Para entender mejor
Aún antes de que se apliquen los recortes al sector salud en el Presupuesto de Egresos de 2025, los servicios, atención y calidad ya enfrentan una situación crítica. Enfermeras y médicos de institutos y hospitales que sufrirán una disminución en sus presupuestos a partir de enero narran las circunstancias en las que sacan adelante su trabajo todos los días.
En el Presupuesto aprobado por la Cámara de Diputados, el nuevo gobierno aplicó una reducción de 12 por ciento en los recursos para la función Salud: en el decreto se estableció una partida de 165 mil 562 millones para IMSS-Bienestar y una cifra de 66 mil 693 millones de pesos para la Secretaría de Salud, con una disminución de 42% en términos reales a los recursos para el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA), y de 98% para el rubro de Aportaciones a la Seguridad Social, respecto a lo aprobado en 2024.
Aunque el gobierno federal ha asegurado que no hay un recorte al sector salud, pues los recursos de la Secretaría se trasladaron al programa IMSS-Bienestar, el incremento de 31 mil millones no compensa los ajustes de 113 mil millones de pesos a los otros rubros.
Para Gabriel Pérez, médico en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), quien trabaja en un hospital en la Ciudad de México, la situación es preocupante y cada vez se agudiza más.
“La realidad que vivimos como personal de los hospitales es que no hay con qué trabajar, o sea, muchas veces los pacientes se inconforman y piensan que es responsabilidad del médico, la enfermera, pero no nos están dando los insumos, medicamentos, materiales, el equipo de diagnóstico terapéutico, todo lo que se requiere para la atención”, indica.
Expresa que en el hospital donde trabaja no hay tomógrafos ni aparatos de resonancia ni cirujanos. Considera que lo que hace el gobierno federal es contrario a lo que debería. En vez de reducir el presupuesto, acota, se requiere una inversión seria y bien planeada para brindar la atención que la gente merece y que el personal está comprometido a darla.
“Una cirugía que debería hacerse en días se termina postergando durante meses y eso a veces puede poner en riesgo la vida y a veces a lo mejor no, pero el grado de recuperación de la calidad de vida, que va a tener una persona que se le atiende tardíamente es menor, y eso le perjudica”.
El problema de la falta de insumos también impacta en los hospitales al interior del país. Ana María Tovar Durán, enfermera en el Centro de Salud Doctor Juan Manuel González Ureña en Morelia, Michoacán, relata las carencias que se enfrentan cada día.
Lee: Hospitales de alta especialidad pasan al IMSS-BIENESTAR, ¿Cuáles son y qué significa el cambio?
“En todos los hospitales como es el Hospital de la Mujer, el Hospital Civil, el Hospital Infantil, el Hospital de Oncología y los centros de salud estamos teniendo la falta de medicamentos y de insumos para la atención a los pacientes. Es una problemática muy grave porque tenemos una alta demanda”.
Tovar Durán señala que ante la situación están trabajando con sus propios recursos. “Nosotros mismos compramos manómetros, estetoscopios, cintas métricas, termómetros. Esto va a ser muy complicado, porque el recorte va a afectar mucho a la población, por lo cual invito al gremio de enfermería y de médicos a que nos unamos, porque todos vamos en el mismo barco y a todos nos va a afectar, al igual que a la sociedad, a quien están mintiendo, porque no tenemos una salud como en Dinamarca, eso es una mentira”.
También el área de psiquiatría se verá afectada con el recorte. De hecho, en la actualidad ya se sufren los estragos de reducciones anteriores. María de Lourdes González Jiménez, enfermera en el hospital psiquiátrico de Villa Ocaranza en Pachuca, Hidalgo, dice que las condiciones han empeorado cada vez más.
“La situación ha venido decayendo bastante. Hay mucha carencia de todo aunado a que en algún momento nos han enviando autoridades que desconocen por completo el manejo del paciente psiquiátrico y que en algún momento no respetan para nada nuestras condiciones generales de trabajo a las que todavía tenemos derecho como personal de salud”, señala.
A González Jiménez le preocupa la reducción presupuestal para el siguiente año, pues prevé que la crisis y falta de insumos se agudizará. “El año que viene ya con este recorte, que será mayor que este 2024, nos sentimos en la incertidumbre. Tenemos que estar muy a la expectativa de lo que vaya a pasar”, acota.
Reitera que los pacientes también resienten, sobre todo de escasos recursos, la falta de medicamentos, pues no tienen para solventar sus propios tratamientos.
