La organización internacional Human Rights Watch (HRW) alertó sobre el alto nivel de impunidad que existe en los homicidios dolosos en México, pues las fiscalías solo logran llevar el 18 % de estos casos ante un juez para conseguir una sentencia condenatoria.
En un informe elaborado que incluye estadísticas oficiales, solicitudes de información y entrevistas a funcionarios, HWR reveló que en los casos de homicidio doloso las fiscalías no avanzan más allá de la etapa inicial, es decir, se abre un expediente con la información de la escena del crimen o con cualquier acto de investigación, pero la mayoría de las veces las autoridades no encuentran al culpable.
HRW toma como referencia el 2022, año en el que comenzó su investigación. “En 2022, por ejemplo, las fiscalías estatales abrieron unas 28 mil 700 investigaciones por homicidio doloso (sin incluir feminicidios), pero abrieron una causa penal ante un juez solo en aproximadamente 5 mil 300 casos, es decir, alrededor del 18 % de las investigaciones abiertas”, dice la ONG sobre el tema.
La organización internacional, especializada en temas de derechos humanos, atribuyó estos altos niveles de impunidad a varios factores: la falta de personal dentro de las fiscalías, la ausencia de unidades especializadas, la poca capacitación que los servidores públicos reciben para casos de homicidios dolosos, la intensa carga de trabajo y los errores que se cometen durante las indagatorias.
HRW calculó que por cada 10 víctimas de homicidio en México, solo hay 3.2 sospechosos identificados. Una cifra que está por debajo de la media de los países del continente americano, que es de cuatro sospechosos identificados por cada 10 víctimas de homicidio.
“Muchas de las investigaciones por homicidio doloso que quedan sin resolver cada año se cierran definitivamente sin llegar a presentar cargos penales o se “archivan” (archivo temporal) por falta de pruebas”, mencionó la organización internacional.
Para su investigación, HRW entrevistó a analistas de seguridad, quienes estimaron que la mitad o dos terceras partes de los homicidios dolosos son cometidos por el crimen organizado. Fiscales y policías de investigación consultados bajo condición de anonimato coincidieron con esa cifra.
La debilidad institucional de las fiscalías es una causa central en la impunidad de los homicidios dolosos. Esto queda exhibido con el poco personal con el que cuentan estas instituciones para atender estos crímenes.
HRW indica que, durante 2022, en el estado de Guerrero había siete ministerios públicos en la unidad de homicidio doloso, y cada uno se hizo cargo de 162 carpetas de investigación por ese delito.
A estas carpetas de investigación se deben sumar las de años anteriores que quedaron congeladas. El informe de HRW se refiere al caso de Chiapas, donde en 2022 había ocho ministerios públicos y cada uno acumula al menos 254 casos de ese año y los anteriores.
Ministerios públicos entrevistados por HRW contaron a la organización internacional que la mayoría de sus investigaciones las basan en declaraciones de testigos, ya que no tienen tiempo de obtener otras pruebas por la carga de trabajo.
A esto se deben sumar los retrasos y errores que los trabajadores de las fiscalías suelen cometer durante el proceso de investigación, así como la falta de equipo especializado para identificar a las víctimas, lo que puede llevar a retrasos en la investigación.
Sobre este tema, HRW señala que “en 2022, 12 estados reportaron no contar con peritos en antropología forense, algo necesario para analizar restos óseos; 28 estados no contaban con peritos en radiología forense, necesarios para realizar estudios de imagen; y seis no contaban con peritos en odontología forense”.
De igual forma está la falta de capacitación de los ministerios públicos. HRW cita cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que hasta 2022 reportaba que en diez estados de la República menos del 50 % de los agentes habían cumplido con un curso inicial de investigación y teoría jurídica.
Hasta el 2022 no había ningún estado del país en el que el 100 % de sus ministerios públicos hayan cumplido dicho curso inicial. El más cercano era Sinaloa, con 97 %.
Te puede interesar: Un apunte sobre las cifras de homicidios dolosos.
El informe de HRW, que será presentado el día de hoy, se da a conocer una semana después de que la presidenta Claudia Sheinbaum presumió una reducción en los casos de homicidio doloso en el país.
La organización internacional no solo exhibe los niveles de impunidad en este crimen, sino que también refuta el discurso oficial al señalar que “hay varias razones para sospechar que la verdadera tasa de homicidios de México puede ser superior a la cifra oficial”.
HRW señala que el número de homicidios puede ser superior debido al aumento de casos de personas desaparecidas. La organización pone el ejemplo de Baja California Sur, Coahuila, Durango, Nayarit, Tabasco y la Ciudad de México, donde la cantidad de víctimas de desaparición se acercó o fue incluso superior al total de personas asesinadas.
“Hay razones para creer que muchas de las desapariciones sin resolver que han sido reportadas en los últimos años pueden ser homicidios que aún no se han incluido en las estadísticas oficiales porque los restos no han sido encontrados”, indica HRW.
