La comisionada presidenta de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), Andrea Marván Saltiel, interpuso una demanda de acción colectiva contra distribuidores de medicamentos, pues generaron un daño a la nación valuado en más de 2 mil millones de pesos por no distribuir medicamentos durante ciertos días del año, limitar la cantidad a farmacias y manipular precios de venta, además de limitar descuentos.
En declaraciones a los medios, señaló que, en un lapso de 10 años, Casa Marzam, Casa Saba, Fanasa Fármacos Nacionales y la Asociación de Distribuidores de Fármacos de México acordaron estas prácticas, por lo que redujeron la disponibilidad y aumentaron los precios de los medicamentos en el país.
“Por ello, la Cofece investigó y sancionó a estas empresas y les impuso la multa máxima por más de 900 millones de pesos, siendo la multa más alta que nos permite la ley”, comentó.
Añadió que millones de mexicanos fueron afectados en su salud por estas conductas.
“No podemos identificar nombre y apellido de quienes son los consumidores afectados, pero claro que hubo consumidores afectados. Por ello, para que ese daño sea reparado a la colectividad afectada, estamos exigiéndole a los tribunales que se les obligue a pagar la reparación del daño, y que ese monto se vaya al sistema de salud”, apuntó.
En la demanda colectiva, solicitará al Poder Judicial que los recursos se destinen al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS – Bienestar), pues servirán para atender la salud de los mexicanos.
“Estas acciones afectaron el derecho a la salud, y es un caso donde queda clarísimo el daño causado a las familias mexicanas, y por eso el pleno de la comisión decidió que ésta fuera su primera acción colectiva,” comentó Marván Saltiel.
Indicó que, por primera vez en su historia, la Cofece interpone esta demanda de acción colectiva por manipulación en abasto y precios de medicamentos.
Agregó que busca, además de tener la facultad de aplicar sanciones por la violación a la Ley, presentar acciones colectivas como está y exigirles a los tribunales que obligue a los responsables a pagar el daño.
En 2021, la Cofece sancionó a varias empresas y a 21 personas físicas por 903.4 millones de pesos, la multa máxima que en este caso permitió la ley. E inhabilitó a diez directivos involucrados en los acuerdos anticompetitivos.
Ahora la Cofece exige, por medio de las acciones colectivas, que las empresas paguen 2 mil 316 millones de pesos para reparar el daño.
“Las acciones colectivas en materia de competencia son un tipo de demanda que permite que quienes hayan sufrido daños derivado de una conducta anticompetitiva determinada por la Cofece, sean compensados por el daño sufrido”, aclaró después en un comunicado.
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“Es decir, que las empresas infractoras de conductas anticompetitivas tengan que reparar el daño causado. En ese sentido, la Cofece funge como representante de la colectividad afectada, absorbiendo todos los costos derivados del procedimiento judicial”, finalizó.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) celebró la demanda colectiva de la Cofece.
“La demanda busca la reposición del daño, inhibir la repetición de actos que lesionan a la población y exhibe a las empresas que han estado en contubernio para realizar acciones ilícitas al elevar precios y permanecer en el mercado con contratos millonarios en el sector salud”, comentó en un comunicado.
Señaló que el IMSS presentó el 10 de marzo de 2016 ante la Cofece una denuncia por prácticas similares con el objeto de que se ejerciera facultades de resguardar el proceso de competencia económica y determinar la comisión de posibles prácticas monopólicas en perjuicio de la institución.
Indicó que se definieron cuatro líneas estratégicas: Intercambio de información de investigaciones de mercado con el fin de identificar posibles indicios de violaciones a la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE), brindar acompañamiento en el diseño de procedimientos de contratación, explorar mecanismos a incluir en los procedimientos de contratación para asegurar el compromiso de los participantes a no incurrir en violaciones a la LFCE, así como explorar mecanismos para la identificación de agentes económicos sancionados por la Cofece.
“En materia de Servicios Médicos Integrales (SMI), el IMSS proporcionó información de investigaciones de mercado y procedimientos de contratación, denunciando actos anticompetitivos y de posible colusión de proveedores de los SMI de Tamiz Metabólico Neonatal, Laboratorio Clínico y Banco de Sangre, con el objetivo de robustecer la información de análisis de la Cofece”, añadió.
La droga, cuya versión moderna fue creada en Colombia en 2010, está de moda en países como España y Reino Unido. Sus composición impredecible puede hacer que sea extremadamente peligrosa.
Un coctel de drogas sintéticas conocido como cocaína rosa se ha convertido rápidamente en una preocupación importante en España, Reino Unido y otros lugares.
A principios de este mes, las autoridades españolas llevaron a cabo la mayor redada de drogas sintéticas de su historia, incautando una gran cantidad de cocaína rosa junto con más de un millón de pastillas de éxtasis. La operación se centró en redes de tráfico de drogas en Ibiza y Málaga.
