Para entender mejor
Las organizaciones Data Cívica e Intersecta dieron a conocer el sitio Con Copia Oculta, el cual contiene una base de datos con cifras relativas a “homicidios presuntamente vinculados a la delincuencia organizada”.
Entre los hallazgos está que en al inicio del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador hubo 11% más muertes relacionadas con el narcotráfico que con su antecesor, el expresidente Enrique Peña Nieto.
Según los datos, en el gobierno de López Operador, el 59.3% de los homicidios registrados en todo el país están relacionados con el crimen organizado, contra el 48.25% que contabilizó el gobierno de Peña Nieto.
Incluso, la cifra es mayor que en el sexenio de Felipe Calderón, que clasificó al 52% de los homicidios relacionados con el narcotráfico.
“Esto quiere decir que en este gobierno la lógica de ‘se matan entre ellos’ continúa, vemos que se utiliza para minimizar o librarse de responsabilidades de estos homicidios”, expresó Alicia Franco, de Data Cívica.
De acuerdo con la especialista, el análisis de esta base de datos revela que el gobierno criminaliza a las víctimas, pues casi a todas las registra como presuntas delincuentes, además justifica, minimiza y encubre la participación del Estado en este tipo de homicidios.
Estefanía Vela, directora de Intersecta, explicó que aunque López Obrador asegura que el combate a la delincuencia organizada es diferente, los datos sostienen que la lógica del Estado sigue siendo la misma: el combate frontal al crimen organizado.
Aunque la metodología con la que el gobierno federal creó la base no es clara, pues no ha transparentado esta información, los datos revelan que desde 2017 hasta el 2020 se han registrado 58 mil eventos violentos relacionados con el crimen organizado, los cuales han dejado 70,898 personas muertas.
“Con Copia Oculta es un repositorio de información que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha tratado de mantener así, oculta a la ciudadanía. Información sobre una guerra en México que oficialmente no existe, pero que lleva 15 años y que en los documentos internos del gobierno se cuenta tanto en cifras como en una narrativa de militares contra criminales”, dieron a conocer las organizaciones.
Esta base de datos contiene información sobre agresiones, enfrentamientos y ejecuciones de 2017 a 2020, conceptos similares utilizados durante el sexenio de Felipe Calderón y, ahora sabemos, en las administraciones de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
Otro de los hallazgos es la forma en que las autoridades reportan los eventos violentos:
1. homicidio vinculado a la delincuencia organizada.
2. Enfrentamientos entre grupos de la delincuencia organizada.
3. Agresión directa.
4. Agresión por enfrentamiento.
En casi todas las clasificaciones, el gobierno afirma que las autoridades solo repelieron el ataque de algún presunto delincuente.
Los datos trabajados por Data Cívica e Intersecta corresponden a una base de datos que originalmente se publicó en 2011, en el sitio oficial de Presidencia, pero que después fue despublicada sin que el gobierno diera explicaciones.
Aunque la base dejó de ser pública, existe evidencia de que el Estado siguió registrando los homicidios presuntamente vinculados a la delincuencia organizada después de 2011 cuando quitó del portal la Base Presidencia. Sin embargo, nunca volvió a hacer pública esta información y en cambio, ha insistido en negar la existencia de ese registro.
Para Data Cívica e Intersecta, este trabajo es la muestra de que el gobierno sigue inmerso en la “guerra contra el narco”.
“La base oculta es un reflejo de lo que las autoridades consideran la violencia que más amerita su atención, pero también revela la solidificación de la estrategia de militarización de la seguridad pública de los últimos sexenios y la estigmatización de las víctimas que esta ha cobrado. Refleja también cómo la estrategia de guerra y militarización ha sido acompañada por otra, paralela, de opacidad y secrecía”, se detalla en el informe.
El colectivo Guacamaya dio a conocer esta base de datos a raíz del hackeo a la Sedena en septiembre de 2022, cuando se revelaron millones de correos electrónicos con información sensible respecto a las Fuerzas Armadas, el presidente de México y la forma en cómo se combate la violencia.
“Data Cívica logró identificar o construir, a partir de reportes enviados sistemáticamente, varias bases de datos que contienen esto que las Fuerzas Armadas han contado. Incluyendo, por ejemplo, el conteo de crímenes relacionados con el crimen organizado, despliegue militar o actividades de monitoreo de grupos sociales”.
Pese a que las organizaciones trabajaron con la base original notaron inconsistencias en el registro de las víctimas, por lo que hubo dos modificaciones.
“Para solventar estas irregularidades agrupamos y contamos a las personas fallecidas, detenidas y heridas en cada evento y hacemos pública la base en unidad de análisis. Una segunda diferencia es que la base que publicamos está anonimizada, es decir, eliminamos todos los datos personales. Con esas dos excepciones la base que publicamos contiene la misma información que la contenida en los correos de la Sedena”.
El informe completo Con Copia Oculta puedes consultarlo aquí.
Los soldados ucranianos en el campo de batalla no creen que la guerra contra Rusia vaya a terminar pronto.
Mientras Moscú considera un alto el fuego temporal, su maquinaria militar sigue presionando en el frente. Las negociaciones diplomáticas pueden ser lentas y difíciles, pero en el campo de batalla, se pueden medir en vidas perdidas.
A un hospital militar en el este de Ucrania, los heridos llegan en oleadas en ambulancia. Aquí, hay una desconexión obvia entre la diplomacia que tiene lugar lejos de los combates y la brutalidad de la batalla, en la que los cuerpos humanos todavía están siendo destrozados, despedazados y marcados por las bombas y las balas.
