En diciembre de 2024, en la víspera de Navidad y como regalo por su cumpleaños 50, Diana tomó un vuelo en el aeropuerto El Dorado, en Bogotá, para vacacionar en México por primera vez en su vida. Una de sus sobrinas estaba estudiando en el país desde varios meses atrás. Su hermano, quien también tendría unos días libres para visitar a su hija, convenció a Diana –cuyo nombre ha sido cambiado para preservar su anonimato– de sumarse al plan.
En la madrugada del 25 de diciembre, aterrizó en el Aeropuerto de la Ciudad de México (AICM) junto con su hijo de 17 años, pero en lugar de unos días de paseo, se encontró con la arbitrariedad del Instituto Nacional de Migración (INM). Ambos fueron cuestionados, retenidos e incomunicados durante unas 12 horas solo para ser devueltos a Colombia, sin una explicación clara de los motivos.
Casos como el de esta familia se repiten y van en aumento todos los días. El rechazo de personas provenientes de Colombia creció en un 79.5 % en el AICM, así como en un 48 % en el Aeropuerto Internacional de Cancún de 2023 a 2024, de acuerdo con datos entregados por el Instituto Nacional de Migración en respuesta a una solicitud de información pública.
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Según la estadística de la dependencia, durante 2023 fueron rechazadas en su ingreso por el AICM 16 mil 025 personas provenientes de Colombia, mientras que para 2024 esta cifra creció a 28 mil 779, muy por encima de las nacionalidades que ocuparon el segundo y tercer lugar, Perú (7,498) y China (3,862) en 2023, y China (6,496) y Perú (5,818) en 2024. Los rechazos a las originarias de China crecieron en un 68% de un año a otro.
En tanto, en el Aeropuerto de Cancún la cifra de personas de origen colombiano que fueron rechazadas al intentar ingresar por la vía aérea pasó de 12 mil 657 en 2023 a 18 mil 757 en 2024. Aunque en este aeropuerto los rechazos de personas provenientes de Perú descendieron de 5 mil 347 a 2 mil 903, en el caso de Bolivia, del onceavo lugar que ocupó durante 2023 pasó al tercero en 2024, pues las devoluciones de personas de esta nacionalidad crecieron de 451 a 1 mil 652.
Desde junio de 2022, Animal Político ha documentado diversos casos de personas extranjeras –académicas, turistas o solicitantes de asilo– que son devueltas de manera arbitraria a su ingreso por los aeropuertos de Ciudad de México y Cancún. Muchas de ellas han narrado experiencias de retención, incomunicación y condiciones de encierro arbitrarias y violatorias de derechos humanos derivadas de prácticas sistemáticas de racismo y xenofobia por parte de agentes migratorios.
Organizaciones como Sin Fronteras, el Instituto para las Mujeres en la Migración y la Clínica Jurídica Alaide Foppa de la Universidad Iberoamericana –que incluso llevó un caso a la Suprema Corte– han advertido sobre el incremento de solicitudes de ayuda de personas extranjeras que se quedan sin noticia sobre sus familiares que viajaban a México.
Tras la documentación de distintos casos, en enero de 2023 este medio dio a conocer que las devoluciones de personas que llegaban al país por el AICM se habían triplicado en los últimos cinco años al pasar de un promedio mensual de 947 en 2017 a más de 3 mil 500 en 2021 y 2022. La actualización de esta estadística vía transparencia revela que durante 2023 el promedio mensual fue de 3 mil 722 y ascendió a 4 mil 668 en 2024.
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En cuanto Diana y su hijo pasaron por el filtro migratorio en el AICM para la revisión de su pasaporte, fueron cuestionados por un agente sobre lo que venían a hacer a México. Ella explicó el contexto: su sobrina estudiaba aquí, su hermano la había convencido de que la familia viniera a visitarla y su hija –que se había quedado en Colombia– le había regalado parte de su pasaje por su cumpleaños.
Le pidieron una carta invitación de su sobrina. Ella explicó que todas las gestiones se habían hecho a través de su hermano. Le quitaron su teléfono y empezaron a revisarlo, acción que reclamó de inmediato. Luego los llevaron a otro cuarto, donde les retiraron maletas, bolsas, teléfonos y las agujetas de sus tenis. Le pidieron llenar un formato donde debía mencionar los nombres completos de los lugares que visitaría y lo que había en ellos, cuánto dinero llevaba y por cuántos días se quedaría.
