Con el nuevo censo de personas desaparecidas, presentado en diciembre pasado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, al menos 10 mil 720 nombres fueron borrados del registro nacional de víctimas de este delito, según los resultados de un análisis comparativo realizado por Animal Político y la asociación civil Data Cívica.
Entre esos más de 10 mil nombres eliminados del registro oficial de desaparecidos se incluyen, efectivamente, casos de víctimas cuya localización ha sido confirmada, aunque también están los nombres de muchas personas que permanecen desaparecidas hasta la fecha y a las que, indebidamente, las autoridades ya no reconocen esta condición.
La lista de 10 mil nombres borrados del registro nacional de personas desaparecidas se pone hoy a disposición de la ciudadanía, para que las familias que buscan a sus seres queridos puedan verificar si la autoridad eliminó sus casos del registro oficial, aun sin que las víctimas hayan sido realmente encontradas.
Este listado de nombres eliminados se generó comparando la versión del Registro Nacional de Personas Desaparecidas que fue publicada por la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación en agosto de 2023, que incluía 111 mil nombres de víctimas, contra la nueva versión de esta misma base de datos, presentada por el presidente López Obrador el 14 de diciembre de 2023.
Tal como informó el presidente en esa ocasión, una “estrategia de búsqueda generalizada” emprendida por su gobierno durante el segundo semestre del año 2023, permitió resolver 16 mil casos de desaparición mediante la localización de las víctimas, aunque el reporte oficial en el que se detallan dichas estadísticas sólo refiere 12 mil supuestas localizaciones, sin específicar qué víctimas la autoridad ha dado por encontradas.
Para conocer los nombres de esas víctimas, y poder verificar su localización, fue necesario comparar el registro sobre personas desaparecidas publicado en agosto de 2023, contra la versión depurada presentada en diciembre siguiente, lo que permitió identificar los nombres de 10 mil 720 de víctimas, de los 12 mil que fueron eliminados del registro nacional de personas desaparecidas.
De esos 10 mil 720 nombres que ya no están incluidos en el registro de víctimas de desaparición, 66% corresponde a personas del sexo masculino y el restante 34% a personas del sexo femenino.
Los datos obtenidos indican también que la Ciudad de México es la entidad en donde más registros de personas desaparecidas fueron borrados, ya que los nombres de 42% de las personas reconocidas en agosto de 2023 como desaparecidas, fueron retirados de esta lista cuatro meses después.
En diciembre de 2023, de hecho, se informó que este modelo para borrar registros de personas desaparecidas fue propuesto, precisamente, por el gobierno de la Ciudad de México, encabezado en ese momento por Claudia Sheinbaum, actual candidata del partido Morena a la presidencia de la República, para el proceso electoral que se celebrará en junio próximo.
Otras entidades que desinflaron drásticamente las estadísticas de desaparición mediante la eliminación de víctimas del registro oficial fueron Oaxaca y Aguascalientes, que así disminuyeron su número de víctimas en 38%; Tlaxcala, con una reducción de 31%, Chiapas, 28%, Puebla, 26%, así como Morelos y Campeche, con 23%.
El resto de las entidades redujeron sus cifras de desaparecidos entre 6% y 20%, borrando nombres de víctimas.
Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su nuevo registro oficial de desaparecidos, colectivos de familias de víctimas denunciaron que las autoridades incurrieron en diversas irregularidades durante este ejercicio, con el objetivo de simular una reducción en las estadísticas sobre víctimas de desaparición.
Entre estas irregularidades denunciadas están que el nuevo conteo de víctimas realizado por las autoridades no se insertó en la operación de la Comisión Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas y careció de metodología y de mecanismos para verificar la forma en que los datos fueron generados. Además, se ocultaron los nombres de las 16 mil personas que supuestamente fueron localizadas, impidiendo así la confirmar la veracidad de las supuestas localizaciones; categorizaron a otras 17 mil 843 personas como “ubicadas”, a pesar de que esas víctimas siguen desaparecidas; y catalogaron 62 mil denuncias más como inválidas, por estar incompletas.
Mediante estos procedimientos, el gobierno federal logró reducir la lista de 111 mil personas desaparecidas, a sólo 12 mil 377 “denuncias confirmadas”.
No obstante, entre la gente que las autoridades ya no consideran como víctimas confirmadas de desaparición o que, incluso, han calificado como ya localizadas, hay diversas personas que en realidad permanecen desaparecidas hasta la fecha y a las que, sin justificación, ya no reconocen como tales.
Ese es el caso, por ejemplo, de Luis Ángel León Rodríguez, un sargento de la Policía Federal que fue víctima de desaparición en el año 2009, junto con otros seis compañeros de corporación y un civil que les daba servicio de traslado, cuando se dirigían a Michoacán para cumplir una asignación de trabajo. El registro sobre la desaparición de este policía, que estaba incluido en la lista oficial de víctimas hasta agosto de 2023, fue uno de los eliminados por las autoridades.
