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El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
En su Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024, AMLO prometió un cambio de paradigma en política de drogas, pero no cumplió. Margarita Sousa @yue.ms
15 minutos de lectura
El presupuesto público financia campañas estigmatizantes contra las drogas y el gasto en salud no crece
Las campañas contra el consumo de drogas del Gobierno de México, en las que se han invertido al menos 74 millones de pesos, evidencian el viraje de una administración que prometió acabar con el prohibicionismo. Las personas usuarias y la Conadic fueron relegadas. La salud, al margen del presupuesto.
28 de noviembre, 2023
Por: Marcela Nochebuena

*Esta investigación forma parte del especial “Miedo, castigo y estigma: el fracaso de la política de drogas de AMLO”, realizado en alianza con Elementa DDHH.

Sobre un pedazo de mantel rojo reposan revueltas 281 ampolletas vacías de naloxona inyectable –medicamento que se usa para contrarrestar sobredosis–. En el montón también hay algunas jeringas, una pipa y un par de envases de Narcan, nombre comercial del medicamento en spray nasal. 

Dos botas salpicadas de rojo, de tipo militar y con la imagen pintada de un cerdo sobre ellas, aplastan el montículo. La pieza se llama “Servir y proteger”. Está en un rincón de Tijuana, Baja California, al interior del espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa, que se dedica a cuidar a usuarios de sustancias en situaciones vulnerables mediante el intercambio de jeringas, consultas médicas y diversas actividades preventivas. 

De hecho, esa expresión artística nació este 2023 de la creatividad y percepción de personas usuarias de drogas. En ese lugar de muros fronterizos, contrastes y abandonos, así sintetizaron la atención del Gobierno de México al consumo: el castigo de unas botas que aplastan autoritariamente a sustancias y usuarios, pero no les cuidan. Las personas y sus derechos quedaron fuera de la escena, y de la narrativa. 

La pieza 'Servir y proteger', en el espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa. Foto: Lizeth Ovando, Animal Político
La pieza ‘Servir y proteger’, en el espacio para prevenir sobredosis de la asociación Prevencasa. Foto: Lizeth Ovando, Animal Político

“En el mundo de las drogas no hay final feliz”, “el fentanilo te puede enganchar desde la primera vez y comienzas a morir en cuanto lo pruebas”, “la muerte en un polvo que te deja bruja nomás al sentir caliente”, “el bisne de las drogas no te hará andar con todas, usar traje y corbata no te quita lo rata” son parte de los mensajes gubernamentales que pretenden inhibir el consumo, pese a que hace casi cinco años el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 prometía una política de paz, levantar la prohibición y reorientar recursos a la “desintoxicación”

Mientras la Presidencia rechaza informar el presupuesto específico de algunas de sus campañas –en las que por lo menos se han invertido 74 millones de pesos– y sigue reproduciendo mensajes donde equipara a las personas usuarias de drogas con criminales, centrados en el miedo y la muerte, la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) fue paulatinamente desplazada de la estrategia nacional, y toda acción comunicativa quedó a cargo del área de comunicación social y vocería de la Presidencia.

Este viraje fue definitivo a partir del 17 de marzo de 2020, cuando se presentó la campaña “En el mundo de las drogas no hay final feliz”, la primera que se alejó por completo de los principios de la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones (ENPA). Se trataba de la segunda enmarcada en esa propuesta, ahora sin la Conadic, y a la que seguiría una tercera, también coordinada por Presidencia, pero con la participación de la Secretaría de Educación Pública.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

 

Viraje de la estrategia contra las drogas y el recrudecimiento del mensaje

En respuesta a diversas solicitudes de información pública, Conadic reportó que, entre 2019 y 2022, destinó poco más de 67 millones de pesos a diferentes campañas sobre adicciones, para las que celebró contratos con al menos 11 plataformas que diseminaron los mensajes. 

En tanto, para su campaña enfocada en drogas químicas, el Gobierno de México contrató a Estudios Churubusco para la elaboración de materiales de difusión de diferentes temas. Por el concepto Campaña “Prevención de consumo de drogas químicas” versión “fentanilo, cristal, inhalantes, cócteles, crack (piedra)”, las autoridades pagaron 7 millones 440 mil 240 pesos.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

Esos recursos, que constan en el contrato SG/CPS/44/2022, contemplaban la entrega de cinco spots de televisión de 60 segundos, cinco spots de televisión de 30 segundos, cinco spots de radio de 30 segundos, un gráfico maestro con archivo editable y 10 fotos fijas.   

