Home
>
Seguridad
>
‘Las ladillas y los tablazos no van a ser en vano’: Heroico, la película que evidencia la violencia dentro y fuera de la formación militar en México
‘Las ladillas y los tablazos no van a ser en vano’: Heroico, la película que evidencia la violencia dentro y fuera de la formación militar en México
Heroico, una película que aborda la violencia en al formación militar. | Foto: archivo Cuartoscuro
7 minutos de lectura

‘Las ladillas y los tablazos no van a ser en vano’: Heroico, la película que evidencia la violencia dentro y fuera de la formación militar en México

Heroico se estrena este 21 de septiembre en más de 500 cines a nivel nacional
16 de septiembre, 2023
Por: Alfredo Maza

Para darle la bienvenida a los nuevos integrantes del Heroico Colegio Militar y “dejárselas clara”, el sargento Eugenio Sierra ―interpretado por el actor Fernando Cuautle en la película Heroico― comienza a caminar entre los cadetes. 

“Potros, bienvenidos a la Segunda Compañía de Infantería” los saluda con esa palabra que los militares utilizan para referirse a los nuevos.  

Así comienza a explicarles, paso a paso, qué deben hacer sí algún día quieren convertirse en oficiales al mando de tropas del Ejército: dar la vida por la patria si es necesario. “Es por el bien de México”, dice con una sonrisa dibujada en el rostro. 

“Las ladillas, los putazos y los tablazos no van a ser en vano. Son para que se hagan de fibra. Tienen que aguantar vara y agarrarse sus huevitos, porque no los quiero ver chillando con sus mamás o sus chamaquitas los días de visitas. Porque aquí las lágrimas se pagan”, sentencia Sierra. 

Y finaliza con una metáfora que explica dónde ocurre la violencia dentro y fuera de la película Heroico y la formación militar en México

“En la oscuridad no se ve nada”, dice.  

Escena de la película Heroico que se estrena este 21 de septiembre en cines
Escena de la película Heroico que se estrena este 21 de septiembre en cines

Heroico, la película

La película Heroico, del cineasta David Zonana, habla de la historia de Luis, un joven de origen indígena que se inscribe en el Colegio Militar en busca de un seguro médico para él y su mamá, quien tiene diabetes. Pero en busca de ese objetivo Luis terminará siendo víctima y victimario de la violencia física y psicológica a la que se enfrentan los nuevos miembros del Colegio Militar.  

En entrevista con Animal Político, el cineasta Zonana explica que esta película nace de la necesidad de entender y analizar la violencia en el país, pero para hacerlo es necesario revisar el fondo y las causas de esta violencia, ―que en su opinión es una consecuencia de otras problemáticas sociales que no sean han atendido, como la violencia dentro de la formación militar del país―. 

“Estamos acostumbrados en los medios a estar expuestos a esto que vemos todos los días: asesinatos, desapariciones, violaciones a los derechos humanos, pero pocas veces nos permitimos analizar cómo es que llegamos a ese punto y cuáles son los factores, los ingredientes que hicieron que esta situación se viva como se vive”. 

En carne propia el actor Santiago Sandoval, que interpreta a Luis, fue víctima de este sistema jerárquico y machista al que se enfrentan miles de estudiantes de las Fuerzas Armadas, pues él también fue cadete de la Escuela Militar de Aviación de la Ciudad de México. La violencia que rodea a los “desertores” del Ejército se evidenció después de la publicación del trailer de la película. 

“Un mensaje que recibí decía: ‘Ya vi que te culereaste con una película, pero cuando te vea, ahora sí vas a sufrir, puto desertor. Ojalá te mueras’. Varios antiguos cadetes y superiores me dijeron ‘si te vemos o encontramos, te vamos a levantar’. Me siento tranquilo, o sea, he estado dentro de la institución y sé de lo que son capaces. Entonces, no me da tanto miedo”, dijo en entrevista con el diario El País.  

Santiago Sandoval es el actor que interpreta a Luis, víctima de la violencia en la formación militar mostrada en Heroico.
Santiago Sandoval es el actor que interpreta a Luis, víctima de la violencia en la formación militar mostrada en Heroico.

Zonana ―quien hace algunos años dirigió también la película Mano de Obra, que ganó dos premios (Premio Ingmar Bergman Ópera Prima Internacional y Premio Pangea UNAH) y se presentó en diversos festivales― asegura que en el caso de México se ha hablado mucho del narcotráfico y del aporte que tiene este fenómeno en la violencia del país. 

