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La deforestación avanza en Mérida y solo 26 árboles reciben protección
La deforestación avanza en Mérida y solo 26 árboles reciben protección
Fotografía: Itzel Chan
7 minutos de lectura

La deforestación avanza en Mérida y solo 26 árboles reciben protección

En Mérida, cada mes se construyen nuevas vividas, oficinas, plazas o calles. Esto ha ocasionado que cada vez se vuelva más difícil encontrar espacios verdes dentro de la mancha urbana.
09 de marzo, 2025
Por: Itzel Chan / Causa Natura Media

En Mérida, los árboles son talados para dar paso a la construcción de casas, oficinas, calles, plazas comerciales o bodegas. En medio de este proceso, solo 26 tienen derecho a ser protegidos.   

La ceiba es considerada un árbol sagrado por la cultura maya y en esta capital del estado hace una década aún era común encontrar una en cada esquina. No obstante, conforme el paso del tiempo se ha vuelto más difícil hallar espacios verdes dentro de la mancha urbana, pese a que una ley estatal manda a que, al menos, el 30 % de los fraccionamientos conserven dicha vegetación.

La ceiba es un árbol importante para la cultura maya. Foto: Itzel Chan
La ceiba es un árbol importante para la cultura maya. Foto: Itzel Chan


El palacio municipal de Mérida está ubicado frente a la plaza principal de la ciudad, de donde fueron retirados 40 árboles endémicos en 2024, para dar paso a la remodelación de la zona, con una inversión de 120 millones de pesos y con la promesa de sembrar otros ejemplares.

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Una medida derivada de estrategias de conservación del Ayuntamiento es la declaratoria de protección de 26 árboles por sus características específicas, mencionó Raúl Fernando Escalante Aguilar, director de la Unidad de Medio Ambiente y Bienestar Animal del Ayuntamiento. Por ejemplo: miden más de 15 metros y tienen más de 50 años de antigüedad.

“Se trata de árboles que tienen muchos años, y aunque a su alrededor gira el crecimiento de los fraccionamientos aún se conservan, además de que son un banco de germoplasma gigantesco (parte de las plantas que puede generar una nueva)”, describió.

Para su cuidado, las autoridades municipales realizan programas de educación ambiental en las comunidades donde están los árboles elegidos para que las personas que ahí habitan los cuiden y los rieguen de ser necesario.  

Mientras tanto, cada mes, en diversos puntos de la ciudad, hay una nueva construcción. El funcionario municipal reconoció que elegir 26 ejemplares entre miles que necesitan protección no es suficiente, por eso el trabajo principal se hace con las empresas constructoras.

“Hemos tenido reuniones con varios desarrolladores y les pedimos que lleguen a su meta del 20 % de conservación de vegetación, sobre todo, porque en la ciudad tenemos zonas con mayores temperaturas por la falta de árboles. Nosotros para dar permisos de construcción municipal pedimos el 20 % a cada proyecto”, expuso Escalante.

La Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) clasifica como desarrollos inmobiliarios proyectos a gran escala que pueden ser categorizados de tipo vertical, horizontal, industrial, comercial, corporativos, residencia y mixtos.  

A pesar de que la Ley de Desarrollos Inmobiliarios del Estado de Yucatán en su artículo 16 señala que en cada nuevo desarrollo deberá preservar un mínimo de 30 % para áreas verdes urbanas, el Ayuntamiento de Mérida solo exige el 20 % a cada proyecto de forma individual. Expertos indican que las empresas constructoras no respetan ninguna de ambas.

La zona norte de Mérida tiende más a concentrar fraccionamientos nuevos. Foto: Itzel Chan
La zona norte de Mérida tiende más a concentrar fraccionamientos nuevos. Foto: Itzel Chan

 

La doctora María Elena Torres Pérez, investigadora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), es testigo de que el crecimiento urbano se basa en la deforestación constante: un área con vegetación se convierte de un día para otro en concreto total.

“Se trata de construcción de viviendas, nuevas calles y poca o nula área verde queda. En los fraccionamientos se observa que en las casas cuando mucho dejan un cuadro con césped, pero de ahí no hay más vegetación. Entonces, en realidad, en cada fraccionamiento se deja un área del 90 % no permeable y nos dejan un escaso 10 % de áreas permeables que no necesariamente es área verde. En Mérida se tiene deforestación masiva”, indicó.

Lo que atribuye la investigadora es posible sustentarlo mediante registros que hace el Sistema de Información de Cambios de la Cobertura Forestal en la península de Yucatán (SICAMFOR), los cuales indican que para el 2016 la cobertura forestal de Mérida era de 41 mil 750 hectáreas y para 2023 esta cifra se redujo a 38 mil 816 hectáreas. Así, en siete años disminuyó en un 7.03% la vegetación en la ciudad. 