Vemos a otras dos docenas de soldados ucranianos heridos que se suben a un autobús para ser llevados a un hospital en Dnipro; algunos están heridos pero caminan, otros son llevados en camillas. El autobús está provisto de equipos médicos para monitorear a los heridos mientras son trasladados a toda velocidad por carreteras llenas de baches.
Los hombres a bordo son los menos gravemente heridos. La mayoría fueron alcanzados por metralla. La causante es a la ahora más prolífica y temida arma en el frente: los drones.
Ninguno de los soldados que entrevistamos cree que esta guerra vaya a terminar pronto. Maksym, de 30 años, está en una camilla conectado a un medicamento intravenoso para aliviar algo del dolor de las múltiples heridas de metralla que tiene en todo el cuerpo. Dice que ha oído hablar de un alto al fuego temporal de 30 días, pero añade:
“Considero a Putin un asesino y los asesinos no se ponen de acuerdo tan fácilmente”.
Vova, quien está sentado cerca, dice refiriéndose a la posibilidad de un alto al fuego: “No me lo creo”. Señala que cerca de la ciudad de Pokrovsk, que se encuentra bajo asedio, se estaban enfrentando a ataques rusos todos los días. “Dudo que haya una tregua”, me dice.
Otro soldado llamado Maksym dice que esta es la segunda vez que resulta herido. “No creo que haya un alto al fuego”, afirma. “Tenía muchos amigos que ya no están con nosotros”.
“Me gustaría creer que todo va a estar bien, pero no se puede confiar en Rusia. Nunca”.
El autobús médico es operado por el Batallón Médico del Ejército de Voluntarios de Ucrania, conocido como los Hospitalarios. Transportan a decenas de soldados heridos todos los días.
Sofiia, una estudiante de medicina de 22 años, ha estado trabajando con ese equipo durante los últimos 18 meses. Ella también es escéptica sobre las posibilidades de un alto al fuego: “No puedo creérmelo, pero realmente desearía que sucediera”, dice.
Me cuenta que cuando se enteró de que Estados Unidos y Ucrania habían acordado presionar para lograr un alto al fuego, los drones rusos sobrevolaban su base y eran interceptados por las fuerzas de defensa aérea ucranianas. Para ella, hablar de paz es como hablar de un universo paralelo.
Sofiia dice que “al menos es bueno que Ucrania y Estados Unidos vuelvan a hablar”. Pero en cuanto a las esperanzas de un alto al fuego, se remite al pasado reciente.
“Si nos fijamos en todos los intentos de alto al fuego que hemos tenido en el pasado, no funcionaron. ¿Cómo va a funcionar este?”, pregunta.
Su colega médico, Daniel, se unió a los Hospitalarios desde Suecia. Dice que entiende lo que se siente cuando una nación más pequeña es atacada por su vecino gigante. Su abuelo luchó por Finlandia contra Rusia durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Daniel llegó a Ucrania, solía preguntarles a los soldados heridos qué querían hacer después de la guerra. Ya no lo hace. “Nadie quiere responder eso”, dice, “porque no quieren decepcionarse. No se atreven a tener esperanzas”.
Daniel no descarta un alto al fuego. Pero añade: “No se puede confiar en que Putin vaya a hacer algo que no le beneficie”.
Ucrania tiene mucha experiencia negociando con Rusia.
Francia y Alemania mediaron en los altos al fuego de 2014 y 2015, cuando las fuerzas respaldadas por Moscú tomaron por primera vez partes del este de Ucrania y Crimea.
Esa negociación no funcionó. Tampoco impidieron que Rusia llevara a cabo su invasión a gran escala de Ucrania ocho años después.
Puede que haya conversaciones de paz, pero los hombres de la 68ª Brigada Jaeger de Ucrania siguen preparándose para la guerra. Miramos cómo ensayan sus maniobras para evacuar a un soldado herido bajo fuego enemigo. La mayoría ya ha tenido que hacerlo en la vida real.
A lo lejos, oímos los estruendos de la artillería. Estamos a solo 16 kilómetros de la línea del frente, adonde pronto regresarán.
Han recibido pocas noticias positivas en los últimos días. Las fuerzas ucranianas están siendo superadas en Kursk. En agosto del año pasado, esa ofensiva sorpresa en territorio ruso parecía una jugada de brillantez táctica, que elevaba la moral. Ahora corre el peligro de convertirse en un importante revés estratégico.
Es posible que Kursk deje de ser pronto una moneda de cambio para futuras negociaciones, y se convierta en una pesada carga, por la pérdida de valioso equipamiento y vidas ucranianas.
Uno de los pocos aspectos positivos es que Estados Unidos ha reanudado su apoyo militar. Eso es importante para la 67ª Brigada, que opera con equipos fabricados en Estados Unidos. Realizan sus entrenamientos con un vehículo blindado MaxxPro suministrado por Washington.
Ivan, el conductor que lleva una pequeña bandera estadounidense en su uniforme, dice que le alivia que la administración Trump haya accedido a revertir el bloqueo. Su vehículo necesita reparaciones con regularidad. “Me gustaría que siguieran ayudando”, dice.
Pero Ivan aún no está seguro de si se puede confiar en el presidente Trump.
“Tengo dudas”, dice. En cuanto a confiar en el presidente Putin, responde: “No. Nunca”.
Aquí, incluso un alto al fuego temporal parece estar muy lejos.
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