Otros factores que pueden influir en este problema es la clasificación de asesinatos como “muertes con intencionalidad desconocida”, lo que impide que se contabilicen en las estadísticas de homicidio doloso.
Entre 2018 y 2022, el porcentaje de muertes accidentales o violentas con intencionalidad desconocida osciló entre 31 % y 47 % solo en la Ciudad de México, revela HRW.
La organización internacional retoma un informe del International Crisis Group, un think thank que aseguró haber entrevistado a funcionarios públicos y trabajadores de morgues en México, quienes admitieron que por “presiones políticas” no clasifican los asesinatos como homicidios dolosos para reducir los índices de violencia.
El reino árabe ha ganado peso en la escena global y mantiene cierto equilibrio entre Moscú y Kyiv.
Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia escogieron a Arabia Saudita como sede para las cruciales conversaciones con Rusia sobre la guerra en Ucrania.
Representantes de Washington y Moscú se reúnen este martes en Riad para tratar de sentar las bases de las conversaciones de paz, confirmaron el Departamento de Estado estadounidense y el Kremlin este lunes.
Por parte de Estados Unidos participan el secretario de Estado, Marco Rubio, el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff.
Rusia envió a la capital saudí al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y a Yuri Ushakov, asesor de política exterior del presidente Vladimir Putin.
El encuentro ha generado preocupación en Ucrania y entre sus aliados europeos, que no participarán.
El gobierno de Arabia Saudita ha expresado su intención de implicarse activamente en las conversaciones de paz, no solo como país anfitrión sino con un rol más activo de mediador.
La elección de Arabia Saudita como sede del encuentro subraya hasta qué punto ha avanzado el reino en el plano diplomático en los últimos años desde que estuvo punto de convertirse en un estado paria tras el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en 2018.
Las sombras que se proyectaban sobre el país y su líder de facto, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, parecen haberse disipado, aunque ocasionalmente se siguen planteando preocupaciones en foros internacionales sobre el historial de derechos humanos de Arabia Saudita.
En muchos frentes -y en particular en las industrias del entretenimiento y el deporte- el reino wahabita ha dedicado enormes cantidades de dinero a tratar de convertirse en un actor importante en el escenario global.
En el plano diplomático, el liderazgo saudita también ha logrado avances: durante los años de Biden, el reino redujo su dependencia de Estados Unidos como principal aliado internacional.
Los sauditas dejaron claro que perseguirían en primer lugar lo que perciben como sus intereses: entablar relaciones más estrechas con países considerados los mayores rivales de Estados Unidos, como Rusia y China.
Por otro lado, hay que destacar la posición que hasta el momento ha mantenido Arabia Saudita en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Riad ha preservado históricamente sus relaciones tanto con Moscú como con Kyiv, en un intento de equilibrar sus intereses geopolíticos y económicos.
En el ámbito energético, Arabia Saudita ha colaborado estrechamente con Rusia en el marco de la OPEP+, coordinando políticas de producción de petróleo para estabilizar los mercados globales.
Sin embargo, también ha mostrado apoyo a la integridad territorial de Ucrania en foros internacionales y ha participado en iniciativas humanitarias para mitigar el impacto del conflicto en la población ucraniana.
Esta dualidad en su política exterior refleja, según expertos, la estrategia saudita de posicionarse como un mediador neutral, capaz de facilitar el diálogo entre las partes en conflicto.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha sido bien recibido por los sauditas.
Su primera visita al extranjero en su primer mandato fue a Arabia Saudita, y la naturaleza transaccional de su política exterior se ve como más propicia para el actual liderazgo saudita.
Arabia Saudita es clave en el conflicto palestino-israelí por su influencia en el mundo árabe y musulmán, y su posible normalización de relaciones con Israel, lo que podría redefinir el equilibrio geopolítico en la región.
Uno de los posibles logros que Trump querría anotar en su historial sería un acuerdo de paz entre los sauditas e Israel, que sería la culminación de los Acuerdos de Abraham que inició en su primer mandato.
La guerra en Gaza, sin embargo, se ha interpuesto en el camino y puede aumentar el precio que Arabia Saudita exija por un acuerdo de paz.
Los sauditas expresaron su contundente rechazo al plan de Trump para Gaza: expulsar a todos los palestinos y reconstruirla como un complejo turístico.
Esto ha impulsado al reino a tratar de elaborar un plan alternativo viable con otros estados árabes, que permitiría que los habitantes de Gaza permanecieran en su territorio mientras se reconstruye el enclave.
Arabia Saudita ha reiterado que no establecerá relaciones diplomáticas formales con Israel sin una solución que considere justa al conflicto palestino, insistiendo en la necesidad de un Estado palestino independiente.
El actual planteamiento de la administración Trump parece entrar en contradicción con esto, tanto en su política hacia Gaza como hacia la Cisjordania ocupada.
La forma en que se resuelva este asunto será clave para la dinámica de la evolución de la relación entre Arabia Saudita y Estados Unidos.
En todo caso, está claro que los sauditas no tienen intención de renunciar a su ambición de convertirse en un actor esencial de la diplomacia global.
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