De acuerdo con el informe de Greenpeace “Reverdecer las ciudades. Los espacios urbanos y su impacto en la salud y el bienestar”, la regla 3-30-300 para la silvicultura urbana, elaborada a partir de propuestas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), propone que toda la ciudadanía vea al menos tres árboles desde su casa, que las empresas desarrolladoras proporcionen un 30 % de cubierta vegetal o de copas de árboles en cada barrio y una distancia de 300 metros entre las viviendas y el área verde más próxima. 

“Celebramos que haya estas 26 joyas botánicas, pero me parece que es muy poco.  Además, en 2012 había un catálogo del Patrimonio Natural, Maya y Cultural del municipio y en ese entonces había 100 árboles en la lista, pero seguro muchos de ellos ya no están”, refirió la doctora María Elena.

Cada día se observa una nueva zona con desmonte. Foto: Itzel Chan
Cada día se observa una nueva zona con desmonte. Foto: Itzel Chan

 

Hay 300 desarrollos activos 

Los árboles de Mérida han ido desapareciendo por la deforestación que causó la construcción de 300 desarrollos, mismos que la vicepresidenta ejecutiva de la AMPI, Claudia Pérez Aguilar, confirmó que están activos, es decir, casas, departamentos, oficinas o bodegas actualmente ocupadas, en venta o renta.

En agosto de 2023 había 203 proyectos recién construidos y en sólo un año se sumaron otros 100 más, de acuerdo con un registro de la AMPI. 

Además de las construcciones de tipo residencial, el sector industrial actualmente se expande en la ciudad, sobre todo en la zona metropolitana que colinda con los municipios de Umán y Kanasín, a 30 minutos y 20 minutos de Mérida, respectivamente, sostuvo Pérez Aguilar.

“Hay leyes que indican el porcentaje que se tiene que ceder en una construcción, pero lo ideal es que ya no se tenga que acatar a lo mínimo, sino que debemos ir hacia una ciudad más sustentable y sostenible. Tenemos que maximizar los espacios verdes porque por la falta de árboles está el tema del calor. A mayor construcción, menos árboles”, recalcó.

Fauna en riesgo de extinción

La deforestación conlleva que mamíferos, aves, reptiles, anfibios y otro tipo de fauna pierdan su hábitat. Tal es el caso de una lagartija o iguana (Cachryx defensor,  conocida como ‘chop’ en maya), que está en riesgo debido al desarrollo inmobiliario.

Se trata de una especie endémica de la región que, de continuar los desarrollos como hasta ahora, se extinguirá, comentó Luis Fernando Díaz Gamboa, integrante de la Red para la Conservación de Anfibios y Reptiles de Yucatán.

La iguana pierde cada vez más su hábitat y está en riesgo de extinción. Foto: Red para la Conservación de Anfibios y Reptiles de Yucatán
La iguana pierde cada vez más su hábitat y está en riesgo de extinción. Foto: Red para la Conservación de Anfibios y Reptiles de Yucatán

“Pierde su hábitat porque ella habita en los troncos de los árboles y ahí se guardan”, explicó.

Estos animales desplazados de su hogar no tienen a dónde ir y se vuelven blanco de las personas que habitan en los fraccionamientos. 

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Aumento de temperatura a causa de deforestación

Durante 2023 y 2024 se registraron temperaturas mayores a los 40 grados centígrados (ºC) en Mérida.  Especialistas advirtieron que hay un alto riesgo de experimentar mucho más calor en los próximos años debido al ritmo de desmonte que existe.

El doctor Gerardo Carrillo Niquete, del área de Investigación asociado a proyectos de la Unidad de Recursos Naturales del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), investiga el aumento de temperatura en zonas como Mérida y los municipios de Umán, Kanasín, Ucú, Conkal y Progreso. Compara imágenes satelitales para distinguir las zonas en las que se pierde de forma acelerada la cobertura vegetal.

“Hemos encontrado que entre 2007 y 2012 ocurrió la mayor deforestación de la zona metropolitana de Mérida y tiene bastante coincidencia con el desarrollo de zonas habitacionales y comerciales”, comentó.

Durante sus indagaciones hace pruebas y mide con un termómetro qué temperatura había en un terreno con follaje forestal y otro sólo de concreto: la diferencia es de 16ºC. Con sus observaciones comprueba que cuando se deforesta una zona se da paso a una ‘isla de calor’.

