El hijo de Blanca Patricia Torres desapareció en 2017. Hace seis meses, la esperanza tocó a su puerta, pero después no hubo noticias.
Jesús Abel Jiménez Torres desapareció el 21 de mayo de 2017 en Apaseo el Grande, Guanajuato, cuando tenía 24 años. A seis años de su desaparición, las autoridades llegaron hasta su casa con la presunción de que su hijo estaba ahí porque supuestamente se había vacunado.
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ha presumido que la cifra de personas desaparecidas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) se ha reducido, Blanca Patricia sigue sin saber nada de su hijo.
Eso fue lo que la motivó a asistir a la velada que colectivos y familiares convocaron este jueves en el Ángel de la Independencia, donde colocaron mantas y velas para recordarle al presidente que hasta hoy el registro oficial sigue contabilizando más de 110 mil personas desaparecidas, pese a que el pasado jueves 14 de diciembre López Obrador afirmó que más de 16 mil personas habían sido localizadas mediante su “censo casa por casa” y 17 mil más estaban “ubicadas”.
“El motivo de nuestra velada aquí, es porque nos quieren volver a desaparecer a nuestros desaparecidos. O sea, están bajando la cifra cuando es mentira, cuando no es verdad… Yo tengo casi siete años buscando a mi hijo Jesús Abel Jiménez Torres”, reclama Patricia.
La mamá de Jesús Abel relata que desde la desaparición del joven hay una denuncia en la fiscalía local sin que hasta hoy existan líneas de investigación o avance alguno. Sin embargo, fue a mediados de año, en junio, cuando dos elementos de seguridad la buscaron en la puerta de su casa.
“La camioneta era de gobierno, bajaron dos personas de policía, tocan mi puerta y me dicen que si Jesús seguía viviendo ahí. Les dije ‘cómo que si sigue viviendo aquí’; ‘sí —me dijeron— porque Jesús aparece que fue vacunado’, y yo les digo ‘dónde, quiero saber dónde fue vacunado”, recuerda Blanca Patricia.
“Nos pusieron a toda la familia peor de cómo ya estábamos”, agrega.
Los representantes del gobierno insistieron en que no tenían más detalles, que solo seguían órdenes y que su hijo Jesús había sido vacunado. Ante la confusión de ella, incluso le dijeron que acudiera al ministerio público para saber más.
En la fecha en que supuestamente fue vacunado, Jesús tenía ya cuatro años de desaparecido. Ahora, su mamá sigue esperando saber más detalles o conseguir la confirmación de que su hijo está vivo y realmente se vacunó. Pero no ha obtenido más información.
Para ella, el presidente López Obrador quiere tapar el sol con un dedo y no acepta lo que están viviendo las víctimas, porque él no tiene ningún desaparecido. Desde hace casi 5 años, Patricia pertenece al colectivo Proyecto de Búsqueda.
“Sr. Presidente: ¡No nos los vuelva a desaparecer!”; “No son sólo 13,000. Son más de 110,000”; “Los buscamos porque los amamos. Hasta encontrarles” y “Que la fuerza del latido encuentre nuestros corazones”, eran las frases que se leían en las vallas que rodean el Ángel.
Familiares y colectivos que buscan a personas desaparecidas colocaron mantas, fichas de búsqueda y rotafolios al pie del Ángel de la Independencia.
Todo ello para refrendar el comunicado nacional difundido el lunes 18 de diciembre, que rechaza los resultados informados por el gobierno federal, específicamente en el hecho de que se reduzca a 12 mil las personas cuya desaparición se dice “confirmada”, que no se tengan datos suficientes para identificar a 26 mil y que no haya indicios para buscar a 36 mil.
“El presidente López Obrador y su administración desconocen la obligación legal que tienen, como estado y gobierno, para investigar, a través de las fiscalías, todos los datos e indicios, así como para buscar, identificar y encontrar a las personas desaparecidas mediante las atribuciones de las comisiones de búsqueda”, señalaron en su pronunciamiento las familias y colectivos que mantuvieron una jornada de protesta ese día.
