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Pocos para buscar a miles: una de cada tres comisiones de búsqueda funciona con menos de 10 personas; dos son unipersonales
Pocos para buscar a miles: una de cada tres comisiones de búsqueda funciona con menos de 10 personas; dos son unipersonales
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Pocos para buscar a miles: una de cada tres comisiones de búsqueda funciona con menos de 10 personas; dos son unipersonales

La debilidad del sistema de búsqueda de personas en México se observa en las comisiones locales, cuyas estructuras tienen pocos integrantes y dependen de contrataciones eventuales para tratar de localizar a miles de desaparecidos.
08 de noviembre, 2022
Por: Marcela Nochebuena

Una de cada tres comisiones de búsqueda estatales opera con menos de 10 personas en su estructura, mientras que las de Oaxaca y Yucatán permanecen unipersonales: en esos dos estados, una sola persona es la encargada de buscar a cientos de desaparecidos, 406 y 330, respectivamente. 

La de Colima, aunque a finales de 2021 fue reportada por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) al Comité contra la Desaparición Forzada (CED) de la ONU como unipersonal, para este año ya cuenta con tres personas encargadas de buscar a 962 desaparecidos. 

En algunas comisiones, la información reportada por la CNB sobre sus estructuras es contradictoria respecto de lo que ellas mismas registran en sus diagnósticos más recientes para acceder al subsidio federal de 2022. En la mayoría de los casos, esto se debe a que dependen de empleados temporales, cuya contratación está sujeta, a su vez, a obtener el recurso federal; por ello, vuelven a incorporarse a sus labores hasta que pasan los primeros cinco o seis meses del año. 

En otros casos, sin contar con empleados temporales, solo cuatro personas buscan a 4 mil 259 desaparecidas, como pasa en Michoacán, o a mil 128, como pasa en Nayarit. En Sonora, solo tres funcionarios buscan a 4 mil 249 desaparecidos, según lo reportado por la comisión estatal en su diagnóstico de este año, obtenido a través de una solicitud de información. Mientras tanto, en San Luis Potosí, 35 personas buscan a 568, pero en Quintana Roo apenas seis buscan a 565 y en Durango seis buscan a 707. 

Otros estados, aun con una estructura más amplia, enfrentan panoramas más adversos: en Baja California, donde se alcanza un registro de mil 265 personas desaparecidas, hay dos empleados fijos en la comisión, frente a 18 temporales que dependen de la obtención de recursos. Además, este organismo pasó de tener 25 personas en 2021 —ya con las temporales— a 20 en 2022.

La comisión de Tamaulipas, entidad con 11 mil 065 personas desaparecidas, tiene una estructura de 14 integrantes, mientras que la CDMX, que ya acumula 3 mil 636 desaparecidos, trabaja con 11 funcionarios en 2022. Incluso algunas de las comisiones más grandes, como la del Estado de México, conformada por 76 miembros, aseguran que sus recursos son insuficientes y no cuentan con la capacitación necesaria

“La Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de México es una de las CLB con mayor número de personal y se ha procurado la contratación de personas con perfiles acordes a las funciones que llevan a cabo. No obstante, se requiere de especialización tanto del personal en el área de búsqueda de gabinete, como en búsqueda de campo. Aunado a esto, pese a tener el mayor número de personal, este es insuficiente para atender la problemática que aqueja a todo el territorio estatal en relación con el número de casos de desaparición que son reportados”, se lee en el diagnóstico presentado por la entidad ante la CNB este año.

Lee más: Pese a crisis de desapariciones, comisiones de búsqueda estatales dejaron sin usar 230 mdp del dinero que recibieron en tres años

La comisión de Chiapas, donde hasta ahora hay un registro de mil personas desaparecidas, cuenta con nueve empleados fijos y cinco temporales, y plantea un escenario mucho más difícil. El organismo asegura que tiene 13 equipos básicos de cómputo con internet, tres impresoras y una copiadora, pero no con los consumibles ni la papelería necesaria; de los recursos para la operación de las actividades de la comisión, como los viáticos para acciones de búsqueda, señala que son escasos porque el presupuesto asignado es insuficiente. Sin embargo, en 2021, esa comisión devolvió poco más de 6 millones de los más de 8 que le habían sido otorgados. 

