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“Nos bajaron del autobús con disparos al aire”; migrantes venezolanos en México, blanco de secuestros por rescates en dólares
“Nos bajaron del autobús con disparos al aire”; migrantes venezolanos en México, blanco de secuestros por rescates en dólares
Foto: Cuartoscuro/Archivo
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“Nos bajaron del autobús con disparos al aire”; migrantes venezolanos en México, blanco de secuestros por rescates en dólares
A solicitud de Estados Unidos, México endureció en 2022 su política fronteriza para frenar el flujo de migrantes venezolanos que intentan llegar al norte del continente americano, llevando a cientos de miles de personas a optar por rutas clandestinas. El resultado ha sido un aumento en el número de denuncias por este delito, pese a que persiste una cifra negra.
17 de abril, 2024
Por: Diego Legrand y Enrique Alvarado

Con información de José Eduardo Torres

Casi todos dormían en el autobús de la línea Futura que viajaba de noche entre las ciudades de Monterrey, Nuevo León y Matamoros, Tamaulipas, cuando una serie de disparos quebraron el silencio a la altura de Reynosa apenas a unos cientos de metros de la frontera con Estados Unidos, el 26 de diciembre del 2023. Los gritos que ordenaron al chofer detenerse, alertaron a Yosef y Paola, —quienes no se llaman así, pero piden el resguardo de su identidad—, de todas maneras no lograban conciliar el sueño rumbo a la última parada de un viaje emprendido tres semanas atrás desde Venezuela para cambiar de vida.

“¿Para dónde van?, ¿Ya tienen la cita aprobada?, ¿Cuántos días van a pasar en Reynosa?”, les preguntaron dos hombres, uno con un ojo lesionado y otro con un chaleco rotulado con el logo de la Marina, mientras afuera esperaban otros tipos armados con ametralladoras y una pistola de corto calibre. Más dormidos que despiertos, Yosef y Paola acataron las instrucciones y vaciaron en minutos el autobús en el que solo quedó el conductor.

Tomaron las pocas pertenencias que sobrevivieron al viaje y se metieron cabizbajos en uno de los tres vehículos dispuestos para llevarlos a su nuevo destino. Al menos dos eran taxis de la ciudad de Reynosa, reconocibles por su color blanco con rayas amarillas, recuerda Yosef. A las once de la noche las calles estaban vacías. Aunque nadie pronunció la palabra, todos eran conscientes de que estaban siendo secuestrados.

“El bus estaba casi full, éramos mínimo de 25 a 30 personas”, relata Yosef, ahora que se encuentra fuera de peligro, con un hablar entrecortado y rápido, difícil de descifrar a veces, como si se tragara las palabras. “Algunos de ellos, antes de bajar del bus hicieron disparos al aire para bajarnos”, “nos dijeron que colaboráramos”. “Nos llevaron a una casa a la que ellos le dicen bodega. En el camino nos llevó un taxista que nos pidió nuestro teléfonos. Eso fue lo único que nos habló esa persona”.

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

Dólares, el objetivo de los criminales

Al llegar a un barrio residencial, el grupo fue recibido por otros tres hombres y una mujer que los esculcaron y les preguntaron sus nacionalidades. Entre los migrantes venezolanos que tratan de cruzar México se repiten cada vez con más frecuencia las mismas historias de hombres armados que se suben a los autobuses y gritan: “que bajen todos los venezolanos”, la nueva presa predilecta del crimen organizado, capaces de pagar rescates en dólares más onerosos que los haitianos y cubanos.

Les quitaron el dinero que les quedaba, los celulares y los separaron en un cuarto para hombres y otro para mujeres. El espacio era pequeño para la cantidad de personas agrupadas. Tenían que turnarse para estirar las piernas y dejar descansar a los otros, recuerda Yosef, quien guardó como pruebas una foto de él y su pareja que los secuestradores enviaron a sus familiares, las transferencias de dinero hechas a los criminales y los intercambios de mensajes por WhatsApp. Aunque no quiso ser grabado en video por razones de seguridad, después de meses de conversaciones accedió a reunirse con estos periodistas en un restaurante de la Ciudad de México y dejar su testimonio en audio.

“Fue un poco fuerte porque obviamente como éramos los nuevos, hicieron y deshicieron con nosotros. Después en la madrugada, (nos daban) golpes a las seis de la mañana, por gusto. Fue así como un par de días: llegaban despertando a la gente, gritando, nos daban golpes con un zapato (…), no les importaba darnos en la cabeza, no les importaba nada. No podías dormir, no podías hablar, no podías hacer nada, porque obviamente era peor”.

Así duró 22 días en cautiverio y Paola, su pareja, cinco más, hasta que los secuestradores los liberaron a unos pocos metros del refugio Senda de Vida de Reynosa, cuando sus familiares accedieron a pagar 6 mil dólares de rescate, asegura. En los recibos que conserva, consta el pago de 3 mil 220 dólares: una fortuna en Venezuela donde el salario mínimo ronda los 32 dólares mensuales: 15 mil bolívares.

