Mientras en países como Chile y Uruguay, miembros de la sociedad civil han sido críticos de la llegada de Centros de Datos (CD), incluso desatando protestas, en México la industria se asienta sin resistencia alguna. A su vez, la apertura en México para este sector no va a la par con la transparencia en el uso de agua o la aprobación de un marco normativo sólido.
Por el contrario, el número de discursos optimistas desde el empresariado y la clase gobernante sobre la llegada de multimillonarias inversiones por los Centros de Datos de hiperescala –centros de datos masivos con capacidades de escalabilidad para grandes cargas de trabajo –contrasta con el número de leyes o reglamentos aprobados para la regulación de la IA o los mismos Centros de Datos que, hasta junio del 2025, es de cero. Aunque en México todavía no existen los Centros de Datos para entrenar a la Inteligencia Artificial, los que sí han llegado son los de los proveedores de servicios de nube (CSP, por sus siglas en inglés) como Google, Microsoft y Amazon Web Services (AWS).
Para el año 2030, México busca contar con, al menos, 1 mil 516 megawatts de capacidad de consumo eléctrico solo para los Centros de Datos (CD), es decir, los Centros de Datos tendrán el 1.68 % de toda la capacidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) mexicano.
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En la plataforma política, no podría haber más entusiasmo: en marzo, la Presidenta Claudia Sheinbaum anunció la inversión de 2 mil 700 millones de dólares para la construcción de un Centro de Datos de hiperescala en Durango, como parte del Plan México, el plan de desarrollo de la actual administración que contempla inversiones de cientos de miles de millones de dólares. El proyecto contará con su propia generación eléctrica y tendrá una capacidad de 250 MW, abonando así “al desarrollo nacional con impulso a la innovación y el desarrollo de soluciones globales”. Esa capacidad, concentrada en un solo Centro de Datos, es poco más que la capacidad energética de más de un centenar de Centros de Datos que actualmente existen en México.
Esta inversión se suma a los más de 5 mil millones de dólares de AWS, así como 1 mil 300 millones de dólares de Microsoft, y la aportación de 11 mil 200 millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) al 2030 por parte de Google.
Apenas en diciembre de 2024, la Cámara Alta fue sede del foro “Economía y la relevancia de los data centers en México en favor de la prosperidad compartida”. Desde la presidencia de la Comisión de Economía del Senado, a cargo del morenista Emmanuel Reyes Carmona, el entusiasmo es patente.
“Se avizora como una industria que tiene un futuro prometedor, pero, sobre todo, que va a generar un desarrollo económico mucho muy importante para nuestro país, y (en el foro) se comentó que México debía de posicionarse como un hub de tecnología global; crear incentivos, infraestructura, emprendimiento y asociaciones público-privadas”, dijo.
Para el legislador, este tipo de tecnología puede hacer que las pequeñas y medianas empresas se transformen en digitales y que así crezcan, mientras se estimula la creación de nuevas compañías. Con más Centros de Datos, confía el político, México tendría la capacidad de interconectar todas las regiones del país, de una manera más rápida y eficiente.
A su vez, los proveedores de servicios de nube como Google, Microsoft y AWS, que tienen instalaciones en Querétaro, dicen impulsar la innovación, acelerando la transformación digital y la productividad, e incluso, apoyando con la construcción de gobiernos digitales en México y en Latinoamérica. Algunos académicos también están convencidos de esto. “Sí, te va a dar la oportunidad de tener mejores servicios”, opinó Miguel González, profesor del Departamento de Ciencias de la Computación del Tecnológico de Monterrey y expresidente de la Sociedad Mexicana de Inteligencia Artificial.
Pero no todos están tan ilusionados. De hecho, hay varias dudas sobre quiénes serán los que más ganen con el arribo de estas inversiones a los países latinoamericanos.
José Renato Laranjeira de Pereira, doctorante de origen brasieño en el Laboratorio de IA Sustentable, en la Universidad Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn, en Alemania, tiene sus dudas con respecto a la necesidad de traer grandes Centros de Datos a Latinoamérica. El investigador dice que en Brasil es imposible saber si la demanda de los usuarios de esa nación amerita tener Centros de Datos.