“Yo creo que esto ya sobrepasó los límites de ser víctimas y estarnos victimizando; lo que estamos pidiendo ahorita es que digan la verdad, cuál es la cifra verdadera, no es verdad que redujo. Necesitamos que nos ayuden a encontrar a nuestros desaparecidos”, agrega Patricia.
Luego de la protesta de familiares y colectivos del pasado lunes, el martes 19 el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México se sumó a los posicionamientos públicos en rechazo a los resultados del “censo casa por casa” del presidente López Obrador.
“Demandamos la publicación de la metodología nacional utilizada en el denominado censo de personas desaparecidas, así como la evidencia recolectada, para asegurar la precisión y veracidad de los datos. La identificación de nuestros seres queridos no puede esperar. Instamos a las autoridades a fortalecer de manera urgente la institucionalidad forense del Estado”, se lee en el documento que titularon “Nuestra lucha no se borra; exigimos transparencia y diálogo sobre el registro de personas desaparecidas y toda política que nos impacte”.
Lee: Nuevos casos de personas desaparecidas superan por más del doble a las localizadas con censo de AMLO
Ahí expresaron su preocupación y decepción ante la respuesta del Estado. Señalaron que comparten con otras plataformas de víctimas el enojo y la indignación por la falta de rigurosidad y transparencia en un proceso de vital importancia para la búsqueda de verdad y justicia.
“No queremos dejar de mencionar el dolor y la indignación que nos produce a las familias que los resultados de este ejercicio que han denominado censo concluya que solo hay confirmación de 12,377 personas desaparecidas. Las familias sabemos que este dato es incorrecto y nos preocupa que ello suponga una justificación para que ninguna autoridad busque los miles de casos de los registros donde falta información, pero persiste la desaparición”, abunda el pronunciamiento.
Al mismo tiempo, el consejo ciudadano de la Comisión Nacional de Búsqueda emitió un comunicado este 20 de diciembre para rechazar los resultados del censo.
“Exigimos que el gobierno federal publique las listas de las personas que colocó en las cinco subclasificaciones, principalmente la que identifica a las personas que supuestamente fueron encontradas, a efecto de que las familias puedan revisar y verificar en qué subclasificación colocaron a su ser querido”, se lee en el documento.
Añadieron que los datos del registro nacional se agregan mediante claves personalizadas que se asignan a cada institución, principalmente las 33 fiscalías y las 33 comisiones de búsqueda, con lo que es posible saber quién subió la información incompleta o perfeccionarla, por lo que no debe trasladarse esa responsabilidad a las familias o la sociedad en general.
Denunciaron igualmente la falta de transparencia, revictimización a las familias, la falta de responsabilidad del Estado en asumir su obligación legal de investigar y recabar datos e indicios, la carencia de sensibilidad y la ausencia de respeto al derecho de participación amplia de las víctimas indirectas de desaparición.
Un grupo de científicos logró estimar por primera vez la antigüedad de Pando.
Para el visitante desprevenido, Pando no es más que un hermoso bosque de una especie de álamos llamados temblones.
Pero durante miles de años sus raíces han guardado un secreto genético que lo hace aún más interesante.
Ubicado en un área de 43 hectáreas cerca de Fish Lake, en Utah, Estados Unidos, algunos científicos lo consideran “el organismo vivo más grande y más pesado del mundo”.
¿Por qué?
Resulta que los 47 mil árboles que lo conforman están conectados por un sistema de raíces y son idénticos genéticamente.
“Todos estos árboles son en realidad un solo árbol”, le dijo a BBC Mundo el geógrafo Paul Rogers en 2018.
El fenómeno ha atraído durante décadas a los científicos. Y una de las grandes dudas que había respecto de Pando tenía que ver con su antigüedad.