Entre las personas migrantes que fueron víctimas de secuestro, entrevistadas para este reportaje, así como la treintena de expertos, activistas de derechos humanos, directivos de refugios para migrantes, miembros de oenegés internacionales con presencia en el terreno, directivos de instituciones internacionales, exfuncionarios de gobierno, migrantes, familiares de migrantes, investigadores y académicos en Chiapas, Ciudad de México y Tamaulipas, circulan historias terribles sobre el destino de quiénes no tienen cómo pagar el rescate exigido por los secuestradores.

En 2022 secuestraron a 404 migrantes en México

El caso de Yosef no es raro. Los secuestros de migrantes venezolanos se han vuelto cotidianos en todo México en los últimos dos años. Forman parte de una gigantesca industria subterránea de tráfico de personas, cuyo tamaño es difícil de evaluar, ya que no existen cifras oficiales al respecto.

De acuerdo con información de la Fiscalía General de la República (FGR) obtenida vía transparencia, en 2022, último año completo disponible, fueron secuestradas 404 personas migrantes en México, la mayoría en los estados de Puebla, Hidalgo, Estado de México, Morelos y Veracruz, a diferencia de los 18 registrados en 2019 (16 en 2018), un año antes de la pandemia. En apenas tres años los secuestros de migrantes aumentaron 2,144.44%.

Una parte importante de las personas secuestradas son venezolanas, pero es imposible definir cuál es el porcentaje, ya que el registro de la fiscalía mezcla distintas nacionalidades en un mismo evento.

Aunque el aumento es notable, corresponde a un subregistro, propio de un negocio ilegal y oculto por naturaleza, que impacta a una población particularmente vulnerable. Ninguno de los tres migrantes secuestrados contactados por los autores del reportaje en la región de Tamaulipas denunció oficialmente el delito que sufrió, por miedo a posibles represalias y amenazas explícitas de sus captores. Cada uno dijo haber estado encerrado con unas 30 personas más, algunas llevaban meses en el lugar.

“Es muy difícil saber con exactitud cuántos migrantes son víctimas de secuestro en México porque no hay estadísticas confiables”, señala Tyler Mattiace, investigador para Human Rights Watch en México. “La mayoría de las personas nunca denuncian, normalmente por miedo. Muchas de las personas que hemos entrevistado nos dicen que policías o agentes de migración fueron cómplices en su secuestro. Otros nos dicen que intentaron denunciar y las autoridades se negaron a ayudar”.

Reglas migratorias de EU hacia venezolanos

Si la industria ha crecido exponencialmente en los últimos años, es porque se beneficia de las nuevas reglas migratorias impuestas por Estados Unidos en 2021 y México en 2022 contra los venezolanos.

El endurecimiento de las medidas inició en 2019, bajo el mandato del entonces presidente estadounidense, Donald Trump (2017-2021), con el objetivo de limitar la llegada de migrantes a las fronteras, explica el profesor adscrito al centro de relaciones internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Tomas Miltón. Trump “incluso amenazó con poner aranceles” a productos mexicanos “que iban a crecer de manera paulatina, empezando con el 5%”. Eso llevó a “un cambio radical en la política migratoria del gobierno de Andrés Manuel López Obrador”, que pasó de abrir las puertas del país y promover inversiones en sus países de origen, a “implementar políticas de contención elaboradas desde EU y puestas en la práctica en nuestro país”, advierte.

En concreto: México comenzó a exigir visa a los ciudadanos venezolanos que antes transitaban por caminos legales en el país, para apaciguar la presión económica de EU. “Ante esta situación, básicamente (los migrantes) ahora están recurriendo a rutas más peligrosas, al usar obviamente coyotes, particularmente vinculados con el crimen organizado, que muchas veces los secuestran”, agrega Miltón.

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

¿Por qué migran los ciudadanos venezolanos a México?

A cuatro años del inicio de la estrategia de máxima presión económica, política y diplomática impuesta por EU para asfixiar al gobierno venezolano, Nicolás Maduro sigue siendo presidente del país sudamericano y su país se sigue separando a través de oleadas de migrantes que, luego de haberse regado por el continente Sudamericano, comienzan a llegar a suelo estadounidense, empujadas por el empobrecimiento de sus países de acogida, la xenofobia y la represión.

La cifra de migrantes venezolanos expulsados de su país por la crisis económica en la que se encuentra hundido desde hace una década es tan gigantesca –más de 7.2 millones de personas-, que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR por sus siglas en inglés) no ha dudado en calificarlo como “el éxodo (…) más grande que ha visto América Latina en la época moderna”, el segundo mayor en el mundo después del sirio. Es superior a la población de países como Panamá, El Salvador, Costa Rica o Nicaragua, que eran hasta hace poco los principales proveedores de migrantes que atraviesan México hacia el norte.