“Los materiales utilizados en algunos de los casos fueron comprados con recurso del personal que labora en la comisión para realizar las funciones mínimas requeridas, incluyendo el servicio de limpieza, lo cual minimiza las capacidades operativas de la comisión, no solo por el reducido número de personal, sino por las limitaciones técnicas y de recursos para la realización de las funciones encomendadas”, señala su diagnóstico.

En Chihuahua, donde la comisión cuenta con 20 personas, de las cuales nueve son agentes estatales de investigación y siete agentes del Ministerio Público, el organismo reconoce que su personal no tiene certificación en materia de búsqueda de personas ni una especialización respecto del Protocolo Homologado de Búsqueda y el Protocolo Adicional para la búsqueda de niñas, niños y adolescentes.

Para el organismo de Michoacán, sus recursos son insuficientes ante las necesidades crecientes de contexto local. Además, plantea la necesidad de mejorar el equipamiento de sus áreas para la búsqueda, el panteón y el laboratorio de identificación forense, así como la ampliación de la capacidad de procesamiento de la información para generar análisis de contexto, patrones de desaparición y registro de seguimiento de caso, según informa en su diagnóstico para 2022. 

Los documentos presentados por las comisiones de Sonora y Zacatecas dejan ver dependencia de contrataciones eventuales. La primera explica: “A la fecha en esta comisión se encuentran únicamente tres personas laborando, y se están haciendo las gestiones pertinentes para que el personal que se encontraba por honorarios se reintegre a la brevedad, así como también se ha solicitado se dote a esta comisión de más personal”.

En tanto, la comisión de Zacatecas asegura que tiene abogados, criminólogos, arqueólogos, antropólogos, trabajadores sociales, ingenieros en sistemas y expertos en la materia de ciencias forenses, pero depende de eventuales “para dar mejores resultados”.

Gráficos: Andrea Paredes (@driu.paredes) y Jesús Santamaría (@re_ilustrador)

La comisionada nacional de Búsqueda, Karla Quintana, reconoce que la falta de personal sigue siendo uno de los mayores problemas de las comisiones estatales. Sin embargo, afirma que el personal no puede depender únicamente del subsidio federal que reciben los estados, sino que la coparticipación estatal también debe servir para su contratación.

“El personal no puede depender solo de la parte que le corresponde a los estados de los subsidios; tendrían que tener personal contratado y sumarlo mediante la coparticipación estatal del 10%. Luego hay muchos reclamos a principios de año que preguntan a qué hora van a caer los subsidios para que puedan contratar a las personas de las comisiones, cuando eso lo permitimos nosotros para incentivar que haya gente, pero en realidad mantener una estructura le corresponde a las entidades. No puede depender la operación de eso”, señaló.

Además, detalló que, para la construcción de los próximos lineamientos, se está buscando la manera de que las comisiones locales no puedan adquirir una mayor cantidad de bienes que el personal que tienen para operarlos. 

El informe del CED de la ONU sobre su última visita a México advierte que, aunque la creación de todas las comisiones ha sido un paso importante, “muy pocas cuentan con recursos humanos y materiales suficientes para su operación, y algunas son unipersonales”. 

“Tanto el gobierno federal, a través de la CNB, como el Sistema Nacional de Búsqueda, han reiterado a las y los gobernadores de las entidades federativas su obligación en la construcción, fortalecimiento y mantenimiento de las comisiones locales de búsqueda”.

La Ley General y la vigilancia ciudadana

La Ley General sobre desaparición de personas establece que las comisiones nacional y locales deben contar, como mínimo, con un grupo especializado de búsqueda, un área de análisis de contexto y un área de gestión y procesamiento de información, además de la estructura necesaria para el cumplimiento de sus funciones. 

