persona aceptada en un posgrado en una institución de educación superior pública obtendría una beca’”, dijo.

Agregó que uno de los compromisos del movimiento es que todos los posgrados de las instituciones públicas de educación superior sean reconocidos en el Sistema Nacional de Posgrados, a fin de que puedan tener todos los beneficios de ello.

“La UAM emprendió un compromiso de trabajo y de diálogo con el Conahcyt, por lo que invitamos a otras instituciones que sustenten y demuestren compromiso, validación y respuesta a las necesidades de la sociedad. Que las instituciones le demuestren al Conahcyt que nuestro trabajo desde los posgrados resuelve y aporta a los conflictos de nuestra realidad”, pidió el estudiante.

Hasta el cierre de esta edición, estudiantes de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM adelantaron que de manera informal habían sido notificados de que sus casos habían sido reconsiderados y se les entregaría la beca; sin embargo, aún no se les ha notificado oficialmente.

Lee: Ley de Ciencia de AMLO centraliza decisiones y afecta a centros de investigación, advierten científicos

Diálogo y amparo

Para ejercer presión y obtener una respuesta lo más pronto posible, los alumnos afectados se han organizado en distintas acciones, las cuales incluyen diálogo directo con el Conahcyt, solicitud de diálogo a través de los directores de sus posgrados e, incluso, la presentación de un amparo.

“Esa línea del amparo solo algunas universidades la están considerando como opción, al menos la UNAM no lo está considerando al momento pues tenemos entendido que las autoridades de nuestro posgrado enviaron un escrito para que se reconsidere nuestro caso”, dijo Irving Manrique, estudiante de la maestría en Administración con enfoque en organizaciones.

Quienes han optado por sumarse a la presentación de un amparo colectivo están en proceso de entregar sus perfiles. Al momento, 20 estudiantes se han sumado a esta acción, informó Jesús Martínez Rojas, abogado que encabeza esta acción.

“El rechazo parece un tanto arbitrario porque, cuando uno ve las listas de los programas prioritarios, hay disciplinas donde estos programas bien podrían caber”, dijo.

De acuerdo con lo que han podido advertir, el Conahcyt omitió revisar a detalle los contenidos y las líneas de investigación de los posgrados que se han dejado fuera de los apoyos. Se trata, sostuvo el abogado, de un rechazo por el prejuicio al nombre del programa, lo que genera discriminación entre los estudiantes.

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Imagen BBC
¿Se te perdieron las fotos de los 2000? Esto puedes hacer para cuidar las de ahora
12 minutos de lectura

Si usaste una cámara digital a principios de la década de los 2000, es muy probable que se hayan borrado capítulos enteros de tu vida. Una generación de fotos ha desaparecido en discos duros dañados y sitios web inactivos.

22 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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Según estimaciones recientes, se calcula que se toman alrededor de 5.300 millones de fotografías digitales cada día en el mundo.

Para mi 40 cumpleaños, les pedí a mis amigos y familiares un regalo: fotos mías de mis veintipocos. Mi colección de fotos de esa época —aproximadamente de 2005 a 2010— es terriblemente escasa.

Hay un espacio en blanco entre mis álbumes de fotos impresas de la universidad y mi carpeta de Dropbox con las instantáneas de mis primeros años como madre. Lo único que pude encontrar de aquellos años fue un puñado de fotos de baja resolución de mí en un bar haciendo algo raro con las manos.

¿Y el resto? Quedaron atrás debido a una computadora muerta, cuentas de correo electrónico y redes sociales inactivas y un mar de pequeñas tarjetas de memoria y memorias USB perdidas en el caos de múltiples mudanzas internacionales. Es como si mis recuerdos no fueran más que un sueño.

Resulta que no soy la única. A principios de la década de los 2000, el mundo experimentó una transición repentina y drástica de la fotografía analógica a la digital, pero tardó un tiempo en encontrar un almacenamiento fácil y fiable para todos esos nuevos archivos.

Hoy en día, tu smartphone puede enviar copias de seguridad de tus fotos a la nube en cuanto las tomas. Muchas fotos capturadas durante la primera ola de cámaras digitales no tuvieron la misma suerte. A medida que la gente cambiaba de dispositivo y los servicios digitales prosperaban y decaían, millones de fotos desaparecieron en el proceso.

Hay un agujero negro en el registro fotográfico que se extiende por toda nuestra sociedad. Si tenías una cámara digital en aquel entonces, es muy probable que muchas de tus fotos se perdieran al dejar de usarla.

Incluso ahora, los archivos digitales son mucho menos permanentes de lo que parecen. Pero si tomas las medidas adecuadas, no es demasiado tarde para proteger tus nuevas fotos del mismo olvido.