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Y toda esa gigantesca estampida humana se encuentra con “el principal corredor migratorio del mundo”, como define en un informe la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) a México, “por su cercanía con EU”. Generando así un negocio colosal para los coyotes y miembros de grupos criminales organizados para facilitar el tráfico de migrantes venezolanos en México.

“La imposición de nuevas visas (para venezolanos y ecuatorianos) y otros requisitos (como el pre-registro para colombianos) para ingresar a México en los últimos años ha obligado a cada vez más personas a transitar México por tierra, exponiéndolos a mayores peligros, como secuestros y extorsiones”, sentencia Mattiace.

“Pero otro factor, quizás más importante, ha sido la serie de políticas migratorias en los últimos cinco años (como el Quédate en México, el Título 42, y ahora la aplicación móvil CBP One) que han obligado a las personas no sólo a cruzar México por tierra, sino también a esperar durante meses en zonas peligrosas del país con la esperanza de eventualmente tener la oportunidad de presentar una solicitud de asilo en Estados Unidos”, agrega el investigador.

Chiapas, el embudo:“Es peor atravesar México que el Darién”

Hasta hace unos años, el peor tramo para quienes querían atravesar el continente era la selva del Darién, que divide a Colombia de Panamá y separa el sur de Centroamérica. Un paso lleno de grupos armados que extorsionan y maltratan a los migrantes, serpientes venenosas y ríos crecientes. Pero ya quedó atrás, porque ahora “es peor atravesar México que el Darién”, dice el sacerdote Luis Eduardo Zavala de Alba, director del refugio para migrantes Casa Monarca en Monterrey, Nuevo León. Y lo mismo repiten casi todos los entrevistados.

La puerta de entrada a México es otra jungla: el estado sureño de Chiapas, en el que también acechan secuestradores y extorsionistas, cobros excesivos, violencia y xenofobia, articulados por autoridades corruptas y el crimen organizado.

Una vez que atraviesan Guatemala, los migrantes se topan de frente con el río Suchiate, la frontera natural que separa a México con territorio centroamericano y que no puede cruzarse sin la ayuda de los balseros que han hecho de la necesidad un negocio. Es la primera actividad lucrativa que se desprende de la migración irregular y deja jugosas ganancias.

Lo vivió Alianys, migrante venezolana, quien también pide resguardar su identidad, que sufrió un secuestro exprés en Chiapas antes de llegar al centro del municipio fronterizo de Tapachula. Luego de entregarle unos dólares a unos supuestos policías chiapanecos en uniforme, el grupo de 10 personas con las que viajaba fue llevado en transporte a un monte cercado con alambres de púas que debió rodear. Pero todo fue una trampa.

Al subir el monte, fueron interceptados por dos sujetos armados con vestimenta militar que les apuntaron con armas y les ordenaron adentrarse entre los matorrales. Vestían “ropas tipos camufladas color verde oscuro y un poco claro, botas color negras, los dos tenían cada uno de ellos armas largas, uno de ellos era de estatura alta, delgado y de tez moreno claro, el otro era también alto, complexión mediana”.

Enseguida apareció un tercer sujeto, vestido con el uniforme que portan los agentes del Instituto Nacional de Migración de México: pantalón de tela negra, camisa blanca de manga corta sin logotipo ni nombre y zapatos de vestir negros. Era de estatura baja, tez morena obscura, cara redonda, nariz mediana, cabello negro, corto y ondulado. El presunto agente migratorio se abotonó la camisa mientras les pedía a cada uno mil pesos mexicanos para dejarlos avanzar.  

En los últimos años, Chiapas se ha convertido en uno de los centros de retención de migrantes más grandes del mundo que funciona como filtro de seguridad para evitar que más personas lleguen hasta la frontera norte con Estados Unidos para solicitar asilo por medio de la aplicación CBP-ONE. Según cifras oficiales, la mayoría de los 444,439 “eventos de personas en situación irregular” registrados en México entre 2021 y 2022, canalizadas por el Instituto Nacional de Migración (INM) ocurrieron en ese estado (34.3%).

Allí, como en otras regiones, las pésimas condiciones de las estaciones migratorias, donde abundan historias de hacinamiento, falta de alimentos, abusos y negligencias, buscan desalentar la migración irregular. Al precio de una “criminalización del fenómeno migratorio” similar a “las condiciones de una detención de carácter penal” y numerosas denuncias de tratos “contrarios al respeto de los derechos humanos”, retomadas por la CNDH en un informe del 13 de abril de 2023.

