Viridiana Molina pasó más de cuatro años presa y sobrevivió a su estancia en el Centro Federal de Readaptación Social 16 (Cefereso 16), en el estado de Morelos, donde ha contabilizado que al menos 27 mujeres han muerto bajo custodia, mientras que la autoridad sólo ha reportado 20 casos, todos ellos considerados suicidios.
Al recobrar su libertad, también retomó su proyecto de vida y fundó un colectivo que ayuda a familiares de algunas internas para alcanzar su libertad y también para buscar justicia para sus hijas fallecidas.
“Yo estuve privada de mi libertad en 2014. Fui detenida y estuve 80 días en arraigo, posterior a eso estuve en el penal de Tepic, Nayarit durante dos años, hasta que las mujeres que estuvimos ahí fuimos trasladadas a Morelos, donde estuve del 2016 al 2019, que es cuando obtengo mi libertad“, cuenta Viridiana desde su casa, en la Ciudad de México, donde montó un espacio de masajes, podología y elaboración de distintas manualidades.
Además de sus proyectos laborales, Molina, de 35 años, es fundadora del colectivo Artículo 20, que acompaña de manera gratuita a familiares de mujeres privadas de la libertad en el Cefereso 16, pues dice, “la situación de prisión que viví ha impactado en mi vida, la ha dejado muy marcada”, porque conoció de primera mano las condiciones por las cuales decenas de sus compañeras han perdido la vida.
La situación del Cefereso 16 –única cárcel federal para mujeres en México– ha sido denunciada ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que ha emitido cinco recomendaciones por las condiciones dentro de esta prisión, e incluso llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en noviembre de 2024, cuando se celebró una audiencia en la que organizaciones de la sociedad civil denunciaron al Estado mexicano y le exigieron la investigación de los casos, junto con medidas que garanticen la no repetición.
El Estado mexicano, por su parte, argumenta que los suicidios son por motivos “atribuibles a ellas” y a las “sentencias que dictan los jueces y magistrados del Poder Judicial”, así como al abandono por parte de sus familias, y asegura que ha trabajado en implementar medidas para poder acercar a las partes.
Sin embargo, Viridiana lamenta que las internas “solamente somos números, solamente somos expedientes”, algo que aprendió estando dentro de este centro y que la llevó a convertirse en activista, apoyando a sus compañeras para preparar sus declaraciones en los procesos de defensa de sus casos, y haciendo un registro de las muertes ocurridas por suicidio o por otras causas dentro del Cefereso 16. Por ello, aunque ahora está libre y declarada inocente de todos los cargos en su contra, dice, “soy unos ojos dentro de la prisión”.
Al estar presa en Nayarit, Viridiana conoció el Artículo 20 de la Constitución, en el que se habla sobre los principios y la reglamentación de los procesos penales, e inspirada en él se inició en el activismo, tomó la iniciativa en su propio caso y apoya a otras mujeres para preparar su defensa.
“Lo que hice en prisión fue tener mis propias actividades, hacía podología dentro del penal y manualidades, pero también ayudaba a las compañeras con el tema de sus declaraciones, porque cuando llegué ahí empecé a escuchar que decían ‘cuando declares dí que te apegas al artículo 20’ y yo preguntaba qué era eso, y nadie sabía, me respondían ‘no sé, pero tú dilo’, hasta que en una campaña de la defensoría me dijeron a qué se refería y quedé enamorada”, explica Molina.
Contrario a lo que le recomendaban sus compañeras del Cefereso 16, Viridiana decidió que ella, en vez de negarse a declarar sobre su caso, quería que se tomara en cuenta su testimonio y las pruebas que tenía para demostrar su inocencia, convirtiéndose en ejemplo y guía de otras mujeres que le pedían asesoría.