El artículo 62 especifica que estos organismos también deben tener consejos estatales ciudadanos que funjan como órganos de consulta. En respuesta a solicitudes de información a las comisiones, solo ocho pudieron dar cuenta de la instalación y conformación de su consejo ciudadano: Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Puebla y Zacatecas. Sin embargo, Coahuila, con un consejo de 16 personas instalado desde 2019, afirmó que “hasta el momento no ha sido consultado para ninguna acción”. 

Los consejos ciudadanos deben tener una participación de equilibrio, y sobre todo de vigilancia y retroalimentación, para verificar que las comisiones estén funcionando como se espera desde la sociedad y el gobierno, sostiene Édgar Chávez, coordinador del Proyecto sobre Desaparición Forzada en México y América Latina de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Esa complementariedad implica no solo que estén instalados, sino dotarles de infraestructura segura para sesionar. Chávez dice que esto ayuda a la ciudadanía a saber que tiene una comisión, cómo funciona, qué atribuciones tiene y qué pueden hacer las personas en caso de tener a un familiar desaparecido.

“Se supone que somos los aliados, en este caso, los consejos estatales o las personas que estamos acompañando, o que hacemos este ejercicio también de acompañamiento de las autoridades, y aliados de las víctimas, porque están ahí para ver que realmente funcione o dotar de información de por dónde no se está buscando o algo no se está haciendo bien”, afirma. 

Aunque 21 comisiones estatales refirieron el número de personas destinadas a los grupos especializados de búsqueda, Durango no solo indicó que su consejo ciudadano no se ha conformado, sino que además no tiene grupo especializado y, por ello, no le aplicaba reportar ninguna acción de búsqueda.  

En tanto, la comisión de Puebla señaló que no cuenta con personal específico para el grupo especializado de búsqueda, sino que en cada acción se despliegan brigadas que varían en número de personas. Jalisco y Zacatecas reservaron el nombre de los servidores públicos que conforman ese grupo, alegando razones de seguridad, pero el segundo sí reveló la identidad de sus consejeros ciudadanos.  

En cada comisión, el número de acciones de búsqueda puede variar de las 12 que realizó Tabasco en 2021 o las 16 de Colima en 2022 a las más de mil que reporta Puebla en 2021 y 2022. Únicamente 17 entidades dieron cuenta de las acciones de búsqueda que han realizado los últimos cuatro años. 

Jalisco —que ocupa hoy el primer lugar en número de desaparecidos— informó que no cuenta con esa estadística, Aguascalientes señaló que no era posible referir esas acciones, Guerrero que no cuenta con la información porque sus bases de datos están en proceso de conformación, y Quintana Roo la reservó argumentando que están relacionadas con actos de investigación. 

Las organizaciones también asumen costos y trabajo de búsqueda

Los micrositios Desaparecer en Baja California, impulsado por Elementa DDHH, y Tus Derechos, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo, AC (CEPAD), son dos ejemplos de iniciativas de la sociedad civil ante los vacíos en la información y el trabajo de las autoridades, además del desorden y precariedad con el que operan las comisiones.

El primero es un proyecto que reúne información sobre desapariciones en Baja California, definido como un espacio “vivo” con actualizaciones constantes para la construcción de memoria colectiva, mientras que el segundo está destinado a dar información sobre los derechos que tienen, dónde exigirlos y qué trámites pueden realizar las víctimas o familiares en casos de desaparición de personas y tortura.

Renata Demichelis, de Elementa DDHH, relata que cuando llegaron a trabajar en Baja California, en 2019, se encontraron con una entidad en la que no existía documentación sobre el fenómeno y que, además, está muy alejada de los debates del centro del país, no forma parte de los focos de atención y ha enfrentado abandono.