El caso más famoso ocurrió sin duda el 27 de marzo de 2023 en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde 40 migrantes (13 de ellos venezolanos) murieron y 27 resultaron heridos en un centro de detención del INM, luego de que las llamas se desataron al interior de una celda cerrada con llave, donde no había extintores ni ventilación.

Lee: A ellos no les vamos a abrir…”: ¿Qué pasó la noche del incendio en la estancia migratoria en Ciudad Juárez?

En los últimos cinco años (2019 – 2024) los trabajadores del Instituto Nacional de Migración han sido sancionados por cometer violaciones a los derechos humanos, abuso de autoridad y ejercicio indebido de sus funciones, según datos de la Secretaría de la Función Pública obtenidos vía transparencia. De los 162 que recibieron una sanción, sólo ocho fueron destituidos.

Lee más | Funcionario de INM deja la cárcel, seguirá en libertad proceso por incendio donde murieron 40 migrantes

Sin embargo, la represión no parece estar logrando su objetivo en el continente. Cada año se rompe récord en cuanto a la cantidad de migrantes que cruzan el tapón del Darién, el barómetro del flujo de personas que cruzan de sur a Centroamérica. En lo que va 2024, según cifras del gobierno panameño, ya han atravesado el paso selvático más de 110 mil migrantes, lo mismo que de enero a abril de 2023. La mayoría son venezolanos (70 mil 092), seguidos de ecuatorianos (8 mil 953), haitianos (7 mil 329 y colombianos (7 mil 136). Un flujo que en algún momento llega a las puertas de México, en ocasiones en gigantescas caravanas. 

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Foto: Cuartoscuro/Archivo

Cambio de paradigma

Alianys recuerda que migró motivada por “la inseguridad y por salud, ya que tengo una cardiopatía hipertrófica y él tratamiento o una emergencia en Venezuela es complicada de resolver”, dice, y enlista que debió cruzar Colombia, Panamá (incluida la selva del Darién), Costa Rica, Nicaragua y Honduras, donde “nos tocó quedarnos un mes por falta de dinero. Gracias a Dios una familia nos dejó quedarnos en las carpas al lado de su casa en un terreno”.

Para cubrir los gastos que el viaje demandaba, su pareja le enviaba dinero, mientras que sus padres y amigos le prestaban lo que podían. “El dinero nos lo iban mandando, por razones de seguridad no se puede cargar todo encima ya ve que en todos lados nos quitaban dinero la policía”.

Venezuela después de Hugo Chávez

Hace menos de dos décadas, Venezuela era aún una economía petrolera boyante, más acostumbrada a recibir migrantes que a ver sus ciudadanos escapar en masa hacia otros países. Luego llegó al poder Hugo Chávez en 1999 y durante unos años instaló el “socialismo del siglo XXI”, repartiendo a manos llenas los réditos de las rentas petroleras entre las clases menos favorecidas, hartas de la desigualdad.

Sin embargo, el control estatal de la economía, la corrupción y la ineficiencia fueron acabando el Producto Interno Bruto del país, que se desplomó 80% en 20 años. Así que en 2012, poco antes de la muerte del líder bolivariano (2013) comenzaron a salir las primeras oleadas de venezolanos hacia el sur del continente. A México y Estados Unidos se demoraron mucho más en llegar.

“Antes de la pandemia, cuando nosotros empezamos a trabajar con migrantes, estamos hablando de 2016, 2017, llegaban los venezolanos por avión, por vía aérea y pedían refugio o asilo en los aeropuertos, o entraban como turistas y pedían refugio. Nosotros los ayudábamos en esos procesos”, relata Franciso D’Angelo, director de Venemex, asociación de venezolanos en México.

“Más que todo porque eran personas que eran bachilleres, estudiantes, técnicos, profesionales, que venían a quedarse en México, (…) muchas veces porque tenían amigos o familiares, por reunificación familiar. Tenían un punto de conexión con el país. ¿Y qué pasó? Bueno, vino la pandemia, con la pandemia también vino el tema de que nos pusieron visa para entrar y empezó a crecer post pandemia el fenómeno de ver llegar personas caminando que siempre era un fenómeno que era de pocos pues. Normalmente los venezolanos no venían caminando, pero fue creciendo, creciendo, creciendo. Creemos que hubo una política de Estado, quizá en el gobierno de Maduro, para hacer presión sobre Estados Unidos” a través de esas migraciones masivas, agrega el activista venezolano.

Una presión que parece estar funcionando, en la medida en que la migración se ha vuelto un tema central de la campaña electoral en curso en la que los estadounidenses elegirán a un presidente entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump.

La diáspora venezolana 

Mientras eran extorsionados por el supuesto agente de migración, Alianys y su grupo comenzaron por negar que llevaban dinero. Pidieron perdón y le dijeron que tenían familia, pero les contestó “que no le importaba”. En medio de la conversación, el hombre regordete recibió una llamada de una mujer, al parecer su superior. El silencio del monte y la bocina del teléfono les permitieron escuchar el regaño en el que le pidieron que acelerara la búsqueda de un grupo de migrantes que habían perdido de vista. Él fingió demencia.