“Creo que el reto más grande en esta área es que no tenemos datos granulares para ver los detalles (por ejemplo, saber quiénes son los usuarios directos beneficiados y si las inversiones son justificadas en el marco del beneficio al pueblo brasileño)”, agregó.
En el caso de México, al ser vecino de Estados Unidos, la mayor potencia económica del mundo, el tema adquiere mayor relevancia.
“Es esta visión muy miope, de corto plazo, en donde estás buscando atraer inversión económica de empresas como para poder ‘ponerte la banderita’ de que en tu gobierno aumentó tanto la inversión, pero, en realidad, estás pidiendo atraer algo que va a tener costos sociales, ambientales y de violaciones de derechos humanos altísimas y que, a largo plazo, en realidad va a tener efectos irreversibles”, lamentó Ana Gaitán, abogada de la organización no gubernamental Red en Defensa de los Derechos Digitales.
Un equilibrio de todas estas cuestiones podría lograrse a través de una sólida base reglamentaria, tanto para la Inteligencia Artificial (IA) como para los Centros de Datos; sin embargo, en México este campo está desierto.
Para comenzar, y pese al anuncio de miles de millones de dólares de inversión y de contribución al PIB, la Cámara de Diputados no tiene ninguna Comisión específica para regular el uso de la IA o la operación de Centros de Datos chicos, medianos o de hiperescala. Hasta junio de 2025, México carece de ordenamientos en la materia, expuso el abogado Juan Valente Mérida, experto del Cetys Universidad en derecho corporativo y digital.
México apenas tiene una norma voluntaria (NMX-J-C-I-489-ANCE-ONNCE-NYCE-2014) para regular los Centros de Datos de alto desempeño desde el 2014, y solo se refiere a seguridad, infraestructura y disponibilidad energética. Se usa también la Ley General de Protección a Datos Personales, en posesión de los particulares, así como la Ley Federal de Derechos de Autor.
“Pero como tal, una ley que se formule para regular la utilización de IA o de Centros de Datos, estamos en pañales”, mencionó Valente, “la Alianza Nacional de Inteligencia Artificial (ANIA) ha promovido el buen uso de la inteligencia artificial y dentro de su agenda está el empuje de las iniciativas en el Congreso, pero hasta ahí”.
“(El ordenamiento legal) es un terreno baldío”, admitió el maestro Alonso Tamez Velez, Secretario Técnico de la Comisión de Inteligencia Artificial, creada en el Senado apenas en septiembre de 2024, y presidida por el exgobernador de Yucatán, Rolando Zapata.
En julio próximo, esta Comisión presentará seis conversatorios que hubo con 71 expertos en derechos humanos, sector financiero, políticas públicas, educación, propiedad intelectual, entre otras, con el tema central de la IA.
El funcionario reconoció que hay una alta probabilidad de que México base sus ordenamientos conforme vayan emergiendo las tecnologías, al estilo de Estados Unidos.
“Yo creo que hay que partir de que este (la IA) es un bicho muy diferente”, dijo, “no puedes tener un esquema de regulación tradicional a algo que, en mis palabras, parece una pesadilla regulatoria, ¿a qué me refiero? La IA cambia todo el tiempo, eventualmente tocará todo, y su potencial negativo o de uso doloso es gigantesco. Eso, para mí, es una definición de una pesadilla regulatoria”.
“Yo creo que no es un tema ideológico darte cuenta que, cuando te metes de lleno al tema, hay riesgos de una sobrerregulación, como en Europa; me queda claro que los dos extremos son negativos: cero regulaciones también es el viejo oeste”.
México tiene qué aprovechar, paradójicamente, su atraso en el tema, expuso.