Una par de tarjetas SD y un pendrive azul en el teclado de un laptop.
Getty Images
Tarjetas SD, pendrives y discos duros externos era el almacenaje favorito en la década de los 2000

Este año se celebra el 50º aniversario de la fotografía digital. La primera cámara digital era un dispositivo descomunal y poco práctico que parecía más bien una “tostadora con lente”, como explica su inventor Steve Sasson a la BBC.

Pasaron décadas antes de que se convirtieran en un producto de consumo viable, pero todos mis conocidos tenían una cámara digital a principios de la década de los 2000.

Tomamos miles de fotos y las compartimos en álbumes online con nombres como “¡Martes por la noche!” o “Viaje a Nueva York – parte 3”. ¿Seguro que alguien de mi círculo tenía estas fotos 20 años después? Cuando pregunté, resultó que muy pocos las tenían. Todos acumulaban los mismos problemas que yo. ¿Cómo podía haber tan poco de una época tan llena de fotos?

Al observar nuestra relación con las fotos, el período 2005-2010 se percibe como un microcosmos de la Era de la Información. Es toda una vida de innovación, disrupción y acceso condensada en un lapso de cinco años en la cronología de la historia humana.

La revolución digital

El año 2005 fue un buen momento para ser un usuario de cámaras digitales. Ese año, el auge digital arrasó con las ventas de cámaras de película, según datos de la Asociación de Productos de Cámara e Imagen (Cipa).

La feroz competencia redujo el precio de las cámaras digitales compactas básicas lo suficiente como para que se compraran por impulso. La calidad de las cámaras mejoró rápidamente, lo que dio a algunos consumidores una excusa para actualizar sus compactas una o incluso dos veces al año.

Piensa en esto: durante un siglo, la fotografía personal fue un proceso lento y deliberado. Tomar fotos requería dinero. Cada rollo de película ofrecía un número limitado de fotos. Y si querías ver tus fotos, tenías que dedicar tiempo a revelar la película o pagar a un laboratorio para que hiciera el trabajo, y luego repetir el proceso si querías copias.

Un dependiente sostiene una cámara digital Kodak en unos grandes almacenes de Pekín
Getty Images
Kodak lanzó muchos modelos de cámaras digitales en las décadas de 1990 y 2000.

Sin embargo, a partir de 2005, todas esas barreras se derrumbaron en un abrir y cerrar de ojos. Pronto, los consumidores producían millones de fotos digitales al año. Pero lo que parecía una época de abundancia fotográfica fue, en realidad, un momento de extrema vulnerabilidad.

“[Los consumidores] desconocían lo que no conocían”, afirma Cheryl DiFrank, fundadora de My Memory File, una empresa que ayuda a sus clientes a organizar sus bibliotecas de fotos digitales. “La mayoría de nosotros no nos tomamos el tiempo necesario para comprender a fondo las nuevas tecnologías. Simplemente descubrimos cómo usarlas para hacer lo que necesitamos hoy… y el resto lo resolvemos después”.

La gente no lo sabía en ese momento, dice DiFrank, pero no pudieron “averiguar el resto más tarde”.

La memoria del consumidor promedio se encontraba dispersa de forma precaria en una amplia gama de tecnología portátil de primera generación, susceptible a pérdidas, robos, virus y obsolescencia: cámaras, tarjetas SD, discos duros, memorias USB, cámaras Flip Cam, CDs y una maraña de cables USB que funcionaban con algunos dispositivos, pero no con otros.

Una persona con las uñas de color blanco mira fotos impresas en una mesa
Getty Images
La gran mayoría de las fotos hoy en día se hacen con smartphones.

Al mismo tiempo, las laptops comenzaban a superar a las computadoras de escritorio por primera vez en la historia. La gente podía almacenar y ver fotos exclusivamente en sus laptops, un dispositivo que, por desgracia, también era más fácil de romper o extraviar.

Las ventas de cámaras digitales se dispararon en 2005, alcanzaron su punto máximo en 2010 y luego se desplomaron, según la Cipa. El iPhone de Apple se lanzó en 2007, y pronto los teléfonos móviles revolucionaron por completo la incipiente explosión de las cámaras digitales. Los consumidores adoptaron rápidamente la nueva tendencia fotográfica, a menudo sin detenerse a proteger las fotos que ya habíamos tomado.

El “agujero negro”

El dolor de perder fotos es personal para Cathi Nelson. En 2009, le robaron de casa su ordenador y su disco duro externo de respaldo. Ante la falta de almacenamiento en la nube accesible en ese momento, perdió gran parte de los recuerdos de su familia para siempre. Es irónico, ya que Nelson se gana la vida ayudando a otras personas a recuperar sus fotos desaparecidas.