Aferrados a su versión, Alianys y sus acompañantes permanecieron retenidos durante unas tres horas, durante las cuales los sujetos armados les apuntaron con armas largas, al tiempo que los amenazaban con entregarlos a migración y meterlos presos. “Nos empezaron a gritar que éramos unos brutos, que por eso nos pasaba lo que nos pasaba, que teníamos que pagar porque no nos iban a dejar seguir por el camino”, relata. Hasta que los amenazaron con desnudarlos.

“Nos asustamos y pensé que nos harían otra cosa. Sin embargo al escuchar eso, temiendo que me fueran a hacer algo le entregué al señor de la camisa blanca la cantidad de tres mil pesos mexicanos en sus manos, dinero que juntamos entre todos. Le dimos la mitad del dinero que pedía, ya que él quería la cantidad de seis mil pesos”, cuenta Alianys. “Mi pareja pidió un préstamo de tres mil dólares (…) pero le tocó pagar el doble con los intereses, aún lo está pagando”. A diferencia de la mayoría de los otros migrantes entrevistados, Alianys si interpuso una queja ante la fiscalía de la que estos reporteros dispone de una copia, con ayuda de una ONG que respalda su versión.

Una vez entregado el dinero, los agresores les ordenaron cerrar los ojos, darles la espalda y arrodillarse. Carcomidos por el miedo a morir, algunos se pusieron a llorar. Luego de un momento dejaron de escuchar los susurros, voltearon y al ver que ya no estaban sus agresores, “nos fuimos corriendo hacia la carretera, y allí esperamos un rato para que se nos pasara el susto”.

Como pudieron cogieron diferentes transportes hasta llegar a Tapachula, Chiapas, un pueblo que se ha convertido en un albergue a cielo abierto para migrantes de diversas nacionalidades: venezolanos en su mayoría, colombianos, ecuatorianos, hondureños y haitianos.

La violencia contra los migrantes que atraviesan México no es nueva. Durante años han sido extorsionados por pandillas y autoridades corruptas. Es el caso de los centroamericanos que se suben a “la bestia” para cruzar el país: el gigantesco tren que parte de Ciudad Hidalgo, Chiapas o Tenosique, Tabasco, sube por los estados de Veracruz y Puebla, atraviesa la Ciudad de México y los encamina hacia las principales ciudades fronterizas como Piedras Negras, Coahuila; Reynosa, Tamaulipas; Ciudad Juárez, Chihuahua y Mexicali, Baja California.

Pero las agresiones contra el gigantesco flujo de personas que huyen de la violencia y la miseria de Sudamérica y el Caribe, encabezados por los venezolanos, inquieta particularmente a las agencias internacionales que monitorean la situación en México.

“Es urgente abordar de manera oportuna y adecuada los factores de riesgo que enfrenta la población migrante frente a la trata de personas, ya que situaciones como el estatus migratorio, la falta de redes de apoyo y el idioma pueden colocarles en mayor vulnerabilidad ante este delito”, señala Dana Graber Ladek, representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en México.

El problema es que la regulación del tema migratorio no sólo depende de México, aclara Giovanni Lepri, representante de ACNUR en México, ya que tanto “la administración anterior en Estados Unidos, como la administración actual y muy probablemente la próxima (…) han puesto en marcha toda una serie de mecanismos que restringen la posibilidad a muchas personas de ser reconocidas” como solicitantes de asilo, “con la posibilidad de ser reconocidas como refugiados o de poder tener una estadía regular en Estados Unidos.”

“Si antes teníamos solo personas que desde el sur entraban a México, ahora tenemos personas que desde el norte son devueltas hacia México”, por lo que “es importante que los canales regularizados oficiales y con documentación migratoria regular se amplíen para que evitemos lo más posible que las personas vayan por la invisibilidad”, añade.

Tan solo desde mayo de 2023, las autoridades estadounidenses han “devuelto más de 520,000 personas” -muchas de ellas venezolanas- halladas en la gigantesca frontera de 3,129 kilómetros que comparte con México, compuesta principalmente por ríos y desiertos. Y al no existir relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Venezuela, la mayoría se queda en una tierra en la que es presa fácil para los criminales de todo tipo.

Consultados para este reportaje, ni la Presidencia de la República de México, ni la Secretaría de Gobernación, ni la Secretaría de Relaciones Exteriores, ni la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ni el Instituto Nacional de Migración han querido entregar declaraciones.

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Cómo extendió su poder en Chile el Tren de Aragua, la primera banda de crimen organizado trasnacional en operar en el país
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Cómo extendió su poder en Chile el Tren de Aragua, la primera banda de crimen organizado trasnacional en operar en el país

Los tribunales de Chile empiezan a ver los casos contra miembros de la megabanda venezolana, que en los últimos años convirtió al país del sur en una gran base de operaciones.