“Algo que entendió Estados Unidos, desde (el expresidente Joe) Biden fue que es preferible pedir ciertas regulaciones, ciertos esquemas técnicos. Con Trump, obviamente se redujo el tema regulatorio al mínimo; con Biden había un tema más sensato, considero yo, donde decía ‘tú echa a andar tu plataforma y yo te regulo y te vigilo conforme la marcha, pero no te detengas por mí’”, sostuvo. El senado estadounidense está considerando una moratoria que impediría a los estados regular la IA por 10 años.
Existe la posibilidad de que México siga los pasos de su vecino del Norte al momento de regular el desarrollo de estas tecnologías. “Creo que sería un error de proporciones históricas no aprovechar nuestra vecindad con el primer desarrollador de IA en el planeta”, dijo Tamez. “No podemos sobrerregular, o no (podemos) inhibir”, subrayó Tamez, “¿Se prohíben los cuchillos si yo uso uno para apuñalar a alguien? No, se castiga el apuñalamiento con cuchillo, no a la industria de los cuchillos. Es una simplificación gigantesca, lo entiendo, pero es para comunicar la intención”.
En la misma sintonía está el Senador Reyes Carmona, de la Comisión de Economía. Para él, no solo el modelo a observar es el de Estados Unidos, sino que la prioridad actual es la de atraer inversiones. Aunque dijo que el Senado está comprometido a generar el marco legislativo necesario, la regulación para minimizar los posibles efectos negativos del sector se irá discutiendo conforme sea necesario.
“En este momento, de lo que se trata es cómo sí podemos garantizar estas inversiones, cómo podemos generar más empleo, cómo podemos generar mayor inversión y cómo podemos hacer de nuestro país un país más competitivo, un país más interconectado, un país que tenga la tecnología necesaria para que goce de conexiones a internet más veloces”, consideró.
Para el abogado Valente Mérida, no solo hay un reto en México, sino en el resto de los países del mundo. “Representa un reto para los Congresos de todos los países regular, legislar, en temas de operatividad, de requisitos, responsabilidades, recursos, etcétera. Incluso Estados Unidos está en pañales también”.
Mientras en la Comisión de la IA en el Senado comenzarán a distribuir los resultados de sus foros a partir de julio, los Centros de Datos de hiperescala están llegando al país sin que alguna autoridad pueda cuestionar cuánta agua destinan para estos megaprocesadores.
Como cualquier equipo de cómputo, los servidores se calientan al realizar sus operaciones y necesitan de procesos de enfriamiento con base en el agua. Un centro de datos pequeño, de un megawatt, puede requerir hasta 25.5 millones de litros para su refrigeración, equivalente al consumo anual de unas 300 mil personas, según un artículo de la revista científica Nature.
Paradójicamente, uno de los lugares preferidos para los hiperescaladores en México ha sido Querétaro, un estado que sufre los efectos de una sequía que dura ya más de dos años.
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AWS afirmó que, para establecer su región de nube en Querétaro, analizaron “cuidadosamente la disponibilidad de agua regional y local antes de seleccionar un diseño de Centros de Datos que estarán enfriados por aire, lo que no requerirá usar agua para enfriarse en las operaciones”. Pero el año pasado, periodistas del medio digital Context revelaron que Microsoft solicitó una concesión de agua para extraer 25 millones de litros al año del subsuelo para uno de sus Centros de Datos en el municipio de Colón, Querétaro. Esto equivale, según esa investigación, a casi un cuarto del agua de uso público concesionada a Colón.
“Esa agua tiene un costo social, a alguien le van a quitar esa agua”, dijo Víctor Mireles, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “¿De dónde van a sacar esa agua?; ¿a quién se la van a robar? Porque, básicamente, así funciona”.
En general, hay una crisis hídrica que afecta a lugares como Nuevo León y la Ciudad de México, pero justo Querétaro se convierte en una contradicción mayor: por un lado, los pobladores de este estado sufren por la falta de agua; por el otro, el gobierno incentiva la llegada de una industria que, según sus críticos, tiene una sed insaciable, dice Ana Gaitán. abogada de la Red por los Derechos Digitales en México.