Su compañera, la doctora Celene Espadas Manrique, técnica de investigación de la Unidad, explicó que algo recurrente es que en estacionamientos de plazas comerciales o en las zonas de camellones de fraccionamientos sólo se colocan palmeras que, por muy bonitas que lucen, en realidad aportan mínima sombra y contribuyen poco a mitigar los efectos de las altas temperaturas del pavimento o cemento.

Los árboles ayudan a mitigar los efectos de las altas temperaturas. Foto: Itzel Chan
Los árboles ayudan a mitigar los efectos de las altas temperaturas. Foto: Itzel Chan

 

“Lo ideal sería sembrar plantas y árboles que sean adaptadas al clima de la zona y debemos tener presente que la vegetación es nuestra principal aliada para contrarrestar los efectos del calentamiento global. Tampoco perdamos de vista el papel que la vegetación tiene en el ciclo del agua”, señaló.

Este artículo fue originalmente publicado en Causa Natura Media

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Imagen BBC
Trinidad, la isla del Caribe donde se está abandonando el concreto para construir viviendas
10 minutos de lectura

En la isla se están construyendo edificaciones que buscan adaptarse al territorio y al entorno para ayudar a aliviar los estragos del cambio climático. Y utilizando saberes tradicionales.

27 de febrero, 2025
Por: BBC News Mundo
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Cuando Erle Rahaman-Noronha decidió dedicarse a la agricultura en 1997, el terreno donde se instaló en Freeport, como mucha de la tierra agrícola en la isla caribeña de Trinidad, era de monocultivo, un remanente de las plantaciones coloniales que marcaron la historia de la región.

“Hay un árbol de limón cada seis metros. Y esos árboles no son aquí”, señala Rahaman.

Ahora, estas 12 hectáreas se parecen más a un bosque, salpicado de estructuras construidas con materiales reutilizados.

Pero Rahaman-Noronha no solo ha reforestado sus terrenos, también es bastante entusiasta conque las estructuras que conforman su granja sean sostenibles.

Una vez entras a la finca, el concreto te da la bienvenida con forma de casa. Pero toda otra estructura que hay en el lugar tiene un toque de la naturaleza: arcilla, que se consigue en un terreno cercano, madera de los árboles que están en la parte de atrás de la granja, botellas de vidrios recicladas y de todos los colores que brillan con la luz del sol.

También se pueden apreciar los rastros redondos de lo que solían ser algunas llantas de bicicletas que fueron enterradas para darle fuerza a la estructura. Todo esto terminado con parches de hierba seca que sirve de textura para las paredes.

La granja abraza las antiguas tradiciones de Trinidad para construir sus casas, cuando sus habitantes las construían con lo que tenían en la mano, en vez de importar materiales.

Pero él no solo está utilizando materiales que terminarían de otro modo en la basura, sino que está utilizando estilos de construcción que proveen algo de resistencia en contra de los efectos del cambio climático.

Dragon con forma de mirador.
Wa Samaki Ecosystems
Una estructura hecha con elementos reciclados y materiales naturales.

El esfuerzo es parte del proyecto llamado Wa Samaki Ecosystems, una organización sin ánimo de lucro fundada por Rahaman-Noronha que desea resaltar los beneficios de los cultivos regenerativos en el Caribe y educar a los residentes en cómo ejercer la sostenibilidad mientras rehabilitan los espacios que los rodean.

“La idea a largo plazo es tener un lugar dónde educar a las personas sobre el medio ambiente y vivir en equilibrio con la naturaleza”, explica.

Una cultura de concreto

Mucho de la arquitectura en Wa Samaki se apoya en el pensamiento creativo de la arquitecta y escultora Celine Ramjit.

Formas de cuerpos cósmicos, criaturas y animales míticos adornan el paisaje además de esta estructura única, todos hechos usando un proceso conocido como construcción de la Tierra: usando materiales del ecosistema.

Y significa que cada espacio construido tiene su propia personalidad y una huella ecológica.

Esto está muy lejos del estándar común de construcciones en Trinidad, donde muchas de las edificaciones modernas proyectan una uniformidad estéril.

Ramjit nota que en estos días la decisión de construir un edificio o una casa tiene que ver primordialmente con el presupuesto y el acceso a los materiales.

“Esto viene con un tema de educación, donde no se considera de dónde vienen los materiales o cómo se producen”, señala la arquitecta.

Pero construir rápido no deja mucho tiempo para observar el medio ambiente: patrones de lluvia, plantas, la vida animal o donde sopla el viento.

“Es de ese tipo de cosas de las que estamos desconectados”.