09 de mayo, 2024
Por: BBC News Mundo
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“Hay homicidios de una gravedad que no habíamos visto antes en la historia del país. Me refiero a desmembramientos, torturas y enterrar a las personas vivas”.

Así describió el fiscal Mario Carrera a Tele13 Radio los delitos por los que se persigue a Los Gallegos, la banda que desde esta semana protagoniza lo que se ha considerado el juicio más importante de la historia del crimen organizado en Chile.

Los 38 acusados –34 venezolanos y cuatro chilenos– enfrentan cargos de homicidio calificado, secuestro, porte de armas y tráfico de drogas, y son considerados una célula del Tren de Aragua, la megabanda venezolana que en los últimos años convirtió a Chile en un gran centro de operaciones, el mayor después de su país de origen, según funcionarios policiales chilenos.

El Tren es, de hecho, el “primer grupo criminal trasnacional” con el que se ha enfrentado la Justicia chilena y una de las causas de la violencia en un país que en los últimos años ha visto crecer el número de homicidios.

La Fiscalía incluso atribuye al grupo la muerte del exmilitar disidente de Venezuela Ronald Ojeda, y la propia existencia del Tren de Aragua ha sido motivo de disputa diplomática con el gobierno de Caracas, que llegó a negar la existencia de la megabanda, algo que Chile, uno de los países que más sufre la violencia del grupo, consideró un “insulto”.

Pero ¿cómo se estableció, cuál ha sido y es su presencia en el país y cómo empezó la justicia chilena a encarar una criminalidad a la que nunca antes se había afrontado?

Para entenderlo, hay que remontarse primero a otro caso judicial.

La muerte de Mariana

Mariana (nombre ficticio) se desplomó poco después de cruzar la frontera entre Pisiga, en Bolivia, y Colchane, en el norte de Chile, a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar.

Había caminando alrededor de 40 minutos, soportando bajas temperaturas, en medio de fuertes vientos y lluvia, por un terreno desértico y con vestimenta no adecuada. Viajaba junto a su hijo de 5 años, su madre, un hermano menor de edad y otros 50 extranjeros.

Cuando los carabineros intentaron auxiliarla, la migrante venezolana de 32 años ya estaba muerta.

Su caso fue reportado, sin más detalles, como uno de los cinco fallecimientos de migrantes ocurridos en el primer trimestre de 2021, cuando intentaban cruzar por pasos irregulares hacia Chile.

Migrantes cruzando a Chile.
Getty Images

Pero detrás de su muerte hay algo más que el desgaste físico de una joven madre. Mariana y su familia son parte de los 11 casos de víctimas del Tren de Aragua que figuran en la acusación presentada en marzo de 2022 contra 12 miembros de la organización criminal por Raúl Arancibia Cerda, quien entonces era fiscal regional de Tarapacá, en el norte de Chile.

“Se trata de la primera organización (el Tren de Aragua) que cumple con todas las características del crimen organizado trasnacional (…) en ser formalizada en el país (Chile)”, dice el documento de acusación al que tuvo acceso BBC Mundo.

El exfiscal regional Arancibia aseguró que, al menos hasta el momento en que formalizó el escrito, en 2022, “Chile estaba ajeno a este tipo de criminalidad”.

Pero ¿cómo un grupo criminal tan joven –con menos de 10 años de existencia–, comandado desde el interior de una prisión en un país a más de 4.700 kilómetros de distancia, logró establecerse con tanta fuerza y facilidad en el territorio chileno?

Cárcel de Tocorón en Venezuela
EPA

Las causas de su expansión

La migración aparece como un primer factor.

Hoy hay más de medio millón de venezolanos registrados en Chile, aunque la cifra podría ser el doble, debido a la gran cantidad de personas que han entrado por pasos informales.

La familia de Mariana figura entre miles de víctimas del tráfico de migrantes, y su historia combina algunas de las variables que explican cómo el Tren de Aragua se instaló en Chile y convirtió este país en su “segundo hogar”, según confirmó a BBC Mundo un funcionario de la Policía de Investigación de Chile (PDI) que investigó al grupo entre 2021 y 2023 y que prefirió no dar su nombre.

A comienzos de 2021, cuando todavía el impacto de la pandemia por covid-19 mantenía cerradas varias fronteras y la situación de los venezolanos se agravaba en sus países de acogida, Edgar, un hermano de Mariana que vivía en Chile, contrató los servicios de una supuesta agencia de viajes para trasladar a cuatro miembros de su familia desde Colombia hasta Iquique, en la frontera norte del país sureño, según se relata en la acusación formalizada por el fiscal Arancibia.

