En tan solo dos horas y media, el día de ayer un juez federal derrumbó el único caso abierto por la Fiscalía General de la República (FGR) por el uso ilegal del software espía Pegasus, usado en contra de la periodista Carmen Aristegui.
“La Fiscalía no logró acreditar ni aportó una sola prueba para probar que Juan Carlos (García Rivera) cometió la acción por la cual se le juzgó”, fueron las palabras que usó el juez Luis Benítez Alcántara, del Centro de Justicia Penal Federal del Reclusorio Sur, para tirar el caso que fue judicializado por la FGR desde el año 2021.
Mientras esto ocurría, la cara del fiscal Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), que llevó personalmente todo el juicio, cambiaba rápidamente de su característico color pálido a un rojo intenso.
“Impugnaremos”, fueron las únicas palabras que alcanzó a decir el fiscal a un colaborador suyo ante la derrota por la que acababan de pasar.
Pese a lo anterior, el juez Benítez Alcántara señaló que dicha determinación de ninguna manera impide que la FGR y la FEADLE sigan investigando el caso, pues incluso señaló que existen al menos 24 operadores del software espía en el país.
“Tenemos de 24 a 29 personas más que estaban capacitadas para operar Pegasus en el país. De hecho, en algún momento se entregó un listado con sus nombres, por lo que no hay razón para señalar a una sola persona por este hecho”, dijo Benítez Alcántara.
Desde el lunes pasado el propio García Rivera, empleado de la empresa KBH, aseguró no entender la razón por la cual ha estado encarcelado durante dos años y dos meses por el caso Pegasus, si en el contrato de la operación del software espía con la entonces Procuraduría General de la República (PGR), en la que reconoció haber participado, hay otras dos personas mencionadas antes que él.
“Jairo Riso (colombiano) y Berta Sánchez (española) trabajaban para NSO Group y solo ellos conocen cómo funciona el sistema, cómo funciona la ‘caja negra’, porque a mí nunca me lo permitieron. De hecho, solo por ser mexicano, yo no podía participar en su operación supuestamente para evitar un conflicto de interés o filtración de la información. Entonces no entiendo por qué la Fiscalía General de la República no los investigó primero”, dijo.
De acuerdo con la carpeta de investigación, estas dos personas están mencionadas en el “Anexo Técnico” del contrato entre NSO y la PGR, mismas que atendían las fallas del software, daban la capacitación avanzada del sistema y conocían su operación.
Precisamente, la mención de esta situación provocó que ayer el juez Benítez retomara el tema e hiciera énfasis en que, durante el juicio, la propia FGR presentó como testigo a Janeth Aquino Paredes, trabajadora de la extinta PGR, “que fue capacitada en el sistema Pegasus aunque en principio no sabía de qué se trataba”.
“Ella dijo que la capacitación fue tomada por entre 20 y 25 personas más ¿Entonces el señor Juan Carlos era el único que podía operar el software? Pues no. ¿Quién más tenía este sistema? Pues la propia PGR e incluso la Secretaría de la Defensa Nacional”, dijo.
Incluso, recordó que dicha lista de más de 20 personas capacitadas fue proporcionada por Ricardo Joaquín Ramírez, un director adjunto del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI), por lo que la FGR debe indagar más.
Además, el juzgador recordó que Aquino Paredes testificó que la capacitación fue realizada por dos personas identificadas como “Armando”, con características distintas a García Rivera y Jairo Riso, y “una mujer venezolana” que de entrada no comparte la nacionalidad con Berta Sánchez.
“Por ello mi resolución no acota la investigación que la Fiscalía debe continuar. La importancia de este asunto no inicia desde esta sala, inicia desde la investigación. Más tratándose de un sector que ha sido tan vulnerado en México”, dijo el juez, haciendo énfasis en la profesión de periodista de Aristegui.
Incluso reconoció que los peritajes realizados por expertos de Citizen Lab de la Universidad de Toronto sí acreditaron que el teléfono de la periodista fue intervenido con Pegasus entre 2015 y 2016, mismos que ocurrieron en el marco de la publicación de la investigación La casa blanca de Peña Nieto.
Sobre el testimonial de “Zeus”, principal testigo protegido de la FGR contra García Rivera, el juez señaló que sus dichos se deben dividir entre “lo que le consta, lo que dice que le dijo el señor Juan Carlos y la información que obtuvo por otras personas”.
En ese sentido explicó que “Zeus” es un “testigo referencial”, porque no le consta nada de lo que dice que le dijeron ni lo que escuchó por parte de Uri Ansbacher, dueño de KBH.