“Pero poco se habla del mundo militar y la formación militar, la injerencia que tienen en la seguridad de los mexicanos así como su estado psicológico, su desarrollo, lo que lo que viven dentro y yendo un poco más atrás también entender cuáles eran sus necesidades cuando entraron a las Fuerzas Armadas, porque al final pues es gente joven con la intención de sobrevivir, de salir adelante, de sustentar una familia”. 

Mandos militares piden ver la película Héroes para competirle a Heroico

Ante el estreno de la película Heroico, mandos militares de la comandancia general de la Guardia Nacional pidieron a los integrantes de la corporación militar ver la película Héroes ―que trata sobre la batalla del Castillo de Chapultepec y los niños heroes― para competirle a la película Heroico.

“El día martes la totalidad del personal que integra sus respectivas Cías, debió asistir a ver la referida película, por tal motivo se requiere que tomen las acciones de mando que estimen pertinentes para dar exacto cumplimiento a lo ordenado”, se puede leer en uno de los mensajes. 

Consultados por este medio, miembros en activo de la Guardia Nacional aseguraron que recibieron este mensaje a “nivel nacional”, mismo en el que se señala que se deberá “dividir en turnos” al personal activo para que acudan a las funciones. 

Leer más | Quién se lanzó realmente con la bandera y otros datos curiosos de los Niños Héroes

Luego de la publicación del trailer de la película Heroico, en redes sociales también se desató un fuerte debate entre los que apoyan las formas de “instruir” de las Fuerzas Armadas y las que lo critican. Entre los aspectos que se reflejan en la película están: discriminación, machismo, abuso,  violencia,  acoso y corrupción a la que se enfrentan cadetes y miembros del Ejército

Luego de que se volviera tendencia el trailer, la Sedena hizo uso del hashtag #Heroico para promover vídeos en sus redes sociales con la intención de destacar su imagen y la del Heroico Colegio Militar. 

¡Soy heroico! En lo alto de la loma, al sur de la gran ciudad, se levanta majestuoso, el Colegio Militar, donde se forjan los hombres, donde se forjan mujeres, del ejército nacional”, se puede ver en uno de los videos publicados en la cuenta de TikTok de la Sedena que tiene 2.3 millones de “me gusta”. 

Mandos militares y cuentas cuentas oficiales han promocionado otra película con el nombre de Heroico
Mandos militares y cuentas cuentas oficiales han promocionado otra película con el nombre de Heroico

En otro video de la Sedena, con 2.1 millones de “me gusta”, se escucha otra porra militar que hace referencia a los llamados desertores del Colegio Militar: “Mira cómo muchos se quedan en el camino, mientras otros corren, forjan su destino. Olvida tu cansancio, olvida dolor, olvida que eres débil siéntete el mejor”. 

Cadetes del heroico Colegio Militar en ceremonia.
Cadetes del heroico Colegio Militar en ceremonia. | Foto: Cuartoscuro

La publicidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos se ha extendido a revistas, periódicos e incluso desde otros espacios. 

Respecto a esta respuesta por parte de mandos militares frente al estreno de la película, Zonana dice que “no es señalar y decir las Fuerzas Armadas son culpables de todo lo que pasa en el país, sino entender que hay cosas que mejorar y que al final lo que queremos todos es un mejor país, una mejor calidad de vida, mejores oportunidades, menos violencia”.

“Es erróneo cómo lo ha tomado la institución militar de intentar negar la película, intentar criticar que no se vea, en lugar de decir ‘sí hay cosas que mejorar, podemos trabajar para adelante y evaluar que se puede mejorar para tener unas mejores Fuerzas Armadas y por ende un mejor país’”. 

El Senado, una instancia de control civil sobre las Fuerzas Armadas

El pasado 12 de septiembre, el senador Emilio Álvarez Icaza abrió las puertas del recinto legislativo para que la película Heroico se reprodujera por primera vez en México. “El Senado de la República es una instancia de control civil de las Fuerzas Armadas”, dijo. 

Pero reconoció que la revisión de aspectos como los ascensos de los mandos militares y los avances de las Fuerzas Armadas se hacen en apenas un día, lo que representa un problema para ejercer este control civil. 

“No sabemos si quien recibió el grado de general, coronel o mayor violó derechos humanos, tiene negocios ocultos o tiene un comportamiento, por ejemplo, de ni siquiera pagar la licencia de alimentación de sus hijos, por ejemplo. Esos son los temas que debemos de discutir”, dijo. 

