Un juez federal dictó auto de formal prisión en contra de Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del Cártel del Golfo y fundador de los Zetas, por su presunta responsabilidad en el delito de homicidio calificado cometido en contra de seis personas.
Fuentes federales confirmaron a Animal Político que se trata del homicidio de seis personas, entre ellas dos mujeres, que eran familiares de un testigo protegido y que fueron asesinados en el año 2007.
Desde el pasado 16 de diciembre de 2024, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos deportó a México a Osiel Cárdenas Guillén, debido a que tiene en su contra siete procesos penales federales abiertos por su probable responsabilidad en la comisión de diversos delitos.
“Al devolver a este individuo peligroso a México, donde enfrenta cargos graves, hemos dado un paso significativo para proteger nuestras comunidades y mantener el estado de derecho”, afirmó Samuel Olson, un directivo de la Oficina de Detención y Deportación de Chicago (ERO).
Al llegar a México, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) informó que recibió a Osiel “N” y que este sería ingresado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1 en el Altiplano, en el Estado de México.
En el primer procedimiento penal abierto en su contra por el delito de delincuencia organizada y otros relacionados al crimen organizado, el llamado “Mata Amigos” -nombrado así por el asesinato del narcotraficante Salvador Gómez, viejo amigo suyo- se declaró inocente de los cargos de narcotráfico y no contestó más preguntas para no autoincriminarse.
Cárdenas Guillén rindió su declaración ante Daniel Marcelino Niño Jiménez, juez cuarto de distrito en materia penal en el Estado de México, en la primera audiencia celebrada en el Penal del Altiplano.
Entre las otras causas penales abiertas en su contra también se le señala por su probable responsabilidad en la comisión de diversos delitos como delincuencia organizada con la finalidad de cometer operaciones con recursos de procedencia ilícita, acopio, portación y posesión de armas de fuego y de cartuchos de uso exclusivo del Ejército, cohecho, entre otros.
La Fiscalía General de la República (FGR) estima que el narcotraficante alcance una pena aproximada de 730 años de prisión por esos delitos.
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Cárdenas Guillén fue puesto en libertad en agosto de este año, 21 años después de ser detenido y 17 años después de haber sido extraditado a Estados Unidos, donde se declaró culpable de tráfico de droga, lavado de dinero y extorsión a agentes federales estadounidenses.
Fue en ese mes cuando el capo dejó el Centro Penitenciario Terre Haute, en Indiana, donde purgaba la pena, para ser trasladado al Centro de Detención de Otay Mesa.
El Cártel del Golfo llegó a ser uno de los grupos criminales más temibles de México. Sin embargo, en los últimos años perdió influencia y se ha dividido en múltiples facciones.
Como líder, Cárdenas Guillén supervisó un imperio de narcotráfico responsable de la exportación de miles de kilos de cocaína y marihuana a Estados Unidos desde México, según fuentes judiciales.
Fue detenido en 2003 en Tamaulipas y extraditado en 2007 a Estados Unidos, donde fue condenado en 2010 a 25 años de cárcel y al pago de 50 millones de dólares.
En 1999, amenazó con matar a un agente de una oficina del sheriff que trabajaba encubierto con el ICE después de que se negara a entregar un cargamento de aproximadamente 988 kilos de marihuana.
Ese mismo año, dos agentes -uno de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) y otro de la policía federal estadounidense (FBI)- fueron rodeados por Cárdenas Guillén y su banda y amenazados con pistolas mientras circulaban en un vehículo oficial por Matamoros, Tamaulipas, en cumplimiento de sus funciones.
El narcotraficante reclutó a antiguos militares de las fuerzas especiales mexicanas para que formaran su guardia personal, pero esta fuerza de protección acabó operando por su cuenta con el nombre de Los Zetas, una de las bandas más sanguinarias de México hasta su desmantelamiento.
Tras la captura de Cárdenas Guillén, en 2003, Los Zetas libraron una lucha a muerte con el Cartel del Golfo por controlar su territorio y actividades.
Los Zetas, cuyos integrantes solían vestir de negro y utilizaban rangos de tipo militar para diferenciarse, como “comandantes”, “veteranos”, “halcones” o “cobras”, abarcaron otras actividades además del narcotráfico, como el comercio de combustible robado en México hacia Estados Unidos y el secuestro de migrantes.
El grupo islamista que lideró la ofensiva que derrocó al régimen de Al Assad, HTS, utiliza una bandera muy similar a la que usan los talibanes en Afganistán desde hace décadas.
El nuevo primer ministro interino sirio, Mohamed al Bashir, presidió el martes su primera reunión en Damasco.
Detrás de Al Bashir ondeaban dos banderas: la “bandera de la revolución” siria, que es verde, blanca y negra con tres estrellas rojas en el centro, y una bandera blanca con el juramento musulmán de fe transcrito en negro.
