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Permiso para matar | Registro oficial sólo atribuye 426 desapariciones a policías y militares; hay al menos otros 353 casos
Permiso para matar | Registro oficial sólo atribuye 426 desapariciones a policías y militares; hay al menos otros 353 casos
El registro nacional no contempla todas las desapariciones forzadas en los que se presume o se ha comprobado la participación de cuerpos de seguridad pública o seguridad nacional. | Ilustración: Margarita Sousa @yue.ms
7 minutos de lectura
Permiso para matar | Registro oficial sólo atribuye 426 desapariciones a policías y militares; hay al menos otros 353 casos
Las cifras del registro oficial sobre desapariciones forzadas son inferiores a la realidad, sobre todo tomando en cuenta que las fiscalías de justicia del país no dan seguimiento a las denuncias, ni actualizan su información.
30 de agosto, 2023
Por: Carlos Arrieta, Charbell Lucio, Carlos López, Marlén Castro, Beatriz García, Margena de la O, Jesús Guerrero, Óscar Guerrero, Franyeli García, Rocío Gallegos, Blanca Carmona, Gabriela Minjares
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En México, oficialmente se reconoce la existencia de 354 víctimas a las que “se le(s) privó de la libertad por una corporación policiaca o militar” (desapariciones forzadas), entre los años 2006 y 2023, tal como se desprende del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), de la Secretaría de Gobernación federal.

A esa cifra deben sumarse al menos otras 72 víctimas del mismo periodo que también se incluyen en dicho registro oficial, pero que no están catalogadas como víctimas de agentes oficiales, a pesar de que sus familiares sí responsabilizaron de los hechos a autoridades estatales o federales de seguridad.

Así, en total, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas del gobierno federal incluye 426 casos acumulados durante el periodo de la guerra contra el crimen organizado, en los que la autoridad o sus familias señalan a “una corporación policiaca o militar” como autora de los hechos.

El fenómeno de las desapariciones forzadas en México ha sido denunciado al menos desde la década de los 60 del siglo pasado, pero esta es la primera vez que puede conocerse un listado de víctimas atribuidas a cuerpos de seguridad pública y seguridad nacional, elaborado por las mismas autoridades mexicanas.

Durante el periodo de la guerra contra el crimen organizado, este listado incluye 391 víctimas del sexo masculino y 35 del femenino. 

De esos casos, 96 se dieron durante el gobierno de Felipe Calderón; otros 176 se registraron en el periodo de Enrique Peña Nieto; y en lo que va de la administración encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador suman 154 casos.

Estas, sin embargo, no son todas las desapariciones forzadas en los que se presume o se ha comprobado la participación de cuerpos de seguridad pública o seguridad nacional, sino sólo los casos reconocidos por la autoridad en su Registro Nacional. Las cifras de este registro son, por lo tanto, inferiores a la realidad, sobre todo tomando en cuenta que las fiscalías de justicia del país no dan seguimiento a las denuncias, ni actualizan su información.

Colectivos en presentación del informe
En lo que va del gobierno de Andrés Manuel López Obrador van al menos 154 casos de desapariciones forzadas. | Foto: Cuartoscuro

Cifra total de desapariciones forzadas ocurridas en el país es desconocida

Tan sólo una búsqueda en registros hemerográficos, documentales, académicos y de organismos dedicados a la defensa de los derechos humanos tanto públicos como independientes, realizada como parte de la investigación “Permiso para matar” permitió identificar otros 353 casos de desaparición forzada presuntamente perpetrados por fuerzas estatales y federales durante la guerra contra el crimen organizado, que no están contemplados en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas. 

Es el caso, por ejemplo, de los abogados Guillermo Alejandro Ortiz Ruiz y Vianey Heredia Hernández, cuyos nombre no están en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, a pesar de que en 2010 fueron raptados en el municipio de Apatzingán, Michoacán, y desde entonces se ignora su paradero.

“Hay evidencias de que fueron elementos del Ejército mexicano –explica la señora Mercedes Guadalupe Ruiz, mamá de Guillermo–. Ya que la actividad del teléfono de mi hijo muestra las llamadas emitidas desde la zona militar de Apatzingán.”