Al finalizar la proyección, asistentes en el recinto, que también han tenido experiencias en el mundo militar, compartieron su experiencia y testimonios con el director y parte del cast de la película, quienes los escucharon atentamente. 

“En Twitter también ha habido mucha gente que ha alzado la voz a partir de la película, que ha contado sus experiencias, y eso es muy interesante. Incluso si no ha salido la película y ya está causando todo este revuelo, es emocionante lo mucho que se va a poder hacer en el marco de la película que es por el beneficio del país y del sistema militar y pues para escuchar y trabajar alrededor de estas víctimas de violencia”, dice Zonana.

Etiquetas:
Fuerzas Armadas
Heroico
militares
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
“Salí de Venezuela buscando el American Dream y acabé encontrando el sueño español en Madrid”
10 minutos de lectura

La periodista venezolana Mirelis Morales relata su intento por legalizarse en EE.UU. y cómo se vio obligada a abandonar el trámite migratorio durante el gobierno de Trump.

24 de diciembre, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Migrar a Miami nunca estuvo en mis planes. Sin la posibilidad de una green card, no me atrevía ni a soñarlo. Pero la aprobación del Estatus de Protección Temporal para los venezolanos (TPS por sus siglas en inglés) en marzo de 2022 me abrió un camino de permanecer legal en Estados Unidos que parecía improbable.

Mi travesía migratoria había comenzado en junio de 2018, cuando me fui a Perú en un acto desesperado por salir de la crisis humanitaria que ahogaba a Venezuela.

La aprobación del Permiso Temporal de Permanencia (PTP) en Perú se convirtió en un salvavidas para salir con mi hijo de 1 año y medio a un país que me prometía un poco de normalidad.

Perú me devolvió la calma. Sin embargo, la pandemia de covid me hizo cuestionar qué tan conveniente era seguir sola allí con un niño de 4 años. La idea de que pudiera contagiarme y no tener quién cuidara de mi hijo, me hizo pensar que debía buscar un nuevo destino donde tuviera red de apoyo. Entonces, ya en 2021, pensé en Miami o en Madrid.

Pero la duda volvía a surgir: “¿Cómo logro sacarme los papeles en Estados Unidos?”. Frente a mi falta de opciones, decidí que lo mejor era irme a Madrid y solicitar una visa humanitaria. Antes, quise hacer una parada en Miami para pasar Navidad con mi hermano y recargarme de abrazos luego de meses de aislamiento.

Ese era mi plan. Sólo que no contaba con que las fronteras de España seguían cerradas para los no residentes y me tocó quedarme en Miami con la esperanza de que ese asunto se resolviera lo más pronto posible.

Entonces, pasó lo inesperado.

El gobierno de Joe Biden aprobó el TPS para los venezolanos que estuvieran indocumentados en el país, como una medida de protección humanitaria ante la crisis que persistía en Venezuela. El TPS te daba la opción de obtener tanto el seguro social, como el permiso de trabajo. Y eso lo cambió todo.

Miami se convirtió en un refugio. Me permitió estar cerca de mis afectos, me concedió el privilegio de trabajar como periodista, me permitió formalizar mi negocio editorial y hasta me dio una segunda oportunidad de encontrar el amor.

El último lugar donde pensaba vivir me abría un mundo de posibilidades. De modo que inicié con determinación mis trámites para obtener “mi visa para un sueño”, como tantas veces le escuché decir a Juan Luis Guerra.

Sólo que nadie me preparó para la pieza que me tocó bailar.

Manifestación contra políticas migratorias en EE.UU.
Getty Images
Un grupo de manifestantes protesta contra las políticas migratorias del presidente Donald Trump en EE.UU.

El efecto Trump

“Mirelis, tienes premios, publicaciones, reconocimientos… Puedes pedir una visa de talentos extraordinarios”, me decían mis conocidos.

Todo indicaba que mi perfil calificaba. Así que contacté a un abogado que les había hecho el trámite a otros periodistas venezolanos y desembolsé los primeros US$6.000.

Lo hice con los ojos cerrados, porque ellos habían logrado conseguir sus papeles. ¿Por qué yo no?

Pasé un año armando mi expediente. Un año recabando evidencias –hasta debajo de las piedras– para demostrar los 10 criterios que me avalaban como una persona sobresaliente en mi área.