Esta segunda bandera, que es la que utiliza oficialmente el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que controla partes de Siria, se parece a la bandera de los talibanes, que fue reinstaurada en Afganistán cuando el grupo islamista retomó el control del país en 2021.
HTS y otros grupos armados de la oposición tomaron el control de Siria cuando el régimen de Bashar al Assad cayó el 8 de diciembre.
El grupo había avanzado hacia el sur desde su bastión en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, a fines de noviembre.
Desde entonces, el líder del grupo, Abu Mohammed al Jolani (ahora conocido como Ahmed al Sharaa), ha estado tratando de tranquilizar a los sirios diciendo que habrá un gobierno unificado que represente a todas las diversas facciones minoritarias dentro del país, y que ningún grupo será perseguido.
También ha estado tratando de tranquilizar a la gente diciéndoles que no deben temer a un sistema de gobierno islámico.
Sin embargo, la aparición de esta bandera blanca ha suscitado un debate entre los sirios sobre qué mensaje envía sobre el futuro político de Siria.
El incidente “dejó a mucha gente en estado de shock”, informa el corresponsal especial del Servicio Árabe de la BBC, Feras Kilani, desde Siria.
“Esto sugiere que el nuevo gobierno podría seguir el modelo talibán y crear un Estado islámico gobernado por la ley sharía”, dice Kilani.
La sharía es el sistema legal islámico que, en su conjunto, es un código de conducta que determina todos los aspectos de la vida de los musulmanes.
Algunas personas expresaron su “decepción” por la aparición de la bandera en las redes sociales.
El activista político y periodista sirio Rami Jarrah dijo que la exhibición de una bandera islámica detrás de Al Bashir cuando se dirigía a los sirios es “un insulto”.
“Se supone que este hombre representa a los sirios de todos los orígenes religiosos, esto es un insulto escandaloso para todos nosotros”, escribió en X.
Otros han expresado su oposición a que se enarbole “cualquier bandera junto a la bandera de la revolución” en las instituciones gubernamentales.
“Hemos terminado con el partido Baaz y no queremos entrar en otro ciclo de agitación”, afirmó el periodista Nedal al Amari en X.
Pero otros sirios no tienen ningún problema con la bandera blanca, pues creen que no significa necesariamente que el gobierno talibán vaya a ser el modelo a seguir en Siria.
Algunos dicen que podría considerarse como la bandera de su partido, “siempre que permitan que otros partidos políticos estén representados” en Siria.
Los talibanes en Afganistán siguen una ideología sunita y yihadista extrema.
El grupo ha estado usando la bandera blanca con el juramento musulmán de fe escrito en negro desde que llegó al poder por primera vez en Afganistán en 1996.
HTS también ha estado usando esta misma bandera durante algún tiempo, y aparece en instituciones civiles que brindan servicios en la ciudad de Idlib.
Si bien la bandera de HTS y los talibanes es similar, un alto funcionario del gobierno talibán le dijo a la BBC que los dos grupos “no la han copiado el uno del otro”.
El gobierno talibán en Afganistán ha estado celebrando los logros políticos y militares de HTS en Siria, y expresó la esperanza de que esto conduzca al establecimiento de un “gobierno islámico” en el país.
Los partidarios de los talibanes y algunos de sus aliados distribuyeron dulces en reuniones en muchas provincias para celebrar la salida de Al Assad del poder.
La “conexión ideológica” entre los talibanes y HTS es una de las razones por las que los primeros se identifican con los segundos en Siria.
Un alto funcionario talibán, que trabaja en la oficina presidencial, escribió en su cuenta X: “La historia de Kabul y Damasco es la misma, ambas cayeron un domingo, ambas fueron capturadas en 11 días y los líderes de ambos países huyeron”.
Esa misma bandera apareció detrás de Al Jolani en su entrevista con CNN la semana pasada, junto a la “bandera de la revolución”.
Durante la entrevista, dijo que la gente no debería temer a un sistema de gobierno islámico, asegurando que todas las diversas facciones de la sociedad siria estarían representadas.
El experto en grupos islamistas en Siria, incluido el llamado Estado Islámico (EI), Aymenn al Tamimi, le dice a la BBC que el uso de la bandera muestra que HTS quiere representar “un proyecto de gobierno islámico” en Siria.
“Esta bandera es coherente con la posición de larga data [de HTS], mostrándose como representante de los sunitas de Siria”, añade.
Sin embargo, Al Tamimi explica que “sería muy difícil para HTS imponer el mismo modelo de gobierno que los talibanes, ya que la sociedad [siria] en general no aceptaría restricciones como privar a las niñas de la educación superior o el establecimiento de un gobierno autoritario que impida las elecciones populares”.
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