Los abogados Guillermo y Vianey, dedicados a la gestión de trámites mineros, desaparecieron el 29 de noviembre de 2010, cuando se dirigían desde Apatzingán, Michoacán, hacia la ciudad de Acámbaro, en Guanajuato, para entrevistarse con clientes que querían reclamar la titularidad de una mina. 

Según los registros de geolocalización del teléfono de Guillermo (de los que se posee una copia), seis días después de la desaparición, el 5 de diciembre, el aparato fue encendido en el municipio de Tumbiscatío, para cruzarse mensajes de voz con otro teléfono ubicado en las inmediaciones del 30 Batallón de Infantería del Ejército Mexicano, con sede en Apatzingán, Michoacán. 

Luego, el 11 de diciembre, el teléfono de Guillermo se activó nuevamente para emitir un mensaje de voz, estando ahora alrededor del mismo cuartel.

El caso de estos abogados, además, es una muestra del tipo de irregularidades con las que se construye la impunidad en torno a los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado.

Aunque la desaparición fue denunciada un día después de los hechos, el Ministerio Público de Michoacán se tomó dos meses para iniciar una averiguación previa, a la que la familia de las víctimas sólo tuvo acceso hasta el año 2012, dos años después de los hechos, momento en el que descubrieron que la autoridad sólo investigaba el robo de la camioneta en la que Guillermo y Vianey se transportaban, pero a ellos no los reconocían como víctimas de desaparición y, por lo tanto, no se había realizado ninguna diligencia para su localización.

El Ministerio Público tampoco investigó por qué el teléfono de Guillermo se activó en las cercanías del 30 Batallón de Infantería de Apatzingán y, finalmente, en 2021, se informó a la familia de las víctimas que no había elementos de investigación y que el expediente sería archivado.

En el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas tampoco se contempla el caso de Lenin Vladimir Castañón Rodríguez, un taxista de 41 años que en julio de 2019 fue raptado por policías estatales.

“Un día antes se habían llevado a dos taxistas y con él ya fueron tres –recuerda Olga, su esposa–. Todos los taxistas se alertaron y empezaron a correr la voz. Todo el mundo dijo que se lo habían llevado del mercado (municipal de Chilpancingo, capital de Guerrero), pero nadie me dijo nunca quién lo hizo, sólo hubo una persona que me dijo que se paró una camioneta de la Unidad de Fuerzas Especiales (de la policía estatal), una camioneta medio vieja, en la que venía el chofer y dos mujeres, ésos se le cerraron, los policías fueron los que se lo llevaron, fueron ellos.” 

En este Registro Nacional, un ejemplo más, sí se contempla la desaparición de Carlos Guzmán Zúñiga, ocurrida el 15 de diciembre de 2008 en el estado de Chihuahua, pero no la de su hermano José Luis, a pesar de que ambos fueron raptados de su vivienda en el mismo momento.

Los hermanos Carlos y José Luis, de 28 y 29 años, no habían cometido ningún delito y, tal como testificaron sus vecinos, su privación de la libertad fue resultado prácticamente del azar, del destino que los puso en el camino del Ejército y de la Policía Federal.

“Estaban ellos en su casa –narra Rosa Zúñiga, tía de ambos muchachos– y estaba Carlos, ese viene siendo el más chico, parado afuera de su casa. Y andaban los soldados y Policía Municipal y federales, andaban que revisando casas… Llegaron con los vecinos y luego ya se pasaron a la casa de mi hermana y subieron nada más a mi sobrino Carlos, y luego sale mi sobrino José Luis a mirar qué es lo que está pasando, porque escuchó ruidos, sale y se asoma y también lo suben a la patrulla de los soldados. Los subieron a los dos”.

El Ejército negó haber detenido a los hermanos Guzmán Zúñiga a través de un documento formal, emitido por la Dirección General de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional, según el cual “personal militar no participó en la detención y desaparición de los hoy agraviados”.

Pero, además del Ejército, otra de las corporaciones involucradas, la Policía Federal, también intentó desvincularse de la privación de la libertad de los hermanos Guzmán, y para ello presentó como prueba el parte policiaco elaborado el día de los hechos.