Su boleto de regreso lo traía ya pagado para el 4 de enero. Respondió cuánto llevaba en pesos mexicanos, más lo que podía gastar con su tarjeta de dinero colombiano. Comunicó en qué hotel se hospedaría, pero el agente le cuestionó entonces qué había alrededor de ese inmueble en específico.
“Me puse a decirle grosso modo, porque yo en realidad dije ‘a eso voy a México, yo vengo aquí a su país a conocer, porque si yo ya conociera, no vendría’. Le nombré algunos lugares, pero le tenía que decir exactamente qué había en cada lugar. ¿Será que todos los que viajan saben exactamente que hay?”, reclama Diana.
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El agente quería un cronograma exacto por día, pese a que algunos los tenía contemplados sencillamente para descansar en familia. “No sé qué pretende usted decirme –le dije–, pero si usted quiere averiguar, yo tengo una estabilidad laboral y económica en Colombia. Si usted cree que vengo a hacer cosas malas a su país, porque él casi me dio a entender como si yo me fuera a pasar para el otro lado, le dije: ‘no, señor, yo no vengo a eso’”, sostiene en entrevista.
Diana reclama que ella venía a México a contribuir a la economía turística, a gastar dinero en este país. “No, señora, usted no tiene cara de turista y de hecho, desde este momento, haga lo que haga, no puede hacer nada. Usted se queda acá”, recibió por toda respuesta. Diana perdió dinero al cambiar dos veces el efectivo que ya llevaba en pesos mexicanos, el pago parcial del hotel y del pasaje de regreso.
Además, reclama lo que otros turistas, académicos y solicitantes de refugio han descrito: el señalamiento, el tono de rechazo y el maltrato de las autoridades migratorias, “una manera grotesca, que pienso que no es la forma de que nos traten”, remarca. “Yo siento que me trataron como una delincuente, porque fue la actitud”, enfatiza.
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En el transcurso de más de 12 horas, le permitieron hacer dos llamadas cortas, siempre escuchándola y sin dejarle conservar el teléfono; le dieron de comer hot dogs solo cuando hizo énfasis en que su hijo era menor de edad. Había personas de todas las edades –describe–, con enfermedades crónicas, que pasan incluso semanas, amontonados, de muchas nacionalidades, algunos sin acceso a intérpretes en su idioma.
“Me pareció también terrible la manera como nos sacan para regresar a nuestro país. Es como cuando llevan a un reo, en fila, custodiado, frente a la mirada de todo mundo, ‘¿ese qué cometería?’, horrible, fue una experiencia horrible, total… Sería bueno que contaran, porque no es la primera vez y todas las personas que han tenido esta experiencia dicen que en México los tratan muy mal”, relata.
A principios de 2023, la estadística del aeropuerto de Cancún indicaba que a partir de 2021 había comenzado a registrarse un promedio mensual –2 mil 600– ocho veces mayor al de cuatro años atrás, cuando era de 305. De acuerdo con la nueva base de datos entregada por el INM, para 2023 el promedio mensual fue de 2 mil 736 y para 2024 alcanzó las 2 mil 907 devoluciones.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos también ha documentado diversos casos en los que los derechos a la seguridad jurídica, a la libertad personal y a la de tránsito de personas extranjeras han sido violados mediante la retención e incomunicación arbitraria durante procesos de segunda revisión, incluso cuando se prueba una estancia regularizada.
El artículo 87 de la Ley de Migración prevé este tipo de procedimientos solo cuando las autoridades migratorias adviertan alguna irregularidad en la documentación que presenta una persona que pretende internarse en el país, o en el caso de que no satisfaga los requisitos exigidos por la ley. Sin embargo, también especifica que el procedimiento debe ser racional y en ningún caso exceder las cuatro horas.
Sin embargo, personas extranjeras que han experimentado estos procesos han reportado muchas más horas, días y hasta semanas de retención. En respuesta a solicitudes de información pública, el INM reportó que los procesos de segunda revisión crecieron en un 21.7% en total entre 2023 y 2024 en el AICM, mientras que en el Aeropuerto de Cancún (CUN) descendieron de 43 mil 470 a 41 mil 512.
No obstante, específicamente para las personas provenientes de Colombia, las segundas revisiones a su llegada al CUN crecieron en un 32.7% de 2023 a 2024. Mientras que las segundas revisiones a personas originarias de Perú descendieron de 6 mil 610 en 2023 a 3 mil 275 en 2024, las de chinos, bolivianos y jamaiquinos también registraron algún incremento.