Ese mismo año, Nelson fundó The Photo Manager”, una organización de miembros para organizadores profesionales de fotos digitales. Para entonces, las colecciones de fotos ya estaban tan desordenadas que se despertó una enorme demanda de ayuda profesional, afirma. “La gente está abrumada por las opciones, la tecnología y los datos”, escribió Nelson en un informe técnico que detallaba el problema.

Los miembros de The Photo Managers ayudan a sus clientes con el “agujero negro” de 2005-2010 constantemente. “Lo veo una y otra vez, todo el asunto del ‘agujero negro’ digital”, dice Caroline Gunter, miembro del grupo. “Hubo un período, desde principios de la década de 2000 hasta 2013, en el que era muy difícil para la gente organizarse y se perdían fotos”.

Nelson, Gunter y otros miembros de The Photo Managers dicen que recuperan fotos pixeladas de bebés de teléfonos Nokia plegables, recuperan fotos de CDs de fotos y lidian con el servicio de atención al cliente en sitios web de álbumes de fotos en línea como Snapfish o Shutterfly.

“Nuestros miembros siempre dicen que es el único trabajo que hacen en el que la gente llora cuando les devuelven todo”, dice Nelson.

Primer plano de una cámara Kodak Instamatic 100, circa 1965, con formato 126, aislada sobre fondo blanco
Getty Images
En 1975, un joven ingeniero de la empresa que fabricaba la película Kodak tomó la primera fotografía con una cámara digital portátil.

Al mismo tiempo, se produjo otro cambio radical: el intercambio gratuito de fotos online. No solo teníamos la capacidad de generar millones de fotos, sino que también podíamos compartirlas con toda la humanidad, de una forma que parecía mucho más permanente de lo que realmente era.

En 2006, la plataforma de redes sociales MySpace era el sitio web más popular de Estados Unidos y, para muchos, se convirtió en el servicio predilecto para compartir y almacenar fotos. Pero su reinado duró poco.

Facebook se lanzó en 2004 y, para 2012, contaba con más de 1.000 millones de usuarios. Pronto, MySpace cayó en el olvido, dejando atrás innumerables fotos y otros recuerdos digitales.

En 2019, MySpace anunció que 12 años de datos se habían borrado en un fallo accidental del servidor. La compañía afirmó que “todas las fotos, vídeos y archivos de audio” publicados antes de 2016 se habían perdido para siempre, toda una generación de imágenes perdidas en el tiempo.

Sin embargo, MySpace no era el único centro para almacenar fotos. Kodak, Shutterfly, Snapfish, la cadena de farmacias Walgreens y muchas más apostaron por los servicios de fotografía en internet.

Los clientes obtenían galerías de fotos online gratuitas, y las empresas podían generar ingresos mediante impresiones y regalos. Al principio, el modelo fue un éxito rotundo. Shutterfly, por ejemplo, salió a bolsa en 2006 con una oferta pública de venta de acciones de gran repercusión que recaudó US$87 millones.

Perdidas para siempre

El resto de lo que sucedió queda para los libros de historia y para los estudios de casos de las escuelas de negocios. Kodak, por ejemplo, se declaró en quiebra (aunque la empresa resurgió tiempo después).

Shutterfly adquirió todas las fotos de la Galería Kodak EasyShare, pero mi propia experiencia demuestra que no fueron buenas noticias para mis fotos. Para transferir mis fotos de Kodak EasyShare a Shutterfly, necesitaba vincular ambas cuentas, una tarea que nunca completé a pesar de los múltiples correos electrónicos de Shutterfly instándome a hacerlo.

Los correos electrónicos de marketing de la empresa prometían a los clientes que Shutterfly nunca las eliminaría. Tiempo después, inicié sesión en mi cuenta y descubrí que las fotos estaban archivadas y eran inaccesibles.

Un portavoz de Shutterfly afirma que mi historia es conocida y que la empresa hizo todo lo posible para ayudar a los clientes con la transición a Kodak. Sin embargo, lamentablemente, algunas fotos se volvieron irrecuperables con el tiempo.

Shutterfly aún conserva algunas fotos, pero la empresa no las entrega. Según un portavoz, no se puede acceder, descargar ni compartir las fotos almacenadas en Shutterfly a menos que se compre algo cada 18 meses. Puedo usar esas fotos para crear un producto como un calendario de fotos que Shutterfly me vende con gusto, pero no puedo tener mis archivos a menos que haga compras regulares. Casi siento que mis recuerdos están secuestrados.