Cada carta de respaldo ameritaba una búsqueda casi detectivesca para ubicar a la persona responsable de la firma y luego un lobby para convencerlo de que no era un caso inventado. Hubo muchos que se negaron. Otros ni lo dudaron.

Tenía toda mi esperanza puesta en este proceso. No sólo porque me abría la posibilidad de una residencia –y el camino hacia la ciudadanía– sino porque me permitía darle un estatus a mi hijo y a mi pareja que, para ese entonces, tenía más de 11 años a la espera de la entrevista por solicitud de asilo.

Pagué otros US$3.500 entre gastos administrativos y el servicio exprés para obtener respuesta en 15 días. Ello sin contar el gasto en traducciones certificadas.

“Esto es una inversión a futuro”, me repetía cada vez que me tocaba desembolsar más dinero.

El 15 de febrero de 2024 se envió mi expediente. El 27 de febrero llegó la respuesta: caso rechazado. Sabía que existía esa posibilidad. Igual, no pude evitar la frustración ni la impotencia. Lloré hasta que no pude más. Me sentía tan vulnerable…

¿Ahora qué? Tenía la posibilidad de apelar. Pero preferí pedir una segunda opinión.

“Tu caso está mal de base. No tiene sentido apelar. Lo mejor es armar uno nuevo”, me dijo otro abogado.

La buena noticia es que tenía otra oportunidad. La mala es que debía pagar US$12.570 entre honorarios y gastos administrativos.

“Esto es una inversión a futuro”, me volvía a decir.

Donald Trump
Getty Images
El gobierno de Trump ha detenido y deportado a miles de migrantes durante el último año.

Me embarqué en armar otro caso. Esta vez más exhaustivo.

¿El resultado?

Un expediente de 700 páginas con pruebas suficientes para demostrar mis aportes en el campo del periodismo, mi rol liderando investigaciones periodísticas en reconocidas organizaciones como BBC y The New York Times, mis publicaciones en los medios más importantes del mundo, mi papel como jurado del trabajo de otros periodistas y mi participación en instituciones periodísticas internacionales.

La solicitud se envió el 24 de enero de 2025, cuatro días después de que Donald Trump asumiera su segundo mandato.

A los días llegó una notificación de Uscis (el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos) en la que solicitaba evidencias adicionales. “¡¿Qué más quieren de mí?!”, pensé. Se envió lo requerido y sólo quedaba esperar.

Se había hecho tan buen trabajo que estaba segura de que esta vez sí obtendría una respuesta positiva. Debía lograr que me aprobaran al menos 3 criterios de los 10 expuestos. Me aceptaron 4.

Solo que no me dieron la residencia, porque, según el funcionario, “no tenía el high-level of expertise requerido” para este tipo de visas.

A juicio de mi abogado, Uscis se había excedido en el uso de la discrecionalidad. A criterio de muchos, mi caso había caído en el hoyo generado por el “efecto Trump”.

Tenía el derecho de apelar ante una corte federal por incumplimiento de la ley. Pero lo descarté al saber que el trámite podía demorar dos años y suponía desembolsar otros US$10.000 sin garantía de nada.

Venezolanos llegando a Maiquetía
Getty Images
Centenares de venezolanos han sido deportados a su país desde EE.UU. en el último año.

Para aquel momento, el futuro del TPS ya pendía de un hilo. La Secretaría de Estado y el Departamento de Seguridad Nacional luchaban por revocarlo de forma definitiva.

Se habían abierto varias demandas contra la decisión. Un juez determinó que el gobierno no podía interferir. Se asomó la posibilidad de una extensión hasta octubre de 2026. Sin embargo, nada era definitivo. Mi TPS se vencía en septiembre de 2025 y tenía el tiempo en contra.

Mi abogado me propuso optar por la visa O, a través de una empresa que me patrocinara. Otros US$4.000 que debía sumar a mi abultada deuda de la tarjeta de crédito.

Decidí quemar mi último cartucho, a sabiendas de que esa opción no me daba residencia ni ciudadanía. Sólo 3 años de permanencia legal, renovables por tres años más. El tiempo suficiente para que el país tomara otro rumbo migratorio y las aguas se calmaran. Pensé.

Lo que se suponía era un trámite sencillo, terminó por demorarse más de cinco meses y entré en desesperación.

Mi abogado y su equipo estaban colapsados. No respondían los mensajes. Nadie sabía el estatus de mi solicitud. Ni tampoco me daban la cara.