Desde el inicio del juicio, “Zeus” afirmó que entre la lista de personas que fueron espiadas con Pegasus estaban los empresarios Germán Larrea, Carlos Slim y directivos de Televisa, nombres que aparecieron en un Excel con más de 1,500 registros.
Según el testimonio de Zeus, el espionaje se realizaba bajo las órdenes directas de Peña Nieto y su entonces secretario de Gobernación, Osorio Chong, así como Eugenio Imaz, titular de la CISEN, quienes supuestamente se comunicaban directamente con Ansbacher para ordenarle realizar diversas intervenciones que a su vez realizaba Juan Carlos García Rivera.
“Pero la Fiscalía ni siquiera acreditó que la información que proporcionó ‘Zeus’ estaba radicada en la oficina de Juan Carlos. No queda duda que Juan Carlos operaba el sistema, pero el hecho es que no hay una sola prueba de qué utilizó este software para espiar a la víctima”, dijo.
Al salir de la audiencia, Carmen Aristegui señaló que la importancia del caso, tal como lo señaló el juez, radica en la obligación de la Fiscalía de continuar con la investigación de caso Pegasus de la manera más amplía, profesional y contundente, para que los responsables del “abusivo e ilegal” uso de Pegasus en México rindan cuentas ante la justicia.
“Salgo de la audiencia final con esta resolución y sentencia del juez Luis Benítez Alcántara, digamos, con un sentimiento encontrado, porque quedó totalmente reconocido judicialmente, sin dejar ya lugar a dudas que hay víctimas, por lo pronto una, y presumo que muchos más con Pegasus. Ahora toca a la Fiscalía ir a hacer su trabajo, elevar sus estándares si efectivamente no los cumplió como dijo el juez, y responder a México frente a un agravio extendido y cometido de manera ilegal, irresponsable y masiva”, dijo.
Por su parte las organizaciones Artículo 19, Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D) y Social TIC respaldaron lo dicho por Carmen Aristegui y se sumaron a la exigencia hacía la FGR para que sigan investigando este caso.
“El resultado del juicio refrenda la urgente necesidad de que la Fiscalía dirija sus indagatorias hacia todos los responsables, sean actores privados y/o funcionarios públicos de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), el entonces Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), cuya adquisición y uso del sistema Pegasus en el sexenio pasado han sido plenamente documentados”.
En la isla se están construyendo edificaciones que buscan adaptarse al territorio y al entorno para ayudar a aliviar los estragos del cambio climático. Y utilizando saberes tradicionales.
Cuando Erle Rahaman-Noronha decidió dedicarse a la agricultura en 1997, el terreno donde se instaló en Freeport, como mucha de la tierra agrícola en la isla caribeña de Trinidad, era de monocultivo, un remanente de las plantaciones coloniales que marcaron la historia de la región.
“Hay un árbol de limón cada seis metros. Y esos árboles no son aquí”, señala Rahaman.
Ahora, estas 12 hectáreas se parecen más a un bosque, salpicado de estructuras construidas con materiales reutilizados.
Pero Rahaman-Noronha no solo ha reforestado sus terrenos, también es bastante entusiasta conque las estructuras que conforman su granja sean sostenibles.
Una vez entras a la finca, el concreto te da la bienvenida con forma de casa. Pero toda otra estructura que hay en el lugar tiene un toque de la naturaleza: arcilla, que se consigue en un terreno cercano, madera de los árboles que están en la parte de atrás de la granja, botellas de vidrios recicladas y de todos los colores que brillan con la luz del sol.
También se pueden apreciar los rastros redondos de lo que solían ser algunas llantas de bicicletas que fueron enterradas para darle fuerza a la estructura. Todo esto terminado con parches de hierba seca que sirve de textura para las paredes.
La granja abraza las antiguas tradiciones de Trinidad para construir sus casas, cuando sus habitantes las construían con lo que tenían en la mano, en vez de importar materiales.
Pero él no solo está utilizando materiales que terminarían de otro modo en la basura, sino que está utilizando estilos de construcción que proveen algo de resistencia en contra de los efectos del cambio climático.
El esfuerzo es parte del proyecto llamado Wa Samaki Ecosystems, una organización sin ánimo de lucro fundada por Rahaman-Noronha que desea resaltar los beneficios de los cultivos regenerativos en el Caribe y educar a los residentes en cómo ejercer la sostenibilidad mientras rehabilitan los espacios que los rodean.
“La idea a largo plazo es tener un lugar dónde educar a las personas sobre el medio ambiente y vivir en equilibrio con la naturaleza”, explica.
Mucho de la arquitectura en Wa Samaki se apoya en el pensamiento creativo de la arquitecta y escultora Celine Ramjit.
Formas de cuerpos cósmicos, criaturas y animales míticos adornan el paisaje además de esta estructura única, todos hechos usando un proceso conocido como construcción de la Tierra: usando materiales del ecosistema.