Sin embargo, en el caso de la campaña “Si te drogas, te dañas”, la Dirección General de Comunicación Social del Gobierno de México asegura que no ejerció recursos específicos, sino que se utilizaron tiempos oficiales de radio y televisión. Además, respecto a la evidencia de sus acciones comunicativas, la dependencia solicitó un pago por la información en papel, pero nunca dio acceso a ella. 

De las tres campañas que ha emprendido el Gobierno de México, la primera, titulada “Juntos por la paz”, se desplegaría en cuatro etapas con la participación de Conadic y mensajes basados en la ENPA, de acuerdo con un análisis realizado por Elementa DDHH –organización de la sociedad civil que trabaja temas de derechos humanos y política de drogas en Colombia y México–. 

Sin embargo, pronto quedó obsoleta para dar paso a una segunda campaña que se llenó de mensajes directos y estigmatizantes sobre el uso de drogas. Finalmente, la de la SEP vino tras la crisis de drogas químicas y la preocupación específica por el consumo de fentanilo.

El primer esfuerzo, “Juntos por la paz”, no solo se ceñía a la ENPA, sino que impulsaba el despliegue de Clubes por la paz, donde se ofrecían herramientas y estrategias en territorio para prevenir adicciones; mayor especialización en salud mental e intoxicación, contenidos educativos de prevención y promoción de la salud, y recuperación de espacios públicos. 

“Juntos por la paz” nunca llegó a su segunda etapa. El coordinador general de Comunicación Social y vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, anunció el 17 de marzo de 2020 un viraje en el contenido de las campañas, supuestamente porque no se había logrado un impacto significativo. 

Ante lo que la Presidencia calificó como ambigüedad en los previos, el Gobierno de México se decantó por mensajes que destacan los efectos del consumo de drogas. Pese a que afirmó que con esa campaña se dejaba atrás la política criminalizadora, los spots usan adjetivos como “podridos”, “no tienen remedio”, “no hay solución” o “no hay final feliz”.

Los anuncios no solo dejan fuera las posibilidades de desintoxicación, rehabilitación o reducción de daños, sino que se concentran en el mensaje de “no usar” como única solución. La imagen de quienes usan drogas, de corte racista y clasista, siempre es representada por personas morenas en situaciones de pobreza, marginalidad, vivienda en calle o contextos de violencia

Lee: Sin más evidencia que el prejuicio: la segunda fase de la campaña contra las drogas del gobierno federal

Estos mensajes, explican activistas y organizaciones de la sociedad civil, se centran en un solo tipo de persona usuaria de drogas, rechazada y reprobada socialmente. No hay foco en la atención al consumo ni en la reducción de daños, sino en mostrar selectivamente las consecuencias del uso problemático de drogas como si fuera el único. Esto además de señalar a las personas usuarias como las responsables.

En contraste, algunas campañas internacionales que abandonan el discurso prohibicionista lo hacen con leyendas como “Empezar con ‘¡te engancharás!’ no genera una conversación” —Drug Free Kids, de Canadá—; “¿Batallando con la adicción? No estás solo” —oficina de servicios y apoyo en Nueva York, que ofrece gratis naloxona y tiras de análisis de sustancias—, o “John no murió por sobredosis de heroína. No estaba solo y sus amigos tenían naloxona” —asociación para políticas de drogas seguras de Noruega—.

Las campañas promovidas en México buscan, además, vincular la idea de que el consumo de sustancias se relaciona directamente con la delincuencia y la violencia. “Las drogas están manchadas de sangre, no te manches”, reza uno de los carteles. 

Lejos de resolver y alejar a la población del uso de sustancias lícitas e ilícitas, las campañas del gobierno federal la criminalizan, la estigmatizan y no están basadas en evidencia eficaz para la inhibición del consumo, además de que no diferencian entre el problemático y el que no lo es, considera Angela Guerrero, especialista en regulación y políticas de drogas, quien fue responsable del área de control de sustancias del Programa de Derecho a la Salud del CIDE.

Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en México, se calcula que solo un 13% de las personas usuarias de drogas presentan un uso problemático. 

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes

 

Más estigmas ante la “preocupación” por el fentanilo

En noviembre de 2022, una tercera serie de spots, “No te arriesgues, no vale la pena”, surgió como respuesta a las presiones por la creciente problemática –sobre todo en Estados Unidos– del consumo de fentanilo y otras drogas sintéticas. Autoridades de ambos países determinaron impulsar un producto de comunicación como parte de sus acuerdos binacionales. Fue para esta que el Gobierno de México recurrió a la contratación de la productora Estudios Churubusco

El Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, a partir de la estadística de atención en centros gubernamentales y privados, ha documentado un incremento creciente de casos de consumo de fentanilo –que antes de 2018 no rebasaban los 10–: 25 en 2019, 72 en 2020, 184 en 2021 y 333 en 2022, principalmente en hombres que viven en la frontera con Estados Unidos. En ese país es ya una crisis de salud pública: el consumo letal ha crecido 41 veces en la última década, según los registros de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. 

Para combatir ese consumo, un spot en la conferencia mañanera presentó una imagen de Adolfo Hitler, su apellido escrito y un símbolo nazi que se desdibujan entre una lluvia de pastillas. “Los nazis crearon las metanfetaminas para convertir a sus soldados en seres incansables y deshumanizados. Bajo su efecto, el ejército nazi inicia la peor guerra de la historia y crea los campos de exterminio”, reza uno de los clips entre imágenes violentas de enfrentamientos.

La escena se presentó el 8 de noviembre de 2022, mientras Ramírez Cuevas insistía en que la política de drogas del Gobierno de México está basada en principios opuestos: “No se trata solamente de un tema de un prejuicio moral, de un asunto de un valor ético, sino sobre todo de la protección a la salud, y que frente a estas sustancias químicas no hay factores prácticamente de no riesgo en su consumo, y que ahora con el fentanilo es mucho más agresivo, mucho más fuerte”.

Una vez incorporada la SEP para “Si te drogas, te dañas”, los nuevos productos se dirigieron a docentes y estudiantes, pero de nuevo mediante spots alarmistas con estigmas sobre el uso de drogas; no contemplan la prevención, atención y reducción de daños, y privilegian imágenes con mensajes desproporcionados que equiparan a las drogas con monstruos, destaca Elementa DDHH.

Lee: Seis años sin datos sobre consumo de drogas; en 2024 se prevén primeros resultados de encuesta nacional

En el marco de la participación de la SEP, se han difundido 10 mil 843 carteles en 201 planteles, con las leyendas “Fentanilo ¡a la primera mata!”, “Metanfetamina ¡te engancha!”, “Cannabis ¡sí te daña!”, entre otros. Se han entregado 5 mil 576 guías, de acuerdo con el gobierno federal, en casi todos los estados, excepto Ciudad de México, Morelos, Puebla y Tabasco.

Además de confirmar que las campañas han sido centralizadas por la Coordinación General de Comunicación Social y Vocería de la Presidencia, la Conadic afirmó en respuesta a solicitudes de información pública que no existen recursos específicos para la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones. Al frente de las reuniones de alto nivel de la ENPA, durante el tiempo que participó la comisión, estuvo el entonces subsecretario de Salud, Hugo López Gatell.  

Instituciones de salud, sin fondos y sin certezas; personas usuarias, también

De vuelta en Tijuana, Reina, una mujer de 54 años, pero con una expresión en el rostro que la hace parecer mucho mayor, está sentada a la orilla de una banqueta de la calle Baja California, a casi dos cuadras del muro que divide la frontera norte de México con la sur de Estados Unidos. 

Tiene un hablar pausado y una mochila sobre las piernas. De la bolsita lateral se asoman por lo menos cinco jeringas. Reina usa heroína desde los 21 años, que ahora, se sabe –dice–, viene mezclada con fentanilo. Frente a ella está la entrada de Prevencasa. Vino a intercambiar sus jeringas.   

—Todos los días vengo y agarro para “fletarme”, me quedo sentada aquí un ratito– dice.