Esta peligrosa sustancia se ha relacionado con un número creciente de muertes relacionadas con las drogas. La composición impredecible y la creciente popularidad de la cocaína rosa han dado lugar a llamamientos de las organizaciones europeas que buscan reducir los daños de las drogas para que se tomen medidas urgentes para abordar los riesgos que plantea.
A pesar de su nombre, la cocaína rosa no necesariamente contiene cocaína. Suele ser una mezcla de varias otras sustancias, como MDMA, ketamina y 2C-B. El MDMA, comúnmente conocido como éxtasis, es un estimulante con propiedades psicodélicas, mientras que la ketamina es un potente anestésico que tiene efectos sedantes y alucinógenos. Las drogas 2C se clasifican como psicodélicas, pero también pueden producir efectos estimulantes.
La cocaína rosa, que suele encontrarse en forma de polvo o píldora, es conocida por su color vibrante, diseñado para realzar su atractivo visual. Se colorea con colorante alimentario y, a veces, con sabor a fresa u otros aromas.
La forma psicodélica original de la droga data de 1974 y fue sintetizada por primera vez por el bioquímico estadounidense Alexander Shulgin. Pero la variante moderna surgió alrededor de 2010 en Colombia y es una imitación.
La droga ganó popularidad en las fiestas en América Latina y ahora se ha extendido a Europa. Los nombres comunes de la cocaína rosa varían mucho, desde “cocaína rosada” y “tuci” hasta “Venus” y “Eros”.
La cocaína rosa de hoy es una mezcla impredecible de sustancias y es ahí donde reside gran parte de su peligro. Los usuarios esperan a menudo un estimulante similar a la cocaína, pero la inclusión de ketamina puede provocar graves riesgos para la salud.
El abuso de ketamina, que está ampliamente disponible como droga de discoteca, puede provocar pérdida de conocimiento o una respiración peligrosamente dificultosa. Esto, a su vez, aumenta los peligros potenciales de la cocaína rosa.
Su aspecto estético y su condición de “droga de diseño” han contribuido a su atractivo, especialmente entre los jóvenes y en quienes la consumen por primera vez.
Esto refleja el atractivo histórico de drogas como la cocaína y el MDMA. Muestra una tendencia persistente en la que se idealizan ciertas sustancias a pesar de sus riesgos.
Los expertos comparan el consumo de cocaína rosa con jugar a la ruleta rusa con el consumo de sustancias, lo que subraya su naturaleza impredecible y peligrosa.
La droga se ha extendido más allá de Ibiza hasta Reino Unido, y hay pruebas de que ha ganado terreno en Escocia, partes de Gales e Inglaterra. Al otro lado del Atlántico, Nueva York también ha experimentado un aumento de su disponibilidad.
Las autoridades sanitarias de toda Europa están alarmadas. La cocaína rosa es difícil de detectar mediante pruebas de detección de drogas estándar, en particular en España, donde el sistema de pruebas actual aún no está equipado para identificar todos sus componentes.
La droga se vende a unos US$100 dólares el gramo en España, y se comercializa frecuentemente como un producto de alta gama. La respuesta legal varía, y las autoridades españolas trabajan para frenar su distribución.
En Reino Unido, la cocaína rosa está sujeta a la Ley de Uso Indebido de Drogas de 1971, que clasifica las drogas en tres categorías, clase A, B y C, en función de su daño percibido.
Si bien la cocaína rosa en sí puede no estar explícitamente incluida en la lista, las sustancias que se encuentran comúnmente en ella están controladas por la ley. Tanto el MDMA como el 2C-B son drogas de clase A, mientras que la ketamina es de clase B.
Una de las necesidades más urgentes que ha puesto de relieve el auge de la cocaína rosa es la de contar con servicios accesibles de análisis de drogas.
Los kits de análisis de drogas son una herramienta importante para reducir el daño para quienes desean analizar las sustancias que buscan consumir. Estos kits pueden ayudar a los usuarios a identificar componentes desconocidos, ofreciendo una capa de protección en un entorno de alto riesgo.
Mi propio trabajo demuestra lo vitales que son estos servicios de reducción de daños. Las campañas de concienciación pública y los servicios de apoyo también son una parte importante para limitarlos.
La creciente popularidad de la cocaína rosa es un duro recordatorio del panorama siempre cambiante de las drogas ilícitas, donde la estética, las tendencias de las redes sociales y el comportamiento arriesgado pueden combinarse para crear nuevas amenazas.
Si bien su tono rosa y su etiqueta de “diseño” pueden atraer a un público más joven, el cóctel impredecible de sustancias químicas que contiene presenta un peligro grave y creciente.
A medida que la cocaína rosa continúa extendiéndose por Europa y otros lugares, es fundamental que las autoridades, los servicios de salud y el público estén equipados para enfrentar los riesgos que plantea.
*Joseph Janes es profesor de Criminología, Universidad de Swansea, Reino Unido
*Este artículo fue publicado en The Conversatin y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Haz clic aquí para leer la versión original (en inglés).