En tanto, en el AICM durante 2024 un 87% más de personas provenientes de Colombia fueron enviadas a segunda revisión respecto a 2023, mientras que en el caso de las originarias de China el porcentaje creció en un 70.7%. Apenas en noviembre de 2024, se conoció el caso de una madre y sus tres hijos, de 7,9 y 11 años de edad, solicitantes de asilo que fueron retenidos durante 10 días en el AICM, pese a dos resoluciones judiciales que ordenaban lo contrario.
En otra solicitud de información, el INM respondió, además, que ningún agente migratorio ha sido sancionado por su actuación en esos dos aeropuertos. En un cuadro que desglosa adscripción, tipo de sanción y personal sancionado, se registra a 9 en 2023 y 8 en 2024, para un total de 17, ninguno de ellos en Cancún o Ciudad de México. Además, el instituto reservó la versión pública de las actas ministeriales donde deben constar los motivos de rechazo bajo el argumento de razones de seguridad.
Respecto a los perfiles requeridos para ocupar el puesto de agente migratorio, el Instituto puso a disposición la descripción de los puestos denominados “agente federal de migración B y C”, los cuales son nombramientos de confianza con funciones sustantivas –según el documento–, para lo cual se requiere ser pasante o egresado de criminología, derecho o relaciones internacionales con niveles básicos de liderazgo, negociación, orientación a resultados y trabajo en equipo.
La mayoría de las estructuras modernas están construidas para durar unos 50 años, pero la ingeniosa ingeniería antigua ha mantenido a flote esta ciudad acuática durante más de 1.600 años, utilizando únicamente madera.
Cualquier veneciano sabe que Venecia es un bosque invertido.
La ciudad, que cumplió 1604 años el 25 de marzo, está construida sobre los cimientos de millones de pilotes cortos de madera, clavados en el suelo con la punta hacia abajo.
Estos árboles —alerce, roble, aliso, pino, abeto y olmo, de entre 3,5 metros y menos de 1 metro de longitud— han sostenido palacios de piedra y altos campanarios durante siglos, en una verdadera maravilla de la ingeniería que aprovecha las fuerzas de la física y la naturaleza.
En la mayoría de las estructuras modernas, el hormigón armado y el acero ejercen la función que este bosque invertido ha ejercido durante siglos.
Pero a pesar de su resistencia, pocos cimientos actuales podrían durar tanto como los de Venecia.
“Hoy en día, los pilotes de hormigón o acero están diseñados con una garantía de duración de 50 años”, afirma Alexander Puzrin, profesor de geomecánica e ingeniería de geosistemas en la Universidad Politécnica Federal de Zúrich (ETH, por sus siglas en alemán), Suiza.
“Por supuesto, pueden durar más, pero cuando construimos casas y estructuras industriales, el estándar es de 50 años de vida útil”, agrega.
La técnica de los pilotes venecianos es fascinante por su geometría, su resistencia milenaria y su enorme escala.
Nadie sabe con certeza cuántos millones de pilotes hay bajo la ciudad, pero solo en los cimientos del puente de Rialto hay 14 mil postes de madera compactados, y bajo la Basílica de San Marcos, construida en el año 832, hay 10 mil robles.
“Nací y crecí en Venecia”, afirma Caterina Francesca Izzo, profesora de química ambiental y patrimonio cultural de la Universidad de Venecia.
“De pequeña, como todos, sabía que bajo los edificios venecianos se encuentran los árboles de Cadore [la región montañosa vecina a Venecia]. Pero desconocía cómo se colocaban estos pilotes, cómo se contaban y se derribaban, ni que los battipali (literalmente, los que golpeaban los pilotes) tenían una profesión muy importante. Incluso tenían sus propias canciones. Es fascinante desde un punto de vista técnico y tecnológico”.
Los battipali martillaban los pilotes a mano y cantaban una canción antigua para mantener el ritmo: una melodía evocadora y repetitiva con una letra que alaba a Venecia, su gloria republicana, su fe católica y declara la muerte al enemigo de la época, los turcos.
En un tono más desenfadado, una expresión veneciana aún vigente, Te à na testa da bater pài (literalmente “tiene una cabeza de derribar pilotes”), es una forma pintoresca de decir que alguien es torpe o poco ingenioso.
