El extitular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, dejó la Torre Médica de Tepepan y fue trasladado a su domicilio de Lomas de Chapultepec para continuar su proceso en prisión domiciliaria.
El exfuncionario de 76 años está acusado de tortura en agravio de Felipe Rodríguez Salgado “El Cepillo”, supuesto integrante de los Guerreros Unidos, grupo vinculado a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Poco antes del medio día se realizó el traslado bajo un dispositivo de seguridad de la Guardia Nacional, pues Murillo Karam debía estar en su domicilio antes de las 15:00 horas, de acuerdo con lo ordenado por el juez, quien fijó un plazo de 24 horas.
Durante el traslado, el auto en el que viajaba el exprocurador estuvo escoltado por otros autos con elementos de seguridad. Al llegar al domicilio se abrió el portón e ingresaron los autos.
Como parte de las medidas impuestas por el juez, el detenido entregó su pasaporte, se emitió una alerta migratoria para indicar que no puede salir del país, también tendrá vigilancia permanente, elementos de seguridad tendrán acceso a su casa.
No podrá comunicarse con las víctimas o testigos del caso por el cual se le juzga y se llevará un registro de las personas que visiten a Murillo en su domicilio.
La Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa (CoVAJ) condenó la determinación de Juan José Hernández Leyva, juez de control del Centro de Justicia Penal Federal en la Ciudad de México quien otorgó la medida cautelar de prisión domiciliaria al exprocurador general de la República, Jesús Murillo Karam.
“Con dicha determinación se atenta una vez más contra el derecho a la verdad y la justicia de las víctimas y sus familiares, toda vez que el exfuncionario ha sido señalado como uno de los principales responsables de obstruir la justicia en la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, así como de construir la mal llamada “verdad histórica” sobre lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero”, informó al Comisión en un comunicado.
Al respecto, la COVAJ se comprometió a seguir trabajando con las madres y padres en torno al reforzamiento de los trabajos de búsqueda en campo; a romper el pacto de silencio criminal y obtener información que permita dar con el paradero de los jóvenes desaparecidos e intensificar las acciones legales para castigar a los responsables.
En abril de 2023, el exprocurador sumó esta nueva vinculación a proceso por presuntamente torturar a Felipe Rodríguez Salgado, alias “El cepillo”, señalado de ser sicario de Guerreros Unidos y de estar implicado en la desaparición de los 43 normalistas.
De acuerdo con la acusación realizada por la Fiscalía General de la República (FGR), Murillo Karam autorizó dichas torturas contra “El cepillo” en las instalaciones que administrativamente dependían de su cargo como Procuraduría General de la República.
Para comprobar su supuesta responsabilidad, los fiscales mostraron los informes médicos de “El Cepillo” que señalaban que tenía 31 lesiones al momento de ser detenido.
Pese a lo anterior, debido a su delicado estado de salud, su defensa promovió un juicio de amparo para buscar obtener a su favor la prisión domiciliaria, recurso que obtuvo una suspensión, pero no para los efectos que esperaba.
Por esa razón, sus abogados interpusieron un recurso de revisión incidental en la que finalmente los magistrados del Primer Tribunal le dieron la razón.
De acuerdo con el Consejo de la Judicatura Federal (CJF), entre las razones por las que la mayoría de los integrantes del Tribunal dieron la razón al exprocurador se encuentra el artículo 166 del Código Nacional de Procedimientos Penales (CNPP) que establece una excepción para que la aplicación de la prisión preventiva se ejecute en el domicilio de la persona imputada o, de ser el caso, en un centro médico o geriátrico, en aquellos supuestos en que el imputado sea mayor de setenta años o que padezca una enfermedad grave.
Las medidas que le podrían imponer en prisión domiciliaria son la prohibición de salir del país, una garantía económica, entre otras. Actualmente, Murillo Karam tiene como medidas el uso de un localizador, la prohibición de acercarse a los aeropuertos, la entrega del pasaporte y la emisión de una alerta migratoria.
