Para entender mejor
El exfiscal de Nayarit, Édgar Veytia, quien se declaró culpable en Estados Unidos por delitos contra la salud y nexos con grupos criminales, y testificó contra el exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, ya no aparece bajo custodia de la Agencia Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés).
Veytia fue detenido en marzo de 2017 y en un inicio fue sentenciado a 20 años de prisión, sin embargo, tras colaborar en el juicio de García Luna, fue trasladado a la prisión de baja seguridad en Ashland, Kentucky y su condena fue reducida, por lo que quedaría libre en octubre de este año.
De acuerdo con los registros de BOP, el exfiscal no está bajo custodia desde el pasado 10 de febrero.
Hasta el momento no se ha confirmado si fue liberado anticipadamente o de forma condicional o si está bajo traslado.
Edgar Veytia fue beneficiado por la Regla 35 al brindar “asistencia sustancial” en los casos de García Luna y Salvador Cienfuegos.
Te puede interesar: Genaro García Luna, secretario de Seguridad con Calderón, es condenado a 38 años de prisión en Corte de Estados Unidos
Con esta “corrección”, estaba previsto que el acusado saliera de prisión en 2027 en lugar de en 2034, como se había establecido.
Posteriormente, en diciembre de 2024 se dio a conocer que saldría de prisión el 3 de octubre de 2025 de la Institución Correccional Federal de Ashland (FCI Ashland, por sus siglas en inglés), una cárcel de baja seguridad en el estado de Kentucky y tendría cinco años más de libertad supervisada.
Tras darse a conocer la información, Petronilo Díaz Ponce Medrano, fiscal de Nayarit, confirmó que en México están activas seis solicitudes de extradición en contra del exfiscal Veytia, estas corresponden a delitos graves como secuestro agravado, extorsión, abuso de autoridad, tráfico de influencias y tortura.
Durante el juicio contra García Luna, Edgar Veytia detalló episodios de su carrera criminal. Dijo que siendo fiscal (2013-2017) durante la administración del hoy detenido Roberto Sandoval, llegó a recibir hasta 2 millones de pesos al mes, presuntamente de Juan Francisco Patrón Sánchez, alias El H2, y de Daniel Silva Garate, alias El H9, quienes controlaban la plaza nayarita en nombre de los Beltrán Leyva.
Sigue leyendo: García Luna acusa a AMLO de desmantelar el Poder Judicial; envía carta a juez un día antes de ser sentenciado en EU
Explicó que bajo su administración como fiscal comenzaron a aparecer “los pozoles” en distintas zonas de la ciudad y del estado. “¿Y qué son los pozoles?” preguntó la fiscal que lo interrogaba. Veytia respondió: “Cubetas con cuerpos desmembrados, cabezas, piernas, brazos, a las que les echaban granos de pozole”.
Más de una vez durante su testimonio recordó que empleados de El Chapo Guzmán se le acercaron para intentar “comprar la plaza”, pero él siempre rechazó los ofrecimientos “pues teníamos un compromiso con los Beltrán”.
Declaró que bajo las órdenes de El H2, tanto él como miembros de la corporación a su cargo ejecutaron en Nayarit crímenes, torturas, despojos, secuestros, incendios, reportes falsos, ataques o incautaciones.
Expresó que llegó un momento en que El H2 dejó de tener poder, por lo que él mismo planeó primero secuestrar, luego torturar y después asesinar a ese líder criminal “con autorización del gobernador y coordinándome con fuerzas federales”.
Los influencers han generado una industria de “moda rápida” que mueve más de US$21.000 millones, pero algunos creen que su popularidad llegó a su límite.
En 2019, Diana Wiebe estaba inmersa en las redes sociales cuando se encontró con una influencer que promocionaba unos rizadores sin calor. “Eran rizadores con los que podías dormir toda la noche y la promesa era despertarte con unos rizos preciosos”, le cuenta a la BBC.
Fue uno de los muchos productos que TikTok le influyó para comprar, pero al igual que muchos otros, incluidas cremas para la piel y exfoliantes faciales, rápidamente se dio cuenta de que no los necesitaba.
“Para ser sincera, los rizadores interrumpieron mi sueño y los usé una sola noche”, dice, y agrega: “Mi cabello es naturalmente ondulado, así que creo que el rizador en realidad me dio demasiados rulos”.
Avanzamos hasta 2025 y Wiebe, quien vive en Ohio, ahora es una influencer, pero hay una diferencia entre ella y muchas otras. Ella está tratando de “desinfluir” a sus seguidores para que no compren cosas que no necesitan.
