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Sheinbaum, cerca de romper el récord histórico de personas privadas de la libertad en México: las cifras clave
Sheinbaum, cerca de romper el récord histórico de personas privadas de la libertad en México: las cifras clave
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Sheinbaum, cerca de romper el récord histórico de personas privadas de la libertad en México: las cifras clave

A 448 personas de un récord histórico, la población penitenciaria en México ha crecido 8.3 % en el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum. Expertos explican la relación de esta crisis carcelaria con la prisión preventiva oficiosa y el hacinamiento.
09 de diciembre, 2025
Por: Alfredo Maza

A poco más de un año de haber asumido funciones como la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo está a punto de romper el récord histórico de personas en prisión desde que se tiene registro (diciembre de 1999), al sumar 255 mil 190 personas privadas de la libertad, con cifras actualizadas a octubre de 2025.

En 12 meses la mandataria federal se colocó a 448 personas de alcanzar a los expresidentes Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, quienes en su punto máximo mantuvieron a 255 mil 638 personas en prisión.

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Además, en octubre de 2024, cuando Claudia Sheinbaum asumió el poder, el país contaba con 235 mil 461 personas privadas de la libertad. Esto se traduce en que, en tan solo un año, logró que la población penitenciaria aumentará un 8.379 %; es decir, 19 mil 729 personas más desde que inició su gestión.

Especialistas consultados por Animal Político alertan sobre las causas y consecuencias del aumento de la población penitenciaria, señalando que ha sido impulsado principalmente por la ampliación de los delitos que ameritan la prisión preventiva oficiosa, una estrategia punitivista que no se ha traducido en una mayor seguridad ni justicia para las personas, ni ha solucionado los problemas de fondo de la violencia.

Por el contrario, critican que el incremento ha generado un deterioro de las condiciones de vida de las personas dentro de las cárceles, debido al hacinamiento y a las violaciones a derechos humanos, lo que ha castigado de manera desproporcionada y en mayor medida a las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Estas son las cifras clave.

Aumento de la población penitenciaria en México: sexenio tras sexenio

Desde el año 2000, la entonces Dirección General de Prevención y Readaptación Social, dependiente de la Secretaría de Gobernación (Segob), comenzó a publicar el Cuaderno Mensual de Información Estadística para transparentar cifras de la población penitenciaria a nivel nacional, como su situación jurídica, estado, sexo.

Desde aquella primera publicación destacó que de diciembre de 1999 a diciembre del 2000 hubo un aumento de 11 mil 965 personas en la población penitenciaria en México, al pasar de 142 mil 800 a 154 mil 765 en tan solo 12 meses. Desde entonces esta cifra no ha dejado de crecer.

Por ejemplo, del año 2001 hasta 2006, periodo que comprende todo el sexenio de Vicente Fox Quesada, la población penitenciaria pasó de 165 mil 668 personas a 210 mil 140. Un incremento del 26.828 % en seis años.

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El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, comprendido del año 2007 —el primero de la llamada “guerra contra las drogas”— al 2012, no fue la excepción, al pasar de 212 mil 841 personas a 239 mil 089 en prisión. Un aumento del 12.349 %.

Aunque el presidente Enrique Peña Nieto fue el primero en llegar al récord histórico de presos en México, al tener en prisión a 255 mil 638 personas en 2014 (mismo año en el que ocurrió la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa), su administración fue la única que también logró romper con ese aumento.

El análisis de los datos muestra una tendencia en forma de “U”: la población en prisión pasó de 246 mil 334 personas en 2013 —con un último repunte en 2014— a 197 mil 988 en 2018, lo que significó una disminución constante de 24.419 % que representó una reducción de casi 50 mil personas en tres años.

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Sin embargo, a partir del año siguiente, el primero de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, la tendencia se invirtió drásticamente hasta tener un repunte agresivo que ha llevado a las cifras actuales a superar los niveles de hace una década, con solo una breve caída en 2023.

Así, durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador la cifra de la población penitenciaria en México volvió a aumentar al pasar de 200 mil 936 personas en prisión en 2019 a 235 mil 197 en 2024. Esto representó un aumento del 17.051 % y se alcanzó en el año 2022 el mismo récord histórico que Peña Nieto: 255 mil 638 personas.