Gracias a los elementos que tenía a su favor, el caso de Viridiana llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que tuvo en sus manos el pronunciarse abiertamente sobre la inocencia de la mujer. En 2019 fue absuelta de los delitos de delincuencia organizada y de beneficiarse de dinero de procedencia ilícita, pero cuya sentencia fue apelada por la Fiscalía General de la República.
Sin embargo, la Suprema Corte revocó la sentencia, por lo que su expediente fue devuelto a un Tribunal Colegiado, donde con el apoyo de la Defensoría Pública Federal pudo demostrar su inocencia y, finalmente, en diciembre de 2024 quedó libre de todos los cargos.
A pesar de que obtuvo su libertad y la absolución de todos los cargos, Viridiana señala que para ella el estar fuera de prisión representa una oportunidad y un compromiso para continuar trabajando porque las mujeres presas tengan condiciones dignas y que aquellas que están ahí por delitos que no cometieron o que han perdido la vida obtengan justicia.
“Cuando salí mi intención era hacer lo que muchas, olvidarme de todo porque ya no me corresponde; sin embargo, yo salí de prisión y seguí viviendo un proceso fuera, entonces para mí esta es una lucha que no para y que siempre va a ir conmigo”, expresa.
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Ese compromiso con las mujeres privadas de la libertad en el Cefereso 16, además, la ha convertido en un enlace con las familias de las reclusas, relación que le ha permitido llevar un registro de aquellas que han fallecido dentro de esta prisión.
“Es importante mencionarlas, porque su historia está mal contada”, subraya.
Durante su tiempo dentro de prisión, Viridiana presenció el intento de suicidio de una de sus compañeras, quien sobrevivió y hoy también se encuentra en libertad, lo que dice, le ayudó a ver “un panorama diferente de lo que estaba pasando ahí dentro”.
Aunado al abandono por parte de sus familias, Molina señala que las mujeres privadas de la libertad en el Cefereso 16 experimentan situaciones de aislamiento que se convierten en factores que afectan en su salud mental, lo que le ha costado la vida a 27 mujeres por presunto suicidio o por falta de atención médica desde 2016, de acuerdo con su propio registro.
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En un cuaderno, Viridiana ha escrito el nombre de 27 fallecidas –aunque oficialmente las autoridades sólo reconocen el fallecimiento por suicidio de 20, la última de ellas en febrero pasado–, de quienes en su mayoría guarda recuerdos por la convivencia que tuvieron, y a algunas que no conoció, pero cuyo caso registró gracias a que Artículo 20 “está conformada por mujeres privadas, exprivadas de la libertad y familiares, entonces tenemos un vínculo con ellas”.
En la lista se leen los nombres de la señora Molina, Rafaela Xolaltengo, “Patito”, Elizabeth Yasmín Lizano, Guadalupe Merino, Juana Ortíz, Karla Martínez, Nancy Yudith Ortega, Lorena Elizabet, Karla Quiñones, Karina Amador, Yazmin Soto, Diana Treviño, Esmeralda Navarro, Esmeralda Cruz Romero, Brenda Ortíz, Yadira Bilchis, Alejandra Daniela Martínez y Samantha Cruz.
También se encuentran escritos los nombres de Daniela Dávila, Blanca Yaneth Vega, Jovanna Puentes, María Luisa Mora, Sandra Cecilia, Consuelo, Sherlin, Picón y Geraldine Pantoja.
A algunas de ellas las recuerda por los delitos que las llevaron a prisión, en algunos casos inventados, como ocurrió con la señora Molina y Rafaela; otras porque estaban privadas de la libertad junto con sus hijas, o porque vivían con alguna enfermedad que requería de constante atención médica que no recibieron, como “Patito”, una mujer risueña que constantemente sufría de dolores de estómago y no supo sino hasta que estuvo libre que tenía cáncer, lo que la mató.
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De la señora Ortiz, cuenta que fue golpeada en un traslado y eso le generó complicaciones de salud que le costaron la vida; Guadalupe Merino tenía cáncer y se complicó su salud en prisión; mientras que de Nancy, Lorena, Karla, Karina, Diana, Esmeralda, Brenda, Yadira, Blanca, Jovanna, María, Sandra, Consuelo, Sherlin, Picón y Geraldine su muerte se catalogó como suicidio.