Ante el cobijo de un discurso que minimizaba la inseguridad en el estado, particularmente en Tijuana, y sin información confiable, se acababa de adoptar la Ley de Víctimas y se había lanzado la primera convocatoria para ocupar la titularidad de la comisión de búsqueda. Apenas se empezaban a crear las instituciones que supuestamente darían solución y atención a la crisis.  

“Nos dimos a la tarea, primero, de intentar llenar esos vacíos de información, nadie sabía cuántas personas había desaparecidas en Baja California; y segundo, empezar a hacer este seguimiento institucional: cómo se empezaban a configurar, velar para que, si no había ley local, por lo menos se siguieran los objetivos de la Ley General, etcétera. Así es como surge el proyecto, que en su momento implicaba buscar información y no quitar el dedo del renglón sobre cómo se iban a ir configurando las nuevas instituciones”, explica Demichelis.

Con el tiempo y el acompañamiento a colectivos, también fueron detectando las realidades a las que se enfrentaban constantemente las familias, y que tampoco estaban documentadas. Finalmente, después de tres años buscaron la mejor manera de darle salida a toda la información, y Desaparecer en Baja California se convirtió en una herramienta útil para diversos actores, que además abre con el contraste de las cifras reportadas por la fiscalía del estado entre 2007 y 2021 —más de 14 mil personas desaparecidas— y las que alberga el RNPDNO, apenas mil 154.

“Hemos visto un montón de discrepancias, y estamos todavía trabajando en las hipótesis, pero sabemos, porque el fiscal lo declaró, que están haciendo una reclasificación de las carpetas, no sabemos bien en qué consiste, pero en los últimos registros, valga la redundancia, y es parte de los fenómenos de doble y triple desaparición, desaparecen carpetas, nos reportan menos y sabemos que no es que estén encontrando a las personas o que se estén identificando restos; esa ha sido una consecuencia de publicar la información”, asegura la activista. 

Con este proyecto, han descubierto también que no hay una documentación adecuada de los reportes que le llegan directamente a la comisión, y por eso ni siquiera es una fuente para el micrositio. De ese organismo, han percibido opacidad absoluta, que es una combinación que surge desde el desconocimiento de la ley hasta la posición deliberada de no querer rendir cuentas. A esto se le suma una forma de actuar reactiva a las solicitudes de los colectivos. 

“Se sientan y esperan a que los colectivos les digan ‘necesito ir a este punto de búsqueda y necesito que me acompañes y necesito que vengas conmigo’, prácticamente la comisión no hace su chamba si no es porque los colectivos se la piden. Otro factor gravísimo es los perfiles; operan con poco presupuesto y poco personal; entonces, son realmente contratos temporales, de tres meses, que es problemático en sí, pero además no cumplen con los perfiles para ocupar esos cargos”, añade. 

Al oeste del país, ante un contexto de impunidad —hasta hoy se han emitido solo 36 sentencias por el delito de desaparición a nivel nacional—, y particularmente en Jalisco, el CEPAD ha percibido que las respuestas de las autoridades no han ayudado a la garantías de los derechos a la verdad, justicia y reparación integral. 

Ante ello, las familias se acercaban con frecuencia a la organización para saber sus derechos, consultar qué hacer ante una desaparición, qué autoridades existen, cuáles son sus funciones y qué acciones pueden emprender. No había respuesta, lo que condujo a la construcción del micrositio Tus derechos, para brindar información a las víctimas y fortalecer sus conocimientos para que de manera segura y autónoma sepan los procedimientos ante las autoridades y tengan claridad en sus diligencias.

“Hemos visto, en muchas ocasiones, una situación de capacidad rebasada ante el contexto y ha sido una saturación en cuanto a ese dolor, ese sufrimiento de las víctimas y esa falta de información y falta de orientación de qué deben hacer. Tratamos de juntar nuestros conocimientos, nuestras experiencias, y en conjunto y construyendo estas herramientas con las familias, pensar qué pudiera realmente servir para responder a sus necesidades”, explica Anna Karolina Chimiak, de CEPAD. 

