El estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN) acusado por violencia digital contra sus compañeras fue dado de baja.
La Comisión de Honor del Consejo Técnico Consultivo Escolar de la Unidad Académica dictaminó por unanimidad la baja definitiva del alumno, informó la institución.
“En el IPN no hay tolerancia ante este tipo de actos; la institución mantiene la política de combatir la violencia de género, el abuso y el acoso en contra de nuestro alumnado”, señaló.
Estudiantes y colectivas se manifestaron este lunes a las afueras de la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en exigencia de castigo contra el estudiante que presuntamente almacenaba contenido de carácter sexual en un dispositivo móvil, ya que algunas de las imágenes eran de sus compañeras de carrera.
Las ocho mujeres que al día de hoy han presentado denuncias formales ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) informaron que las indagatorias judiciales continúan en curso, con el análisis de más de 100 mil imágenes y videos con contenido sexual –algunos manipulados con inteligencia artificial–, mientras que el director de la ESCA aseguró que este mismo lunes se sancionará al estudiante que reconoció ante las autoridades escolares haber cometido el ilícito.
Las jóvenes cerraron el cruce de las calles Carpio y Plan de Agua Prieta, donde se encuentra una de las entradas de la ESCA, para colocar mantas y cartulinas con consignas en las que se leían los mensajes “Ni acosada por existir, ni violentada por estudiar, ni asesinada por amar”, “Fuera todos los agresores digitales del IPN”, así como “Feministas Politécnicas”.
Con ayuda de un megáfono, las manifestantes leyeron un posicionamiento en el que acusaron al IPN de dejar solas a las estudiantes que denunciaron violencia digital, y exigieron que la institución ofrezca una disculpa pública por su actuar en el caso, que expulse al acusado, se le prohíba volver a formar parte de la comunidad politécnica y se investigue si hay más alumnos o personas involucradas en el caso.
De acuerdo con las jóvenes, el pasado 6 de octubre un grupo de estudiantes detectó “en flagrancia” a Diego N., quien guardaba más de 160 mil fotos de carácter sexual en un iPad, algunas de ellas manipuladas con inteligencia artificial, por lo que lo pusieron a disposición de las autoridades del Politécnico.
“Se puso a disposición de las autoridades escolares tanto la custodia de pruebas en la tableta digital propiedad de Diego N., como al agresor”, detallaron las manifestantes. Luego de esto, la dirección de la ESCA acompañó a las denunciantes ante el Ministerio Público, donde a decir de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, no se encontraron las imágenes en el iPad.
Las denunciantes, quienes pidieron mantenerse en anonimato por temor a represalias y amenazas, detallaron que la FGJCDMX se encuentra investigando el contenido en el que se encuentran más de 20 mil videos, de los cuales más del 40% muestran a estudiantes del IPN, cuyos rostros se manipularon con inteligencia artificial.
“También se han documentado los testimonios de otras compañeras que indican que fueron convocadas para entrar en el negocio de pagar por producir fotografías o conseguir imágenes de alumnas para editarlas, así como la organización por carpetas de carreras y generaciones de estudiantes desde 2016”, afirmaron.
Ante la gravedad de estos hechos, exigieron que además de la expulsión de Diego N., el Instituto Politécnico Nacional y la FGJCDMX investiguen quiénes más forman parte de esta red, y que se asegure que no permanecerán activos como estudiantes ni se les permitirá revalidar materias para obtener sus certificados de estudios por parte de esta institución.
Al respecto, este lunes el director interino de la ESCA, Alonso Rojas, aseguró ante medios de comunicación y las manifestantes que la dirección conoció este contenido, por lo que apoyó a las jóvenes para denunciar, y que incluso Diego N. reconoció ante la dirección haber cometido el ilícito por el que se le acusa.
Según Rojas, la Comisión de Honor y Justicia del IPN dará a conocer esta tarde la sanción que se impondrá a Diego N. por parte de la institución educativa, donde afirma que se ha dado apoyo total a las víctimas.
Por su parte, la FGJCDMX afirmó que continúan las investigaciones del caso, con entrevistas a las afectadas y la participación de la Policía Cibernética en las indagatorias para llevar a cabo “una exhaustiva revisión de imágenes que se encuentren en dispositivos móviles del investigado”, sin embargo, hasta ahora el estudiante se encuentra libre porque en la revisión que hizo la Fiscalía del iPad no halló el contenido.
