Para darle la bienvenida a los nuevos integrantes del Heroico Colegio Militar y “dejárselas clara”, el sargento Eugenio Sierra ―interpretado por el actor Fernando Cuautle en la película Heroico― comienza a caminar entre los cadetes.
“Potros, bienvenidos a la Segunda Compañía de Infantería” los saluda con esa palabra que los militares utilizan para referirse a los nuevos.
Así comienza a explicarles, paso a paso, qué deben hacer sí algún día quieren convertirse en oficiales al mando de tropas del Ejército: dar la vida por la patria si es necesario. “Es por el bien de México”, dice con una sonrisa dibujada en el rostro.
“Las ladillas, los putazos y los tablazos no van a ser en vano. Son para que se hagan de fibra. Tienen que aguantar vara y agarrarse sus huevitos, porque no los quiero ver chillando con sus mamás o sus chamaquitas los días de visitas. Porque aquí las lágrimas se pagan”, sentencia Sierra.
Y finaliza con una metáfora que explica dónde ocurre la violencia dentro y fuera de la película Heroico y la formación militar en México.
“En la oscuridad no se ve nada”, dice.
La película Heroico, del cineasta David Zonana, habla de la historia de Luis, un joven de origen indígena que se inscribe en el Colegio Militar en busca de un seguro médico para él y su mamá, quien tiene diabetes. Pero en busca de ese objetivo Luis terminará siendo víctima y victimario de la violencia física y psicológica a la que se enfrentan los nuevos miembros del Colegio Militar.
En entrevista con Animal Político, el cineasta Zonana explica que esta película nace de la necesidad de entender y analizar la violencia en el país, pero para hacerlo es necesario revisar el fondo y las causas de esta violencia, ―que en su opinión es una consecuencia de otras problemáticas sociales que no sean han atendido, como la violencia dentro de la formación militar del país―.
“Estamos acostumbrados en los medios a estar expuestos a esto que vemos todos los días: asesinatos, desapariciones, violaciones a los derechos humanos, pero pocas veces nos permitimos analizar cómo es que llegamos a ese punto y cuáles son los factores, los ingredientes que hicieron que esta situación se viva como se vive”.
En carne propia el actor Santiago Sandoval, que interpreta a Luis, fue víctima de este sistema jerárquico y machista al que se enfrentan miles de estudiantes de las Fuerzas Armadas, pues él también fue cadete de la Escuela Militar de Aviación de la Ciudad de México. La violencia que rodea a los “desertores” del Ejército se evidenció después de la publicación del trailer de la película.
“Un mensaje que recibí decía: ‘Ya vi que te culereaste con una película, pero cuando te vea, ahora sí vas a sufrir, puto desertor. Ojalá te mueras’. Varios antiguos cadetes y superiores me dijeron ‘si te vemos o encontramos, te vamos a levantar’. Me siento tranquilo, o sea, he estado dentro de la institución y sé de lo que son capaces. Entonces, no me da tanto miedo”, dijo en entrevista con el diario El País.
Zonana ―quien hace algunos años dirigió también la película Mano de Obra, que ganó dos premios (Premio Ingmar Bergman Ópera Prima Internacional y Premio Pangea UNAH) y se presentó en diversos festivales― asegura que en el caso de México se ha hablado mucho del narcotráfico y del aporte que tiene este fenómeno en la violencia del país.
“Pero poco se habla del mundo militar y la formación militar, la injerencia que tienen en la seguridad de los mexicanos así como su estado psicológico, su desarrollo, lo que lo que viven dentro y yendo un poco más atrás también entender cuáles eran sus necesidades cuando entraron a las Fuerzas Armadas, porque al final pues es gente joven con la intención de sobrevivir, de salir adelante, de sustentar una familia”.
Ante el estreno de la película Heroico, mandos militares de la comandancia general de la Guardia Nacional pidieron a los integrantes de la corporación militar ver la película Héroes ―que trata sobre la batalla del Castillo de Chapultepec y los niños heroes― para competirle a la película Heroico.
“El día martes la totalidad del personal que integra sus respectivas Cías, debió asistir a ver la referida película, por tal motivo se requiere que tomen las acciones de mando que estimen pertinentes para dar exacto cumplimiento a lo ordenado”, se puede leer en uno de los mensajes.
Consultados por este medio, miembros en activo de la Guardia Nacional aseguraron que recibieron este mensaje a “nivel nacional”, mismo en el que se señala que se deberá “dividir en turnos” al personal activo para que acudan a las funciones.
