El 37.3 % de la población privada de la libertad en México hasta el cierre de 2023 no obtuvo una sentencia. De este total, 46.9 % son mujeres y 36.7 % hombres, de acuerdo con el Censo Nacional de Sistemas Penitenciarios en los ámbitos federal y estatal del INEGI.
“De acuerdo con el estatus jurídico de las personas privadas de la libertad / internadas en los centros penitenciarios y centros especializados, 86 mil 984 se encontraban sin sentencia, 17 mil 202 tenían sentencia no definitiva y 125 mil 281 contaron con sentencia definitiva. Esto implica que 37.3 % de la población privada de la libertad / internada no contó con una sentencia”, indica el instituto.
De esta población sin sentencia, el 44.3 % se encontraba en prisión preventiva oficiosa (38 mil 533 personas); 32.5 %, en prisión preventiva justificada (28 mil 269 personas); 3.5 %, en otro supuesto jurídico (3 mil 44 personas), y para 19.7 % no se identificó el tipo de estatus jurídico (17 mil 135 personas). Por entidad federativa, Estado de México y Michoacán reportaron que el 100 % de su población privada de la libertad sin sentencia se encontraba en prisión preventiva oficiosa.
La encuesta del INEGI indica que, en comparación con 2022, la población privada de la libertad con sentencia aumentó 6.2 %, mientras que la población sin sentencia disminuyó apenas 1.5 %. En 2022, 88 mil 345 personas privadas de su libertad no obtuvieron sentencia, mientras que 137 mil 732 sí la obtuvieron.
Sobre el tiempo que llevan esperando una sentencia, más de 15 mil personas tienen dos años o más esperando sentencia (8,196 mujeres y 6,927 hombres), más de 13 mil personas tienen de uno a dos años esperando (6,728 mujeres y 6,671 hombres) y casi 16 mil personas tienen de seis meses a un año esperando (9,052 mujeres y 6,735 hombres).
De acuerdo con la encuesta, al cierre de 2023 la población total privada de la libertad alcanzó las 233 mil 277 personas (232 mil 003 adultas y mil 274 adolescentes), un aumento de 3.2 % con respecto a 2022.
En cuanto al número de personas que ingresan anualmente a los centros penitenciarios, en 2023 aumentó 6.7 % con respecto al año previo. En 2023 ingresaron 147 mil 802 personas, mientras que en 2022 lo hicieron 138 mil 496.
Respecto a los egresos, 148 mil 018 personas salieron de los centros penitenciarios y centros especializados, lo que significa un incremento de 16 % con respecto a 2022.
Y mientras la población penitenciaria se incrementa, el presupuesto disminuye. De acuerdo con el reporte, el presupuesto destinado para los centros penitenciarios y centros especializados del país fue de 43 mil 553 millones 993 mil 790 pesos en 2023, lo que representa una disminución de 8.1 % comparado con 2022.
Del total del presupuesto ejercido, 37.5 % se concentró en los centros federales y 62.5 % en los estatales. Del presupuesto que ejercieron los centros estatales, el Estado de México se llevó el 28.8 %.
Secuestro, robo, homicidio, delincuencia organizada, delitos contra la salud relacionados con narcóticos (narcomenudeo) y delitos en materia de armas, explosivos y otros materiales destructivos son los principales delitos por los que la mayoría de las personas se encuentran privadas de su libertad en los centros penitenciarios federales, estatales y especializados, de acuerdo con la encuesta.
El reporte para 2023 es que las personas privadas de la libertad en todos los centros cometieron un total de 327 mil 976 delitos. De estos, 20 mil 852 (6.4 %) correspondieron al ámbito federal y 307 mil 124 (93.6 %), al estatal, mientras que 309 mil 571 (94.4 %) fueron cometidos por hombres y 18 mil 405 (5.6 %), por mujeres. En comparación con 2022, la cifra total disminuyó 3.8 %
En cuanto al origen de las personas privadas de su libertad, el estudio del INEGI reporta que 8 mil 175 (3.5 %) pertenecen a algún pueblo indígena, lo cual representa un incremento de 8.9 % con respecto a 2022.
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En tanto, 15 mil 248 (6.5 %) personas privadas de la libertad contaban con alguna discapacidad, lo que representa un incremento de 21.9 % en 2023 respecto al año previo. Dificultad o impedimento para ver, aun usando lentes, fue la discapacidad más frecuente (28.9 %), seguida de dificultad o impedimento para caminar, subir o bajar escalones usando sus piernas (18.5 %) y dificultad o impedimento para realizar sus actividades diarias por alguna condición emocional o mental como esquizofrenia o depresión (11.7 %).
Durante 2023 ocurrieron 3 mil 094 incidentes en los centros penitenciarios, un incremento de 18.5 % respecto a 2022, de acuerdo con la encuesta. 37.8 % correspondió a riñas y 58.5 % a otro tipo de incidentes no especificados. El restante 3.7 % correspondió a intento de fuga o evasión, daños a la infraestructura penitenciaria, manifestación de inconformidades, fuga o evasión, y motines.
En el total de incidentes hubo 6 mil 538 personas involucradas: 100 fallecieron y 892 resultaron lesionadas. Mil 019 de los incidentes tuvieron lugar en centros federales (32.9 %) y 2 mil 075 incidentes en centros estatales (67.1 %).