En sus videos diarios de TikTok, la creadora de contenido, que tiene más de 200 mil seguidores en la aplicación, hace preguntas como “¿querías ese producto antes de que te lo ofrecieran?” y recuerda a sus seguidores que las compras de ropa semanales y mensuales no son normales.
La cultura del haul es un tipo específico de contenido de redes sociales que se originó en YouTube en el que alguien muestra sus últimas compras, generalmente de ropa, a sus seguidores.
Wiebe es parte de un movimiento que crece desde 2023 y que rechaza la cultura tradicional de los influencers. Ha explotado en TikTok con el hashtag #deinfluencing, acumulando más de mil millones de visitas.
Junto con hashtags como “núcleo del subconsumo” y “consumidor consciente”, comparten mensajes clave, como: “La moda rápida no te hará elegante” y “el subconsumo es el consumo normal”.
A medida que arranca el 2025, Wiebe cree que la corriente cultural está cambiando y que los influencers han alcanzado su cima de popularidad.
“Algunos de los contenidos de los influencers son simplemente una provocación para causar ira”, dice, haciendo referencia a la táctica de internet de publicar contenido para incitar el enojo y generar visitas.
TikTok se ha convertido en la plataforma por defecto para los influencers, pero, dado que la aplicación se enfrenta a un futuro incierto en Estados Unidos, Wiebe cree que es un momento de cambio.
“No sé cuál será el futuro de TikTok, pero el tipo de influencia que vemos allí no se da en otras aplicaciones”, afirma, y menciona lo prolífico que se ha vuelto el contenido de compras en TikTok, en comparación con otras plataformas como Instagram.
Wiebe cree que este cambio se debe a una mayor conciencia de lo que realmente hacen los influencers.
“Cuando empecé a ver más anuncios en mi muro de TikTok, pensé en todo lo que había comprado en los últimos años gracias a las reseñas de los influencers”, afirma. “De repente me di cuenta de que todo era publicidad, desde contenido promocional pagado hasta creadores que compartían sus compras”.
“No es como ver la televisión, donde puedes reconocer un anuncio. Con los influencers te sientes como si estuvieras escuchando a un amigo o familiar porque vemos a nuestros TikTokers favoritos como personas que conocemos”, señala.
La mayoría de las interacciones de Wiebe en línea son positivas, con comentarios como: “Necesitaba escuchar este consejo hoy”. Sin embargo, otros se preguntan por qué siente la necesidad de entrometerse en los hábitos de compra de otras personas.
Wiebe insiste en que no está abogando por un estilo de vida de “no comprar”. En cambio, se describe a sí misma como partidaria de “desacelerar y pensar bien las compras en vez de apresurarse”.
Su consejo es opuesto al conocido eslogan de los influencers que animan a sus seguidores a “correr, no caminar” para comprar el último producto.
Esta misma mentalidad llevó a Christina Mychaskiw a adoptar un enfoque más consciente a la hora de gastar. A través de sus publicaciones en YouTube, TikTok e Instagram, su objetivo es ayudar a otras personas a vivir una vida plena sin arruinarse.
Mychaskiw dice que sabe de primera mano lo poderosos que pueden ser los influencers. “En 2019, tenía una deuda de 120 mil dólares canadienses (US$83.000) por préstamos estudiantiles y seguía comprando semana tras semana. Toqué fondo cuando compré un par de botas que costaban más que mi alquiler, aunque sabía que no podía pagarlas”.
La creadora de contenidos, que vive en Toronto, dice que se sentía atrapada en un ciclo de “Instagram versus realidad”, según le cuenta a la BBC. “Tenía una idea de cómo debería ser mi vida en función de mi carrera y de lo que hacían mis compañeros”.
Mychaskiw suele hablar de este tema en su podcast, donde escucha a sus oyentes hablar de su lucha contra la presión constante de comprar y la decepción cuando los productos no cumplen n sucos expectativas.
“La gente ya no ve el valor de lo que compra. La promesa de estos artículos simplemente no está a la altura de las expectativas. Parece que todo es cada vez más caro, pero de menor calidad y menos satisfactorio”.
Mychaskiw no quiere que la gente cometa el mismo error que ella, que en un principio abandonó el consumo de golpe y llevó una vida minimalista, lo que, según ella, la hacía sentir miserable.
Desde entonces, ha llegado a un punto intermedio: se da un capricho de vez en cuando, pero se recuerda a sí misma que antes de ir de compras debe “revisar su armario”.