Aunque desde hace tiempo ha sido considerado como uno de los seres vivos más antiguos de la Tierra, los expertos no sabían con certeza su edad.
Ahora, esa duda se disipó luego de que un equipo de biólogos lograra datarlo por primera vez.
¿Su conclusión?
Pando, el árbol más grande del mundo, tiene al menos 16 mil años.
Para estudiar la historia evolutiva de Pando, la bióloga Rozenn Pineau, del Instituto de Tecnología de Georgia, en Atlanta, y sus colegas, recolectaron y secuenciaron más de 500 muestras del árbol, así como de varios tipos de tejidos, incluyendo hojas, raíces y corteza.
El objetivo era extraer datos genéticos, buscando en particular las mutaciones somáticas, que son alteraciones en el ADN que ocurren en las células de un organismo después de la concepción.
Según declaraciones de Pineau recogidas por la revista especializada New Scientist, “al principio, cuando Pando germinó a partir de una semilla, todas sus células contenían ADN esencialmente idéntico”.
Lee: ‘Ejército de árboles’: únete a la campaña de Los Supercívicos para defender el arbolado de la CDMX
“Pero cada vez que se crea una nueva célula y se replica la información genética, pueden producirse errores que introduzcan mutaciones en el ADN”, explicó.
De acuerdo con el estudio, al observar la señal genética de esas mutaciones presentes en diferentes partes del árbol, los investigadores pudieron reconstruir la historia evolutiva de Pando y estimar su edad.
Cabe recordar que los bosques de álamos se pueden reproducir de dos maneras: una es cuando los árboles maduros dejan caer semillas que luego germinan y, la otra se da cuando liberan brotes de sus raíces, a partir de las cuales nacen nuevos árboles a los que se les llama clones.
Pando no es el único bosque clon, pero sí el más extenso. Como los expertos lo consideran un mismo organismo, suman el peso de todos sus árboles, lo que da como resultado un ser viviente que pesa un estimado de 13 millones de toneladas.
Los investigadores hicieron tres estimaciones diferentes de la edad de este árbol, pues no estaban seguros de si habían pasado por alto algunas mutaciones o si algunas de las mutaciones que identificaron eran falsos positivos.
Suponiendo que los científicos identificaran correctamente cada mutación en la parte del genoma que secuenciaron, la primera estimación dice que Pando tiene unos 34 mil años de antigüedad.
Si los expertos incluyen posibles mutaciones somáticas no detectadas, la segunda estimación —y la menos conservadora— sugiere que el árbol Pando tendría unos 81 mil años.
Y si se considera que sólo el 6% de las mutaciones que observaron los biólogos son “positivas verdaderas”, Pando entonces tendría 16 mil años.
Te interesa: Mangle rojo, la planta milenaria amenazada que estudiantes de Chiapas conservan en un invernadero
Considerando todas estas incertidumbres, Rozenn Pineau y su equipo calcularon que la edad del árbol probablemente se encuentre entre 16 mil y 81 mil años.
“Aunque estos escenarios nos dan cifras bastante diferentes, todos apuntan a una conclusión notable: Pando es antiguo”, dijo Pineau a New Scientist.
“Incluso en su edad estimada más joven (16 mil), este clon de álamo ha estado creciendo desde la última edad de hielo”, agregó.
A través de su cuenta de X (Twitter), Will Ratcliff, otro de los biólogos que participó de la investigación, indicó que “para poner la edad de Pando en perspectiva, incluso según nuestra estimación más conservadora, estaba vivo cuando los humanos cazaban mamuts”.
“Según nuestra estimación más antigua, germinó antes de que nuestra especie abandonara África”, agregó.
En el estudio, en tanto, se indica que “independientemente del escenario, estas estimaciones destacan la notable longevidad de Pando (…), lo que lo convierte en uno de los organismos vivos más antiguos de la Tierra”.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.