Los pilotes se clavaban a la mayor profundidad posible, hasta que ya no se podían hundir más, comenzando por el borde exterior de la estructura y avanzando hacia el centro de los cimientos, generalmente hundiendo nueve pilotes por metro cuadrado en forma de espiral.
Las cabezas se aserraban para obtener una superficie regular, que se situaría por debajo del nivel del mar.
Encima se colocaban estructuras transversales de madera, ya fueran zatteroni (tablas) o madieri (vigas).
En el caso de los campanarios, estas vigas o tablas tenían hasta 50 centímetros de grosor.
En otros edificios, las dimensiones eran de 20 centímetros o incluso menos.
El roble proporcionaba la madera más resistente, pero también la más preciada (más tarde, el roble solo se utilizaría para construir barcos; era demasiado valioso para que se quedara enterrado en el barro).
Sobre estos cimientos de madera, los obreros colocaban la piedra del edificio.
La República de Venecia pronto comenzó a proteger sus bosques para proporcionar suficiente madera para la construcción, así como para los barcos.
“Venecia inventó la silvicultura”, explica Nicola Macchioni, director de investigación del instituto de bioeconomía del Consejo Nacional de Investigación de Italia, en referencia al cultivo de árboles.
“El primer documento oficial sobre silvicultura en Italia proviene de la Magnífica Comunidad del Valle de Fiemme (al noroeste de Venecia) y data del año 1111. Detalla las normas para explotar los bosques sin agotarlos“, señala.
Según Macchioni, estas prácticas de conservación debieron de estar en uso años antes de que se escribieran.
“Eso explica por qué el Valle de Fiemme aún hoy está cubierto por un frondoso bosque de abetos”, dice.
Sin embargo, países como Inglaterra ya se enfrentaban a la escasez de madera a mediados del siglo XVI, añade.
Venecia no es la única ciudad que se basa en pilotes de madera como cimientos, pero existen diferencias clave que la hacen única.
Ámsterdam es otra ciudad parcialmente construida sobre pilotes de madera: aquí, como en muchas otras ciudades del norte de Europa, estos se extienden hasta el lecho rocoso y funcionan como largas columnas o como las patas de una mesa.
“Lo cual está bien si la roca está cerca de la superficie”, afirma Thomas Leslie, profesor de arquitectura en la Universidad de Illinois, Estados Unidos.
Pero en muchas regiones, el lecho rocoso está mucho más allá del alcance de un pilote.
En la orilla del lago Michigan, en EE.UU., donde Leslie reside, el lecho rocoso podría estar a 30 metros por debajo de la superficie.
“Encontrar árboles tan grandes es difícil, ¿verdad? Se cuentan historias de Chicago en la década de 1880 donde intentaron clavar un tronco de árbol encima de otro, lo cual, como pueden imaginar, no funcionó.
Finalmente, se dieron cuenta de que se podía confiar en la fricción del suelo”.
El principio se basa en la idea de reforzar el suelo, colocando tantos pilotes como sea posible, lo que aumenta considerablemente la fricción entre estos y el suelo.
“Lo ingenioso de esto”, dice Leslie, “es que, en cierto modo, se utiliza la física (…) Lo bueno es que se aprovecha la naturaleza fluida del suelo para proporcionar resistencia y sostener los edificios”.
El término técnico para esto es presión hidrostática, que básicamente significa que el suelo “agarra” los pilotes si se insertan muchos densamente en un mismo punto, explica Leslie.
De hecho, los pilotes venecianos funcionan así: son demasiado cortos para alcanzar la roca madre y, en cambio, mantienen los edificios en pie gracias a la fricción. Pero la historia de este método de construcción se remonta aún más atrás.
La técnica fue mencionada por Vitruvio, ingeniero y arquitecto romano del siglo I; los romanos usaban pilotes sumergidos para construir puentes, que, a su vez, estaban cerca del agua.
Las compuertas de agua en China también se construían con pilotes de fricción.
Los aztecas los usaban en la Ciudad de México hasta que llegaron los españoles, derribaron la antigua ciudad y construyeron su catedral católica encima, señala Puzrin.
“Los aztecas sabían construir en su entorno mucho mejor que los españoles posteriormente, quienes ahora tienen enormes problemas con esta catedral metropolitana (donde el suelo se hunde de forma irregular)”.
Puzrin imparte una clase de posgrado en la ETH que investiga fallos geotécnicos famosos.