Cuando empezó a inyectarse, cuenta, ella solita la agarró. Su novio vendía, pero no consumía. Tenía la droga a mano: un día Reina entró, la miró, no había nadie, fue al baño y consumió “poquita”. El relato es confuso, pero recuerda la sensación de relajamiento y olvido. Su mamá era ama de casa, su papá la abandonó y a ella le dolía verla llorar.

Reina nació en Michoacán. Cuando tenía casi un año, su mamá cruzó la frontera a Estados Unidos junto con ella y sus tres hermanos. Más tarde, la deportaron. Así terminó en Tijuana, donde además se cayó de un puente. Hace por lo menos dos años tiene la pierna y las rodillas chuecas. Ahora consume a diario.   

“Ya la quiero dejar, ya me enfadó, la vida que se da uno con las drogas”, dice. Su esposo está internado en un centro de adicciones en Tijuana, donde le dieron un tratamiento de sustitución, y ahora es cristiano. Reina dice que a ella le rogaron que fuera, pero no le gustan esos centros; ha estado en cinco. Quizá pronto, porque ya tiene sus papeles y quiere trabajar. 

— ¿Cómo sabes si la heroína no está mezclada con fentanilo?

— Sí está.

— ¿Cómo supiste que sí está?

— Porque cuando la agarramos y la vimos, tenía unos puntitos blanquitos y cuando la estás haciendo, se le ve ahí. 

— ¿Y tiene un efecto diferente?

— (Asiente) Más fuerte… Pero el fentanilo es malo, me dijeron ahí, se come todos los órganos, que nomás me dan unos cinco años. Lo dijeron en el radio. 

Las campañas del gobierno federal no están ni cerca de cambiar la realidad de Reina. Las instituciones de salud tampoco. En cambio, Prevencasa hace lo posible para que su consumo sea seguro. Como en su caso, en Tijuana –y en otros lugares– el uso de sustancias y sus riesgos se entreveran con otras condiciones: la migración, la precariedad, la marginalidad, la vida y el trabajo en calle, o todas juntas. 

Lee: Delegan encuesta de consumo de drogas a Conahcyt, pese a no tener experiencia y acumular meses de retraso

Hoy deambula en una ciudad que le da la espalda a sus poblaciones más vulneradas. Solo que este pedazo de tierra encontró la manera de aislarlas con límites más claros: un punto específico divide a la Tijuana transitable, agringada y turística de la Tijuana donde prevalece la criminalidad en la misma medida que el abandono. Cruzar esos límites, solo para llegar a los servicios de salud, para alguien que vive en calle o ejerce el trabajo sexual sería un reto a la autoridad. 

Es esa zona que cualquier visitante habitual preferiría, o le recomendarían, no ver. La que esconde callejones donde hay laboratorios custodiados por gente armada, o donde la municipalidad deja libres a las personas que detiene arbitrariamente con tal síndrome de abstinencia que los hace caer de inmediato en un enganche más fuerte. La notoria presencia del Ejército, de la Guardia Nacional y de la policía municipal no cambia en nada ese panorama.  

Ahí, son las organizaciones de la sociedad civil las que atienden a esas poblaciones. Prevencasa ofrece intercambio de jeringas, consultas médicas y psicológicas, y un espacio de prevención de sobredosis con el conocimiento pleno de que quizá no dejarán de consumir –aunque Reina diga que la próxima semana alcanzará a su esposo–, pero que por lo pronto, pueden hacerlo de la manera más segura posible. 

Lilia Pacheco, directora de la asociación, explica que la zona es de un alto uso y venta de sustancias, además de la influencia de consumo de Estados Unidos. Las poblaciones que regularmente atienden usan drogas tanto inhalables como inyectadas, realizan trabajo sexual –pues se trata también de una ciudad donde abunda el turismo sexual–, o son migrantes deportados a diario y varados ahí. 

“En muchos de los casos es población que usa drogas y tiene que acceder a servicios de reducción de daños, pero también de atención médica. Las poblaciones si no tienen documentos legales para la estancia en México, no pueden acceder a servicios de salud, así que somos un espacio donde les podemos proveer de estos servicios: aparte de las pruebas de detección, la atención primaria y la salud mental”, explica. 