Y significa que cada espacio construido tiene su propia personalidad y una huella ecológica.
Esto está muy lejos del estándar común de construcciones en Trinidad, donde muchas de las edificaciones modernas proyectan una uniformidad estéril.
Ramjit nota que en estos días la decisión de construir un edificio o una casa tiene que ver primordialmente con el presupuesto y el acceso a los materiales.
“Esto viene con un tema de educación, donde no se considera de dónde vienen los materiales o cómo se producen”, señala la arquitecta.
Pero construir rápido no deja mucho tiempo para observar el medio ambiente: patrones de lluvia, plantas, la vida animal o donde sopla el viento.
“Es de ese tipo de cosas de las que estamos desconectados”.
En vez de tener en cuenta estos aspectos, se opta por nivelar el terreno, remover los árboles y empezar la construcción casi desde cero, sin considerar qué hay ya presente en ese terreno y cómo se puede integrar con el diseño.
Como la deforestación y la pérdida de especies nativas son un problema ambiental, la práctica de limpiar lo que existe y crear algo completamente nuevo puede tener un efecto dominó en el suelo, por ejemplo el incremento de deslizamientos.
La desconexión con el medio ambiente es un sello de lo que se conoce como la “cultura del concreto” que se convirtió en algo prevalente en Trinidad a principios del siglo XX.
Asad Mohammed, director de la Red del Manejo Urbano y de la Tierra del Caribe, atribuye esto al “impacto de la influencia de la arquitectura Occidental que tienen poca relevancia en el contexto en donde vivimos”.
Él describe un “estilo moderno de edificios cuadrados” que no están aclimatados a los calores intensos del verano o los huracanes y las inundaciones de la época de lluvias.
Esas cajas de concreto no siempre fueron la norma en el Caribe.
A través de la historia, en esta región del planeta se han visto varios estilos arquitectónicos que han usado lo que Mohammed llama un “buen diseño típico”.
Por ejemplo, describe a las casas europeas hechas en madera, con adaptaciones con el clima regional como ventanas que podían cerrarse o abrirse adecuadamente durante la temporada de tormentas y toldos para protegerse de la fuerte luz del sol.
Ahora, señala el experto, esas viviendas han sido reemplazadas con ventanas planas que tienen que estar cerradas siempre para evitar la exposición constante al sol o de la lluvia, por lo que el edificio tiene que tener aire acondicionado.
De hecho, las primeras casas en la región no tenían ventanas o incluso, muros.
Tracy Assing, miembro de la Comunidad de Pueblos Originarios en Arima y directora del documental “The Amerindians” anota que para sus ancestros, las estructuras más viejas eran de madera y techos de paja.
Y la mayoría de ellas estaban abiertas al aire.
“Era más como un refugio, con una situación de ático”, señala Assing.
Eran estructuras de temporadas, construidas para ser devueltas a la tierra y reconstruir si era necesario.
“El barro fue un avance tecnológico”, agrega.
Mientras las comunidades indígenas en el Caribe usaban arcilla para construir pequeñas estructuras como hornos en los tiempos precolombinos, fue tiempo después que se utilizó en una vivienda.
Pero para el siglo XVII, la influencia colonial española combinada con las técnicas indígenas había conducido a la popularidad de las estructuras de barro y adobe conocidas como tapia, que es lo más cercano a la técnica utilizada en la actualidad por Wa Samaki.
El historiador Glenroy Taitt, en una investigación publicada hace poco señala que las casas de tapia son como un refugio con forma ovalada con un marco de madera y hecho con una mezcla de arcilla, agua y hierba para las paredes y un techo de paja y hojas de palma.
Incluso esos tipos de edificios se podían encontrar en todo el país bien entrado el siglo XX.
“La era de la tapia finaliza alrededor de los años 40. No solo la gente dejó de utilizar este método para construir sus casas, sino que comenzaron a verlo como algo de personas de menos recursos y primitivo”, señala.
Casas de esta época ahora son difícil de hallar en Trinidad y solo se pueden ver en museos, como el Avocat Mud House.
Este lugar fue construido en 1885 y se erige como un registro de los métodos de construcción del pasado, utilizando técnicas popularizadas aún más por los inmigrantes indios que migraron al Cáribe en el periodo conocido como fr “trabajo no remunerado”
Dentro de esta casa que tiene más de un siglo, uno puede sentir como la temperatura desciende, que es un signo de las casas construidas con arcilla.
Al ser la arcilla más porosa que el concreto, logra atrapar humedad que luego se evapora y de esta forma libera el calor de la superficie.
