En México, los casos de sarampión están controlados y siguen siendo importados –hasta ahora no existe transmisión dentro del país–, por lo que en este momento es crucial la prevención y actualizar los esquemas de vacunación, si es necesario, para poder mantener ese estatus.
Así lo alertaron la doctora Rosa María Wong Chew, jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina, y la doctora María Guadalupe Miranda Novales, jefa coordinadora de actividades del Plan Universitario para el Control de la Resistencia Antimicrobiana, ambas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Luego de que el sarampión fuera eliminado gracias a distintos programas de vacunación de la región de Las Américas en el 2003, cuando se registró el último caso endémico, fue hasta 14 años después, en 2017, cuando se volvieron a presentar contagios locales en Venezuela, Brasil y Colombia, asociados a falta de vacunación.
Después, durante la pandemia, la incidencia volvió a reducirse de manera muy importante, pues el virus dejó de circular. Sin embargo, del 2021, cuando solo hubo 59 mil 619 contagios en el mundo, al 2023 crecieron a 315 mil 542, es decir, un incremento del 429%. De ahí que hoy atestigüemos la llegada de casos importados a México.
En nuestro país, con la aplicación de dos dosis de vacunación a partir de 1990, el último caso de sarampión autóctono se dio en 1997, mientras que entre 2000 y 2018 solo se reportaron 185 casos, todos importados o asociados a importación, pero entre marzo y abril de 202o se registró un brote importante con 196 casos, la mayoría en la Ciudad de México y el Estado de México, informaron las especialistas.
En aquel momento, el 80% de las personas contagiadas no tenían vacunas. Por eso, ante el nuevo crecimiento mundial y una cobertura de vacunación nacional que no ha alcanzado el 95%, es fundamental actualizar los esquemas para evitar un nuevo brote de casos endémicos, tomar medidas de prevención y vacunarse en caso de viajar.
“Es cierto que tenemos sarampión en México, pero no son casos autóctonos. Todos los que se habían tenido, después de que se declaró que ya no teníamos circulación del virus endémico, son importados: vienen de otro país”, subrayó Miranda Novales.
En tanto, Wong Chew destacó la importancia de que las personas actualicen sus esquemas de vacunación, lleven a sus hijos a vacunar, y se aseguren de haber recibido ambas dosis.
De acuerdo con la doctora Wong Chew, para erradicar el sarampión se requieren niveles de 95% de cobertura de vacunación con vacunas 100% efectivas, aunque siempre sigue existiendo un 10% de susceptibilidad, sobre todo cuando solo se recibe una dosis.
Los principales casos, entonces, se dan en niños que no han sido vacunados y en adultos que se vacunaron hace mucho tiempo o solo recibieron una. “En el brote del 2020, alrededor del 80% no tenían antecedentes de vacuna de sarampión, entonces muchas veces las personas susceptibles son o porque no tienen vacuna, o porque ya bajaron sus niveles de protección”, puntualizó.
La alerta por sarampión para las Américas, hecha por la Organización Mundial de la Salud, se dio el 29 de enero de 2024, luego de que en los últimos años, la vacunación en todo el mundo no ha alcanzado coberturas del 95%; de hecho, en 2022 fue del 83%, el porcentaje más bajo desde 2008.
En México, la vacuna para el sarampión se aplica desde 1970, según detalló Miranda, y en 1998 fue sustituida por la triple viral, que incluye los componentes contra la rubéola y la parotiditis. Hasta 2021 se aplicaba una primera dosis al año de edad y una segunda a los 6 años; desde 2022, la segunda se aplica al año y medio de edad.
“Podemos observar, a partir de 2010, en los registros que se envían a la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, que las primeras y segundas dosis no han sido uniformes en México, y que esta meta de alcanzar por lo menos un 90%, que idealmente sería 95%, no se ha alcanzado en todos los años, en particular 2013, 2017 y 2019”, detalló Miranda.
Eso se traduce en que una proporción de los niños que en ese momento no recibieron su primera o segunda dosis y hoy ya tienen una edad mayor, sean sujetos susceptibles. Hasta el 23 de marzo, hay 105 casos confirmados en la región de las Américas, la mayoría importados. En México suman cuatro –uno importado y tres asociados a esa importación–, con otros 859 probables aún en estudio.
Las especialistas de la UNAM explicaron que el sarampión es una enfermedad altamente contagiosa, pues una sola persona puede transmitirlo a entre 12 y 18. Se trata, además, de un padecimiento febril exantemático, es decir, que siempre se manifiesta mediante fiebre y erupción en la piel.
El contagio se da de persona a persona, mediante gotitas respiratorias, y además puede permanecer por varias horas en la superficie o en el aire donde una persona estornuda o tose. Una vez que entra al cuerpo, se replica hacia varios lugares.