“Lo que la gente no comprende es que uno de los mayores gastos de los negocios en línea es el almacenamiento”, afirma Karen North, profesora de la Facultad de Comunicación Annenberg de la Universidad del Sur de California. “Había tanto entusiasmo por las nuevas tecnologías que no se prestó atención real —y mucho menos atención pública— a la necesidad de un modelo de negocio sostenible”.

Fotos al lado de una taza de café vacía.
Getty Images
La gran mayoría (más del 90 %) de estas fotos se toman con smartphones.

En la década de los 2000, el costo del almacenamiento digital era considerablemente mayor que en la actualidad. El almacenamiento en la nube externo para empresas apenas comenzaba a surgir en ese momento, y muchas compañías tenían que construir y operar sus propios servidores, lo que suponía un gasto enorme.

Los consumidores producían millones de fotos digitales, pero a largo plazo, las empresas en línea no podían permitirse almacenarlas, afirma North.

“A principios de la década de los 2000, se creía que si subías algo a internet, debía ser gratis”, dice North. “Todos vivíamos nuestras ‘segundas vidas’ gratis. Gmail era gratis. Ahora, al recordarlo, piensas en cómo una pequeña cuota de suscripción a Kodak, o a cualquiera de estos sitios, podría haber protegido nuestros recuerdos”.

En cambio, ahora los clientes pagan un precio diferente: todas esas fotos que se cargaron y compartieron rápidamente (pero no se imprimieron ni se hizo una copia de seguridad en un disco duro externo) entre 2005 y 2010 están gravemente comprometidas.

“Estamos maravillados con todo esto que nos dan gratis”, dice Sucharita Kodali, analista de mercado minorista de Forrester Research. “Nadie se pregunta: ‘¿Qué pasará en cinco o diez años?’. Perdimos por completo nuestro pensamiento crítico porque estábamos deslumbrados por el internet gratuito”.

Las soluciones actuales de almacenamiento de fotografías pueden parecer más permanentes, pero expertos como Nelson dicen que aún existen los mismos riesgos.

“Psicológicamente, la gente no entendía la diferencia entre los datos digitales y una fotografía física”, dice Nelson. “Creemos que estamos viendo una fotografía real. Pero no es así. Estamos viendo un montón de números”. Puedes tener una imagen en la mano, pero los datos están a un clic de desaparecer.

Cómo proteger tus fotos

“Todo se reduce a la redundancia”, dice Nelson. “Corremos un riesgo mucho mayor que cuando las fotos simplemente se imprimían”. Si los consumidores dependen demasiado de la nube, el destino de sus fotos está en manos de una empresa que podría quebrar o decidir borrarlas todas.

“O mi ejemplo del robo de un disco duro externo, que pensé que era la copia de seguridad ideal”, añade Nelson. “Por eso la redundancia es clave”.

Los administradores de fotos se adhieren a la regla del “3-2-1” para el almacenamiento de fotografías. Según esta lógica, siempre deberías tener tres copias de cada foto: dos almacenadas en diferentes medios (como la nube y un disco duro externo) y una copia guardada en una ubicación física separada (como un disco duro externo en casa de un familiar). Es la mejor protección contra fallas tecnológicas y desastres naturales.

Un técnico realiza una verificación en un quiosco de impresión de fotografías Kodak.
Getty Images
Imprimir fotografías tiene un coste muy bajo hoy en día.

Aprendí ese mensaje a las malas. Hoy, guardo todas las fotos que me envían por SMS o correo electrónico en mi dispositivo, que se respalda automáticamente en Google Fotos. Una vez al mes, hago una copia de seguridad de Google Fotos en mi disco duro externo.

También es buena idea editar tus fotos a diario. Sentir que tienes una cantidad manejable de fotos significa que es más probable que tengas el control. “El volumen [de fotos] ahora mismo es una locura”, dice Gunter. “La selección de fotos es lo que está metiendo a la gente en problemas, porque no tienen tiempo. Simplemente siguen acumulando el desorden”.

En cuanto a mi 40 cumpleaños, recibí algunas joyas que nunca había visto. Yo con un corte de pelo increíblemente corto, el extraño futón que no pudimos vender y lo abandonamos en la acera, los azulejos de un baño que ya no existe, bolsos enormes e innecesarios. Incluso descubrí un video granulado de mi perro grabado con un teléfono plegable mientras se oye a un amigo diciendo que estaba enamorado de “un chico cualquiera”, el mismo con el que se casó 15 años después.

Hay algo que sabemos ahora y que desconocíamos entonces: las redes sociales, o cualquier servicio online, podrían no ser guardianes fiables de nuestras fotografías. Somos los únicos que podemos asumir la verdadera responsabilidad de nuestros recuerdos y mitigar los riesgos asociados.

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