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Gráfica sobre el aumento de la población penitenciaria en México. Fuente: Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Reinserción Social de la SSPC

El abogado Luis Tapia, especialista en derechos humanos y derecho penal, identifica un conjunto de factores que explican el incremento de la población en prisión en México, revirtiendo el descenso que se había observado tras la implementación del Sistema Penal Acusatorio en 2016. Esto parte del uso indiscriminado de la figura de la prisión preventiva oficiosa en 2018, que marcó un punto de inflexión para el país.

“El problema es que la ‘solución’ de la cárcel, lejos de reducir el crimen o resolver los conflictos, muchas veces profundiza los problemas inherentes al sistema, con el riesgo de desembocar en una crisis mucho más grave que la inicial”, señala.

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Sofía González Talamantes, subdirectora de la organización Documenta, también señala al uso excesivo y prolongado de la prisión preventiva como el principal motor de la crisis carcelaria, asegurando que este sistema termina castigando con mayor energía a las personas con más vulnerabilidad.

“Las personas en una situación de pobreza, las personas indígenas, muchas personas con discapacidad, jóvenes que son criminalizados, la población de la calle. Muchas de estas personas llegan a prisión, muchas veces, sin haber cometido un delito. Lo que sabemos es que la fiscalía y los ministerios públicos no investigan de manera adecuada”.

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En octubre de 2021, Animal Político, en alianza con la organización Intersecta, publicó la investigación Prisión preventiva: el arma que encarcela pobres e inocentes donde se dio cuenta de que, en efecto, el 70 % de las personas a las que se les aplica la medida de prisión preventiva oficiosa o automática son de escasos recursos.

Artesanos, choferes, campesinos, pescadores, vendedores y comerciantes, quienes apenas cuentan con primaria o secundaria y son acusados de delitos menores, como pequeños robos, son las principales víctimas de esta medida, situación que incluso evidencia el porqué no han bajado los niveles de violencia en el país pese a que hay más detenidos.

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Sheinbaum y Harfuch: nueve de cada 10 “nuevos” presos no tienen sentencia 

Desde que llegaron al gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), han afirmado que el aumento de personas detenidas en el país es debido al combate de los llamados delitos de alto impacto: homicidio, feminicidio, secuestro, lesiones, extorsión y robos de diferentes tipos.

El 11 de noviembre de 2025, durante una conferencia de prensa en Palacio Nacional, García Harfuch informó que en 13 meses de la presente administración “han sido detenidas más de 37 mil personas por delitos de alto impacto”.

Aunque hay una discrepancia entre las cifras de personas detenidas por “delitos de alto impacto” (que pudieron no haber llegado a la cárcel) y las que llegan a prisión (de las que también hubo liberaciones durante el año), para el experto Luis Tapia el aumento de la población penitenciaria en México en los últimos meses se puede deber también al cambio de política de seguridad del gobierno de Claudia Sheinbaum que, a diferencia de su antecesor, se enfoca en detener a más personas.

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“[Pero] el hecho de que detengan a personas no significa que sean culpables. Avisar de la detención es simplemente iniciar el proceso contra esa persona y tiene derecho a que se siga un juicio y se respeten todas las garantías del debido proceso y que, habiéndose garantizado su derecho de defensa, se le condene […] pero en un país que se dice democrático y con Estado de Derecho, no puede ser la palabra de la policía y de la presidencia la última sobre la culpabilidad de una persona”.

El desglose mensual de octubre de 2024 a octubre de 2025 muestra aumentos constantes y significativos, al pasar de 235 mil 461 personas a 255 mil 190; es decir, 19 mil 729 personas.

Solo diciembre de 2024 tuvo una ligera baja, pero enero de 2025 fue el mes con el mayor aumento abrupto, sumando 2 mil 915 personas en un mes. Desde ahí y hasta octubre de este año, todos los meses registraron aumentos en el total de la población.

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Gráfica sobre el aumento de la población penitenciaria en México durante el primer año de Sheinbaum. Fuente: Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Reinserción Social de la SSPC.