Luego de la publicación del trailer de la película Heroico, en redes sociales también se desató un fuerte debate entre los que apoyan las formas de “instruir” de las Fuerzas Armadas y las que lo critican. Entre los aspectos que se reflejan en la película están: discriminación, machismo, abuso, violencia, acoso y corrupción a la que se enfrentan cadetes y miembros del Ejército
Luego de que se volviera tendencia el trailer, la Sedena hizo uso del hashtag #Heroico para promover vídeos en sus redes sociales con la intención de destacar su imagen y la del Heroico Colegio Militar.
“¡Soy heroico! En lo alto de la loma, al sur de la gran ciudad, se levanta majestuoso, el Colegio Militar, donde se forjan los hombres, donde se forjan mujeres, del ejército nacional”, se puede ver en uno de los videos publicados en la cuenta de TikTok de la Sedena que tiene 2.3 millones de “me gusta”.
En otro video de la Sedena, con 2.1 millones de “me gusta”, se escucha otra porra militar que hace referencia a los llamados desertores del Colegio Militar: “Mira cómo muchos se quedan en el camino, mientras otros corren, forjan su destino. Olvida tu cansancio, olvida dolor, olvida que eres débil siéntete el mejor”.
La publicidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos se ha extendido a revistas, periódicos e incluso desde otros espacios.
Respecto a esta respuesta por parte de mandos militares frente al estreno de la película, Zonana dice que “no es señalar y decir las Fuerzas Armadas son culpables de todo lo que pasa en el país, sino entender que hay cosas que mejorar y que al final lo que queremos todos es un mejor país, una mejor calidad de vida, mejores oportunidades, menos violencia”.
“Es erróneo cómo lo ha tomado la institución militar de intentar negar la película, intentar criticar que no se vea, en lugar de decir ‘sí hay cosas que mejorar, podemos trabajar para adelante y evaluar que se puede mejorar para tener unas mejores Fuerzas Armadas y por ende un mejor país’”.
El pasado 12 de septiembre, el senador Emilio Álvarez Icaza abrió las puertas del recinto legislativo para que la película Heroico se reprodujera por primera vez en México. “El Senado de la República es una instancia de control civil de las Fuerzas Armadas”, dijo.
Pero reconoció que la revisión de aspectos como los ascensos de los mandos militares y los avances de las Fuerzas Armadas se hacen en apenas un día, lo que representa un problema para ejercer este control civil.
“No sabemos si quien recibió el grado de general, coronel o mayor violó derechos humanos, tiene negocios ocultos o tiene un comportamiento, por ejemplo, de ni siquiera pagar la licencia de alimentación de sus hijos, por ejemplo. Esos son los temas que debemos de discutir”, dijo.
Al finalizar la proyección, asistentes en el recinto, que también han tenido experiencias en el mundo militar, compartieron su experiencia y testimonios con el director y parte del cast de la película, quienes los escucharon atentamente.
“En Twitter también ha habido mucha gente que ha alzado la voz a partir de la película, que ha contado sus experiencias, y eso es muy interesante. Incluso si no ha salido la película y ya está causando todo este revuelo, es emocionante lo mucho que se va a poder hacer en el marco de la película que es por el beneficio del país y del sistema militar y pues para escuchar y trabajar alrededor de estas víctimas de violencia”, dice Zonana.
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Los carteles en la enorme estación de trenes de Shinjuku, en Tokio, normalmente se usan para publicitar productos como cosméticos y comida, así como películas nuevas.
Pero ocasionalmente uno puede encontrarse con un cartel que muestra un mensaje de cumpleaños y la foto de un joven, a menudo de una boy band y típicamente con una apariencia impecable.
Estos carteles son creados por empresas publicitarias especializadas y son pagados por fans devotos. Forman parte de un fenómeno llamado oshikatsu, un término acuñado en los últimos años que proviene de las palabras japonesas “apoyar” (oshi) y “actividad” (katsu).
Oshikatsu se refiere a los esfuerzos que hacen los fans para apoyar a su oshi favorito, que puede ser un artista, un personaje de anime o manga, o un grupo que admiran y quieren “impulsar”.
Una parte considerable de este apoyo es de naturaleza económica. Los fans asisten a eventos y conciertos, o compran productos como CDs, carteles y otros artículos coleccionables. Otras formas de oshikatsu están destinadas a difundir la fama de su ídolo, compartiendo contenido sobre su oshi, participando en campañas en redes sociales, y escribiendo fanfiction o creando fanart.
Oshikatsu surgió a partir del deseo de los fans por tener un vínculo más cercano con sus ídolos. La combinación entre oshi y katsu apareció por primera vez en las redes sociales en 2016 y se generalizó como un hashtag en la entonces plataforma de Twitter en 2018. En 2021, oshikatsu fue nominada como candidata a la palabra del año en Japón, una señal de que su uso se había vuelto popular.