Con el cambio climático causando temperaturas récord en el Cáribe, un cuarto con una temperatura normal al mediodía es una hazaña sorprendente en una estructura sin ventanas, ventiladores o aire acondicionado.
Construcciones adaptadas al clima fue un sello de la arquitectura del Caribe y con los patrones climáticos cambiando alrededor del mundo y afectando particularmente los pequeños estados caribeños, hay una necesidad creciente de mirar el éxito de estos estilos antiguos de arquitectura, a la vez que se incorporan los avances del mundo moderno.
Desde casas de arcilla hasta casas de hierba, pasando por las estructuras coloniales europeas con sus techos altos y espacios abiertos y aireados, cada etapa de la historia del Caribe se ha reflejado en el estilo de la arquitectura construida en esos tiempos.
Cuando Trinidad y Tobago se independizó en 1962, tuvo que lidiar con lo que esto significaba para su identidad nacional y sus edificios.
El Arquitecto Sean Leonard habla de este desafío de la identidad.
“Después de la independencia, como parte de definir cómo sería este nuevo país se decidió cómo tenían que lucir nuestros edificios”, explica.
En paisajes urbanos, como las áreas donde Leonard usualmente trabaja, hacer cambios ecológicos es algo totalmente distinto a lo que se hac en el campo, como Wa Samaki.
Mientras él habla con clientes corporativos, quienes podrían no considerar un diseño tropical como prioridad, mejorar las cosas pueden ser detalles tan pequeños como utilizar un modelo más tradicional de ventana para poder atrapar mejor el viento frío que viene de afuera o dejar dejar una parte del suelo sin pavimentar para que pueda absorber mejor el agua de la lluvia.
Otra adaptación del clima usada a través de la historia del Caribe es construir estructuras elevadas del suelo, que ayuda a la circulación del aire frío durante el verano y protege de las inundaciones en las épocas de lluvias.
Leonard describe esto como una técnica que ha sido usada a través de la historia de Trinidad, que todavía es utilizada y que puede servir tanto en la ciudad como en el campo.
Para las estructuras de arcilla como las que está construyendo Ramjit, que la estructura esté elevada del suelo es una necesidad de proteger la arcilla de absorber mucha humedad del piso.
Técnicas tradicionales y materiales como la arcilla y la hierba no son las únicas utilizadas en Wa Samaki, ellos también usan materiales de la basura, para reducir los desperdicios.
El mirador del lugar está hecho de guadua que crece en esta región.
Y para los cimientos y los muros, con forma de dragón, de esta estructura utilizaron llantas usadas tiradas a la basura, que fueron recogidas por los vecinos y rellenadas de botellas vacías y otros desperdicios de plástico antes de ser cubiertas con arena y arcilla.
El techo está cubierto de viejos carteles publicitarios reciclados y un trozo de un tanque de agua, cuya otra mitad se utiliza para albergar algunos de los peces de Rahaman-Noronha (Wa Samaki significa “De los peces” en suajili, un guiño a su lugar de nacimiento, Kenia).
En otras construcciones de la granja, botellas de vidrio multicolores incrustadas en las paredes proporcionan una vía para que entren fuertes halos de luz y color.
Sin su intervención, estos materiales probablemente habrían terminado en uno de los vertederos de desechos de Trinidad, filtrando sustancias químicas a entornos cercanos como la Reserva Natural del Pantano de Caroni.
En Wa Samaki, el equipo ha plantado vetiver, una planta multiusos que se puede utilizar para tratar el residuo químico que dejan las basuras en el suelo.
En la granja, lo utilizan para estabilizar las orillas de sus estanques y evitar deslizamientos de tierra, pero también es uno de los ingredientes principales de sus construcciones de arcilla.
Ramjit lo utiliza en tiras para dar forma a las paredes de tierra. La hierba se cosecha y se seca, y sus hojas largas y resistentes forman la red perfecta para mantener unida una estructura de arcilla.
Pero Ramjit enfatiza la importancia de experimentar con las hierbas disponibles, en lugar de intentar conseguir un tipo específico.
En lugar de tener “recetas” fijas sobre lo que deberían ser sus materiales de construcción, prueba y experimenta con lo que tiene a mano y alienta a otros a hacer lo mismo.
Durante todo el proceso, hay una idea subyacente de tener curiosidad por lo que nos rodea, observar y colaborar con el mundo natural en lugar de tratar de someterlo a nuestro control.
Assig describe una filosofía similar transmitida a través de su comunidad, de “trabajar con el medio ambiente, en lugar de imponerse a él”.
Este enfoque colaborativo podría ser la clave, no solo para construir estructuras sostenibles que tomen prestado tanto del pasado como del presente, sino para cambiar toda una cultura de cómo los humanos piensan sobre su relación con la tierra.
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