Además, la Fiscalía indicó que el área especializada en investigación de delitos sexuales pondrá medidas de protección a las afectadas, y se revisarán los procedimientos de atención inicial para verificar que no se hayan cometido irregularidades en las entrevistas psicológicas.
La protesta concluyó con las consignas “El Poli no me cuida, me cuidan mis amigas” y “No somos una, no somos cien, Politécnico, cuéntanos bien”.
Ambos ejércitos del conflicto armado en Ucrania se han visto acorralados por drones, artillería y guerra electrónica.
En días recientes, Rusia y Urania se han atacado mutuamente con el mayor número de drones desde el inicio de la guerra en febrero de 2022.
Se informa que Ucrania lanzó más de 80 drones contra Rusia, algunos dirigidos hacia Moscú. Por su parte, se reporta que Rusia lanzó más de 140 drones contra objetivos por todo Ucrania.
La intensidad del uso de drones como armas de ataque es una de las formas en que este conflicto está revolucionando cómo se hace la guerra.
En combinación con la guerra electrónica y los ataques de artillería, los drones también han demostrado ser efectivos como armas defensivas, inmovilizando a las fuerzas enemigas en el campo de batalla.
Los drones se han convertido en uno de los principales elementos en la guerra en Ucrania y están afectando profundamente la manera en que se pelea, según Phillips O’Brien, profesor de Estudios de la Guerra de la Universidad St. Andrews, en Escocia.
“Han vuelto el campo de batalla mucho más transparente”, comenta.
Los drones de vigilancia pueden detectar el movimiento de tropas o los preparativos para un ataque a lo largo de todo el frente y en tiempo real.
Cuando ven un objetivo, pueden enviar las coordinadas al centro de comando, que puede ordenar un ataque de artillería.
Esta secuencia, desde la detección del objetivo hasta su ataque, se llama la “cadena de ataque” en la terminología militar y se ha acelerado por el uso de drones, dice el profesor O’Brien.
“Todo se puede detectar a no ser que esté muy encubierto. Significa que no puedes reunir tanques y otro armamento para una avanzada sin que sean golpeados”, indica.
Los drones de ataque se están usando, junto con la artillería, para golpear al enemigo. Las fuerzas ucranianas han logrado repeler los avances de las columnas de tanques rusos con solo el uso de drones.
Al inicio de la guerra, Ucrania usó el TB-2 Bayraktar de fabricación turca, un dron de capacidad militar que puede arrojar bombas y lanzar misiles.
Sin embargo, con mayor frecuencia ambas partes están optando por el uso de drones “kamikaze” que son más baratos.
Estos suelen ser drones de uso comercial, acoplados con explosivos.
Pueden ser controlados desde una distancia de varios kilómetros y pueden merodear el objetivo antes de atacar.
Rusia también ha estado usando miles de drones kamikaze, como el Shahed-136 de fabricación iraní, para atacar objetivos militares y civiles en Ucrania.
Frecuentemente los despliega en enjambres, con la intención de abrumar las defensas aéreas ucranianas.
La artillería se ha convertido en el arma de mayor uso en toda la guerra en Ucrania.
Según el centro de análisis británico Royal United Services Institute (RUSI), Rusia ha estado disparando 10.000 proyectiles al día y Ucrania entre 2.000 y 2.500, también diariamente.
La artillería se usa para contener el movimiento de tropas enemigas y para atacar vehículos blindados, defensas, puestos de mando y depósitos de suministros.
“Durante la guerra, la munición es como el agua, que las personas necesitan beber constantemente, o como el combustible para un automóvil”, explica el experto de artillería y especialista militar de la BBC coronel Petro Pyatakov.
Ambos lados han usado millones de proyectiles de artillería extranjeros. Estados Unidos y Europa se los han suministrado a Ucrania. Rusia los importa de Corea del Norte.
Los países occidentales han tenido dificultades para suministrar a Ucrania todas las municiones que requiere, y eso ha resaltado el problema que tienen en sus propias industrias armamentistas, según Justin Crump, director ejecutivo de Sibylline, un grupo de análisis de defensa en Reino Unido.
