Cinco militares fueron sentenciados a 90 años de prisión por asesinar hace 13 años a los estudiantes del Tecnológico de Monterrey Javier Francisco Arredondo y Jorge Antonio Mercado Alonso.
Así, los militares fueron sentenciados a 90 años, pero cumplirán una pena máxima de 60 años porque es lo más que permite la ley, de acuerdo con el Colectivo Todos Somos Jorge y Javier.
“La sentencia es de 90 años, pero aclarando que la pena máxima es de 60 y se cumplirán 60 años”, precisó Rosa Elvia Mercado Alonso, madre de Jorge.
La conferencia de prensa de este martes estuvo encabezada por los padres de Jorge: Rosa Elvia Mercado Alonso y Lorenzo Joel Medina Salazar.
Durante la conferencia, se mencionó a los padres de Javier, quienes fallecieron sin poder llegar hasta este día: Haydeé Verdugo, quien murió en febrero de 2020, y Aurelio Arredondo Rodríguez.
“No queremos dejar de mencionar que doña Haydee y don Javier, padres de Javier, fallecieron en el camino de la búsqueda de la justicia y hoy, a 13 años de los hechos, no están aquí para presenciar este momento”, menció el Colectivo durante la lectura del comunicado.
Por su parte, la madre de Jorge consideró que la sentencia fue positiva hacia los familiares de las víctimas.
“Me llena de gozo el saber que esto ya, no terminó, pero sí se llegó a una sentencia positiva hacia nosotros”, comentó la señora Rosa Elvia Mercado Alonso.
La sentencia fue dictada por el Juzgado Cuarto de Distrito en Materia Penal en el Estado de Nuevo León y el juez encargado de trabajar en el caso es José Reynoso Castillo.
El equipo que acompaña a los familiares de los dos estudiantes del Tec de Monterrey ve posible que los militares apelen la setencia.
“Intuimos que, conforme a sus derechos, los militares declarados culpables tratarán de apelar la sentencia. Esperamos contar con toda su solidaridad como siempre para defenderla”, indicó el Colectivo.
Mientras tanto, los familiares y equipo legal de los jóvenes presionarán para que siga la investigación por los “delitos administrativos” y se procesen judicialmente el robo de identidad, abuso de autoridad, exceso de fuerza, entre otros, de acuerdo con el comunicado.
También, agregaron que revisarán que se trate de una “sentencia de calidad” y conforme las obligaciones del Estado en material de derechos humanos, estándares internacionales y contemple la reparación de daño integral para sus familias.
Consideraron esta sentencia como un triunfo.
“Es un triunfo que a través de instituciones civiles se logre procesar violaciones graves a los derechos humanos cometidas por el Ejército (…) Esta sentencia representa una victoria para la memoria y la verdad. Sin embargo, la lucha continúa”, consideró el Comité y las familias.
Además, la sentencia senta un precedente para todas las personas víctimas de ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército mexicano, agregó el Colectivo. Y también confirma que “el ejército ha matado civiles, y los ha hecho pasar por sicarios”.
“En México, quienes hacen la búsqueda de la justicia son las víctimas, a pesar de las autoridades responsables de hacerlo”.
Jorge y Javier, estudiantes del Tecnológico de Monterrey en dicha ciudad, fueron asesinados por elementos del Ejército el 19 de marzo de 2010 cuando se encontraban en las instalaciones educativas.
“El ejército mató a dos estudiantes dentro de las instalaciones de su universidad y quiso hacerlos pasar por sicarios”, de acuerdo con el comunicado leído este martes en conferencia.
La versión oficial de la Secretaría de la Defensa Nacional afirmó que se trataban de delincuentes que habían atacado a los militares, tiempo después se comprobó que Jorge y Javier solo eran estudiantes que llevaban una mochila y no iban armados “hasta los dientes” como lo señaló la versión oficial.
“No fue una bala perdida dentro de un encuentro entre el ejército y el crimen organizado. Jorge y Javier recibieron impactos de bala a corta distancia y golpes en la cara y el cuerpo hasta que los mataron. Además, les quitaron sus mochilas y les sembraron armas para hacerlos pasar por sicarios”, indicó este martes el Colectivo en su comunicado.