En el mundo, enfriar los centros de datos implicó un consumo de 175 mil millones de litros de agua en 2023. Para 2030, en apenas cinco años, se estima que será necesaria una cantidad de más del triple: 664 mil millones de litros en total, según el estudio “Impactos Ambientales de la Inteligencia Artificial”, elaborado por Greenpeace, la organización ambientalista global más reconocida.
Si hacemos las cuentas, esta cantidad de agua sería suficiente para llenar 102 mil 154 albercas olímpicas como la ubicada en la Ciudad Universitaria de la UNAM.
“Esto es particularmente problemático en regiones con escasez de agua”, precisa el reporte, “además, el uso indirecto de agua asociado a la generación de electricidad y la fabricación de semiconductores agrava aún más el problema”.
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Los hiperescaladores aseguran que ya están haciendo más eficientes sus métodos de enfriamiento para reducir y, en ciertos casos, eliminar el consumo de agua. Las llamadas Big Tech –las empresas tecnológicas más grandes del mundo: Apple, Amazon, Google, Meta y Microsoft– hacen públicos sus esfuerzos por reducir su huella de carbono, pero no transparentan su consumo de recursos naturales, ni los contaminantes que liberan sus Centros de Datos.
En Querétaro, el centro neurálgico de esta industria en el país, la falta de agua es un problema relevante, reconoció el secretario de Desarrollo Sustentable del estado, Marco Antonio del Prete.
Sin embargo, el funcionario negó que la de los Data Centers se trate de una industria muy demandante de agua. Hay una mejora en la tecnología que genera menos calor: nuevos sistemas de enfriamiento, más eficientes en el uso del líquido o basados en aceites sintéticos, y hasta una arquitectura más inteligente, argumenta.
Un centro de datos de 25 megawatts consume más o menos la misma cantidad de agua que un edificio de oficinas de mil empleados, un hotel de 300 cuartos o un hospital de un centenar de camas, insistió.
“Si los Data Centers requirieran tanta agua, no estarían instalados en Querétaro porque no hay agua para satisfacerles, les saldría carísimo”, dijo.
Con todo, el funcionario también admitió que, al ser un sector de servicios y no industrial, los Centros de Datos no están obligados a revelar temas como emisiones de gases, descargas contaminantes y, claro, ni la cantidad de agua que consumen.
La especialista Michelle Lazcano Álvarez, docente del Cetys Universidad, certificada Salesforce AI Associate (estrategias para empresas con uso de IA), reconoció que, de continuar la opacidad, cuando menos se dé cuenta la población, habrá tarifas de agua y energía más altas.
“En Querétaro están desviando agua para el enfriamiento, y dejan comunidades pequeñas sin agua; al dejar sin agua, habrá cambios en el clima. ¿Qué va a pasar con todo esto? Tarifas más altas, no solo en agua, también en energía”, advirtió.
Con todo y la opacidad, en México pocos se han opuesto a la instalación de Centros de Datos. En Sudamérica, Uruguay y Chile son ejemplos de resistencia. En este último país, activistas del Movimiento Socioambiental Comunitario por el Agua y el Territorio (Mosacat) frenaron la construcción de un Centro de Datos tras encontrar que la empresa Google tenía autorizado extraer 228 litros de agua por segundo, o más de 7 millones de metros cúbicos al año.
“Iban a usar más que lo que usamos toda la comuna”, explica Tania Rodríguez, cofundadora de Mosacat. Esto es, el consumo de una población de cerca de 90 mil habitantes. Tras una lucha de aproximadamente cuatro años, esta asociación logró que Google cambiara su sistema de enfriamiento a uno que no utiliza agua. Pero los activistas aún tienen la duda de la demanda que continuará requiriendo esta industria de Centros de Datos, en un escenario de más de 13 años de sequía.
“Una de las cosas que se nos habían hablado a los ambientalistas era que el recurso hídrico no se iba a usar más, pero en la última (reunión) que fuimos, ya no quedó claro si lo mismo van a hacer otras empresas de tecnología y otros Centros de Datos”, lamentó Rodríguez.