“Las empresas de defensa de Occidente actualmente producen una cantidad de armas de precisión relativamente baja”, afirma.
“No tienen la capacidad de emitir altos volúmenes de armamento básico como proyectiles”.
Tanto Rusia como Ucrania también han estado usando artillería de alta precisión.
Ucrania ha lanzado proyectiles guiados por satélite tipo Excalibur, suministrados por Occidente; Rusia usa sus propios proyectiles Krasnopol guiados por láser.
Además, EE.UU. y otras naciones occidentales han dotado a Ucrania de misiles Himars de largo alcance, guiados por satélite.
Estos les han permitido a las fuerzas armadas atacar los depósitos de municiones y los puestos de mando de Rusia en el frente.
Desde comienzos de 2023, las fuerzas rusas han usado miles de “bombas planeadoras” para atacar posiciones ucranianas en el campo de batalla y para bombardear zonas residenciales civiles e infraestructura.
Son bombas convencionales de “caída libre” acopladas con alas plegables y sistemas de navegación satelital.
Rusia es quien más suele usar esas bombas planeadoras. Varían en peso desde 200 kg hasta 3.000 kg o más.
“Las bombas planeadoras se han vuelto cada vez más efectivas para romper las posiciones defensivas y destruir edificios”, señala el profesor Justin Bonk, un experto en guerra de RUSI.
Añade que Rusia las ha utilizado extensamente para destruir las defensas ucranianas alrededor de la localidad estratégica de Adviivka, en el este de Ucrania, que Rusia capturó en 2024.
Las bombas planeadoras cuestan entre US$20.000 y US$30.000 en producir, según Bronk.
Pueden ser lanzadas desde decenas de miles de kilómetros de distancia de sus objetivos y son difíciles de interceptar, aún con el más sofisticado sistema de misiles de defensa aérea.
Ucrania también hace uso de bombas planeadoras suministradas por EE.UU. y Francia, como la llamada Joint Standoff Weapon de largo alcance.
También ha creado una de su propio diseño, añadiendo alas a las bombas de diámetro pequeño de fabricación estadounidense, que llevan unos 200 kg de explosivos.
Sin embargo, cuenta con menos bombas planeadoras que Rusia.
La guerra electrónica se ha implementado mucho más intensamente en el conflicto entre Rusia y Ucrania que en cualquier otra ocasión.
Miles de efectivos en cada lado trabajan en unidades especializadas, intentando incapacitar los drones y sistemas de comunicaciones del otro, y desviar los misiles enemigos.
Las fuerzas rusas tienen sistemas como el Zhitel, que puede incapacitar todas las comunicaciones satelitales, las comunicaciones por radio y las señales de teléfonos móviles en un radio de más de 10 m.
Pueden abrumar las ondas de radio emitiendo enormes pulsaciones de energía electromagnética.
Además, con su unidad Shipovnic-Aero, las fuerzas rusas pueden derribar un dron a 10 km de distancia. Este sistema también puede encontrar la posición de los pilotos de los drones y enviar sus coordinadas a las unidades de artillería para que disparen contra ellos.
Las naciones occidentales pueden estar sorprendidas de ver la facilidad con la que los sistemas de guerra electrónica de Rusia han inutilizado misiles de alta tecnología como los Himars en Ucrania, de acuerdo a Marina Miron, del Departamento de Estudios de la Guerra del King’s College de Londres.
“Es una guerra asimétrica”, indica. “Las fuerzas de la OTAN podrán tener armas que son técnicamente superiores a las que posee Rusia, pero Rusia ha demostrado que puede usar un equipo relativamente barato para desactivarlas”.
Duncan McCrory, del Instituto Freeman Air & Space de King’s College de Londres, opina que los comandantes militares de los países de la OTAN deben aprender lecciones de cómo Rusia está efectuando una guerra electrónica en Ucrania.
“Deben entrenar a sus tropas en cómo operar cuando están siendo acechadas por drones y cuando el enemigo está atento a cada señal de radio que envían”, afirma.
“La guerra electrónica ya no puede ser relegada a segundo plano. Necesita ser considerada en todo momento en que se estés desarrollando tus tácticas, entrenamiento y nuevos sistemas de armamento”.
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