En este documento, la Policía Federal reconoce que ambos hermanos fueron detenidos y “trasladados a las instalaciones del Regimiento de Caballería Motorizada (del Ejército)” en Ciudad Juárez. 

Desde que los hermanos Guzmán Zúñiga fueron ingresados a ese cuartel, nunca más fueron vistos con vida.

 

Policía Federal y Ejército Mexicano entraron a la ciudad de Apatzingán en 2014. El caso de los abogados víctimas de desaparición forzada no está en el registro oficial.
El registro nacional no contempla todas las desapariciones forzadas en los que se presume o se ha comprobado la participación de cuerpos de seguridad pública o seguridad nacional. | Foto: Cuartoscuro

Base abierta de desapariciones forzadas

Además de las víctimas a las que “se le(s) privó de la libertad por una corporación policiaca o militar” durante el periodo de la guerra contra el crimen organizado, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas también incluye en esta categoría otros 298 casos ocurridos entre 1965 y 2005, así como 84 casos en los que no se especifica la fecha de los hechos.

En total, bajo la categoría específica de víctimas desaparecidas “por una corporación policiaca o militar”, el Registro Nacional suma 652 registros, de los años 60 del siglo pasado a la fecha.

La base de datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizados es pública desde el 24 de agosto de 2023, en la página oficial de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas.

La lista de víctimas de desaparición forzada perpetradas “por una corporación policiaca o militar”, y de víctimas no catalogadas en esa categoría a pesar de que sus familias atribuyen el crimen a corporaciones de seguridad pública o seguridad nacional, puede descargarse aquí.

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Qué es “breadcrumbing” o las migajas emocionales usadas para manipular a otros
8 minutos de lectura
Qué es “breadcrumbing” o las migajas emocionales usadas para manipular a otros
Las cifras del registro oficial sobre desapariciones forzadas son inferiores a la realidad, sobre todo tomando en cuenta que las fiscalías de justicia del país no dan seguimiento a las denuncias, ni actualizan su información.
04 de diciembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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Conociste a un chico en Tinder, comenzaron a comunicarse y se cayeron bien. Luego de sentirte en confianza le compartes tus perfiles de redes sociales.

La conversación se mudó de lugar y ahora llevan semanas hablando por Instagram. De vez en cuando, al publicar una historia en esta plataforma, él te deja un emoji. Y cuando compartes una foto, no solo marca “me gusta”, sino que te deja comentarios.

Hay veces que a través de un mensaje directo te da los buenos días. Y en otras ocasiones te envía fotos mientras está en su trabajo para mostrarte algo de su vida cotidiana.

Piensas que, como está enganchado contigo en esa red social, y te gusta su forma de ser, es hora de dar el siguiente paso. Le invitas a salir, a verse en persona con la intención de emprender un nuevo tipo de relación.

Entonces te da largas. Dice estar muy ocupado, tener la agenda llena de compromisos, incluso que está enfermo. Nunca puede quedar.

Aunque no acepta tus invitaciones, continúa interactuando contigo de la misma manera en las redes sociales. Y tú le sigues respondiendo, con la esperanza de algún día verle fuera del ciberespacio. Pero eso no sucede.

Una pareja en la pantalla de dos celulares
Las redes sociales potencian comportamientos como el breadcrumbing porque hacen más fácil comunicarse de forma intermitente con otros. Foto: Getty Images.

Si este relato –que supone un ejemplo hipotético– te parece familiar, puede que hayas sido víctima de lo que algunos psicólogos llaman breadcrumbing, o migajas emocionales en español.

¿Qué es breadcrumbing?

De acuerdo con Raúl Navarro Olivas, profesor de Psicología de la Universidad Castilla-La Mancha en España, se trata de un patrón de comportamiento en el que una persona muestra interés en otra de forma intermitente, pero constante, sin tener la intención real de comprometerse emocionalmente ni establecer una relación formal.

Es, además, una práctica de manipulación.

“La persona que hace el breadcrumbing envía señales a otra porque pretende tener su atención o su refuerzo intermitente. Busca, con mensajes inconsistentes en el tiempo, que el otro siempre esté presente”, afirma el experto.