A partir de ahí, se presenta un primer periodo de dos a cuatro días de fiebre, tos, congestión nasal, conjuntivitis, malestar general y manchas. Después, en la segunda etapa se desarrolla la erupción, primero en la cabeza y luego en el resto del cuerpo, seguida de una fase de descamación con mucha comezón.
El sarampión puede causar complicaciones que llevan hasta la muerte, como infecciones respiratorias, gastrointestinales, cardiovasculares, oculares o neurológicas. Hasta ahora, no hay tratamiento antiviral, solo medidas generales y tratamiento de los síntomas.
“Está controlado en México, pero es muy importante que en este momento se pueda mantener el control mediante la vacunación. Hay alerta epidemiológica, sí, por eso es importante hacer mucho énfasis a la población en completar la vacunación, por lo menos dos dosis”, concluyó Wong Chew.
En el caso de las personas que planean viajar, la UNAM cuenta con dos clínicas de atención preventiva del viajero, una en el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) en Ciudad Universitaria, y otra en la parte superior de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en donde está disponible cualquier vacuna asociada a viajes internacionales, incluida la del sarampión.
Además, se hace un estudio para determinar los posibles riesgos para proveer tratamiento y otras recomendaciones dependiendo del país de destino.
Aunque no se han revelado muchos detalles sobre la nueva agencia, un repaso a la trayectoria del fundador de Tesla puede dar algunas pistas.
Donald Trump le ha encargado a Elon Musk, el hombre más rico del mundo, la dirección del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés).
Trump afirmó en redes sociales que Musk y Vivek Ramaswamy, excandidato en las primarias del Partido Republicano, “desmantelarán la burocracia gubernamental, reducirán las regulaciones excesivas, recortarán los gastos innecesarios y reestructurarán las agencias federales”.
El empresario tecnológico cuenta con una larga experiencia de liderazgo corporativo para cumplir ese objetivo que lleva meses defendiendo.
Pero su rol también le otorgaría una importante influencia sobre la política gubernamental y el entorno regulatorio en el que operan sus compañías, lo que plantea dudas razonables.
De momento se conocen pocos detalles concretos sobre el próximo Departamento de Eficiencia Gubernamental, al que Trump llamó en un comunicado “el Proyecto Manhattan de nuestro tiempo”.
El presidente electo ha adelantado que el DOGE funcionará como una especie de consejo asesor que operará de forma externa mediante una asociación con la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca (OMB).
El departamento, anunció Trump, “brindará asesoramiento y orientación desde fuera del gobierno, y se asociará con la Casa Blanca y la Oficina de Administración y Presupuesto para impulsar una reforma estructural a gran escala y crear un enfoque empresarial para el gobierno nunca antes visto”.
“Espero que Elon y Vivek realicen cambios en la burocracia federal con miras a la eficiencia y, al mismo tiempo, para mejorar la vida de todos los estadounidenses. Es importante destacar que eliminaremos el despilfarro y el fraude masivos que existen en nuestro gasto gubernamental anual de US$6,5 billones”, agregó.
Y, en principio, no será permanente: Trump estima que el órgano completará su trabajo en 18 meses, y Musk cree que lo hará “mucho más rápido”.
Por su parte, Musk afirmó en un mitin del entonces candidato republicano en octubre que el presupuesto del gobierno estadounidense podría reducirse en “al menos” US$2 billones de un total de US$6,5 billones.
También ha sugerido con frecuencia que el número de empleados gubernamentales se puede reducir de forma significativa.
Por su parte, Ramaswamy expresó en el pasado su deseo de eliminar una serie de oficinas federales, entre ellas el Departamento de Educación, la Comisión Reguladora Nuclear, el Servicio de Impuestos Internos y el FBI.
En todo caso, la forma en la que Musk ha dirigido sus propias empresas puede dar pistas de lo que los estadounidenses pueden esperar que haga en el DOGE.
En octubre de 2022 se hizo cargo de la plataforma de redes sociales Twitter, a la que rebautizó como X, en un acuerdo de US$44.000 millones.
Musk renunció a las políticas de moderación de contenido y eliminó el veto a los usuarios considerados infractores de las reglas sobre discurso de odio y desinformación.
Uno de los usuarios a los que restituyó fue Trump, cuyo perfil había sido censurado tras el motín del Capitolio en enero de 2021 por seguir afirmando que las elecciones de 2020 habían sido amañadas en su contra.
La adquisición de Musk trajo cambios radicales a X, como la reducción de plantilla de unas 8.000 personas a 1.500.
En abril de 2023 le dijo a la BBC que su razonamiento para tomar esta medida era que “si toda la empresa se hunde, entonces nadie tendrá trabajo”.
“Su idea de eficiencia era despedir a mucha gente”, afirma Alex Waddan, profesor de política estadounidense en la Universidad de Leicester.