Ahora, ha aparecido en el radar del Japón empresarial. El motivo es el estallido de la inflación en los últimos años, provocado por la interrupción pandémica de la cadena de suministro y las conmociones geopolíticas, que ha hecho que los consumidores japoneses reduzcan su gasto.
Sin embargo, con los salarios a punto de subir por tercera vez en tres años, el gobierno se muestra cautelosamente optimista ante la posibilidad de que el crecimiento económico sea reavivado a través del gasto impulsado por el consumo. Compañías de la industria del entretenimiento y medios de comunicación buscan en el oshikatsu como posible motor de esta tendencia, aunque no está claro si las próximas subidas salariales serán suficientes.
Contrario a la percepción popular, oshikatsu ya no es del ámbito exclusivo de las subculturas juveniles. Se ha hecho camino también entre los grupos de mayor edad en Japón.
De acuerdo a una encuesta realizada en 2024 por la empresa japonesa de estudios de mercado, Harumeku, el 46% de las mujeres que están en sus 50 tienen un oshi al que apoyan económicamente. Las generaciones mayores tienden a tener más dinero para gastar, especialmente después de que sus propios hijos hayan terminado su educación.
Oshikatsu también supone una interesante inversión en términos de género. Mientras en los hogares tradicionales japoneses se sigue esperando que los maridos sean el sostén económico de las familias, en el oshikatsu son más a menudo las mujeres las que apoyan económicamente a hombres jóvenes.
Cuánto gastan los fans en sus oshi, depende. Según una encuesta reciente realizada por la empresa japonesa de marketing CDG y Oshicoco, una agencia de publicidad especializada en oshikatsu, la cantidad media que gastan los fans en actividades relacionadas con sus oshis es de 250.000 yenes (unos US$1.736) anuales.
Se calcula que esto aporta cada año 3,5 billones de yenes (US$24.500 millones) a la economía japonesa, y representa el 2,1% del total de las ventas minoristas anuales de Japón.
Oshikatsu impulsará el gasto de los consumidores. Pero dudo que tenga el impacto en la economía japonesa que esperan las autoridades. Para los aficionados más jóvenes, el peligro es que la aprobación gubernamental acabe con cualquier tipo de influencia cool, haciendo que el oshikatsu sea menos atractivo para estas personas a largo plazo.
Y si apoyan a un oshi que aún no ha conseguido el éxito, pueden tener una mayor sensación de que su apoyo importa. De ahí que parte del gasto vaya directamente a individuos, en lugar de a superestrellas corporativas ya establecidas. Pero también es posible que los jóvenes oshis en apuros gasten más de este dinero que las celebridades establecidas.
La prensa internacional se está enfocando ya sea en el lado económico del oshikatsu, o en lo peculiar de los fans “obsesivos” que consiguen un segundo trabajo para apoyar a su oshi, y madres que gastan grandes sumas en un hombre que tiene la mitad de su edad. Pero lo que esa cobertura pasa por alto es la lenta pero profunda transformación social de la que el oshikatsu es un síntoma.
Una investigación de 2022 sobre personas que practican oshikatsu deja claro que las “actividades de fans” responden a un deseo profundo de conexión, validación y pertenencia. Si bien esto podría satisfacerse mediante la amistad o una relación íntima, un número creciente de jóvenes adultos japoneses siente que este tipo de vínculos son “problemáticos”.
Los hombres jóvenes lideran esta tendencia, especialmente aquellos que no trabajan como asalariados de oficina con empleos relativamente estables, los llamados salarymen. Muchos de los que trabajan a tiempo parcial o en empleos manuales tienen dificultades para imaginar un futuro con una familia.
El sector terciario está cambiando para dar cabida a un número creciente de servicios que convierten en productos cosas intangibles como la amistad, la compañía y las fantasías románticas escapistas.
Desde abrazos no sexuales hasta alquilar a un amigo por un día o tener una cita con un acompañante travestido, se puede buscar alivio temporal de la soledad pagando por hora. Como resultado, la conexión humana en sí misma se está convirtiendo en algo que puede ser consumido mediante pago.
Por otro lado, compartir actividades de oshikatsu puede generar nuevas amistades. Reunirse para adorar colectivamente a sus ídolos es una forma poderosa de crear nuevas comunidades. Aún está por verse cómo estos cambios en la manera en que las personas se relacionan moldearán el futuro de la economía y la sociedad japonesa.
*Fabio Gygi es profesor titular de Antropología en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres.
Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.
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