La Fiscalía General de la República (FGR), encabezada por Alejandro Gertz Manero, utilizó un software para rastrear la ubicación de personas a través de sus celulares en 135 mil ocasiones entre 2019 y 2021, pero sólo presentó 328 peticiones ante jueces federales para realizar geolocalizaciones y obtuvo la autorización correspondiente, es decir, en 0.24% de los casos, pese a que por ley estaba obligado a siempre solicitarlo.
Por estas adquisiciones, la Fiscalía gastó alrededor de 142 millones 898 mil pesos entre 2018 y 2019, según se detalla en los contratos número PGR/SEIDO/DGCTC/GSPN/001/2018, PGR/SEIDO/DGCTC/GSPN/003/2018 (página 16) y FGR/SEIDO/DGCTC/GSPN/001/2019.
La Fiscalía no tiene información sobre el número de víctimas rescatadas o personas detenidas resultado de estas vigilancias, a pesar de que son las únicas razones por las que pueden rastrear la ubicación de ciudadanos.
Durante meses, la FGR se negó a responder vía transparencia sobre las adquisiciones de este tipo de tecnologías bajo el argumento de que eran utilizadas para la “investigación y persecución de los delitos en materia de delincuencia organizada”.
Sin embargo, a través de múltiples solicitudes de información y recursos de revisión, Animal Político confirmó que la institución compró y usó software de intervención de ubicaciones.
Entre 2018 y 2019 contrató a la empresa Neonlix de México S. A. de C. V. para adquirir el software Geomatrix capaz de vigilar la ubicación de celulares mediante las redes telefónicas a las que el aparato se conecta.
Aunque testó las descripciones de las compras, admitió que adquirió 390 mil 500 consultas del software Geomatrix cuya vigencia de uso se extendía hasta 2021. Al corte de septiembre de ese año, la Fiscalía lo había usado en 135 mil ocasiones, asegurando que “todas las consultas utilizadas por los agentes del Ministerio Público de la Federación se realizan con autorización de la autoridad Judicial”, de acuerdo con la respuesta que proporcionó al recurso de revisión RRA 10492/22.
Sin embargo, en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), la Fiscalía informó que entre 2019 y 2021 había presentado 328 solicitudes de vigilancia a jueces federales, pero sin diferenciar cuántas de ellas fueron para usar el software Geomatrix o para pedirles la información a concesionarios de telefonía.
Aún si se considerara que la totalidad de estas solicitudes judiciales hubiesen sido para realizar geolocalizaciones a través del sistema Geomatrix, significa que de las 135 mil ocasiones en que usaron el software, sólo en 0.24% de los casos lo hicieron con autorización judicial.
Con la información obtenida no es posible calcular a cuántas personas vigilaron, toda vez que cada solicitud que la Fiscalía hizo a jueces puede contemplar a más de una persona o múltiples equipos tecnológicos.
Además, en otra solicitud de información, la Fiscalía reconoció haber vigilado a 3 mil 157 personas entre 2018 y 2021, pero esto incluye, además de las geolocalizaciones, intervención a comunicaciones privadas, obtención de datos conservados y extracción de datos; es decir, pudo utilizar softwares adicionales a Geomatrix.
Esta cifra también es mayor a las 328 autorizaciones judiciales obtenidas por la FGR.
El área de comunicación social de la FGR fue contactada para solicitar una entrevista o postura, pero no hubo respuesta.
En las solicitudes a un juez federal para intervenir la geolocalización de celulares, la Fiscalía expuso como razones: la acreditación de teoría del caso, investigación, fortalecer la actuación en la investigación de delitos relacionados con Operaciones con recursos de procedencia ilícita, falsificación o alteración de moneda.
Corroborar circunstancias de modo, tiempo y lugar en que fueron realizados los hechos del delito; para recabar datos de prueba o agotar líneas de investigación.
Entre las instancias que solicitaron el acceso a los registros de localización están la FGR, las delegaciones de Guanajuato, Zacatecas, Quintana Roo, Veracruz, Aguascalientes, Chihuahua, Baja California Sur, Sinaloa, Hidalgo y agentes del Ministerio Público de la Federación o Juzgados, entre otros.
El artículo 303 del Código Nacional de Procedimientos Penales establece que la fiscalías del país pueden intervenir geolocalizaciones con previa autorización judicial o podrán hacerlo sin permiso, cuando la vida de personas esté en riesgo, pero en menos de 48 horas tendrán que acreditarlo ante el juez federal.
Pero la fiscalía de Gertz Manero admitió en la respuesta de acceso a la información 330024624000021 y 330024624000011 que “no se cuenta con información” sobre la cantidad de víctimas rescatadas y las personas detenidas como resultado de las intervenciones a geolocalizaciones que efectuó.
El director de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), Luis Fernando García Muñoz, consideró que la legislación que regula la vigilancia de localizaciones permite interpretaciones para “decir ‘ah, no, es que aquí yo no tengo que pedir atención judicial, porque yo no necesito la colaboración de un concesionario telecomunicaciones, lo hago de manera autónoma’. Eso me parece irracional y una tontería”.