Los votantes que le dieron la victoria quieren ver precios bajos como los que había antes de la pandemia. Y aunque la inflación actual de EE.UU. es de solo 2,4%, la rabia persiste. ¿Qué está pasando?
Una de las causas del triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos fue la preocupación de los votantes por el estado de la economía.
Y puede resultar paradójico si se analiza el estado global de la principal economía del mundo.
“La economía, estúpido”, es el lema que refleja en la política estadounidense que son las finanzas las que deciden las elecciones en el país.
Y si nos atenemos a eso, podríamos haber pensado que triunfaría Kamala Harris como heredera de la economía del gobierno de Joe Biden.
Al fin y al cabo, el nivel de crecimiento, el desempleo en mínimos históricos, el haber evitado la recesión que muchos temían y una inflación de apenas un 2,4% podrían parecer indicadores muy positivos. Y lo son.
Pero estas elecciones reflejaron casi como ninguna otra la brecha entre las buenas cifras de la macroeconomía y la economía familiar de las personas, preocupadas por la inflación que creció durante la pandemia y que en los últimos años ha provocado un alza de precios que se mantiene, aunque su incremento ya se haya mitigado.
El gobierno de Biden tuvo que lidiar con los efectos económicos de la pandemia de 2020 y de la crisis energética desatada por la invasión de Rusia en Ucrania en febrero de 2022 y de acuerdo a los datos económicos, lo hizo bien.
Pero los números muestran una realidad que la gente no ve reflejada en su vida diaria.
“Aquí se paga US$5 por una docena de huevos. Antes costaba US$1”, comenta Samuel Negrón, un puertorriqueño de la ciudad de Allentown, en Pensilvania.
En ese estado, uno de los más decisivos en la contienda electoral, los demócratas ganaron en 2020, pero perdieron en las últimas elecciones.
“Es simple en realidad. Nos gustaba cómo eran las cosas hace cuatro años”, le dice Negrón a la BBC.
Trump supo capitalizar esa brecha entre los números y la percepción personal de la economía que muchos estadounidenses sentían al pagar en la caja del supermercado o la renta de su vivienda.
Estados Unidos tuvo la recuperación post-pandémica más fuerte dentro del Grupo de los Siete (conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), según los datos del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
En los cuatro años del gobierno de Biden, el PIB real creció a una tasa anual promedio de 3,2%, un resultado considerado por economistas de distintos colores políticos como un logro importante en medio de las vicisitudes que impuso el contexto internacional.
Una de las principales banderas de los demócratas durante la campaña electoral fue el récord de creación de empleo en este mandato: casi 16 millones de puestos de trabajo nuevos.
Y siguiendo con el mercado laboral, el desempleo -que rondaba el 7% cuando Trump dejó la presidencia- hoy está en 4,1%, considerado un muy buen nivel para la economía estadounidense.
En 2023 el desempleo incluso alcanzó su nivel más bajo en 54 años.
El gasto de los consumidores creció a una tasa anual del 3,7%, el nivel más alto en casi dos años. Eso quiere decir que pese al malestar con el costo de la vida, la gente sigue comprando. Y aunque el endeudamiento de los hogares aumentó a partir del 2021, su ritmo se desaceleró este año.
En cuanto a la inflación interanual, con las cifras disponibles hasta septiembre, ésta aumentó un 2,4% en los últimos 12 meses, muy cerca del nivel óptimo de 2% que se ha fijado el país.
Para comparar, la Unión Europea tiene una inflación anual del 2,1%.
Y en el mismo período, los salarios estadounidenses crecieron casi el doble que la inflación, al subir un 4,6%
Pero entonces, ¿cómo se explica la desconexión entre las buenas cifras macroeconómicas y el malestar de la gente?