Sin embargo, un análisis detallado de las cifras oficiales en el mismo periodo revela que el aumento de la población penitenciaria en México no se debe a una mayor eficacia en la impartición de justicia (más sentencias), sino a un uso intensivo de la prisión preventiva que se traduce en más personas inocentes o procesadas.

Al revisar el estatus legal de estos “nuevos” presos se puede identificar que la desproporción es alarmante, pues las personas sin sentencia (procesadas) aumentaron en 17 mil 966, sumando el fuero común y el federal. Esto representa el 91 % de todo el crecimiento anual; es decir, que nueve de cada 10 “nuevos” presos no tienen sentencia.

En contraste, las personas con sentencia (a las que sí se les siguió un juicio) solo aumentaron en mil 766 personas.

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Gráfica sobre la población penitenciaria en México por fuero y situación jurídica. Fuente: Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Reinserción Social de la SSPC.

En otras palabras, por cada persona que ingresó al sistema con una condena firme en el último año, ingresaron aproximadamente 9 personas a la cárcel bajo proceso judicial sin culpabilidad probada.

Para Sofía González otra de las consecuencias directas del aumento de la población penitenciaria en México es el hacinamiento que hay dentro de las cárceles, lo que lleva incluso a niveles críticos de insalubridad y trato inhumano, especialmente en los centros penitenciarios estatales.

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“Eso implica que no tengan acceso a agua, no tengan acceso a medicamentos, a un doctor o una doctora si tienen un padecimiento, y las mismas condiciones de hacinamiento, pues hacen que las personas se enfermen. O sea, en celdas donde hay espacio para cuatro personas, duermen 20. Entonces, física y mentalmente, las personas en prisión no están bien. Las condiciones no son humanas”.

—¿Y cómo podemos explicarle a la gente que el hecho de que haya más personas en prisión no necesariamente se traduce en una mayor justicia para ellos? —se le pregunta a ambos especialistas.

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Es que realmente no es que la seguridad esté aumentando por el hecho de que tú metas a personas en la prisión. Yo creo lo contrario: cada vez nos sentimos más inseguras, existe más violencia, y esto se debe a que, primero, no están investigando y que están metiendo a las personas que muchas veces no tienen una defensa adecuada, no pueden pagar una defensa privada. ¿Quién está en la cárcel?, pues la gente pobre, la que no pudo defenderse. Creo que es muy importante que se entienda eso responde Sofía González.

Luis Tapia considera que la cárcel, como única respuesta para resolver problemas es una “muy mala idea”, porque, asegura, llevar a la gente a prisión representa muchos recursos económicos y convertir en delito cualquier problema de los ciudadanos sobrecarga el sistema de justicia y hace que tenga menos capacidad para resolver ciertos delitos, como el homicidio, la desaparición, la tortura, la violación y la trata de personas.

Creo que no es práctico, no ayuda. Tener sistemas carcelarios con mucha gente… eso se vuelve un problema que regresa finaliza.

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Imagen BBC
El moho negro de Chernóbil que parece “alimentarse de radiación”
10 minutos de lectura

Una especie de moho estaría desafiando lo que los científicos entienden sobre los efectos de la radiación en la vida

02 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
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El moho hallado en el lugar del desastre nuclear de Chernóbil parece alimentarse de la radiación. ¿Podríamos usarlo para proteger a los viajeros espaciales de los rayos cósmicos?

En mayo de 1997, Nelli Zhdanova entró en uno de los lugares más radiactivos de la Tierra -las ruinas abandonadas de la central nuclear de Chernóbil- y descubrió que no estaba sola.

En el techo, las paredes y el interior de los conductos metálicos que protegen los cables eléctricos, el moho negro se había instalado en un lugar que antes se consideraba perjudicial para la vida.

En los campos y el bosque que rodea la central nuclear, los lobos y los jabalíes habían resurgido ante la ausencia de humanos.

Pero incluso hoy en día existen zonas específicas donde se pueden encontrar niveles alarmantes de radiación debido al material expulsado del reactor al explotar.

Se ven grafitis en el abandonado Palacio de Cultura Enerhetyk, en la plaza central, el 12 de abril de 2025 en Prypiat, Óblast de Kiev, Ucrania.
Getty Images
Ciudades enteras tuvieron que ser abandonadas luego del desastre de Chernobyl.