Cuando finalmente se dispusieron a cerrar el expediente para enviarlo, me enteré de las repercusiones tributarias y decidí desistir.

No era sostenible económicamente para mí.

España: otro cantar

Hasta entonces, había gastado más de US$25.000 sin obtener ningún resultado.

Fueron más de dos años de un intenso desgaste emocional y financiero, dentro de un contexto país cada vez más hostil contra los migrantes, en especial contra los venezolanos.

La única opción que me quedaba para extender mi permanencia en Estados Unidos era acogerme a un asilo extemporáneo, pero, con mis papás en Venezuela, estaba negada ya que eso habría supuesto no poder salir de EE.UU. durante años.

Madrid se abría, de nuevo, como una alternativa.

Por esas cosas del destino, llegué a una publicación en Instagram sobre la visa de nómada digital en España. Pedí una cita con un gestor para conocer con detalle los requerimientos y esa reunión me pintó un panorama más esperanzador: podría obtener la residencia en un plazo de 20 días hábiles y a los dos años optar por la nacionalidad.

Era eso o regresarme a Venezuela.

Fueron días muy complicados emocionalmente. Irme de Estados Unidos implicaba dejar lo más valioso que había construido en los últimos cinco años: mi familia. Y por mucho que mi abogado intentó resarcir el daño con la exoneración del último pago, nada ni nadie me devolvería esa pérdida.

Me tomó un mes cerrar mi vida en Miami. Metí lo que pude en cuatro maletas y viajé a Caracas con el único propósito de renovar mi pasaporte y el de mi hijo para seguir a Madrid.

Tenía la opción de pedir la visa en la embajada de España en Caracas, pero lo descarté al no saber con certeza cuánto duraría el trámite por la vía consular.

Aterricé en Madrid el 8 de septiembre de 2025.

A la semana me reuní con el gestor para entregarle los requisitos de la visa de nómada digital: documentos de mi empresa, estados de cuenta para avalar que gano más de 2.200 euros (unos US$2.580), seguro privado, mis antecedentes penales en Estados Unidos y Venezuela, así como una carta en la que explicara que podía ejercer mis funciones a distancia. Nada más.

Presentamos los documentos el 2 de octubre de 2025. Al mes recibí la noticia: mi residencia en España había sido aprobada por tres años. ¡No lo podía creer!

La resolución llegó en el tiempo establecido y a un costo que no superó los US$825.

Después de tantas vueltas, finalmente había logrado una respuesta afirmativa. De camino a casa, las lágrimas se me salían solas.

Mirelis Morales con su hijo
Cortesía de Mirelis Morales
Mirelis Morales con su hijo desde Madrid.

Aún no asimilo la sensación de desarraigo que me dejó la salida intempestiva de Miami. De una u otra forma, sentí que Estados Unidos me expulsó. Y me quedó ese mal sabor de no haber logrado permanecer en el país, a pesar de haber hecho las cosas bien.

Cuando me preguntan qué tal va mi adaptación, siempre respondo lo mismo: “No sé si Madrid sea mi lugar, pero, al menos, me ha hecho sentir más que bienvenida”.

España me ha permitido algo que había olvidado en Estados Unidos: ahorrar. Hasta entonces, mi sueldo se iba directo al bolsillo de los abogados y no me quedaba para mucho más. Mi pareja era quien asumía casi toda la carga económica.

Ahora logré recuperar un poco mi autonomía financiera al salir de mis deudas y el dinero me alcanza para cubrir mis gastos: renta, comida, colegio, entretenimiento.

Aquí volví a sentir la libertad de no tener que depender de un auto para moverme de un lugar a otro. El día que llevé a mi hijo caminando al colegio no me lo podía creer.

Ya no tengo que andar contando millas para saber cuánto gastaré en gasolina o en peaje. El sistema de transporte público en España te permite llegar a cualquier parte y te puedes mover por Madrid a una tarifa plana mensual de 32,7 euros (unos US$38).

No falta quien te mete miedo con la cuota que hay que pagar por ser trabajadora autónoma o quien me advierte que tenga cuidado con Hacienda, que no perdonó ni a la mismísima Shakira.

Pero, con todo y eso, aquí he experimentado una sensación que no tenía desde la llegada de Trump a Estados Unidos: sentirme a salvo.

BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Etiquetas:
Fuerzas Armadas
Heroico
militares
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...