Edgar accedió a pagar US$2.400 para que sus parientes se reunieran con él. Pagó US$600 dólares por cada uno: Josefina, su mamá; Juan Carlos, su hermano menor de edad; Mariana, su hermana de 32 años; y José, su sobrino de 5 años, hijo de Mariana. (Todos los nombres son ficticios; en la acusación se les identifica sólo con siglas)

El grupo familiar emprendió el trayecto a comienzos de marzo de 2021.

Presos de la cárcel de Tocorón durante un operativo del gobierno para volver a ganar el control del recinto.
EPA

Pero cuando llegaron a Tumbes, en Perú, los hombres que los trasladaban les exigieron US$80 más por persona para continuar el viaje hasta Lima, y US$250 por cabeza para llegar a Colchane, en Chile. Así que Edgar transfirió otros US$1.360.

En ese punto ya se había percatado de que no había tal agencia de viajes. Estaban en manos de coyotes del Tren de Aragua, una organización que desde Venezuela ya se ha expandido al menos a seis países de América Latina.

La noche del 22 de marzo de 2021, luego de permanecer ocultos un par de días en el hotel España, en Pisiga, Bolivia, los familiares de Edgar iniciaron la travesía para cruzar la frontera y llegar a Chile.

A la cabeza de la “expedición” estaban tres hombres que, según la acusación, se identificaban por sus apodos: “Estrella” (Carlos González Vaca), quien ha sido señalado de ser uno de los líderes del Tren de Aragua en Chile; “Zeus” (Zeus Velásquez Aquino) y “Águila” (Juan José Trejo Varguilla). Todos de nacionalidad venezolana y miembros de la megabanda, según arrojó la investigación realizada por autoridades chilenas.

Ellos eran los que daban las instrucciones y expusieron a los migrantes “a condiciones extremas”, poniendo en riesgo la “integridad física y la vida” de todos, se lee en el documento elaborado por la fiscalía de la región de Tarapacá.

Cinta de la Policía de Investigaciones de Chile que dice
PDI Chile

Poco después de cruzar la frontera, Mariana comenzó a sentirse mal y su madre le pidió ayuda a alias Águila, quien golpeó a la joven por sentirse mal. Como consecuencia se desvaneció y acabó muriendo en suelo chileno.

“Al menos desde el año 2021 en la región de Tarapacá ha operado esta organización criminal trasnacional, vinculada con la Mega Banda Venezolana, el Tren de Aragua, cuya célula (…) se ha asentado en diversas ciudades de la región (…) como también se ha extendido hasta otras partes del país (…)”, concluye la acusación.

Los tres coyotes, entre otros, fueron detenidos en marzo de 2022.

El caso está actualmente en proceso de preparación para el inicio del juicio. Hay 12 acusados, incluido Carlos González Vaca, alias “Estrella”.

Considerado el líder de la primera célula del Tren identificada y desarticulada en Chile, la Fiscalía pide para él dos penas de presidio perpetuo calificado, una pena de reclusión perpetua y 125 años de prisión por delitos como secuestro con homicidio, trata de personas con fines de explotación sexual, tráfico de drogas y tráfico de migrantes, entre otros.

Migrantes venezolanos interceptados por carabineros en la frontera de Chile.
Getty Images

El estallido, la pandemia y la economía

“Creemos que la llegada del Tren de Aragua tiene que ver con el aprovechamiento de esta migración que hubo desde Venezuela a Chile”, le explicó a BBC Mundo Mauro Mercado Andaur, jefe nacional contra el Crimen Organizado de la Policía de Investigación (PDI) de Chile.

“La persona que emigra a través de distintas fronteras muchas veces tiene pocos recursos económicos y la necesidad rápida de llegar a su país de destino. El grupo criminal aprovecha la necesidad de los migrantes para hacer sus negocios ilícitos, los seduce y hasta les asignan tareas menores”, agregó.

Pero hay otros elementos que explican que Chile fuera el terreno escogido por la banda para instalarse.

Por un lado, coincide con el estallido social de 2019, “momento en el que teníamos otros focos de interés que estábamos abordando”, reconoció Mercado Andaur, apuntando a la pandemia por coronavirus.

Y es que la emergencia sanitaria forzó un cambio en la dinámica y la operatividad de los cuerpos de seguridad —precisa el policía—, que debieron ocuparse de problemas vinculados con la enfermedad al tiempo que desatendían tareas propias de sus funciones.

Asimismo, Chile fue uno de los primeros países de la región en tener vacunas disponibles y eso atrajo a muchas personas que buscaban servicios de salud de calidad.

Mauro Mercado Andaur (izquierda) junto a otros funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile durante una visita del subsecretario del Interior en noviembre de 2023.
PDI Chile
Mauro Mercado Andaur (izquierda) junto a otros funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile durante una visita del subsecretario del Interior en noviembre de 2023.