“Y este es uno de esos fallos. Esta catedral de la Ciudad de México, y la Ciudad de México en general, es un museo al aire libre de todo lo que puede fallar en sus cimientos”.
Tras más de 1500 años bajo el agua, los cimientos de Venecia han demostrado una notable resiliencia. Sin embargo, no son inmunes a los daños.
Hace diez años, un equipo de las universidades de Padua y Venecia (con departamentos que abarcan desde silvicultura hasta ingeniería y patrimonio cultural) investigó el estado de los cimientos de la ciudad, comenzando por el campanario de la Iglesia de Frari, construido en 1440 sobre pilotes de aliso.
El campanario de Frari se ha hundido 1 milímetro al año desde su construcción, hasta un total de 60 centímetros.
En comparación con las iglesias y los edificios, los campanarios tienen un mayor peso distribuido en una superficie menor y, por lo tanto, se hunden más y más rápido, “como un tacón de aguja”, afirma Macchioni, quien formó parte del equipo que investigó los cimientos de la ciudad.
Caterina Francesca Izzo trabajaba en el campo, perforando núcleos, recolectando y analizando muestras de madera del subsuelo de iglesias, campanarios y del lateral de los canales, que se estaban vaciando y limpiando en ese momento.
Comentó que debían tener cuidado al trabajar en el fondo del canal seco para evitar que las aguas residuales brotaran esporádicamente de las tuberías laterales.
El equipo descubrió que, en todas las estructuras que investigaron, la madera estaba dañada (malas noticias), pero el sistema de agua, barro y madera la mantenía intacta (buenas noticias).
Desmintieron la creencia común de que la madera del subsuelo de la ciudad no se pudre porque se encuentra en un estado anaeróbico o sin oxígeno.
Las bacterias atacan la madera, incluso en ausencia de oxígeno.
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Sin embargo, la acción de las bacterias es mucho más lenta que la de los hongos e insectos, que operan en presencia de oxígeno.
Además, el agua llena las celdas vaciadas por las bacterias, lo que permite que las pilas de madera mantengan su forma.
Así que, incluso si los pilotes de madera se dañan, todo el sistema de madera, agua y barro se mantiene unido bajo una intensa presión y se mantiene resistente durante siglos.
“¿Hay algo de qué preocuparse? Sí y no, pero aun así deberíamos considerar continuar con este tipo de investigación”, dice Izzo.
Desde el muestreo hace 10 años, no se habían recolectado nuevos, principalmente debido a la logística.
Se desconoce cuántos siglos más durarán los cimientos, dice Macchioni.
“Sin embargo, [durarán] mientras el entorno se mantenga igual. El sistema de cimentación funciona porque está hecho de madera, tierra y agua”.
El suelo crea un ambiente sin oxígeno, el agua contribuye a ello y mantiene la forma de las células, y la madera proporciona fricción.
Sin uno de estos tres elementos, el sistema colapsa.
En los siglos XIX y XX, la madera fue completamente reemplazada por el cemento en la construcción de cimientos.
Sin embargo, en los últimos años, una nueva tendencia de construcción con madera ha cobrado mayor interés, incluyendo el auge de los rascacielos de madera.
“Es un material de moda ahora mismo, y por muy buenas razones”, comenta Leslie.
La madera es un sumidero de carbono, es biodegradable y, gracias a su ductilidad, se considera uno de los materiales más resistentes a los terremotos.
“Claro que hoy en día no podemos construir ciudades enteras de madera porque somos demasiados en el planeta”, añade Macchioni, pero es innegable que, sin materiales artificiales ni motores, los constructores de la antigüedad simplemente tuvieron que ser más ingeniosos.
Venecia no es la única ciudad con cimientos de madera, pero sí es “la única [donde se utilizó la técnica de fricción] en masa que aún sobrevive hoy en día y es increíblemente hermosa”, añade Puzrin.
“Había gente que no estudió mecánica de suelos ni ingeniería geotécnica, y aun así produjeron algo con lo que solo podemos soñar, y que duró tanto tiempo. Eran ingenieros extraordinarios e intuitivos que hicieron exactamente lo correcto, aprovechando todas estas condiciones especiales”, concluyó.
*Las ilustraciones de esta historia son solo para fines artísticos y no son una representación fiel de los cimientos de pilotes de madera bajo Venecia, que están muy juntos y no tienen ramas.
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