El moho, formado por diversos hongos, parecía estar haciendo algo extraordinario. No se había instalado simplemente porque los trabajadores de la planta se hubieran marchado.

En realidad, Zhdanova había descubierto en estudios previos del suelo alrededor de Chernóbil que los hongos estaban creciendo hacia las partículas radiactivas que cubrían la zona.

Ahora, descubrió que habían llegado a la fuente original de radiación: las habitaciones dentro del edificio del reactor que explotó.

Con cada estudio que la acercaba a la radiación dañina, el trabajo de Zhdanova también ha revolucionado nuestras ideas sobre cómo la radiación impacta la vida en la Tierra.

Ahora, su descubrimiento ofrece la esperanza de limpiar sitios radiactivos e incluso proporciona maneras de proteger a los astronautas de la radiación dañina durante sus viajes espaciales.

El accidente que marcó una época

Once años antes de la visita de Zhdanova, una prueba de seguridad rutinaria del reactor cuatro de la central nuclear de Chernóbil se había convertido rápidamente en el peor accidente nuclear del mundo.

Una serie de errores, tanto en el diseño del reactor como en su funcionamiento, provocaron una enorme explosión en la madrugada del 26 de abril de 1986. El resultado fue una única y masiva liberación de radionucleidos.

El yodo radiactivo fue una de las principales causas de muerte en los primeros días y semanas, y, posteriormente, del aumento de casos de cáncer.

En un intento por reducir el riesgo de intoxicación por radiación y las complicaciones de salud a largo plazo, se estableció una zona de exclusión de 30 km, también conocida como la “zona de aislamiento”, para mantener a las personas alejadas de los restos radiactivos más peligrosos del reactor cuatro.

Pero mientras se mantenía a los humanos alejados, el moho negro de Zhdanova había colonizado lentamente la zona.

Una rana negra al lado de una rana verde sobre un fondo blanco
Germán Orizaola/Pablo Burraco
La radiación ionizante puede haber provocado que las ranas arbóreas dentro de la zona de exclusión de Chernóbil tuvieran la piel más oscura (izquierda) que las que estaban fuera de ella (derecha).

Como plantas que buscan la luz solar, la investigación de Zhdanova indicó que las hifas fúngicas del moho negro parecían atraídas por la radiación ionizante.

Pero el “radiotropismo”, como lo denominó Zhdanova, era una paradoja: la radiación ionizante suele ser mucho más potente que la luz solar, una descarga de partículas radiactivas que destroza el ADN y las proteínas como las balas perforan la carne.

El daño que causa puede desencadenar mutaciones dañinas, destruir células y matar organismos.

Además de los hongos aparentemente radiotrópicos, los estudios de Zhdanova encontraron otras 36 especies de hongos comunes, pero lejanamente relacionados, que crecían alrededor de Chernóbil.

Durante las dos décadas siguientes, el trabajo pionero sobre los hongos radiotrópicos que identificó llegaría mucho más allá de Ucrania. Contribuiría al conocimiento de una posible nueva base para la vida en la Tierra, una que prospera gracias a la radiación en lugar de la luz solar.

Y llevaría a los científicos de la NASA a considerar rodear a sus astronautas con paredes de hongos como una forma duradera de soporte vital.

Melanina

En el centro de esta historia se encuentra un pigmento ampliamente presente en la vida terrestre: la melanina. Esta molécula, que puede variar del negro al marrón rojizo, es la que determina los diferentes colores de piel y cabello en las personas.

Pero también es la razón por la que las diversas especies de moho que crecían en Chernóbil eran negras. Sus paredes celulares estaban repletas de melanina.

Así como la piel más oscura protege nuestras células de la radiación ultravioleta (UV), Zhdanova sospechaba que la melanina de estos hongos actuaba como escudo contra la radiación ionizante.

Una mujer con vitiligo, una enfermedad que afecta la melanina de la piel.
Getty Images
Se cree que la melanina, el pigmento que le da color a las pieles más oscuras, es el factor clave en el desarrollo del moho de Chernóbil.

No solo estaban los hongos aprovechando las propiedades protectoras de la melanina.