Rosa Elvia Mercado Alonso, madre de Jorge, señaló en marzo pasado que ha sido “una lucha difícil” y aunque hace siete años se consignó el caso por homicidio, aún quedan pendientes otros delitos como abuso de autoridad, alteración de los hechos y robo de identidad.
Por estos hechos fueron señalados seis militares, tres de los cuales están aprehendidos desde hace casi siete años, dos más fueron detenidos el año pasado en San Luis Potosí y uno más está reportado como desaparecido.
Así, la sentencia dada a conocer este martes fue para esos cinco militares.
La señora Mercado Alonso dijo en marzo pasado que siempre les han dicho que el caso de Jorge y Javier “es un caso relevante” pero cuestiona por qué sí es así es que han pasado tantos años sin justicia.
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En 2019 la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ofreció una disculpa pública a las familias, pero señalan que “aunque fue importante no es suficiente”.
“La muerte de los muchachos fue una faramalla, un teatro del combate al narcotráfico”, acusó la madre de Jorge, quien también criticó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de no hacer más que recomendaciones “que se quedan en el aire”.
En tanto Reyna Haydee Arredondo Verdugo, hermana de Javier, señaló que este caso, como muchos otros ocurridos en el país, evidencian que “la militarización no es la solución”.
Acompañadas por miembros del colectivo Todos Somos Jorge y Javier, las familias señalaron en marzo pasado estar esperanzadas de que “pronto” pueda emitirse una sentencia luego de que se detuviera a otros dos militares y que un nuevo juez estuviera al frente del caso.
Esa sentencia que los familiares de los jóvenes esperan en marzo, llegó este martes 17 de octubre.
Hasta los dientes, documental mexicano dirigido por Alberto Arnaut muestra los vídeos de cámaras de seguridad del Tecnológico de Monterrey en el que se observa cómo los militares atacaron a Jorge y Javier, incluso el momento en que manipulan la escena y colocan armas a los jóvenes.
Tras siete años de investigación, el director Alberto Arnaut presentó en 2018 este documental con la primera intención de “limpiar el nombre de Jorge y Javier, contar su historia de vida y que las personas sepan quienes eran”.
Arnaut conoció en vida a Javier Francisco Verdugo, “él era del pueblo de mi papá -Todos Santos Baja California Sur-, cuando iba a visitar a mi abuela, conviví con él, era más o menos de mi edad. Al pueblo de Todos Santos le indignó muchísimo el asesinato”.
En 2024 Sudamérica rompió varios récords de incendios y sequías que impactaron a sus ecosistemas, pero de manera inédita afectan cada vez más a las ciudades.
Sudamérica rompió varios récords en 2024: Chile tuvo el incendio forestal más mortal del mundo en al menos un siglo; en Bolivia, las llamas devoraron proporciones del país nunca antes vistas, y en Venezuela y Brasil hubo sequías más prolongadas que lo usual.
Ese mismo año se quemaron más de 79 millones de hectáreas (790.000 km²) en la región, el mayor daño en al menos una década, lo que dejó cientos de muertos y miles de viviendas afectadas.
Temporadas secas más largas, incendios descontrolados y nubes de humo visibles desde el espacio son fenómenos cada vez más comunes en gran parte de Sudamérica, advierten los expertos.
Lo más sorprendente del año pasado fue que algunos incendios forestales se propagaron a distancias sin precedentes, llegando incluso a centros urbanos.
“Esto de que los incendios sean capaces de matar gente en la ciudad es algo que no lo teníamos contemplado antes”, le dice a BBC Mundo Raúl Cordero, científico del clima y académico de la Universidad de Santiago de Chile.
“Lamentablemente es una nueva tendencia que estamos viendo”.
Cordero es el autor principal de un estudio que analizó datos de las últimas cinco décadas en el que identificaron una acelerada alza en la combinación de más días calurosos, más secos y con mayor peligro de incendios forestales que podrían causar catástrofes en Sudamérica.