La creadora de contenido ya ha cancelado su deuda estudiantil. ¿Su consejo para los demás? “Suelta el teléfono. Navegar y consumir contenido constantemente te hace más propenso a ceder a los mensajes subliminales”, dice.
“Deja el teléfono, toca el césped, juega con tu vestuario y usa lo que ya tienes para crear looks divertidos. Tal vez te des cuenta de que lo que tienes es suficientemente bueno”.
Te interesa: ¿Qué es la ‘ecoansiedad’ y cómo podemos manejarla? Recomendaciones para promover la acción climática
Según la estilista Lucinda Graham, consumir constantemente moda rápida no solo es malo para las finanzas y el medio ambiente, sino también para el estilo personal.
“Piénsalo como si estuvieras cocinando”, le dice a la BBC. “Si preparas algo rápido, está bueno, pero no puede competir con un plato que se ha cocinado con cuidado y esfuerzo. Lo mismo ocurre con la moda rápida en comparación con un vestuario que ha sido cuidadosamente elegido”.
Graham aconseja a quienes estén buscando su propio estilo que sean pacientes. “El estilo personal necesita tiempo para desarrollarse y experimentar con las mismas prendas. También se trata, fundamentalmente, de comprar lo que te gusta, en lugar de lo que sigue la tendencia”, afirma.
“Cuando los influencers nos convencen de que compremos ropa, compramos artículos que representan el estilo de vida de otra persona e intentamos emular su vida, pero eso no da como resultado un vestuario práctico”.
El enfoque de Graham implica que es deliberada a la hora de comprar nuevas prendas y valora dejar que sus prendas “envejezcan” con el tiempo. “Tengo una chaqueta que tengo desde hace seis años y me encanta combinarla”, explica.
“Es agradable ver cómo cambia la ropa. Ahora mismo, las chaquetas de carpintero usadas y los pantalones Carhartt desgastados están de moda, pero en lugar de comprarlos en una tienda vintage, ¿por qué no comprar un par y dejar que envejezcan con el tiempo?”.
Ella dice que lo mismo se aplica a las tendencias: “La moda rápida nunca será auténtica. Si nos fijamos en el desaseo indie, por ejemplo, esos looks clásicos provienen de personas que realmente viven ese estilo de vida, no porque hayan comprado jeans rotos en línea”.
“La clave para romper ese ciclo y descubrir qué te gusta es hacer compras más intencionales, eliminando las pequeñas e impulsivas”.
Es difícil determinar si el movimiento de desifluencers está afectando a las marcas. Sabemos que gigantes en línea como Asos, Boohoo y Pretty Little Thing han luchado con la caída de la demanda y los cambios en los hábitos de los consumidores en los últimos años.
Sin embargo, no olvidemos que muchos muros todavía están inundados de influencers.
En 2023, se estimó que la industria global del marketing de influencers valía 21 mil 100 millones de dólares, más del doble de su tamaño en 2019.
En opinión de la estilista Aja Barber, dado que la creación de contenido todavía se considera una carrera a la que aspirar, aún no hemos alcanzado el “pico influencer”.
Barber es autora del libro Consumido: sobre el colonialismo, el cambio climático, el consumismo y la necesidad de un cambio colectivo; cree que el movimiento de desinfluencia es útil, pero opina que el tema debe instalarse fuera de internet para cambiar el modo de gastar de la gente.
La autora, que también es editora colaboradora de la revista Elle, dice que todos tenemos un papel que desempeñar. “Desde los multimillonarios propietarios de empresas hasta los influencers y nosotros como consumidores”, le dice a la BBC.
“En las redes sociales, un empleado de correos se puso en contacto conmigo y me dijo que había entregado un paquete del minorista de moda rápida en línea Shein en una casa 17 veces en un mes”.
Algunas estimaciones sugieren que cada año se producen en todo el mundo más de 100 mil millones de prendas de vestir, y más de la mitad acaba en vertederos en un plazo de 12 meses.
A menudo, la ropa que no se usa se exporta a países africanos y asiáticos, donde se desecha hasta el 40% en lugar de revenderla, lo que, según las organizaciones benéficas, ha contribuido a la contaminación del agua, generando riesgos para la salud.
Ya ha pasado casi un siglo desde los años 30, cuando las mujeres poseían alrededor de 60 prendas de vestir y compraban cinco nuevas al año.
Al reflexionar sobre cómo han cambiado las cosas, Barber dice que “el objetivo es vender la mayor cantidad posible de productos. Tenemos que ser realistas respecto del daño que los individuos comunes están haciendo con la idea de que podemos simplemente consumir y consumir sin que esto tenga un impacto negativo. Eso no es cierto”.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.