*Esta es la segunda entrega de un reportaje que se realizó como parte del programa de mentoría “Periodismo sobre ética de la IA, datos y derechos digitales” de la Fundación Thomson Reuters.
Este sábado, Black Sabbath presenta su último concierto. Grupos y músicos de heavy metal nos cuentan cómo influyó la banda en el curso de sus vidas y allanó el camino para una nueva generación de artistas.
“Sabbath nos dio las instrucciones, Sabbath nos dio la receta. Nos dieron el libro de recetas”, dice Corey Taylor, del grupo Slipknot. “La mística estaba en las letras. Estaba en el sonido. Estaba en la forma en que todo era un poco más oscuro”.
La canción que comparte el nombre de la banda es “una de las más aterradoras que he escuchado nunca”, señala Taylor, que la pone cuando “quiere ir a algún sitio mentalmente”.
“No tengo que buscar, ya sabes, a Damien Thorn [de The Omen]. No tengo que buscar a Mercyful Fate. “Vuelvo al principio. Vuelvo a Black Sabbath, a la canción y el resto es historia”.
Taylor es uno de los músicos que rinden homenaje a la banda antes de su última actuación el sábado. El evento “Back to the Beginning” (Vuelta al principio), que se celebra el sábado en Birmingham, una ciudad en el norte de Inglaterra, cuenta con la participación de Metallica, Slayer, Halestorm, Lamb Of God, Anthrax y Mastodon, entre muchos otros.
La líder de Halestorm, Lzzy Hale, dice que no sería la cantante, compositora ni guitarrista que es hoy sin la influencia de la banda. “Por alguna razón, Black Sabbath me atrapó desde el principio y fue algo que ni siquiera sabía cómo describir, pero lo entendía”, cuenta.
Formar parte del espectáculo “ni siquiera estaba en mi lista de sueños”, agrega, “porque era un sueño inalcansable que ni siquiera podía considerar porque era imposible”.
Ozzy Osbourne, el guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler y el baterista Bill Ward vendieron más de 75 millones de discos en todo el mundo.
Black Sabbath, inicialmente llamado Earth, surgió de una vibrante escena musical en el Birmingham de los años 60, según su primer mánager, Jim Simpson.
Al fundar Big Bear Records en 1968, Simpson invitó al cuarteto a tocar en Henry’s Blueshouse, en el pub The Crown en Hill Street, donde se convirtieron en un éxito instantáneo entre el público.
“Se les prestó mucha más atención que a la banda promedio”, recuerda.
Los cuatro comenzaron tocando blues, antes de dedicarse a componer su propio material. Al principio, la banda armó un “escándalo tremendo”, añade el guitarrista Iommi, “pero al final funcionó; fue genial”.
Eran un “producto de la época y de la ciudad”, dice Jez Collins, fundador del Archivo Musical de Birmingham.
“No creo que hubiera surgido de otra zona que no fuera Aston con todas esas fundiciones y fábricas y esas zonas bombardeadas”, añade.
Taylor, de Slipknot, concuerda.
“Iowa es, sin duda, la razón por la que Slipknot es Slipknot, y las Midlands (las Tierras Medias de Inglaterra) son, sin duda, la razón por la que Sabbath es Sabbath”, afirma.
“Eres de dónde vienes”.
El sonido distintivo de la banda, que los impulsó al éxito mundial, se debió en parte al trabajo anterior de Iommi en una fábrica de acero.
Cuando planeaba dejar el trabajo para unirse a otra banda, perdió las puntas de dos dedos en una máquina cortadora de acero.
“Después del accidente, fui a varios médicos y me dijeron: ‘Mejor déjalo, no vas a poder tocar'”, dice.
“Pero no lo acepté”, agrega, y describe cómo se fabricó nuevas puntas de dedos con una botella derretida de detergente y trozos de una chaqueta de cuero.
El cantante de Judas Priest, Rob Halford, quien creció a pocos kilómetros de distancia, en Walsall, retoma la legendaria historia.