Creada en 2018, la comisión de Jalisco fue una de las primeras ante la publicación de la Ley General, pero también como respuesta a una fuerte exigencia de los familiares de personas desaparecidas, recuerda la activista. Al inicio fue sumamente débil, con apenas una a tres personas empleadas. Con los años, ha crecido y empezado a conformar las áreas que mandata la ley, más una de atención que contempla la ley local.

“El área de búsqueda es una de las que más se trató de reforzar porque estuvieron muy presentes las prácticas más enfocadas en el gabinete, mediante oficios, y ante la constante exigencia de operativizar las acciones de búsqueda en campo, fue una de las apuestas reforzar esa área, igual que la de gestión y procesamiento de información, que ha trabajado en los datos de personas desaparecidas. Sin embargo, uno de los grandes pendientes es la creación del registro estatal de personas desaparecidas, que tiene ya un año de incumplimiento”, asegura. 

Además, para el área de análisis de contexto no se dio la misma intención de fortalecerla, en parte porque la comisión estatal no cuenta con reglamento interno y no ha podido generar más plazas, según ha sabido CEPAD. Otro pendiente es la presencia efectiva de psicólogos para la atención a víctimas y acompañamiento en los operativos de búsqueda

Pese a las intenciones de fortalecimiento que la comisión ha expresado a la asociación, es uno de los estados que desde 2019 ha devuelto montos significativos del subsidio federal: 5 millones 700 mil de los 9 millones 600 mil que recibió en 2019, 7 millones 300 mil de los más de 17 que recibió en 2020 y poco más de 12 de 33 millones que le fueron otorgados en 2021. Con una estructura de 45 personas, aseguró en respuesta a una solicitud de información que no cuenta con listado ni estadísticas de sus búsquedas de campo. 

Édgar Chávez subraya su preocupación de que en México sigan sin existir los mecanismos de seguimiento necesarios cuando no hay un familiar que pueda buscar a las personas desaparecidas. Cuando hay una investigación y nadie que dé seguimiento, las carpetas sencillamente se cierran. Particularmente, en las desapariciones que vienen de décadas atrás, por edad o por salud, es posible que la familia ya no pueda salir a buscar o a revisar la carpeta de investigación, si es que la hay.

“Hay varias cosas que tenemos que repensar en este país; lamentablemente, se nos están acumulando, y yo creo que algo importante y reiterativo en las familias como una exigencia es la no repetición. Si no hacemos un antes y un después de lo que tenemos en este momento, va a ser un acumulativo por décadas, y entonces, vamos a seguir buscando a personas nuevas, y a otras y a otras, y es un ciclo sin fin”, concluye.

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Imagen BBC
¿Los niños perciben el tiempo de manera diferente? Entérate de la razón
10 minutos de lectura

Mientras crecen los niños van adquiriendo la concepción del tiempo, pero mientras lo hacen su percepción del mismo es muy distinta a la de los adultos.

11 de septiembre, 2024
Por: BBC News Mundo
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La percepción del tiempo por parte de los niños es un tema poco estudiado. Aprender a ver cómo pasa el tiempo podría ser fundamental para tener una experiencia de vida mucho más feliz.

En mi casa nos vemos siempre absorbidos por el debate de cuándo el tiempo va más rápido o más despacio.

“Es más corto en el carro”, grita mi hijo.

“Nunca”, contesta mi hija

Pero también hay consensos: los dos están de acuerdo en que los días después de Navidad y sus cumpleaños son especialmente lentos debido a la idea de que deben esperar otros 365 días para celebrar ambas fechas.

Para ellos un año es un espacio de tiempo muy largo.

Es un sentimiento que yo recuerdo bien: las vacaciones de mitad de año llenas de meterse en el agua, caminar por el pasto recién cortado, la ropa secándose al sol.

En momentos así, el tiempo realmente parece moverse más lento.

Teresa McCormack, profesora de psicología en la Universidad de Belfast en Irlanda del Norte, cree que la relación niños y el tiempo es un campo poco estudiado.