Durante un recorrido por las calles céntricas de Tijuana, Lilia recuerda que a principios de este año la Cruz Roja de Tijuana admitió que en 2022 atendió 653 casos de sobredosis, sin especificar en cuántos tuvo que usar otras medidas por falta de naloxona. No todas las ambulancias la tienen siempre disponible, e incluso llegan a pedírsela a Prevencasa, que también atiende las de usuarios conocidos o recién contactados, aun con los riesgos que en ocasiones puede conllevar.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms

 

El enfoque de salud, al margen del presupuesto

El trabajo de las instituciones públicas raramente parte del principio de la reducción de daños. Al inicio de esta administración, la Conadic intentó privilegiar un discurso opuesto al prohibicionismo, que pusiera los derechos de las personas usuarias al centro, pero con recursos –humanos y económicos– limitados terminó desapareciendo para darle paso a la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), creada el 29 de mayo de 2023.

Esta dependencia tiene en su fundación el pretendido objetivo de atender el consumo problemático desde un enfoque de salud mental. Sin embargo, aunque la Conasama tendrá para 2024 un presupuesto mayor al que tenía Conadic, el incremento de tareas es aún más y no existe garantía de que no quede en la marginalidad de las decisiones como le ocurrió a la primera.

Lee: Cambiando narrativas: la guerra contra las personas y la política de drogas en México

Mientras que para 2023, la Conadic todavía recibió un presupuesto de poco más de 768 millones de pesos –que no tuvo variaciones significativas desde el inicio de esta administración más que un decremento en 2020, año de la pandemia–, para 2024 desaparece del presupuesto y se destinan a Conasama, que absorberá el tema de adicciones, 2 mil 365 millones de pesos. 

En términos reales, la diferencia representa prácticamente el doble de los recursos con los que contaba Conadic, pero el organismo tendrá una triple misión, pues de acuerdo con el decreto que le da vida absorberá al Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental, a los Servicios de Atención Psiquiátrica y a la Comisión Nacional contra las Adicciones.

La nueva dependencia tendrá a su cargo el cuidado de la salud mental, la prevención de las adicciones, la prevención del suicidio, el Observatorio Mexicano de Consumo de Drogas, la Línea de la Vida, cursos y talleres, la ENPA y cuatro servicios de atención: hospitales psiquiátricos, centros especializados, centros comunitarios de salud mental y adicciones, y residenciales.  

Aunado a ello, el porcentaje de presupuesto destinado a la atención del consumo de sustancias con respecto al total de recursos de la Secretaría de Salud pasó de ser el 0.52% en 2018 al 0.36% en 2022. El presupuesto de los Centros de Integración Juvenil y del Instituto Nacional de Psiquiatría se mantuvo sin modificaciones significativas en los últimos cinco años. En el caso del segundo, se redujo tanto en 2020 como en 2021.

Diseño: Andrea Paredes @driu.paredes y Margarita Sousa @yue.ms
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En distintas solicitudes de información, la Secretaría de Marina, la Secretaría de la Defensa y la Fiscalía General de la República, que participan en las tareas de control de la demanda y oferta de sustancias ilícitas, descartaron informar cuánto presupuesto destinan de manera específica a ese rubro.

“¿Por qué esta gran deuda? Me parece que el tema central es el Ejército y la posición que tiene. No solamente estamos hablando de todo el tema de militarización, sino que sí hay un cambio en términos de lo que se venía haciendo: se estaba combatiendo con las fuerzas de seguridad pública desde el prohibicionismo, y ahora se combate desde las fuerzas militares. Entonces no solamente no cambió el paradigma, sino que se profundizó el tema de la prohibición”, alerta Ángela Guerrero.

Sin presupuestos claros por parte de la Presidencia, con una presencia creciente de las Fuerzas Armadas, con mensajes de miedo y muerte, sin claridad sobre el papel de las instituciones de salud mental y sin privilegiar la reducción de daños, la atención al consumo –que las autoridades siguen llamando desintoxicación o rehabilitación– permanece, además, en manos de particulares, sin una supervisión adecuada y con constantes quejas por violaciones a derechos humanos.