La investigación se enfocó en tres áreas que han sido particularmente afectadas por el calor y la disminución de lluvias: las regiones del norte del Amazonas en Brasil, Maracaibo en Venezuela y el noreste del Gran Chaco, la zona de bosque tropical seco más grande del mundo, que cubre partes de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
El estudio considera “calurosos” los días en que la temperatura máxima supera ciertos niveles, que varían según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, en São Paulo (Brasil), un día de verano se considera caluroso si la temperatura supera los 30 °C, mientras que en ciudades como Guayaquil (Ecuador) el umbral es de 32 °C.
En décadas pasadas, estos umbrales se superaban típicamente durante 36 días al año, pero en años recientes se han registrado hasta 100 días calurosos adicionales al año en algunas regiones.
Los autores del estudio consideran “secos” aquellos días en los que las lluvias están por debajo del promedio habitual, lo cual varía según la ubicación geográfica y la época del año.
Por ejemplo, enero se considera “seco” en Buenos Aires (Argentina) si las lluvias no superan los 120 milímetros, mientras que en ciudades como Bogotá (Colombia) agosto se considera “seco” si las precipitaciones no alcanzan los 50 mm.
Hace 50 años, en la región había unos 180 días secos al año, pero ahora en algunas zonas se registran cerca de 240 días secos.
En otras palabras, actualmente hay unos 60 días secos más al año en comparación con hace 50 años.
La combinación de temperaturas más altas y las sequías están contribuyendo a un mayor riesgo de incendios en Sudamérica, especialmente en las regiones de color más oscuro en los mapas.
En el período de 1971 a 2000, estas condiciones de alto riesgo estuvieron presentes menos de 40 días al año, en términos generales. Mientras que en la última década se registraron hasta 120 días por año en el norte de la región amazónica y Maracaibo.
“Desgraciadamente, vemos que la situación continúa empeorando y el ritmo en el que está empeorando es exponencial, lo cual es todavía más preocupante”, explica Cordero.
Además, aunque la región en general se ha vuelto más seca y calurosa, hay lugares en donde se han registrado lluvias más intensas.
Esto se debe a que, en época de precipitaciones, el aumento de la temperatura hace que el aire se cargue con más humedad y se produzcan lluvias más copiosas, que aumentan el riesgo de inundaciones.
A nivel mundial, 2024 fue el año más cálido desde que se tienen registros.
Además, científicos de la NASA estimaron que durante más de la mitad del año las temperaturas promedio superaron en 1,5 °C el nivel de la última mitad del siglo XIX (1850-1900).
En paralelo, a principios de 2024 El Niño, un fenómeno climático natural asociado al calentamiento de la superficie oceánica en las zonas central y oriental del Pacífico tropical, exacerbó las sequías y las altas temperaturas en algunas partes de Sudamérica.
Marangelly Fuentes, directora científica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, un instituto que usa satélites para estudiar el clima y la atmósfera del planeta, explica que los aumentos de temperaturas impactan en el mundo de diferentes maneras.
“Lo que significa es que los fenómenos meteorológicos pueden ser más intensos”, le dice Fuentes a BBC Mundo.
Por ejemplo, cuando hay ciclones tropicales o huracanes, hay mayor probabilidad de que se conviertan en categoría 3 o más.
En el caso de Sudamérica, el calentamiento global contribuye a prolongar los periodos de sequía, lo que marchita la vegetación y vuelve el terreno más árido.
Fuentes explica que la principal razón detrás del aumento de la temperatura global es el incremento de los gases de efecto invernadero por el uso de combustibles fósiles como petróleo y gas, entre otros.
Cada año, los satélites registran cientos de miles de incendios en el continente, a veces por causas naturales o accidentales.
Sin embargo, en muchos casos son incendios intencionales (legales o ilegales). Por ejemplo, en algunos países es común quemar bosques para crear zonas de agricultura y/o ganadería.
“El que enciende la mecha usualmente no es el cambio climático, sino un ser humano. Hay gente que utiliza el fuego como herramienta de deforestación, eso existió toda la vida”, dice Cordero. “Entonces, ¿qué está pasando ahora? Bueno, lo mismo: más cambio climático, desgraciadamente”.
Independientemente de la causa, el gran problema no es la ignición en sí, sino las condiciones secas que hacen que el fuego se salga rápidamente de control.