Como respuesta al éxodo de anunciantes por relajar las políticas de libertad de expresión de la plataforma, el empresario monetizó algunas funciones para aumentar los ingresos.
Convirtió las marcas azules, que antes indicaban que una cuenta de una figura pública era auténtica, en un modelo de suscripción y vinculó los pagos de publicidad a usuarios “verificados” con la cantidad de interacciones recibidas.
Pero estos cambios tuvieron algunas consecuencias no deseadas.
Tras un aluvión de críticas, X asignó marcas de oro o plata a las cuentas oficiales para evitar que se confundieran con falsas, lo que significa que las marcas azules solo indican que una cuenta es de pago.
Incentivar a los usuarios con una parte de los ingresos publicitarios también aportó una vía para que las llamadas “granjas de bots” ganaran dinero con interacciones a su contenido generado automáticamente. Musk ha dicho que su equipo ha eliminado de forma repetida las cuentas de bots.
Los críticos sostienen que sus cambios han dado prominencia al discurso de odio y la desinformación, aunque él sostiene que la red social es políticamente neutral.
“Como ’empresario en serie’, Musk ha sido implacable en su intento de mejorar la eficiencia institucional en sus propias compañías”, evalúa Thomas Gift, profesor de Ciencias Políticas y director del Centro de Política Estadounidense en el University College de Londres.
Añade que, aunque el papel principal de Musk será “reducir la maraña de burocracia que es el gobierno federal de Estados Unidos”, su puesto también le aportará influencia en la nueva administración.
“Si bien su papel en el Departamento de Eficiencia Gubernamental será más informal, no hay duda de que Trump lo escucha, al menos por el momento”, sentencia.
Elon Musk “es extremadamente antirregulaciones y odia que el gobierno o cualquier otra persona le diga qué hacer“, describió la periodista de investigación Kristen Grind en el podcast The Daily del diario estadounidense The New York Times.
El acrónimo DOGE ideado por Musk hace referencia a un meme de un perro Shiba Inu que luego dio su nombre a la criptomoneda Dogecoin. Él ha mencionado ambos con frecuencia.
Christopher Phelps, profesor de historia política moderna de Estados Unidos, interpreta que el nombre es “un guiño a la desregulación de las criptomonedas como parte de sus planes”.
Los precios de las criptomonedas aumentaron después de la elección de Trump, lo que hace pensar que el presidente entrante creará un entorno regulatorio relajado.
Pero los llamamientos desregulatorios de Musk también pueden atribuirse en parte a las frustraciones que ha padecido con sus otras empresas comerciales: la compañía de vehículos eléctricos Tesla y la firma de cohetes SpaceX.
El gobierno de Estados Unidos ha acusado repetidamente a Tesla de intentar evitar que sus trabajadores se sindicalicen, lo que en algunos casos podría infringir la ley federal.
Musk, cuyo patrimonio neto estimado alcanza los US$290.000 millones, ha afirmado anteriormente que “no está en contra de todos los sindicatos”, pero que el sindicato de trabajadores automotrices “tiene un historial de destrucción de productividad que impide a una empresa competir”.
En septiembre, Musk amenazó con demandar a la Administración Federal de Aviación por sus planes de multar a su compañía SpaceX con US$633.000 por supuestas infracciones de licencias relacionadas con algunos de sus lanzamientos de cohetes desde Cabo Cañaveral, en Florida.
Acusó a la agencia de “extralimitación regulatoria”.
También ha dicho en repetidas ocasiones que quiere colonizar Marte, y el programa Starship de SpaceX es un intento de hacer esto posible.
Pero en septiembre escribió que esto solo era una posibilidad “siempre que no se vea sofocada por la burocracia” y afirmó que la creación del DOGE era “el único camino para extender la vida más allá de la Tierra”.
Entonces, ¿hasta qué punto su motivación para asumir el rol en el gobierno responde a sus intereses comerciales?
Musk “se beneficiará personalmente de gran parte de la desregulación que promociona”, opina el profesor Phelps.
“Creo que poner a alguien que es multimillonario y dirige grandes corporaciones a cargo de un proyecto federal de desregulación es algo, por naturaleza, lleno de conflictos de intereses“.
Por su parte, el profesor Gift apunta que “no hay duda de que Musk tiene importantes intereses creados en el panorama regulatorio de Estados Unidos como resultado de sus muchas empresas comerciales”.
Al mismo tiempo, matiza, “es difícil afirmar que este sea el único motivo que lo impulsa”.
“Musk ha asumido enormes riesgos personales y políticos al salir del armario a favor de Trump, y muchas de sus actividades y retórica parecen mostrar a un individuo ideológicamente comprometido con causas en las que cree”.
El profesor Waddan coincide con este punto de vista: “es evidente que tiene algo en juego y un interés propio, pero igualmente puede creer sinceramente que hay demasiada regulación y demasiada burocracia gubernamental”.
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