Su origen, aunque no se puede identificar, se sabe que no es actual. Lo que sí es reciente es el uso del término breadcrumbing.

“Están apareciendo muchos términos, sobre todo en el ámbito anglosajón, que luego traemos a países de habla hispana, pero que no tenemos la manera de traducirlos exactamente. Esto a veces dificulta la investigación”, comenta.

Además del breadcrumbing, el profesor se refiere a conceptos como ghosting o love bombing, que son usados para englobar ciertos comportamientos que si bien no son nuevos, se potencian con las redes sociales.

Algunos de ellos se parecen y están relacionados, pero, como explica Navarro Olivas, están siendo separados en las investigaciones para comprenderlos mejor.

El breacrumbing ya es acuñado por expertos en la conducta de países tan distintos como España, India y Estados Unidos.

Una mujer preocupada toca su cabeza
Uno de los patrones comunes del breadcrumbing es que la persona que lo realiza no comparte todos los detalles de su vida privada con la víctima. Foto: Getty Images.

Para explicarlo, el psicólogo compara el breadcrumbing con la manera en que funcionan las máquinas tragamonedas en los casinos, que se basan en la misma lógica de refuerzo intermitente.

Estas máquinas le otorgan un premio a quien juegue, pero de forma aleatoria, nunca se sabe cuándo va a ocurrir, así que la persona lo sigue intentando.

En el breadcrumbing hay un patrón de premiar a la otra persona, de ofrecerle algún tipo de contacto y luego darle algo negativo o el silencio”, afirma Navarro Olivas.

Y quienes lo padecen, dice, podrían sufrir consecuencias de salud mental, por lo que es importante identificarlo y buscar ayuda para salir de dicho tipo de relaciones.

Los patrones del breadcrumbing

En un estudio de su autoría, publicado en 2020 en la revista académica Escritos de Psicología (Psychological Writings), Navarro Olivas y otros investigadores señalan que “algo más de tres de cada 10 participantes” de un estudio realizado en España indicaba haber sufrido breadcrumbing.

La investigación también reveló que el uso de apps de citas, las relaciones a corto plazo o el hábito de vigilar la conducta online de otra persona aumentan la posibilidad de sufrir y también de ejercer este patrón de comportamiento.

En tiempo reciente, es común que alguien vigile el comportamiento de otro en las redes sociales cuando hay un interés romántico. De acuerdo con el estudio, es una forma de “reducir” la incertidumbre sobre la pareja. Pero esto puede provocar que alguien cuestione su relación, generar tensión y hacer que ocurra el breadcrumbing.

El desarrollo tecnológico lo hace más prevalente. Es más fácil realizar este comportamiento en redes sociales y apps de citas, donde no necesariamente hay contacto directo con el otro”, sostiene Navarro Olivas.

El patrón más claro de quien realiza breadcrumbing es la intermitencia en la comunicación, ya sea a través de las plataformas digitales o en persona.

“La inconsistencia viene con un comportamiento muy errático. Cuando la persona más interesada en la relación propone planes, quien hace el breadcrumbing no es claro a la hora de quedar”.

El psicólogo apunta a que otro patrón común de quien realiza breacrumbing es ofrecer información incompleta.

En aras de evitar el compromiso, el “perpetrador” puede obviar detalles sobre su familia o amigos y evitar que la otra persona les conozca. También podría negarse a introducirse en el entorno íntimo de la víctima.

“Las personas que tiran esas migajas pueden dar algunos detalles de su vida personal, con el ánimo de seguir manteniendo la atención de esa persona, pero no hay una comunicación emocional muy profunda”, comenta.

Igualmente, las personas que realizan el breadcrumbing no plantean planes de futuro.

“Aparecerán excusas para no comprometerse a largo plazo, lo que contrasta con su comportamiento de continuar hablándole a la otra persona”, señala.

una mujer agobiada se tapa la cara con las manos mientras un hombre en el fondo se muestra molesto
El breadcrumbing podría tener consecuencias emocionales en las víctimas, como aumentar su sentido de soledad. Es un comportamiento que no solo ocurre en redes sociales, también de forma presencial. Foto: Getty Images

El breadcrumber

La falta de estudios sobre el tema dificulta elaborar perfiles sobre los perpetradores y víctimas del breadcrumbing.

