Ismael Mario Zambada García, alias “El Mayo”, exlíder del Cártel de Sinaloa, estaría dispuesto a declararse culpable mediante un acuerdo con fiscales de Estados Unidos, si éste lo eximiera de enfrentarse a la pena de muerte, dijo el abogado Frank Pérez, a la agencia británica Reuters.
“El señor Zambada no quiere ir a juicio y está dispuesto a aceptar la responsabilidad de un cargo que no implica la pena de muerte”, dijo el litigante. “Un portavoz de la oficina del fiscal federal en Brooklyn, que presentó los cargos, se negó a hacer comentarios”, señaló Reuters.
El juez Brian M. Cogan, de la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, determinó, el 15 de enero de 2025, que Frank Pérez se quedaría como abogado del capo sinaloense Ismael Mario Zambada García, alias “El Mayo”, que el caso era susceptible de pena de muerte y que existía la posible negociación de un acuerdo para que se evitara un juicio.
El cofundador del Cártel de Sinaloa podría afrontar la pena de muerte, a pesar de que fue abolida en el estado de Nueva York, en 2004, si el Gobierno de EU consideraba que, por su participación en dicha organización delictiva trasnacional, clave en la crisis de sobredosis por fentanilo en Estados Unidos, incurrió en delitos federales graves, como asesinatos masivos o crímenes por terrorismo.
Asimismo, Pérez seguiría al frente de la defensa de “El Mayo”, a pesar del conflicto de interés que representaba, al ser también abogado de Jesús Vicente Zambada Niebla, alias “El Vicentillo”, hijo del capo sinaloense, quien también era testigo colaborador del Gobierno de EE. UU. y potencial testigo en caso de un juicio en contra de su padre.
“Entiendo que mi abogado Frank Pérez me representa a mí y a mi hijo Vicente en el caso presentado en Estados Unidos […] no quiero tener un abogado diferente. Quiero que Frank Pérez me represente”, dijo Zambada García, en español, al juez Cogan, durante la audiencia llevada a cabo en sala 10-A Sur, de la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, quien convocó a las partes dentro de 90 días, a las 09:30 horas del 22 de abril de 2025 (tiempo local).
“El Mayo” permanecía preso en el Centro Correccional Metropolitano, Nueva York (MCC New York, por sus siglas en inglés). El 25 de julio de 2024 fue supuestamente privado de la libertad por Joaquín Guzmán López, “El Güero Moreno” -de 38 años de edad-, hijo de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”.
Zambada García estaba acusado en EU de 17 delitos, entre ellos, tráfico de fentanilo, metanfetaminas, mariguana, heroína, cargos por narcotráfico a gran escala. También de conspiración para cometer homicidios y dirección de una organización criminal.
La acusación contra Zambada García en Nueva York fue actualizada en febrero de 2024 y abarcaba un total de 17 cargos por narcotráfico a gran escala, de más de 250 toneladas de cocaína, exportada por cárteles colombianos como el del Valle Norte, el Cártel de Luis Caicedo “Don Lucho” y el de la familia Cifuentes Villa.
Además, el capo sinaloense estaba acusado por la Fiscalía Federal del Distrito Este de Nueva York, de tráfico de fentanilo, metanfetaminas, mariguana, heroína, conspiración para cometer homicidios y dirección de una organización criminal, comenzando en 1989 hasta enero de 2024.
El mismo día, Juan Manuel Delgado González, asesor jurídico de Zambada García en México, dijo que la detención de “El Mayo” se trataba de un secuestro transfronterizo y su defensa legal exigía su repatriación a México desde Estados Unidos
El litigante explicó en entrevista con el periodista Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, que desde principios de la década de los 90 del Siglo XX, México y Estados Unidos firmaron el Tratado para Prohibir los Secuestros Transfronterizos, por lo que había pedido al Gobierno mexicano intervenir.
“Se toca el caso, casi hecho a la medida, del señor Ismael Zambada, porque una de las fracciones que maneja este tratado es que un particular no puede extraer por medio de la coerción o la fuerza, del territorio nacional de cualquiera de los Estados firmantes, a un individuo y ponerlo a disposición de la jurisdicción de otro país”, enfatizó el abogado.
Delgado González explicó que aún no tenían una respuesta oficial a la carta donde Zambada García pidió al Gobierno de México ser extraditado y juzgado en territorio mexicano, sin embargo, dijo que, de no obtener una contestación en un tiempo “razonable”, interpondrían un amparo para obligar a las autoridades a responder, ya que, según aseguró, se trataba de un derecho de “El Mayo” y concernía a la propia soberanía del país.
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“Hablamos de un caso emblemático, de una persona que presuntamente es solicitada en ambos países por haber participado en la comisión de delitos, sin embargo, creo que esto atañe a más allá de una persona, a todos nosotros como mexicanos porque hablamos de un tema de soberanía, independencia y no intervencionismo”, sostuvo el litigante.