Sandra Hernández elaboró un proyecto que explora los desafíos diarios de los cubanos por el colapso económico de su país.
La principal fuente de inspiración de la fotógrafa mexicana Sandra Hernández es un libro póstumo.
“Lo infraordinario”, del escritor francés Georges Perec, es un inventario de la realidad y de la vida cotidiana, temas que Hernández también ha convertido en protagonistas de su obra fotográfica.
“Los registros fotográficos de la memoria muchas veces suelen enfocarse en sucesos extraordinarios, es decir, lo blanco y lo negro de la humanidad”, explica en entrevista con BBC Mundo.
“A mí me gusta concentrarme en lo gris, porque es donde muchos convergemos. Sin importar el lugar, son historias con las que la mayoría puede conectar y explorar sentimientos que son universales”.
Así nació su último trabajo fotográfico, “Sobreviviendo a lo imposible”, un proyecto que explora los desafíos diarios que enfrentan los cubanos por el colapso económico de su país “más allá de los clichés”.
“La primera imagen (arriba) dice muchísimo de la típica situación de una familia en Cuba”, afirma Hernández.
“Es una isla en donde la mayoría de las casas están llenas de mujeres, madres que cuidan a sus hijos, porque los padres suelen estar ausentes. Muchos hombres migran primero para hacer dinero y poder llevarse a sus familias”, explica.
La economía cubana se ha reducido un 12% desde 2019. El gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel culpa a las sanciones estadounidenses y a la pandemia de covid-19 de la crisis.
La gran depresión ha desatado una espiral inflacionaria, escasez de agua, combustible y productos básicos, además de apagones diarios que afectan a grandes sectores de la población.
“Cuba es lo imposible”, enfatiza Hernández, citando al célebre novelista cubano Reinaldo Arenas.
Sandra Hernández ha sido testigo de cómo la producción en las panaderías se ha reducido progresivamente debido a la escasez de ingredientes, lo que ha provocado un racionamiento generalizado de alimentos.
La escasez y los racionamientos han dificultado la vida de los cubanos y ha impulsado la emigración.
“Varios panaderos de El Criollo, en Trinidad, me preguntaron si puedo sacarlos de Cuba”, cuenta Hernández.
“Me dijeron que habían visto fotos de México y que les gustaría vivir allí”.
La fotógrafa mexicana explica que la vida doméstica en Cuba a menudo se desborda hacia las calles, debido a la crisis, las condiciones de hacinamiento y la falta de espacio adecuado en muchos hogares.
Quizá eso puede ayudar a explicar por qué cada vez menos cubanas quieren tener hijos.
Según las últimas cifras oficiales de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), en 2024 se registraron un total de 71.000 nacimientos, 19.075 menos que en 2023, “la cifra más baja de las últimas décadas”.
Asimismo, refleja que la población cubana, que durante años fue de poco más de 11 millones de personas, hoy ronda los 9,7 millones.
La isla tiene ahora la misma población que tenía hace 40 años.
En la Cuba actual también es común que los abuelos se encarguen del cuidado infantil en los hogares, especialmente cuando ambos padres trabajan.
“Muchos tienen problemas de salud, pero incluso así tienen que cuidar a sus nietos mientras los padres salen a ver qué encuentran, a ‘rifársela’ como decimos en México”, explica Hernández.
Si bien la población cubana está en caída libre debido a la migración y la baja tasa de natalidad, los adultos mayores son el único grupo poblacional que aún sigue creciendo.
Cuba cuenta hoy con una de las poblaciones más envejecidas de América Latina.
Más de un cuarto de la población tiene 60 años de edad o más, según las últimas cifras oficiales.
De acuerdo al Observatorio Cubano de Derechos Humanos, solo el 20% de los adultos mayores de 65 años encuestados tienen acceso a los medicamentos que necesitan.
Sandra Hernández visitó Cuba por primera vez en 2022 y desde entonces ha realizado tres viajes a la isla.
Asegura que se ha enamorado tanto de Cuba como de su gente.
“Los cubanos son gente resiliente, sumamente cálida y alegre”, añade.
“La gente en Cuba está muy ávida de contar sus historias, de ser vistas. Muchos turistas que van a tomar fotos se quedan en la calle, sin mucho interés en lo que sucede en la vida de los cubanos, que incluso viven con sus puertas abiertas”.
Hernández señala que los cubanos se sienten abandonados: “Ya no esperan ayuda, se saben olvidados y entre ellos han estado acompañándose en una situación que es extrema”.
Sandra Hernández explica que muchos estudiantes cubanos abandonan sus estudios debido a las dificultades económicas, obligaciones familiares o falta de interés.
Casi el 90% de los cubanos vive en la pobreza extrema, según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
Según expertos, la isla experimenta una de las olas de emigración más importantes de su historia.
Más de 850.000 migrantes cubanos han llegado a Estados Unidos desde 2022, según cifras publicadas a finales del año pasado por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
En su última visita a Cuba, Sandra vivió un apagón de tres días a principios de noviembre producto del huracán Rafael.
“Fue un huracán de categoría 3. No fue tan intenso, pero en un país como Cuba, donde todo está colgado de un hilo, fue devastador”, recuerda.
La fotógrafa describe el apagón como un momento de mucha angustia, pero a la vez extremadamente conmovedor: “Yo sabía que en algún momento me iba a regresar a México, pero atestiguar cómo los cubanos tratan de resolver tal situación no fue fácil”.
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