“Cuando Tony sufrió el accidente y tuvo que desafinar algunas cuerdas, las notas empezaron a sonar más graves y pesadas, y ahí fue cuando comenzó la verdadera magia”, dice.
“Y ciertamente para mí y para todos nosotros en Priest, desde el primer día, esas bandas y otras fueron una tremenda influencia”.
Led Zeppelin y Deep Purple también fueron precursores del movimiento, pero fue Sabbath quien lo consolidó, afirma Taylor.
Él y otros artistas conversaron con la BBC para un nuevo documental, “Forging Metal”, que analiza la historia del género.
Barney Greenway, vocalista de Napalm Death, también de Birmingham, explica que la “densidad y profundidad de la música que hacían era completamente nueva”.
“Había bandas que hacían música oscura y pesada en aquella época, pero posiblemente nada como Black Sabbath.
“La pesadez y la extrema intensidad musical eran algo que ni siquiera se había imaginado”, afirma.
Las miradas del mundo estarán puestas en Birmingham para el concierto en Villa Park, un “centro de gran importancia para el metal”, afirma el Dr. David Gange, académico de la ciudad y autor del proyecto externo “Por qué importa el metal”.
Pero, agrega, “el metal fue global desde sus orígenes, con indígenas estadounidenses como [el guitarrista y compositor] Link Wray, y otros, especialmente de Latinoamérica, cruciales para su surgimiento”.
El género ha suscitado “literalmente cientos de subgéneros, probablemente miles”, explica, y algunos de ellos se utilizan ahora para promover el activismo social y ambiental en los rincones más remotos del planeta.
“Hay una banda absolutamente maravillosa en el extremo norte de Finlandia, llamada Unearthly Rites, que es de lo más pesada”, comenta.
“Son hostiles, son sucios, son simplemente gloriosos, su tema principal es protestar contra la minería a cielo abierto y su herencia musical se remonta directamente a bandas de Birmingham como Napalm Death y Bolt Thrower”.
Muchos de los artistas “más interesantes” que impulsan el metal actualmente son mujeres o personas no binarias, añadió el profesor de historia de la Universidad de Birmingham.
Debbie Gough, de Birmingham y líder de la banda de metal Heriot, sostiene que la escena es “el espacio más diverso” que ha conocido.
Heriot acaba de completar su segunda gira por Reino Unido y está a punto de embarcarse en una gira de 32 fechas por Norteamérica como teloneros del “superinfluyente” Trivium.
“Me siento muy bienvenida y creo que es un espacio muy acogedor y muy informado, lo que ha permitido que muchas personas diferentes en las bandas experimenten la música”, afirma.
Ha habido un cambio notable desde la pandemia de covid-19, dice.
“Antes de eso, podía contar con los dedos de una mano las veces que había habido un equipo femenino, u otras bandas con mujeres en la formación, y ahora nadie se inmuta, lo cual es genial.
“Estoy encantada de que el sistema de quién puede formar parte de una banda de metal se haya destruido por completo y ahora cualquiera puede estar en cualquier banda, y es realmente asombroso verlo”, añade.
Emily Drummond, vocalista de Cherrydead, la banda femenina de Birmingham, revela que está muy entusiasmada con el futuro del metal.
Ella cree que se ha producido un “cambio verdadero” para las mujeres. Aunque no es perfecto, añade, “se avecina una transformación y siento que las cosas han cambiado mucho en ese sentido”.
La escena metalera se enfrenta a todo tipo de crisis, afirma Gange, y muchas salas de música están amenazadas.
“Pero el metal se nutre de las crisis; el metal es la música que representa cómo procesamos las crisis, y las bandas lo están haciendo de maneras muy emocionantes”, agrega.
“Es una comunidad profundamente solidaria; la zona donde se hace el pogo es en sí misma es una alegoría de todo lo mejor de la vida: te das total libertad, te dejas caer, dejas que cualquier cosa suceda con la plena certeza de que alguien te va a ayudar si te caes”.
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