En los estanques alrededor de Chernóbil, las ranas con mayores concentraciones de melanina en sus células y, por lo tanto, de color más oscuro, lograron sobrevivir y reproducirse mejor, ennegreciendo paulatinamente a la población local que vivía allí.

En la guerra, un escudo podría proteger a un soldado de una flecha al desviarla de su cuerpo. Pero la melanina no funciona así. No es una superficie dura ni lisa. La radiación, ya sea UV o partículas radiactivas, es absorbida por su estructura desordenada, y su energía se disipa en lugar de ser desviada.

La melanina también es un antioxidante, una molécula que puede transformar los iones reactivos que la radiación produce en la materia biológica y devolverlos a un estado estable.

La radiación como alimento

En 2007, Ekaterina Dadachova, científica nuclear del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York, contribuyó al trabajo de Zhdanova sobre los hongos de Chernóbil, revelando que su crecimiento no era solo direccional (radiotrópico), sino que, de hecho, aumentaba en presencia de radiación.

Descubrió que los hongos melanizados, al igual que los del reactor de Chernóbil, crecían un 10% más rápido en presencia de cesio radiactivo en comparación con los mismos hongos cultivados sin radiación.

Dadachova y su equipo también descubrieron que los hongos melanizados irradiados parecían utilizar la energía para impulsar su metabolismo. En otras palabras, la utilizaban para crecer.

Cuatro discos Petri con diferentes muestras del moho que crece en Chernóbil
Elsevier/ Zhdanova et al. 2000
Cultivos hallados en la cuarta unidad de Chernóbil, incluyendo Cladosporium sphaerospermum. La placa superior derecha muestra claramente la melanización.

Zhdanova había sugerido que estos hongos podrían aprovechar la energía de la radiación, y ahora la investigación de Dadachova parecía basarse en esta idea.

Estos hongos no solo crecían hacia la radiación para obtener calor o alguna reacción desconocida entre la radiación y su entorno, como había sugerido Zhdanova.

Dadachova creía que los hongos se alimentaban activamente de la energía de la radiación. Llamó a este proceso “radiosíntesis”. Y la melanina era fundamental en la teoría.

“La energía de la radiación ionizante es aproximadamente un millón de veces mayor que la energía de la luz blanca, que se utiliza en la fotosíntesis”, afirma Dadachova. “Por lo tanto, se necesita un transductor de energía bastante potente, y esto es lo que creemos que la melanina es capaz de hacer: transducir [la radiación ionizante] a niveles utilizables de energía”.

La radiosíntesis sigue siendo solo una teoría, ya que solo se puede demostrar si se descubre el mecanismo preciso entre la melanina y el metabolismo.

Los científicos necesitarían encontrar el receptor exacto -o un rincón específico en la intrincada estructura de la melanina- que participa en la conversión de la radiación en energía para el crecimiento.

Radiación cósmica

En años más recientes, Dadachova y sus colegas han comenzado a identificar algunas de las vías y proteínas que podrían explicar el aumento del crecimiento de los hongos con la radiación ionizante.

No todos los hongos melanizados muestran una tendencia al radiotropismo y al crecimiento positivo en presencia de radiación. Un estudio de 2006 realizado por Zhdanova y sus colegas, por ejemplo, descubrió que solo nueve de las 47 especies de hongos melanizados que recolectaron en Chernóbil crecieron hacia una fuente de cesio radiactivo (cesio-137).

Vista cercana de moho.
Getty Images
No todos los hongos melanizados parecían absorber radiación.

De manera parecida, en 2022, científicos de los Laboratorios Nacionales Sandia en Nuevo México no encontraron diferencias en el crecimiento cuando dos especies de hongos (una melanizada y otra no) fueron expuestas a radiación UV y cesio-137.

Pero ese mismo año, se volvió a detectar la misma tendencia de crecimiento fúngico al ser expuestos a la radiación en el espacio.

A diferencia de la desintegración radiactiva detectada en Chernóbil, la llamada radiación cósmica galáctica es una tormenta invisible de protones cargados, cada uno de los cuales viaja a una velocidad cercana a la de la luz a través del universo.

Originada en estrellas en explosión fuera de nuestro sistema solar, incluso logra atravesar el plomo sin mayor problema.