Pese a las buenas cifras, una gran parte de los estadounidenses está decepcionado. Y el malestar tiene su origen, en la mayoría de los casos, en el aumento de los precios durante los últimos cuatro años.
Una parte de la explicación se puede ver en este gráfico que muestra cómo la inflación subió cerca de un 20% bajo el mandato de Biden.
Y aunque el 2,4% de inflación es un nivel bajo o moderado, los precios siguen estando más caros desde que la pandemia comenzó en febrero de 2020.
Sólo un 6% de los 400 productos monitoreados por la Oficina de Estadísticas Laborales está más barato hoy que entonces.
Y aunque los sueldos aumentaron casi en la misma proporción (sin que se perdiera poder adquisitivo), lo que quedó en la retina de los consumidores fue la gigantesca escalada en los precios en los últimos cuatro años.
En contraste, las cosas estuvieron comparativamente bastante bien para el bolsillo de los estadounidenses bajo el mandato de Trump (2017-2021).
La inflación acumulada en sus cuatro años de gobierno fue de un 7,8% (frente al 20% de los años de Biden), mientras que los salarios subieron casi el doble.
Don Leonard, académico de la Universidad de Ohio, plantea en diálogo con BBC Mundo que las preocupaciones de los estadounidenses sobre la economía no son un mero problema de percepción.
Su argumento es que al menos 20 millones de hogares estadounidenses tienen buenos motivos para estar desilusionados.
“Esos hogares han sufrido un dolor económico real que no es tan fácil de detectar en los datos económicos oficiales”, sostiene. “No es solo un sentimiento pesimista injustificado”.
Leonard dice que al trabajar con promedios, se crea un “un sesgo” que no permite mostrar lo difícil que es la vida diaria de los estadounidenses de menores ingresos, que gastan mucho más (como porcentaje de sus ingresos), en vivienda, alimentos o salud.
El segmento salarial en el que Trump logró mayor ventaja respecto a Kamala (53% frente a 45%) fue el que va entre US$30.000 y US$49.000
Y muchos demócratas, en tanto, insisten en que la frustración de la gente no está justificada.
Sin embargo, hay una gran parte de la población, dice Leonard, que no califica para recibir asistencia del gobierno, pero tiene dificultades económicas en su vida diaria. “No es que estén hipnotizados, lo están pasando mal”.
Algunos analistas creen que en la derrota demócrata fue fundamental la narrativa, es decir, que la campaña no supo comunicar bien los logros económicos del gobierno de Biden y plantear, a partir de ahí, un camino prometedor.
El malestar con la economía también ha estado influido por el alto costo del crédito.
Frente al máximo inflacionario de 9,1% en junio de 2022, el mayor en 40 años, la Reserva Federal (equivalente a un banco central) inició una agresiva política de aumento de tasas de interés que ayudó a ir reduciendo la inflación, pero afectó las finanzas personales.
Los estadounidenses, acostumbrados a vivir con crédito, sufrieron el impacto del aumento en las tasas de interés a la hora de comprar un auto, pagar las tarjetas o conseguir una hipoteca.
Muchos se sintieron acorralados entre la inflación y las tasas de interés, votando finalmente por el cambio. Las tasas sólo empezaron a bajar poco antes de la elección sin dar tiempo a que se refleje en los bolsillos de los votantes.
Y ese es otro elemento a tener en cuenta, dicen algunos analistas políticos.
La crisis generada por la pandemia y la guerra en Ucrania le pasó la cuenta a varios gobiernos que buscaban la reelección y perdieron ante un electorado cansado de los problemas económicos que han afectado sus finanzas personales.
“¿Estás mejor ahora o hace 4 años?”, les preguntaba Trump a los votantes en la campaña en busca de su apoyo. Muchos percibieron que ahora están peor a pesar de lo que digan las cifras macroeconómicas.
Y votaron por un cambio a la espera de que se refleje también en los precios que ven en los supermercados, la gasolinera o el pago de la renta.
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