Para Viridiana, el nombrarlas es una forma de honrar sus vidas, más allá de las razones por las que llegaron a prisión, y reflexiona: “Escuché comentarios como ‘son delincuentes’, ¿eso qué importa? Tienen que ser sepultadas dignamente, y a nadie constaba si eran culpables o no, porque la mayoría estaban procesadas, pero no sentenciadas, y aunque lo estuvieran, estaban bajo custodia del Estado, estamos hablando de muertes en custodia de las que el penal no se ha hecho responsable”.
“Esto es con el Estado, porque tienen suficientes fondos y recursos para poder realmente hacer un cambio penitenciario, y no lo hacen porque no les conviene”, reclama la activista.
Viridiana afirma que continuará trabajando con recursos propios, porque cuando ella lo necesitó “tuve el acompañamiento de una red que nunca me dejó caer, de mujeres que no me conocían y me dieron la mano. Así me enseñaron, esto aprendí de ellas”.
El guionista del programa de televisión más comentado del año habla de los cambios que espera que inspire.
Una de las series de televisión más comentadas de los últimos años, el drama de Netflix Adolescencia, ha sido el tema candente de debate recientemente, desde el Parlamento británico a los programas de televisión estadounidenses, pasando por el colegio del hijo del guionista.
La polémica la generó la historia ficticia de un niño de 13 años, quien es acusado de apuñalar a una niña, y los factores que podrían haberlo convertido en asesino.
“He recibido muchos comentarios de personas de las que hacía años que no sabía nada, contándome sobre las discusiones que ahora tienen con sus hijos. Es muy graficante”, dice el escritor Jack Thorne.
“El director (del colegio) de mi hijo me paró en la puerta del colegio para decirme: ‘Me gustaría hablar con usted de esto, y me gustaría pensar en lo que puede hacer nuestro colegio y lo que pueden hacer otros colegios'”, relata Thorne.
“Las discusiones parecen iniciarse en todo tipo de lugares diferentes”, apunta.
Thorne pidió al gobierno británico que tome “medidas radicales” para ayudar a resolver los problemas que plantea el programa.
Los principales son las redes sociales y la influencia de las ideas incel (célibes involuntarios), que animan a los hombres a culpar a las mujeres de su falta de relaciones y oportunidades.
Sin embargo, Adolescencia, que Jack Thorne creó con el actor Stephen Graham, no se limita a señalar con el dedo a la cultura incel, explica el escritor a la BBC.
“Realmente espero que este sea un drama que sugiera que Jamie (el protagonista) es así debido a toda una serie de factores complicados“, indica.
Sus padres, su escuela y sus amigos juegan un papel importante de diversas maneras.
Pero Jamie, interpretado por Owen Cooper, sufre acoso en las redes sociales donde lo hacen sentirse feo, y está expuesto a mensajes incel y a opiniones sesgadas sobre la violencia sexual.
“Es un niño vulnerable, y entonces oye estas cosas que tienen sentido para él sobre por qué está aislado, por qué está solo, por qué no pertenece a ningún sitio, y las asume. No tiene los filtros para entender lo que es apropiado”, explica Thorne.
“A esta edad, con todas estas presiones diferentes sobre él y con las peculiaridades de la sociedad que lo rodea, empieza a creer que la única forma de conseguir un equilibrio es a través de la violencia“, agrega.
El escritor se metió a agujeros de gusano en línea similares a los sitios 4Chan y Reddit para ver el mundo a través de los ojos de Jamie.
Descubrió que estos mensajes no procedían simplemente de los lugares obvios.
“No era sólo Andrew Tate. No eran los peces gordos de la manosfera“, afirma.