García Muñóz opinó que el problema de que autoridades puedan abusar de las intervenciones a geolocalizaciones se debe a que “está mal hecho el artículo 303 (del Código Nacional de Procedimientos Penales). (…) La manera en la que fue redactado el artículo 303 es que la localización geográfica en tiempo real sucede únicamente vía un concesionario de telecomunicaciones y yo no estoy de acuerdo con eso”.
Esta investigación fue realizada gracias al soporte del Consorcio para Apoyar el Periodismo Independiente en la Región de América Latina (CAPIR), un proyecto liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).
El reino árabe ha ganado peso en la escena global y mantiene cierto equilibrio entre Moscú y Kyiv.
Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia escogieron a Arabia Saudita como sede para las cruciales conversaciones con Rusia sobre la guerra en Ucrania.
Representantes de Washington y Moscú se reúnen este martes en Riad para tratar de sentar las bases de las conversaciones de paz, confirmaron el Departamento de Estado estadounidense y el Kremlin este lunes.
Por parte de Estados Unidos participan el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff.
Rusia envió a la capital saudí al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y a Yuri Ushakov, asesor de política exterior del presidente Vladimir Putin.
El encuentro ha generado preocupación en Ucrania y entre sus aliados europeos, que no participarán.
El gobierno de Arabia Saudita ha expresado su intención de implicarse activamente en las conversaciones de paz, no solo como país anfitrión sino con un rol más activo de mediador.
La elección de Arabia Saudita como sede del encuentro subraya hasta qué punto ha avanzado el reino en el plano diplomático en los últimos años desde que estuvo punto de convertirse en un estado paria tras el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en 2018.
Las sombras que se proyectaban sobre el país y su líder de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, parecen haberse disipado, aunque ocasionalmente se siguen planteando preocupaciones en foros internacionales sobre el historial de derechos humanos de Arabia Saudita.
En muchos frentes -y en particular en las industrias del entretenimiento y el deporte- el reino wahabita ha dedicado enormes cantidades de dinero a tratar de convertirse en un actor importante en el escenario global.
En el plano diplomático, el liderazgo saudita también ha logrado avances: durante los años de Biden, el reino redujo su dependencia de Estados Unidos como principal aliado internacional.
Los sauditas dejaron claro que perseguirían en primer lugar lo que perciben como sus intereses: entablar relaciones más estrechas con países considerados los mayores rivales de Estados Unidos, como Rusia y China.
Por otro lado, hay que destacar la posición que hasta el momento ha mantenido Arabia Saudita en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Riad ha preservado históricamente sus relaciones tanto con Moscú como con Kyiv, en un intento de equilibrar sus intereses geopolíticos y económicos.
En el ámbito energético, Arabia Saudita ha colaborado estrechamente con Rusia en el marco de la OPEP+, coordinando políticas de producción de petróleo para estabilizar los mercados globales.
Sin embargo, también ha mostrado apoyo a la integridad territorial de Ucrania en foros internacionales y ha participado en iniciativas humanitarias para mitigar el impacto del conflicto en la población ucraniana.
Esta dualidad en su política exterior refleja, según expertos, la estrategia saudita de posicionarse como un mediador neutral, capaz de facilitar el diálogo entre las partes en conflicto.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido bien recibido por los sauditas.
Su primera visita al extranjero en su primer mandato fue a Arabia Saudita, y la naturaleza transaccional de su política exterior se ve como más propicia para el actual liderazgo saudita.
Arabia Saudita es clave en el conflicto palestino-israelí por su influencia en el mundo árabe y musulmán, y su posible normalización de relaciones con Israel, lo que podría redefinir el equilibrio geopolítico en la región.
Uno de los posibles logros que Trump querría anotar en su historial sería un acuerdo de paz entre los sauditas e Israel, que sería la culminación de los Acuerdos de Abraham que inició en su primer mandato.
La guerra en Gaza, sin embargo, se ha interpuesto en el camino y puede aumentar el precio que Arabia Saudita exija por un acuerdo de paz.
Los sauditas expresaron su contundente rechazo al plan de Trump para Gaza: expulsar a todos los palestinos y reconstruirla como un complejo turístico.
Esto ha impulsado al reino a tratar de elaborar un plan alternativo viable con otros estados árabes, que permitiría que los habitantes de Gaza permanecieran en su territorio mientras se reconstruye el enclave.
Arabia Saudita ha reiterado que no establecerá relaciones diplomáticas formales con Israel sin una solución que considere justa al conflicto palestino, insistiendo en la necesidad de un Estado palestino independiente.
El actual planteamiento de la administración Trump parece entrar en contradicción con esto, tanto en su política hacia Gaza como hacia la Cisjordania ocupada.
La forma en que se resuelva este asunto será clave para la dinámica de la evolución de la relación entre Arabia Saudita y Estados Unidos.
En todo caso, está claro que los sauditas no tienen intención de renunciar a su ambición de convertirse en un actor esencial de la diplomacia global.
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