En vez de tener en cuenta estos aspectos, se opta por nivelar el terreno, remover los árboles y empezar la construcción casi desde cero, sin considerar qué hay ya presente en ese terreno y cómo se puede integrar con el diseño.

Como la deforestación y la pérdida de especies nativas son un problema ambiental, la práctica de limpiar lo que existe y crear algo completamente nuevo puede tener un efecto dominó en el suelo, por ejemplo el incremento de deslizamientos.

La desconexión con el medio ambiente es un sello de lo que se conoce como la “cultura del concreto” que se convirtió en algo prevalente en Trinidad a principios del siglo XX.

Niños con manos en el fango
Wa Samaki
Wa Samaki organiza talleres comunitarios donde la gente puede aprender a “construir con tierra”

Asad Mohammed, director de la Red del Manejo Urbano y de la Tierra del Caribe, atribuye esto al “impacto de la influencia de la arquitectura Occidental que tienen poca relevancia en el contexto en donde vivimos”.

Él describe un “estilo moderno de edificios cuadrados” que no están aclimatados a los calores intensos del verano o los huracanes y las inundaciones de la época de lluvias.

Aprendiendo del pasado

Esas cajas de concreto no siempre fueron la norma en el Caribe.

A través de la historia, en esta región del planeta se han visto varios estilos arquitectónicos que han usado lo que Mohammed llama un “buen diseño típico”.

Por ejemplo, describe a las casas europeas hechas en madera, con adaptaciones con el clima regional como ventanas que podían cerrarse o abrirse adecuadamente durante la temporada de tormentas y toldos para protegerse de la fuerte luz del sol.

Ahora, señala el experto, esas viviendas han sido reemplazadas con ventanas planas que tienen que estar cerradas siempre para evitar la exposición constante al sol o de la lluvia, por lo que el edificio tiene que tener aire acondicionado.

De hecho, las primeras casas en la región no tenían ventanas o incluso, muros.

Tracy Assing, miembro de la Comunidad de Pueblos Originarios en Arima y directora del documental “The Amerindians” anota que para sus ancestros, las estructuras más viejas eran de madera y techos de paja.

Y la mayoría de ellas estaban abiertas al aire.

“Era más como un refugio, con una situación de ático”, señala Assing.

Eran estructuras de temporadas, construidas para ser devueltas a la tierra y reconstruir si era necesario.

“El barro fue un avance tecnológico”, agrega.

Mientras las comunidades indígenas en el Caribe usaban arcilla para construir pequeñas estructuras como hornos en los tiempos precolombinos, fue tiempo después que se utilizó en una vivienda.

Pero para el siglo XVII, la influencia colonial española combinada con las técnicas indígenas había conducido a la popularidad de las estructuras de barro y adobe conocidas como tapia, que es lo más cercano a la técnica utilizada en la actualidad por Wa Samaki.

La arquitecta Celine Ramjit
Wa Samaki
Celine Ramjit sostiene un ladrillo de arcilla y hierba sin cocer frente a una pared de experimentos de yeso.

El historiador Glenroy Taitt, en una investigación publicada hace poco señala que las casas de tapia son como un refugio con forma ovalada con un marco de madera y hecho con una mezcla de arcilla, agua y hierba para las paredes y un techo de paja y hojas de palma.

Incluso esos tipos de edificios se podían encontrar en todo el país bien entrado el siglo XX.

“La era de la tapia finaliza alrededor de los años 40. No solo la gente dejó de utilizar este método para construir sus casas, sino que comenzaron a verlo como algo de personas de menos recursos y primitivo”, señala.

Casas de esta época ahora son difícil de hallar en Trinidad y solo se pueden ver en museos, como el Avocat Mud House.

Este lugar fue construido en 1885 y se erige como un registro de los métodos de construcción del pasado, utilizando técnicas popularizadas aún más por los inmigrantes indios que migraron al Cáribe en el periodo conocido como fr “trabajo no remunerado”

Dentro de esta casa que tiene más de un siglo, uno puede sentir como la temperatura desciende, que es un signo de las casas construidas con arcilla.

Al ser la arcilla más porosa que el concreto, logra atrapar humedad que luego se evapora y de esta forma libera el calor de la superficie.

Con el cambio climático causando temperaturas récord en el Cáribe, un cuarto con una temperatura normal al mediodía es una hazaña sorprendente en una estructura sin ventanas, ventiladores o aire acondicionado.

La identidad nacional

Construcciones adaptadas al clima fue un sello de la arquitectura del Caribe y con los patrones climáticos cambiando alrededor del mundo y afectando particularmente los pequeños estados caribeños, hay una necesidad creciente de mirar el éxito de estos estilos antiguos de arquitectura, a la vez que se incorporan los avances del mundo moderno.