“En agosto de 2023 –explicó su mamá, la abogada Araceli Rodríguez en entrevista–, a Luis Ángel lo fueron a buscar a la antigua casa en la que habitábamos, porque supuestamente había dado ‘prueba de vida’. Llegaron personas que se ostentaron como trabajadores de la Secretaría del Bienestar y dijeron que iban buscando a mi hijo, porque habían detectado que ya había aparecido y querían hacerle unas preguntas, para dar de baja su registro. Yo ya no vivo en esa casa, pero la gente que ahora vive ahí me contactó en ese mismo momento, porque tienen mi teléfono, y me pasaron a esas personas, y ellas me repitieron que para ellos mi hijo ya no estaba desaparecido. Eso me causó un coraje enorme y una impotencia terrible.”
Semanas después, añadió la abogada, durante un encuentro entre autoridades y familias de víctimas celebrado el 30 de agosto, por el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, “yo cuestioné sobre esta situación a Alejandro Encinas (quien hasta octubre de 2023 ocupó el cargo de subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación) y él me reiteró que si a mi hijo lo fueron a buscar personalmente era porque había presentado prueba de vida. Pero cuando yo les he exigido a las autoridades que me digan cuáles son esas pruebas de vida, me han dejado esperando respuesta. Hasta ahorita sigo esperando que me digan qué pruebas tienen sobre el paradero de mi hijo”.
La victoria de los liberales parecía improbable hace solo unos meses, cuando el Partido Conservador de Pierre Poilievre lideraba las encuestas con una amplia ventaja. Pero todo cambió con el regreso de Trump a la Casa Blanca.
El Partido Liberal liderado por el primer ministro Mark Carney se impuso este lunes en las elecciones federales celebradas en Canadá, unos comicios marcados por la guerra comercial con Estados Unidos y la amenaza de anexión planteada por el presidente de ese país, Donald Trump.
Carney, de 60 años, había asumido el cargo de primer ministro en marzo tras ser elegido por los liberales para sustituir a Justin Trudeau, quien anunció su renuncia en enero pero permaneció en el cargo hasta que su formación eligió a su nuevo líder.
La victoria de los liberales parecía improbable hace solo unos meses, cuando el Partido Conservador de Pierre Poilievre lideraba las encuestas con una amplia ventaja.
Pero todo cambió con el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero y el inicio de la guerra comercial entre los dos vecinos de Norteamérica.
Si bien Mark Carney carecía de experiencia en la política, sus largos años en la gestión de crisis económicas internacionales se convirtieron en su mayor activo en la campaña electoral.
Desde que asumió el cargo, Carney dejó claro que iba a plantar cara al presidente estadounidense porque, según dijo, es necesario “enfrentarse a un matón”.
“Los estadounidenses quieren nuestros recursos, nuestra tierra, nuestra agua, nuestro país… Canadá nunca formará parte de Estados Unidos de ninguna forma”, afirmó en su primer discurso como líder de su partido en marzo pasado.
Carney tiene un currículum poco común para un político que debe dirigir una de las mayores economías del mundo.
Es el primer jefe del ejecutivo de su país que no ha sido antes legislador ni ha ocupado ningún cargo gubernamental en Canadá.
Pese a ello, Carney ha sido pionero en muchos de los hitos de su carrera.
Fue la primera persona no británica en convertirse en gobernador del Banco de Inglaterra en los más de 300 años de historia de esa institución cuando asumió el cargo en 2013.
Además, fue la primera persona en liderar dos bancos centrales de países distintos del G7, ya que, anteriormente, había guiado a su país a través de la gran recesión de 2008 como gobernador del Banco de Canadá.
Hijo de un director de instituto, estudió con una beca en la Universidad de Harvard, en EE.UU., donde practicó el más canadiense de los deportes, el hockey sobre hielo. En 1995 se doctoró en Economía por la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Tras acabar sus estudios, Carney pasó 13 años trabajando en el banco de inversión Goldman Sachs.
En 2003 abandonó el sector privado para incorporarse al Banco de Canadá como vicegobernador, y después trabajó para el ministerio de Finanzas canadiense como viceministro adjunto principal.
Con 42 años fue nombrado gobernador del Banco de Canadá en 2007, poco antes de que los mercados mundiales se desplomaran. Su liderazgo en el banco central canadiense durante la “gran recesión” fue ampliamente elogiado por ayudar a su país a evitar lo peor de la crisis.
En 2013 lo convencieron para convertirse en gobernador del Banco de Inglaterra, cargo que ocuparía hasta 2020.
Fue su trayectoria en el sector financiero privado la que lo expuso a las críticas más duras de sus rivales políticos en Canadá durante la campaña electoral.
Por ejemplo, los conservadores acusaron a Carney de mentir sobre su papel en el traslado de la sede de la firma de inversión canadiense Brookfield Asset Management de Toronto a Nueva York en 2024.