Sin embargo, Navarro Olivas señala que, aunque no le gustan las etiquetas, por lo que conocen actualmente rasgos de personalidad narcisista suelen aparecer en quien suelta las migajas emocionales.

“Tiene cierta lógica porque lo que quiere la persona es recibir el refuerzo positivo de la víctima”, sostiene.

De acuerdo con la Clínica Mayo de EE.UU., el trastorno de la personalidad narcisista es una “enfermedad de salud mental en la cual las personas tienen un aire irrazonable de superioridad”.

Ante esto, buscan llamar la atención de otros y que les admiren. Pero en lo profundo son poco seguras de sí mismas y les cuesta comprender los sentimientos de los demás.

“[A alguien que hace breadcrumbing] le gusta que le digan cosas, que estén pendientes de él, pero sobre todo tener el control sobre el refuerzo que le van a dar”, explica Navarro Olivas.

Algunas investigaciones también indican que las personas con apego evitativo son más proclives a realizar breadcrumbing.

una mujer se mira en un espejo roto
Las personas con rasgos de personalidad narcisistas podrían incurrir en el breadcrumbing, porque buscan el refuerzo positivo de otros. Foto: Getty Images.

“Porque se caracterizan por necesitar la validación, el refuerzo de los otros, pero tienen dificultades para realizar conexiones emocionales”, argumenta Navarro Olivas.

“Estas dificultades no excusan su comportamiento. Pero sí hacen que se ajusten más a la idea del breadcrumbing, de que necesitan a otros pero tienen problemas para conectar emocionalmente. Evitan el compromiso porque les produce ansiedad o estrés”.

También podría relacionarse con el apego ansioso, que ocurre cuando alguien establece un vínculo de dependencia emocional con otra persona, pero teme fracasar en una relación o que les abandonen.

“No esperábamos que las personas que hacen breadcrumbing tuviesen apego ansioso, porque parecería más un rasgo de las víctimas, pero encontramos que sí, que probablemente está relacionado con el hecho de que necesita conectar con otro que cubra sus necesidades emocionales, pero como teme al abandono teorizamos que el breadcrumbing es una forma de probar si la otra persona realmente está interesada”, dice el psicólogo.

Las consecuencias

ilustración de un corazón roto
Getty Images

Quienes sufren dependencia emocional o baja autoestima podrían estar en riesgo de permanecer más tiempo en una relación tóxica, incluyendo aquellas que se basan en el breadcrumbing, comenta el investigador.

Sin embargo, añade que cualquiera podría ser una víctima y experimentar consecuencias emocionales.

“Es dañino”, dice Navarro Olivas, “porque ataca nuestra necesidad psicológica más importante, que es la de pertenencia y de vincularse con otros seres”.

“Y, aunque no ha sido parte de los estudios, creo que puede generar indefensión aprendida. Es decir, cuando fracasas en tus relaciones piensas que de alguna manera eso se va a repetir”.

De acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Environmental Research and Public Health sufrir breadcrumbing puede causar insatisfacción con la vida, ampliar el sentimiento de soledad y el desamparo.

Ante esto, el psicólogo español recomienda establecer una comunicación asertiva cuando alguien está interesado en establecer una relación.

Dice que no se trata de “hacer un checklist” de cosas que debería cumplir la otra persona; más bien es dejar claro desde el principio las expectativas.

Pero, sobre todo, Navarro Olivas opina que cualquier víctima debe buscar apoyo de sus personas de confianza, así como de un terapeuta.

“Habla con tu entorno, comenta lo que está ocurriendo para tener una visión externa. Cuando tienes un interés romántico, eso puede que no te haga ver lo negativo”, sostiene.

Y añade: “En psicología a veces se insiste en que la persona tiene que ser resiliente, que tiene que sacar una fortaleza interior que le haga superar las adversidades. Pero a mí me gusta ver la resiliencia no como un rasgo individual, sino que se origina gracias a las personas que nos rodean”.

línea gris para separar el texto
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