Desde casas de arcilla hasta casas de hierba, pasando por las estructuras coloniales europeas con sus techos altos y espacios abiertos y aireados, cada etapa de la historia del Caribe se ha reflejado en el estilo de la arquitectura construida en esos tiempos.

Cuando Trinidad y Tobago se independizó en 1962, tuvo que lidiar con lo que esto significaba para su identidad nacional y sus edificios.

El Arquitecto Sean Leonard habla de este desafío de la identidad.

“Después de la independencia, como parte de definir cómo sería este nuevo país se decidió cómo tenían que lucir nuestros edificios”, explica.

En paisajes urbanos, como las áreas donde Leonard usualmente trabaja, hacer cambios ecológicos es algo totalmente distinto a lo que se hac en el campo, como Wa Samaki.

Mientras él habla con clientes corporativos, quienes podrían no considerar un diseño tropical como prioridad, mejorar las cosas pueden ser detalles tan pequeños como utilizar un modelo más tradicional de ventana para poder atrapar mejor el viento frío que viene de afuera o dejar dejar una parte del suelo sin pavimentar para que pueda absorber mejor el agua de la lluvia.

Otra adaptación del clima usada a través de la historia del Caribe es construir estructuras elevadas del suelo, que ayuda a la circulación del aire frío durante el verano y protege de las inundaciones en las épocas de lluvias.

Paredes hechas con botellas recicladas
Wa Samaki
Una de las paredes de arcilla de la cocina de Wa Samaki, hecha con botellas de vidrio recicladas

Leonard describe esto como una técnica que ha sido usada a través de la historia de Trinidad, que todavía es utilizada y que puede servir tanto en la ciudad como en el campo.

Para las estructuras de arcilla como las que está construyendo Ramjit, que la estructura esté elevada del suelo es una necesidad de proteger la arcilla de absorber mucha humedad del piso.

El nuevo propósito de la basura

Técnicas tradicionales y materiales como la arcilla y la hierba no son las únicas utilizadas en Wa Samaki, ellos también usan materiales de la basura, para reducir los desperdicios.

El mirador del lugar está hecho de guadua que crece en esta región.

Y para los cimientos y los muros, con forma de dragón, de esta estructura utilizaron llantas usadas tiradas a la basura, que fueron recogidas por los vecinos y rellenadas de botellas vacías y otros desperdicios de plástico antes de ser cubiertas con arena y arcilla.

El techo está cubierto de viejos carteles publicitarios reciclados y un trozo de un tanque de agua, cuya otra mitad se utiliza para albergar algunos de los peces de Rahaman-Noronha (Wa Samaki significa “De los peces” en suajili, un guiño a su lugar de nacimiento, Kenia).

En otras construcciones de la granja, botellas de vidrio multicolores incrustadas en las paredes proporcionan una vía para que entren fuertes halos de luz y color.

Sin su intervención, estos materiales probablemente habrían terminado en uno de los vertederos de desechos de Trinidad, filtrando sustancias químicas a entornos cercanos como la Reserva Natural del Pantano de Caroni.

En Wa Samaki, el equipo ha plantado vetiver, una planta multiusos que se puede utilizar para tratar el residuo químico que dejan las basuras en el suelo.

En la granja, lo utilizan para estabilizar las orillas de sus estanques y evitar deslizamientos de tierra, pero también es uno de los ingredientes principales de sus construcciones de arcilla.

Casasa en un bosque
Wa Samaki
Una toma aérea de la densa jungla de Wa Samaki muestra un marcado contraste con el área circundante.

Ramjit lo utiliza en tiras para dar forma a las paredes de tierra. La hierba se cosecha y se seca, y sus hojas largas y resistentes forman la red perfecta para mantener unida una estructura de arcilla.

Pero Ramjit enfatiza la importancia de experimentar con las hierbas disponibles, en lugar de intentar conseguir un tipo específico.

En lugar de tener “recetas” fijas sobre lo que deberían ser sus materiales de construcción, prueba y experimenta con lo que tiene a mano y alienta a otros a hacer lo mismo.

Durante todo el proceso, hay una idea subyacente de tener curiosidad por lo que nos rodea, observar y colaborar con el mundo natural en lugar de tratar de someterlo a nuestro control.

Assig describe una filosofía similar transmitida a través de su comunidad, de “trabajar con el medio ambiente, en lugar de imponerse a él”.

Este enfoque colaborativo podría ser la clave, no solo para construir estructuras sostenibles que tomen prestado tanto del pasado como del presente, sino para cambiar toda una cultura de cómo los humanos piensan sobre su relación con la tierra.

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