En la Tierra, nuestra atmósfera nos protege en gran medida de ella, pero para los astronautas que viajan al espacio profundo se ha descrito como “el mayor peligro” para su salud.

Pero ni siquiera la radiación cósmica galáctica supuso un problema para las muestras de Cladosporium sphaerospermum, la misma cepa que Zhdanova encontró creciendo en Chernóbil, según un estudio que envió estos hongos a la Estación Espacial Internacional en diciembre de 2018.

“Lo que demostramos es que crece mejor en el espacio”, afirma Nils Averesch, bioquímico de la Universidad de Florida y coautor del estudio.

Un disco de Petri con una muestra una muestra del moho de Chernóbil
Nils Averesch/ Aaron Berliner
El aislado de Cladosporium sphaerospermum de Chernóbil, cultivado en una placa de agar de papa y dextrosa, muestra una melanización muy alta.

En comparación con las muestras de control en la Tierra, los investigadores descubrieron que los hongos expuestos a la radiación cósmica galáctica durante 26 días crecieron un promedio de 1,21 veces más rápido.

Aun así, Averesch todavía no está convencido de que esto se deba a que C. sphaerospermum estaría aprovechando la radiación en el espacio. El aumento en los niveles de crecimiento también podría deberse a la gravedad cero, otro factor que los hongos en la Tierra no experimentaron.

Averesch está realizando experimentos con una máquina de posicionamiento aleatorio que simula la gravedad cero aquí en la Tierra para analizar estas dos posibilidades.

Pero Averesch y sus colegas también probaron el potencial protector de la melanina en C. sphaerospermum colocando un sensor debajo de una muestra de hongos a bordo de la Estación Espacial Internacional.

En comparación con las muestras sin hongos, la cantidad de radiación bloqueada aumentó a medida que los hongos crecían, e incluso una mancha de moho en un disco de Petri parecía ser un escudo eficaz.

“Considerando la capa comparativamente delgada de biomasa, esto podría indicar una gran capacidad de C. sphaerospermum para absorber la radiación espacial en el espectro medido”, escribieron los investigadores.

Averesch dice que aún es posible que los aparentes beneficios radioprotectores de los hongos se deban a componentes de la vida biológica distintos al de la melanina.

El agua, por ejemplo, una molécula con un alto número de protones en su estructura (ocho en el oxígeno y uno en cada hidrógeno), es una de las mejores maneras de protegerse contra los protones que se desplazan por el espacio, un equivalente astrobiológico a combatir el fuego con fuego.

Incluso así, los hallazgos han abierto perspectivas intrigantes para resolver el problema de la vida en el espacio. Tanto China como Estados Unidos planean tener una base en la Luna en las próximas décadas, mientras que SpaceX, con sede en Texas, aspira a que su primera misión a Marte despegue a finales de 2026 y a que los humanos aterricen allí entre tres y cinco años después.

Las personas que vivan en estas bases deberán estar protegidas de la radiación cósmica. Sin embargo, usar agua o plástico de polietileno como caparazón radioprotector para estas bases podría resultar demasiado pesado para el despegue.

El metal y el vidrio presentan un problema similar. Lynn J. Rothschild, astrobióloga del Centro de Investigación Ames de la NASA, ha comparado el transporte de estos materiales al espacio para construir bases espaciales con una tortuga que lleva su caparazón a todas partes.

“Es un plan fiable, pero con un alto coste energético”, declaró en un comunicado de la NASA de 2020.

Su investigación ha dado lugar a muebles y paredes a base de hongos que podrían cultivarse en la Luna o Marte.

Esta “micoarquitectura” no sólo reduciría el coste del despegue, sino que, si los hallazgos de Dadachova y Averesch resultan correctos, también podría utilizarse para formar un escudo de radiación, una barrera autorregenerativa entre los humanos que viajan al espacio y la tormenta de radiación cósmica galáctica del exterior.

Así como esos mohos negros colonizaron un mundo abandonado en Chernóbil, tal vez algún día podrían proteger nuestros primeros pasos en nuevos mundos en otras partes del Sistema Solar.

*Esta es una adaptación al español de una historia publicada originalmente en inglés por BBC Future. Si quieres leerla en su idioma original, haz clic aquí.

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