Su trabajo ha probado que hay algo fundamentalmente diferente sobre cómo los niños procesan el tiempo, especialmente con el tema del reloj interno, que funciona a una velocidad distinta que a la de los adultos.

Pero en esto hay más preguntas que respuestas.

“Es extraño que no sepamos todavía cuándo es el momento en que los niños pueden hacer una distinción entre pasado y futuro, dado el hecho de que eso estructura la forma en que pensamos cuando somos adultos”, señala la académica.

Ella explica que a pesar de que no tenemos claro cuándo los niños entienden la sensación de estar en una línea del tiempo, sabemos que desde etapas tempranas del crecimiento, los niños entienden eventos rutinarios como las horas de comer y la de ir a acostarse.

Niña dibuja un reloj
Getty Images
La capacidad de vincular la duración con la velocidad con la que pasa el tiempo se desarrolla en la parte tardía de la infancia.

Pero McCormack aclara que esto no es lo mismo que la sensación lineal del tiempo que tenemos los adultos.

A diferencia de los niños, los adultos tienen la capacidad de pensar en puntos en el tiempo de forma independiente de cuando va a ocurrir un evento, basando su conocimiento en el sistema del calendario y la hora convencional.

La forma de llamar al tiempo

La semántica también juega un papel fundamental.

“Le toma tiempo a los niños ser competentes a la hora de usar el lenguaje temporal, como usar términos como antes, después, mañana o ayer”, explica McCormack.

Ella señala que nuestra compresión de las partes del tiempo también están basadas en cuándo se le pregunta a las personas sobre esos juicios temporales.

“¿Estás haciendo la pregunta sobre eventos que están pasando o que pasaron antes?”, cuestiona la académica.

Y añade: “Por ejemplo, el tiempo entre que mi hijo nació hasta que dejó la casa ahora parece que fue en un abrir y cerrar de ojos, pero durante el tiempo en el que había que lidiar con la crianza del niño, un solo día podía durar la eternidad”.

Estudios han encontrado que juzgar la duración y la velocidad del paso del tiempo se desarolla de forma separada en los humanos.

Los niños menores de seis años pueden percibir que tan rápido pasa una hora de clase, por ejemplo, pero su juzgamiento tiene que ver más con su estado emocional que con la propia duración de la clase.

Esos dos elementos se juntan en una etapa más tardía, cuando los niños comprenden la relación entre velocidad y duración.

Entonces ahi comienza a ser un tema de memoria.

Muchas investigaciones se enfocan en cómo nuestra experiencia del paso del tiempo depende en la manera en que nuestro cerebro acumula las memorias y captura las experiencias.

Esto es algo que ha fascinado a Zoltán Nádasdy, profesor de psicología en la Universidad Eötvös Loránd de Budapest.

Joven sostiene la mano de un anciano.
Getty Images
No se sabe con exactitud cuándo los niños tienen un concepto claro del tiempo lineal como lo tienen los adultos.

Como estudiante universitario, Nádasdy convenció a sus compañeros de llevar a cabo una investigación sobre cómo perciben el tiempo los niños y los adultos.

Él quería comprender porque el tiempo parecía dilatarse cuando había un accidente, por ejemplo. El experimento fue simple: le mostraron tanto a niños, como a adultos dos videos, cada uno de un minuto de duración, y les preguntaron cuál le parecía el más largo y cuál el más corto.

Tres décadas después, Nádasdy y su equipo decidieron repetir el experimento. Dos videos, uno de un enfrentamiento lleno de acción entre policías y ladrones y otro en el que no parecía pasar donde había gente navegando sobre un río.

El resultado fue igual.

“Para los niños entre cuatro y cinco años, el video lleno de acción les pareció más largo que el otro que era aburrido. Para la mayoría de los adultos, fue todo lo contrario”, explicó el académico.

Ellos usaron gestos con las manos para comprender si los participantes percibían el tiempo como algo horizontal, algo que fue evidente en los tres grupos investigados.