“Tuvimos que buscarlo en Google”

Arancibia, el exfiscal de Tarapacá, relató que la primera vez que escuchó hablar del Tren de Aragua fue en diciembre de 2020, cuando dos mujeres peruanas fueron detenidas mientras intentaban ingresar a Chile ketamina, una droga alucinógena.

“Ellas explicaron que habían sido obligadas a transportar la droga por gente del Tren de Aragua. Hasta ese momento no sabíamos nada de una megabanda venezolana, ni de una prisión de Tocorón (en Venezuela). Tuvimos que buscarlo en Google”, contó Arancibia.

Aunque al final comprobaron que las mujeres mentían y que no habían sido forzadas por ningún grupo criminal, el hecho abrió camino a la primera investigación sobre el Tren de Aragua en Chile. “Nos dieron a conocer lo que estaba pasando”.

Para entonces, las autoridades chilenas ya habían notado cambios en las dinámicas criminales en las regiones fronterizas del norte y la aparición de nuevos delitos sin tener claras las causas: más explotación sexual de extranjeras; tráfico de sustancias poco convencionales, extorsiones; más homicidios y tráfico de migrantes.

Aunque en esa frontera de Chile con Bolivia históricamente había habido actividad del crimen organizado, no había grupos, ni locales ni extranjeros, que ejercieran un control de las acciones ilícitas y se impusieran con violencia como lo hacía el Tren de Aragua.

“Encontraron la facilidad para apoderarse de territorios. Tomaron zonas casi despobladas para establecer sus negocios. También comenzaron a ofrecer servicios, como pasar migrantes de una frontera a otra, brindar seguridad a comercios o falsificar los documentos de identidad que las autoridades chilenas entregan a los migrantes”, detalló Mercado Andaur.

El embajador de Venezuela en Chile, Jaime Gazmuri, la subsecretaria de Relaciones Exteriores chilena, Gloria de la Fuente y el presidente chileno, Gabriel Boric, en una reunión mantenida en el Palacio de la Moneda el 13 de abril de 2024.
EPA
El embajador de Venezuela en Chile, Jaime Gazmuri, concurrió a mediados de abril con el presidente chileno, Gabriel Boric tras una crisis diplompática entre Chile y Venezuela.

Todo esto fue más fácil en Chile, entre otras cosas, por la ausencia de otros grupos de delincuencia organizada o competidores criminales.

“Históricamente nuestro grupos criminales han tendido a evolucionar hacia el lavado de activos, pero no hacia el control de un territorio por la fuerza. Tampoco tenían un gran poder de fuego. Por eso fueron sometidos fácilmente por los grupos extranjeros, como el Tren de Aragua, y terminaron cediendo los espacios y sometiéndose a ellos”, apuntó Mercado Andaur, que admitió la presencia de organizaciones colombianas y de otros países.

Exportación de crímenes

La capacidad de adaptación y el amplio portafolio criminal de la megabanda -se le atribuyen unos 20 delitos- también le permitió establecerse en Chile con actividades criminales que no eran practicadas por otros grupos, como la explotación sexual.

“Aquí la prostitución es legal, pero no había la figura del proxeneta. Ellos la trajeron y ahora controlan este delito en el país”, dijo el funcionario de la PDI.

Y a estos factores se suma que Chile tiene una de las economías más sólidas de América Latina, por lo que “la estabilidad económica del país y la cantidad de dinero circulante eran muy atractivos”, subraya Mercado Andaur.

Por eso Larry Amauri Álvarez Nuñez, alias “Larry Changa”, uno de los jefes y creadores del Tren de Aragua, escogió Chile para establecerse junto a su familia, según revelaron funcionarios de la PDI, Interpol y de la inteligencia colombiana.

Llegó en un vuelo comercial desde Caracas en 2018, regentaba un local de comida en el Jockey Club, a cuatro cuadras del Palacio de La Moneda, y además tenía varios establecimientos comerciales. Se instaló en Santiago y logró montar una operación de tráfico de drogas y lavado de dinero para la organización.

En 2022, cuando ocurrieron las primeras detenciones de sus compañeros, huyó y hoy se desconoce su paradero.

En la jerarquía de la organización tiene casi el mismo rango que Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, jefe máximo del Tren, uno de los hombres más buscados de América Latina.

“Ahora hay 70 personas de la organización en prisión”, aseguró Mercado Andaur, quien añadió que “el grupo comenzó a fragmentarse después de la detención del líder (alías “Estrella”) y producto de la acción policial”.

“No negamos que siguen operando, pero al quedar tan expuestos han perdido sus redes de protección. Tienen una operación pequeña. Sin embargo, seguimos con la alerta alta para evitar que se articulen las células” del Tren de Aragua, el primer gran grupo trasnacional del crimen organizado en Chile.

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BBC

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