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“Solo quería darle una vida digna”: el padre que vio morir a su hija asfixiada intentando llegar a Reino Unido
6 minutos de lectura
“Solo quería darle una vida digna”: el padre que vio morir a su hija asfixiada intentando llegar a Reino Unido

La familia de origen iraquí había pedido asilo en varios países de Europa, pero dicen que se lo denegaron y les dijeron que iban a ser deportados.

02 de mayo, 2024
Por: BBC News Mundo
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Ahmed Alhashimi está en la playa, gritando a las olas que van y vienen, golpeándose y arañándose el pecho, entregándose al dolor, la rabia y la culpa, que no desaparecen.

“No pude protegerla. Nunca me lo perdonaré. Pero el mar era la única opción que tenía”, solloza.

La semana previa, al amanecer, en ese mismo tramo de la costa francesa al sur de Calais, el hombre de 41 años se vio atrapado dentro de un bote inflable mientras gritaba para pedir ayuda, arremetía contra los cuerpos que lo rodeaban y rogaba a la gente que se moviera para darle espacio y poder agacharse.

Quería así rescatar a su hija Sara, de 7 años, de la oscuridad sofocante en la que había sido aplastada.

“Sólo quería que aquel hombre se moviera para poder levantar a mi bebé”, explica Ahmed.

Se refiere a un joven que era parte de un grupo más grande que embarcó en el último minuto, cuando el bote ya estaba alejado de la costa.

El hombre primero lo ignoró. Luego lo amenazó.

“Eso fue como la muerte misma. Vimos gente morir. Vi cómo se comportaban esos hombres. No les importaba a quién pisaban, fuera un niño o la cabeza de alguien, joven o viejo. La gente empezó a asfixiarse”, cuenta Ahmed con amargura.

Sara con un muñeco de peluche en la mano.
BBC
Sara, de 7 años, se asfixió cuando la gente la empujaba en el bote en el que intentaba cruzar de Francia a Reino Unido.

Aunque Ahmed es iraquí, su hija ni siquiera conocía ese país. Nació en Bélgica y pasó la mayor parte de su corta vida en Suecia.

En total, cinco personas murieron en el mismo incidente, víctimas de lo que debió parecer una agonizante estampida a cámara lenta.

Un equipo de la BBC presenció lo que sucedió.

Los traficantes escoltaban a sus pasajeros a través de la playa hacia un pequeño bote mientras usaban fuegos artificiales y empuñaban palos para protegerse de un grupo de policías franceses que intentaba, sin éxito, impedir que el grupo abordara en el bote.

Un bote inflable abarrotado se dirige al mar en el Canal bajo la luz de la luna. Un barco de la guardia costera francesa aparece en el horizonte.
BBC News
El bote inflable abarrotado se hace a la mar en el Canal entre Francia y Reino Unido.

“¡Ayuda!”

A medida que el barco se alejaba mar adentro, escuchamos a alguien gritar débilmente desde a bordo. Pero en la penumbra que precede al amanecer era imposible saber qué estaba pasando.

Al amanecer, la policía se alejaba ya de la orilla junto a un presunto traficante de personas y algunos de los migrantes que no subieron al bote.

Ahmed confirmó más tarde que el hombre que gritaba pidiendo ayuda era él, implorando desesperadamente a quienes lo rodeaban que salvaran la vida de Sara.

La esposa de Ahmed, Nour AlSaeed, y sus otros dos hijos, Rahaf, de 13 años, y Hussam, de 8, también quedaron atrapados entre la gente, pero podían respirar.

“Soy un trabajador de la construcción. Soy fuerte. Pero ni siquiera yo podía sacar mi pierna, atrapada en la multitud. No me extraña que mi pequeña tampoco pudiera. Estaba bajo nuestros pies”, dice Ahmed.

El cuarto intento

Este era el cuarto intento de la familia para cruzar de Francia a Reino Unido desde que llegaron a la zona hace dos meses.

La policía los sorprendió dos veces en la playa cuando luchaban por el seguir el ritmo del resto de migrantes, que corrían hacia el bote de un traficante.

Ahmed cuenta que esta vez, los traficantes -que cobraban US$1.600 por adulto y la mitad por cada niño-, les habían prometido que sólo 40 personas subirían a su bote, pero se sorprendieron cuando otro grupo de migrantes apareció en la playa e insistió en subir a bordo.