Lo que el experimento mostró, señala Nádasdy, es que en ausencia de un órgano sensorial para predecir el tiempo, los humanos usamos otras aproximaciones.

“Nuestra experiencia sensorial explícita sobre el tiempo siempre es indirecta, lo que significa que necesitamos alcanzar algo que pensamos se correlaciona con el tiempo”, explica.

“Y en psicología esto se llama heurística. Entonces, para los niños, ¿qué pueden alcanzar? Pues lo más que puedan hablar sobre ello”.

Esa aproximación tiende a cambiar una vez el niño entra al colegio, un lugar donde debe aprender sobre los conceptos de simultaneidad y tiempo absoluto.

“No nos da la sensación de tiempo, pero reemplaza esos heurísticos con otro. Cuando vas al colegio tienes que cumplir con un horario. Tu día está totalmente controlado”, añade Nádasdy

Niña se mide en una pared
Getty Images
A medida que los niños van creciendo, comprenden los conceptos del paso del tiempo en duración e intensidad.

Pero entonces McCormack añade dos factores adicionales que están en juego cuando hablamos del concepto del tiempo de los niños.

“Uno, es que su proceso de control no es el mismo que el de los adultos”, anota la académica.

“Ellos pueden ser más impacientes y puede resultarle más difícil esperar. También puede estar relacionado con su proceso de atención. Entre más atención le pongas al paso de un periodo de tiempo, más lento te va a parecer”, indica.

De acuerdo a una investigación hecha por Sylvie Droit-Volet, profesora de psicología de la Universidad Clermont Auvergne en Francia y John Wearden, profesor emérito de psicología en la Universidad de Keele en Reino Unido, lo mismo aplica para los adultos.

Ellos descubrieron que la experiencia del paso del tiempo de una persona en la vida diaria no fluctua con la edad, pero sí con su estado emocional.

Para ponerlo simple: si estás feliz, el tiempo pasa rápido. Si estás triste, el tiempo se arrastra lentamente.

Un ejemplo de esto se vio en la cuarentena durante la pandemia del covid-19, donde investigadores encontraron evidencia de que el paso lento del tiempo estaba asociado con estar más estresado, tener menos cosas para hacer y envejecer.

También es posible inducir el efecto viendo una película: las películas aterradoras pueden hacer que el tiempo parezca más largo, por ejemplo, al igual que mirar imágenes que nos repugnan.

Otras investigaciones han demostrado que las experiencias desagradables, como un viaje en un tren lleno de gente en la hora más congestionada, también parecen durar más que un viaje más tranquilo.

El cuerpo y el tiempo

A medida que envejecemos se produce un grado de deterioro físico que también podría afectar a nuestro juicio sobre el tiempo, señala Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.

Bejan ha intentado explicar el enigma de nuestra percepción del tiempo por medio de una teoría que desarrolló en 1996 sobre la “física de la vida” que se ha conocido como “ley constructiva”.

“La mayor fuente de información que llega a nuestro cerebro es la visión, desde la retina hasta el cerebro”, señala Bejan.

El académico explica que a través del nervio óptico, el cerebro recibe instantáneas, como los fotogramas de una película. El cerebro se desarrolla en la infancia y está acostumbrado a recibir muchas de estas “capturas de pantalla”.

Niños escribe en un papel con un reloj al lado.
Getty Images
Al entrar en el colegio los niños van comprendiendo el concepto del tiempo debido a que están en un entorno controlado por los horarios.

“En la edad adulta, el cuerpo es mucho más grande. La distancia entre la retina y el cerebro se ha duplicado en tamaño, las vías de transmisión se han vuelto más complejas y tienen más ramificaciones. Y además, con la edad, experimentamos una degradación”, destaca.

Esto, agrega, significa que la velocidad a la que recibimos “imágenes mentales” de los estímulos de nuestros órganos sensoriales disminuye con la edad.