También lo presionaron para que revelara sus activos financieros. Carney depositó sus activos en un fideicomiso ciego y aseguró que cumple plenamente con las normas vigentes sobre conflictos de intereses.
En 2024 los conservadores tenían una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre los liberales en las encuestas nacionales.
Todo indicaba que el líder de los conservadores, Pierre Poilievre, sería el próximo primer ministro de Canadá.
Pero a principios de 2025, se sucedieron rápidamente una serie de eventos que trastocaron el panorama político canadiense: la renuncia de Justin Trudeau, el posterior nombramiento de Carney como líder de los liberales y primer ministro; y el regreso de Trump a la Casa Blanca con las consiguientes amenazas y aranceles.
Para cuando se convocaron las elecciones a mediados de marzo, los liberales de Carney estaban empatados en las encuestas con los conservadores, y a principios de abril, según las encuestas nacionales, habían logrado una ligera ventaja.
Lo que algunos medios describieron como “el efecto Trump” fue un cambio de suerte sorprendente para los liberales. Aparentemente muertos y enterrados, ahora parecían capaces de ganar una cuarta elección consecutiva, algo que sucedió este lunes.
Carney se presentó ante los votantes como el hombre más preparado para afrontar este momento crítico: un banquero sólido que ayudó a guiar la economía de Canadá durante la crisis financiera de 2008 y, posteriormente, la de Reino Unido durante el Brexit.
Los partidarios de Carney y muchos canadienses ven en él un aplomo que ha calmado sus ansiedades ante las amenazas de Trump de imponer aranceles y sus reiteradas sugerencias de que el país debería convertirse en el 51º estado de Estados Unidos.
La salida del poder de Justin Trudeau, cuya popularidad se había hundido tras una década en el poder, liberó una enorme presión, afirma Shachi Kurl, presidenta del Instituto Angus Reid, una organización sin fines de lucro dedicada a la investigación de la opinión pública.
Muchos votantes comenzaron a migrar hacia los liberales de Carney, impulsados por Trump, el “personaje principal” de estas elecciones, según Kurl.
“Las amenazas, los rumores de anexión, todo eso ha sido un gran incentivo para los votantes de centro-izquierda”.
El anuncio de Trump a finales de marzo sobre los aranceles globales a las importaciones de automóviles extranjeros le permitió a Carney alejarse de la campaña y asumir el papel de primer ministro.
Así, no se vio sometido a una dura campaña electoral, ya que sus obligaciones como primer ministro lo mantenían ocupado. En cualquier caso, se considera que tanto en la campaña como en los debates con sus rivales políticos tuvo un buen desempeño.
En el cambiante panorama político, Poilievre y los conservadores parecieron tener dificultades para afianzarse.
Poilievre tuvo que defenderse de las críticas de sus rivales políticos, que lo acusaban de ser un “min Trump”, con su estilo combativo, sus promesas de acabar con la “ideología progresista” y su disposición a enfrentarse a la “élite global”.
Dado que gran parte de la campaña estuvo dominada por la relación entre Estados Unidos y Canadá, y la guerra comercial, muchos temas -como el clima, la inmigración o la reconciliación con las comunidades indígenas- quedaron en un segundo plano.
Tanto Carney como Poilievre coincidieron durante la campaña en las prioridades para Canadá: la necesidad de reducir la dependencia de Estados Unidos; el desarrollo de los sectores del petróleo, el gas y la minería; la protección de los trabajadores afectados por los aranceles; y el aumento del gasto en defensa.
Además de su enfoque inflexible sobre Trump, Carney también propuso diversas políticas para abordar los problemas internos de su país.
Es conocido por su defensa de la sostenibilidad ambiental. En 2019, se convirtió en enviado especial de la ONU para el cambio climático y, en 2021 lanzó la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto, una agrupación de bancos e instituciones financieras que trabajan para combatir el cambio climático.
Uno de los aspectos más polémicos del gobierno de Trudeau fue el impuesto al carbono, que obligaba a los canadienses a pagar un impuesto sobre las emisiones de carbono. Los conservadores prometieron repetidamente eliminar el impuesto, que, según afirmaban, no beneficiaba al medio ambiente.
Poco después de jurar el cargo de primer ministro en marzo, Carney firmó una orden que eliminaba el impuesto a partir del 1 de abril.
“Esto marcará la diferencia para los canadienses que se encuentran en apuros”, declaró entonces.
Durante la campaña, también abogó por convertir a Canadá en una superpotencia energética “limpia y convencional” y por acelerar la aprobación de grandes proyectos energéticos.
Carney se ha definido como “pragmático” al ser preguntado sobre posibles conflictos entre sus políticas energéticas y sus valores climáticos.
En materia de inmigración, Carney ha abogado por limitar los objetivos actuales de inmigración para garantizar que los sistemas de vivienda y salud de Canadá no se vean afectados.
Su principal misión, según ha declarado, será mantener el crecimiento de la economía canadiense, a pesar de la desaceleración del comercio con Estados Unidos.
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