Sara estuvo tranquila al principio. Sostenía la mano de su padre mientras caminaban desde la estación de tren de Wimereux la tarde anterior. Luego, durante la noche, se escondieron en unas dunas al norte de la ciudad.

Poco antes de las 6 de la mañana, el grupo ya había inflado su bote. Luego, los traficantes les ordenaron que lo llevaran a la playa y corrieran con él hacia el mar antes de que la policía los interceptara.

Dice Ahmed que, de repente, un bote de gas lacrimógeno de la policía explotó cerca de ellos y Sara comenzó a gritar.

Una vez que subieron a la embarcación, Ahmed sostuvo a Sara sobre sus hombros durante aproximadamente un minuto, pero luego la bajó para ayudar a subir a bordo a su otra hija, Rahaf.

Fue entonces cuando perdió de vista a Sara.

Solo más tarde, cuando los equipos de rescate franceses los interceptaron en el mar y desembarcaron a algunas de las más de 100 personas hacinadas en el bote, Ahmed pudo por fin llegar hasta el cuerpo de su hija.

“Vi su cabeza en la esquina del barco. Estaba toda azul. Ya estaba muerta cuando la sacamos. No respiraba”, explica entre sollozos.

Desde entonces, las autoridades francesas atienden a la familia mientras esperan para enterrar el cuerpo de Sara.

Sara con su hermano Hussam y su hermana Rahaf.
BBC
Sara (derecha) con su hermano Hussam y su hermana Rahaf. Ya habían intentado cruzar el Canal tres veces.

“Era la única opción que tenía”

Ahmed dice que es consciente de las fuertes críticas en las redes sociales que ha enfrentado por parte de personas que le acusan de poner a su familia en un riesgo innecesario. Parece debatirse entre aceptar y rechazar tales acusaciones.

“Nunca me lo perdonaré. Pero el mar era la única opción que tenía. Todo lo que pasó fue en contra de mi voluntad. Se me acabaron las opciones. La gente me culpa y dice: ‘¿Cómo arriesgaste a tus hijas?’ Pero he estado 14 años en Europa y he sido rechazado”, dice Ahmed, y detalla los años de intentos fallidos para asegurar su residencia en la Unión Europea tras de haber huido de Irak después de lo que describió como amenazas de grupos de milicias.

Al parecer, Bélgica le denegó el asilo con el argumento de que Basora, su ciudad natal en Irak, estaba clasificada como zona segura.

Cuenta que sus hijos pasaron los últimos siete años con un pariente en Suecia, pero que recientemente le informaron que serían deportados, junto a él, a Irak.

“Si supiera que hay un 1% de posibilidades de quedarme con los niños en Bélgica, Francia, Suecia o Finlandia, me quedaría allí. Lo único que quería para mis hijos es que fueran a la escuela. No quiero ningún tipo de ayuda social. Mi esposa y yo podemos trabajar. Sólo quería protegerlos a ellos, a su infancia y a su dignidad”, continua.

“Si la gente estuviera en mi lugar, ¿qué harían? Aquellos que (me critican) no han sufrido lo que yo he sufrido. Ésta era mi última opción”, dice, apelando al gobierno británico en busca de solidaridad y apoyo.

El último dibujo que hizo Sara de su familia.
BBC
El último dibujo que hizo Sara de su familia antes de su cuarto intento por llegar a Inglaterra.

Eva Jonsson, profesora de Sara en Uddevalla, Suecia, describe a la niña como “amable y buena” en un mensaje de vídeo enviado a la BBC.

“Tenía muchos amigos en la escuela. Jugaban juntos todo el tiempo… En febrero nos enteramos de que la deportarían y de que sería rápido. Nos avisaron con dos días de antelación”, explica.

Después de enterarse de su muerte, la clase se reunió en círculo y guardó un minuto de silencio.

“Es muy desafortunado que esto le pase a una familia tan agradable. He enseñado a (otros) niños de esta familia y me sorprendió mucho la deportación”, dice la maestra.

“Aún tenemos la foto de Sara delante de nosotros y la guardaremos aquí mientras los niños quieran”.

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