“No es la cantidad de incendios, sino que esos incendios van a ser más extremos, van a acaparar más terreno y van a destruir más áreas”, agrega Fuentes.
Un caso claro de la destrucción sin precedentes fueron los incendios forestales en la región de Valparaíso en febrero de 2024, que arrasaron parte del área urbana en ciudades como Viña del Mar, Limache, Villa Alemana y Quilpué.
Estos fuegos se convirtieron en los más mortales a nivel mundial en al menos un siglo.
Al menos 383 personas fallecieron, según EM-DAT, una base de datos internacional de desastres naturales.
Hasta entonces, los incendios forestales más mortales de los últimos 100 años habían sido los de Sumatra y Kalimantan en Indonesia, en 1997, donde murieron 240 personas.
En 2024 se quemó 15% del territorio en Bolivia, más de 16 millones de hectáreas (160.000 km², una área mayor que Nicaragua).
En comparación, entre 2012 y 2023 se había quemado -en promedio- un 5% por año.
Bolivia fue el país con mayor proporción del territorio arrasado por llamas en todo el continente americano, según el Sistema Mundial de Información sobre Incendios Forestales (GWIS, por sus siglas en inglés).
La temporada de incendios empezó antes de lo usual, y varias zonas sufrían de extrema sequía y récords históricos de temperaturas, que afectaban particularmente a los departamentos de Santa Cruz, Beni y Pando.
Las emisiones de carbono provenientes de los incendios forestales fueron las más altas registradas en el país en las últimas dos décadas, según estimaciones del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copernicus, de la Agencia Espacial Europea.
En septiembre de 2024, el Ministerio de Salud y Deportes de Bolivia emitió una alerta sanitaria a nivel nacional por los altos niveles de contaminación en el aire debido a las llamas.
Más de la mitad de los incendios forestales que sufrió Sudamérica en 2024 ocurrieron en Brasil, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) del país.
En 2024 se quemaron más de 592.000 km² (59,2 millones de hectáreas, un área más grande que Paraguay). Esta cifra es la más alta del siglo XXI, desde que el INPE tiene datos.
En junio del mismo año se registró un nivel inusualmente intenso de incendios en Pantanal, una zona de humedales de alta biodiversidad que sufrió extensos daños y contaminación como resultado de las llamas.
Venezuela también registró condiciones secas y calientes fuera de lo normales.
En 2024 se quemó un 9% del territorio nacional, según GWIS.
Los satélites de la NASA detectaron un número récord de incendios en el país especialmente en la primera parte del año.
La cuenca de Maracaibo es una de las regiones que más se han secado y calentado desde 1971, según el estudio liderado por Cordero.
Más de un tercio de la cuenca todavía está cubierta de bosque, lo que -en las actuales condiciones climáticas- pone en riesgo a las poblaciones que viven cerca, en particular la segunda ciudad más grande del país, Maracaibo.
Después de los incendios que sufrió Los Ángeles este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) hizo un llamado para que los países se enfoquen en la reducción de riesgos y la preparación antes de que los incendios sucedan.
“Históricamente se ha prestado mucha atención a la extinción, pero hay que invertir mucho más en la prevención”, dijo Amy Duchelle, de la FAO, el 16 de enero de 2025.
En el caso de la prevención de incendios forestales intencionales, el organismo recomienda una combinación de educación comunitaria, programas eficaces que integren avances científicos y tecnológicos con conocimientos tradicionales, y regulación y prácticas ambientales sostenibles.
Por el momento no hay una solución rápida ni sencilla o una receta única que pueda evitar los incendios en todas las circunstancias, advierten los expertos.
“Lo que sigue a largo plazo es tratar evitar que empeore la situación, lo cual implica a mitigar el calentamiento global”, dice Cordero.
Por su parte Margelly Fuentes, de la NASA, cree que las comunidades no pueden solo esperar a que se reduzcan los gases de efecto invernadero, porque eso puede tomar mucho tiempo.
“Las comunidades deben pensar en cómo pueden volverse más resilientes. Tienen que preguntarse, ¿qué podemos cambiar o hacer para proteger nuestra área?”.
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