El abogado indicó que el Tratado de Extradición entre México y Estados Unidos establecía que un Estado debería solicitar a otro la extradición de una persona en caso de ser acusada de un delito y cuando pudiera sancionarse el ilícito con pena de muerte, asegurar que esta no sería incluida en la condena o que no fuera aplicada, ya que, además, la pena de muerte estaba prohibida en el Artículo 22 de la Constitución mexicana.
“Existe una obligación por parte del Estado mexicano de solicitar al gobierno americano un compromiso redactado por el Poder Judicial de aquel país, que conforme a la Convención de Viena para relaciones diplomáticas es el único Poder que puede garantizar de manera suficiente que no se aplicaría esa pena de muerte”, insistió Delgado González.
Esta nota se publicó originalmente en Noroeste
El reino árabe ha ganado peso en la escena global y mantiene cierto equilibrio entre Moscú y Kyiv.
Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia escogieron a Arabia Saudita como sede para las cruciales conversaciones con Rusia sobre la guerra en Ucrania.
Representantes de Washington y Moscú se reúnen este martes en Riad para tratar de sentar las bases de las conversaciones de paz, confirmaron el Departamento de Estado estadounidense y el Kremlin este lunes.
Por parte de Estados Unidos participan el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff.
Rusia envió a la capital saudí al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y a Yuri Ushakov, asesor de política exterior del presidente Vladimir Putin.
El encuentro ha generado preocupación en Ucrania y entre sus aliados europeos, que no participarán.
El gobierno de Arabia Saudita ha expresado su intención de implicarse activamente en las conversaciones de paz, no solo como país anfitrión sino con un rol más activo de mediador.
La elección de Arabia Saudita como sede del encuentro subraya hasta qué punto ha avanzado el reino en el plano diplomático en los últimos años desde que estuvo punto de convertirse en un estado paria tras el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en 2018.
Las sombras que se proyectaban sobre el país y su líder de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, parecen haberse disipado, aunque ocasionalmente se siguen planteando preocupaciones en foros internacionales sobre el historial de derechos humanos de Arabia Saudita.
En muchos frentes -y en particular en las industrias del entretenimiento y el deporte- el reino wahabita ha dedicado enormes cantidades de dinero a tratar de convertirse en un actor importante en el escenario global.
En el plano diplomático, el liderazgo saudita también ha logrado avances: durante los años de Biden, el reino redujo su dependencia de Estados Unidos como principal aliado internacional.
Los sauditas dejaron claro que perseguirían en primer lugar lo que perciben como sus intereses: entablar relaciones más estrechas con países considerados los mayores rivales de Estados Unidos, como Rusia y China.
Por otro lado, hay que destacar la posición que hasta el momento ha mantenido Arabia Saudita en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Riad ha preservado históricamente sus relaciones tanto con Moscú como con Kyiv, en un intento de equilibrar sus intereses geopolíticos y económicos.
En el ámbito energético, Arabia Saudita ha colaborado estrechamente con Rusia en el marco de la OPEP+, coordinando políticas de producción de petróleo para estabilizar los mercados globales.
Sin embargo, también ha mostrado apoyo a la integridad territorial de Ucrania en foros internacionales y ha participado en iniciativas humanitarias para mitigar el impacto del conflicto en la población ucraniana.
Esta dualidad en su política exterior refleja, según expertos, la estrategia saudita de posicionarse como un mediador neutral, capaz de facilitar el diálogo entre las partes en conflicto.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido bien recibido por los sauditas.
Su primera visita al extranjero en su primer mandato fue a Arabia Saudita, y la naturaleza transaccional de su política exterior se ve como más propicia para el actual liderazgo saudita.
Arabia Saudita es clave en el conflicto palestino-israelí por su influencia en el mundo árabe y musulmán, y su posible normalización de relaciones con Israel, lo que podría redefinir el equilibrio geopolítico en la región.
Uno de los posibles logros que Trump querría anotar en su historial sería un acuerdo de paz entre los sauditas e Israel, que sería la culminación de los Acuerdos de Abraham que inició en su primer mandato.
La guerra en Gaza, sin embargo, se ha interpuesto en el camino y puede aumentar el precio que Arabia Saudita exija por un acuerdo de paz.
Los sauditas expresaron su contundente rechazo al plan de Trump para Gaza: expulsar a todos los palestinos y reconstruirla como un complejo turístico.
Esto ha impulsado al reino a tratar de elaborar un plan alternativo viable con otros estados árabes, que permitiría que los habitantes de Gaza permanecieran en su territorio mientras se reconstruye el enclave.
Arabia Saudita ha reiterado que no establecerá relaciones diplomáticas formales con Israel sin una solución que considere justa al conflicto palestino, insistiendo en la necesidad de un Estado palestino independiente.
El actual planteamiento de la administración Trump parece entrar en contradicción con esto, tanto en su política hacia Gaza como hacia la Cisjordania ocupada.
La forma en que se resuelva este asunto será clave para la dinámica de la evolución de la relación entre Arabia Saudita y Estados Unidos.
En todo caso, está claro que los sauditas no tienen intención de renunciar a su ambición de convertirse en un actor esencial de la diplomacia global.
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