Y concluye que esto crea la sensación de tiempo comprimido en nuestras mentes, ya que recibimos menos imágenes mentales en una unidad de tiempo de reloj como adultos en comparación con cuando éramos niños.

Los estudios sobre los cambios neurodegenerativos relacionados con la edad sugieren que bien puede haber una asociación entre el deterioro del nervio óptico y una disminución en la velocidad a la que se procesa la información y la capacidad de la memoria de trabajo.

Una cuestión de mecánica

Pero es necesario realizar más investigaciones para comprender esto por completo.

Lo que ves que con tus ojos también puede ser importante. La percepción del tiempo puede verse afectada por las propiedades de lo que se observa: el tamaño de la escena, lo fácil que es recordarla y lo desordenada que está.

Un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia, descubrió que los dos primeros factores dilatan el tiempo, mientras que el desorden y lo recargada que está una escena lo contraen.

El corazón también envía una señal interoceptiva (lo que permite saber dónde está el cuerpo en el espacio) importante al cerebro sobre el paso del tiempo: nuestra percepción de cuánto dura un acontecimiento cambia con el ritmo de los latidos del corazón.

Si esto realmente desempeña un papel importante en nuestra percepción del tiempo, tal vez no sea casualidad que nuestra frecuencia cardíaca tienda a disminuir con la edad.

Nuestra frecuencia cardíaca tiende a alcanzar un pico en los meses posteriores al nacimiento, antes de disminuir lentamente a medida que envejecemos.

A muchos de nosotros nos sucede otra cosa a medida que envejecemos: se instala una rutina menos fluida y más inflexible.

Las investigaciones han demostrado que cuanto mayor es la presión del tiempo, el aburrimiento y la rutina en la vida de una persona, así como cuanto más orientada hacia el futuro está una persona en comparación con vivir en el momento, más rápido experimenta el tiempo.

Como era de esperar, lo que estamos haciendo en el presente es primordial para nuestra comprensión del tiempo, sin importar nuestra edad.

A medida que aumenta nuestra carga de trabajo mental, por ejemplo, tendemos a experimentar un acortamiento del tiempo, ya que subestimamos la duración de una tarea cuanto más exigente es.

Pensemos en un campamento de vacaciones de dos semanas lleno de diversión: puede que eso sea más memorable que todo el año escolar.

Niña al lado de un reloj de sol
Getty Images
La intensidad de lo que viven los niños también tiene que ver con el concepto del tiempo que van adquiriendo mientras crecen.

Nádasdy explica que es muy probable que esos recuerdos del campamento de vacaciones ocupen una porción mucho mayor del tejido cerebral, debido a la gran cantidad de aventuras que tuvieron lugar durante ese breve período.

“Es posible que los juicios de las personas sobre lo que realmente ocurrió durante un período de tiempo determinado reflejen en parte su memoria por la cantidad de cosas nuevas que recuerdan que sucedieron”, señala McCormack.

“Por ejemplo, si eres un adulto mayor, es posible que no hayas experimentado muchos cambios importantes en tu vida en los últimos 10 años”.

Entonces, indica el académico, cuando los haya, se quedarán en tu memoria tanto como ese campamento de verano.

Teniendo esto en cuenta, ¿es posible que los adultos ralenticen el tiempo y recuerden esos sencillos días de la infancia?

Algunas investigaciones sugieren que el ejercicio físico puede ayudar a ralentizar nuestra percepción del tiempo, por lo que simplemente ser más activo podría ayudar (aunque esforzarnos demasiado podría tener el efecto contrario, ya que la fatiga física puede acortar nuestra percepción del tiempo).

Bejan también tiene otras ideas que requieren menos esfuerzo. “Ve más despacio, oblígate a hacer cosas nuevas para salir de la rutina”, anota.

“Date el gusto de sorprenderte. Haz cosas inusuales. ¿Has oído un buen chiste? ¡Cuéntamelo! ¿Tienes una idea nueva? Haz algo. Crea algo. Di algo”, concluye.

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BBC

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