“Eran los blogs y vlogs más pequeños y las pequeñas cosas como gente hablando de un videojuego, pero luego explicando a través de ese videojuego por qué las mujeres te odian”, dice.
“Eso fue lo que me pareció más inquietante”.
Estos temas no son nuevos, pero el programa Adolescencia ha llegado en un momento en que otros también están debatiendo los peligrosos mensajes dirigidos a niños y jóvenes.
Recientemente, el ex entrenador de la sección inglesa de fútbol, Gareth Southgate, pronunció un discurso en el que advertía sobre los “influenciadores insensibles, manipuladores y tóxicos”.
“Son lo más alejado posible de los modelos de conducta que nuestros jóvenes necesitan en sus vidas”, afirmó.
Jack Thorne dice que Southgate es “asombroso”, pero cree que la solución va más allá de tener mejores modelos.
“Llevamos teniendo esa conversación desde que era niño”, dice el escritor.
“Tiene que llegar un momento en que hagamos algo un poco más radical que eso. No se trata de modelos de conducta“, remata.
“Los modelos de conducta pueden tener un gran impacto en la gente. Pero la verdad es que tenemos que cambiar la cultura que están consumiendo y los medios por los que nuestra tecnología está facilitando esta cultura“, agrega.
“Fue un discurso muy interesante, pero esperaba que propusiera cosas más radicales de las que hizo”, insiste.
Entonces, ¿cuáles podrían ser esas soluciones más radicales?
Esta semana, el primer ministro británico Keir Starmer declaró en el Parlamento que había estado viendo el drama, al que calificó de “muy bueno”, con sus hijos adolescentes.
La violencia ejercida por jóvenes influenciados por lo que ven en Internet es “abominable y tenemos que atajarla”, y es “también una cuestión de cultura”, dijo el premier a los diputados.
Thorne espera que el primer ministro capte el mensaje de que “en nuestras escuelas se está produciendo una crisis, y tenemos que pensar en cómo impedir que los chicos hagan daño a las chicas, y entre ellos“.
“Para facilitarlo en las escuelas y en los hogares va a hacer falta un montón de cosas diferentes, y eso requiere la ayuda del gobierno”, afirma.
Y, por ello, instó Starmer a considerar “con bastante urgencia” la prohibición de los teléfonos inteligentes en las escuelas y una “edad de consentimiento digital”, similar a la de Australia, que ha aprobado una ley que prohíbe a los menores de 16 años el uso de las redes sociales.
El escritor también ha sugerido ampliar esa medida a todo uso de los teléfonos inteligentes y a los videojuegos.
“Creo que deberíamos hacer lo que hace Australia, y separar a nuestros hijos de esta perniciosa enfermedad del pensamiento que los está infectando”, afirma.
Sin embargo, una prohibición sería difícil de vender a los adolescentes.
Thorne apareció en el programa Newsnight de la BBC Two junto a tres hombres de 18, 19 y 21 años.
Cuando se les preguntó sobre la prohibición de las redes sociales para los menores de 16 años, tuvieron sentimientos encontrados.
Uno dijo que era “una gran idea, dentro de lo razonable”, otro afirmó que era “bastante injusta”, mientras que el tercero se mostró contrario, argumentando que “las redes sociales también han aportado mucho a las generaciones jóvenes”.
Para Thorne, la cuestión de cómo vigilar los teléfonos inteligentes y las redes sociales está a punto de llegar al interior de su casa.
Su hijo tiene ocho años, y Thorne dice que quiere asegurarse de establecer “un método de comunicación con él” a medida que crece. Pronto querrá su propio teléfono.
Mientras trabajaba en la serie, estuvo pensando en cómo manejar el futuro uso de la tecnología por parte de su hijo.
“Y todavía estoy procesando cómo hacerlo”, reconoce.
Investigar y escribir Adolescencia le ha abierto los ojos sobre los retos a los que se enfrentan jóvenes y padres, dice.
Pero, ¿cómo afrontarlos? Eso es lo más difícil.
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