“Si en este momento estamos colapsados con un presupuesto que se calculó el año pasado, pues con este recorte presupuestal nos va a ir peor y esto es en contra de los mexicanos, ya que se está violentando el artículo cuarto constitucional que es el derecho a la salud”, expresa Fabián Infante, enfermero en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca en el Estado de México perteneciente al IMSS Bienestar.
Ese hospital cuenta con 246 camas y 202 camas no censables. En la actualidad funciona al 25 por ciento de su capacidad.
“(El hospital) está colapsado, no hay tiempos quirúrgicos, no hay cirugías porque no hay con qué trabajar; el servicio de urgencias no es resolutivo, las camas están prácticamente vacías”, señala.
Infante expresa que el principal problema al que se enfrentan en el hospital es el desabasto de manera general, lo que ocasiona que a los pacientes con patologías de alta complejidad los están refiriendo a los institutos nacionales, no obstante también tienen problemas por la falta de recursos e insumos.
Además de los efectos negativos en el servicio y atención, Fabián teme que con la reducción presupuestal del 2025 las condiciones generales de trabajo de los profesionales de la salud serán afectadas porque son personal transferido al IMSS Bienestar.
La obispa Mariann Edgar Budde hizo una petición al presidente Donald Trump por las minorías a las que afectarán sus nuevas políticas. El tono del sermón llamó la atención en EE.UU.
Sentado en primera fila, al lado de su esposa, Melania, el presidente Donald Trump escuchó este martes un sermón en la Catedral Nacional de Washington que llamó la atención de muchos en Estados Unidos.
La obispa Mariann Edgar Budde, la primera mujer en estar al frente de la Diócesis Episcopal de Washington DC, hizo un llamado de “clemencia” a Trump sobre minorías que estarán sujetas a las nuevas políticas que anunció al tomar posesión el lunes.
“Señor presidente: millones han puesto su confianza en usted. Y como usted dijo ayer, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de Dios, le pido que tenga misericordia para gente en nuestro país que tiene miedo ahora”, dijo Budde.
“Hay niños gays, lesbianas y transexuales, y familias demócratas y republicanas e independientes, algunas de las cuales temen por sus vidas”, continuó.
Trump, que estaba con la mirada al frente en un inicio, comenzó a mover la cabeza hacia otros lados. El vicepresidente J.D. Vance fue más expresivo, al voltear la cara para mirar a su esposa.
La obispa continuó abogando por los migrantes: “Gente que recoge las cosechas, que limpia nuestras oficinas. Que trabajan en granjas y en empacadoras de carne. Que lavan la loza luego de que comemos en restaurantes. Y que trabajan en turnos nocturnos en hospitales”.
“Podrán no ser ciudadanos, o tener la documentación apropiada. Pero la vasta mayoría de los migrantes no son criminales. Ellos pagan impuestos, son nuestros vecinos, son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas y templos”, dijo la obispa diocesana, quien está al frente de esta catedral de la Iglesia Episcopal estadounidense desde 2011.
“Le pido que tenga clemencia con aquellos en nuestras comunidades cuyos niños temen que sus padres sean llevados lejos. Y que ayude a los que huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí”.
Las palabras de Budde fueron parte de un servicio religioso con motivo de la investidura de Trump como presidente de EE.UU. el día anterior.
A la Catedral Nacional de Washington asistieron el presidente, el vicepresidente y sus respectivas familias, así como decenas de invitados.
El sermón de Budde vino luego de que el lunes Trump firmara una serie de órdenes ejecutivas que afectan a minorías, como los migrantes o la comunidad LGBT.
El presidente decretó un estado de emergencia en la frontera con México entre cuyos efectos impide la llegada de nuevas solicitudes de asilo.
Asimismo, ha prometido una deportación masiva de migrantes indocumentados.
Y firmó una orden para eliminar el derecho automático de ciudadanía a los hijos de migrantes sin estancia legal.
También decretó la eliminación de las políticas inclusivas instauradas en el gobierno anterior. Trump dijo que el gobierno solo considerará dos géneros, masculino y femenino, e instituciones públicas y militares dejarán de procurar políticas para la comunidad transgénero.
Luego del servicio, el presidente Trump regresó a la Casa Blanca, donde expresó su opinión sobre el sermón y el servicio religioso en general.
“No fue muy emocionante. No me pareció un buen servicio… Pudieron haberlo hecho mucho mejor”, añadió al entrar a la residencia presidencial.
El sermón causó sorpresa y se convirtió en uno de los temas del día en Washington DC y en el resto del país, pues no es habitual que el presidente de EE.UU. enfrente un a declaración así.
Algunos elogiaron a Budde por haber planteado una petición de misericordia para las minorías de Estados Unidos.
Otros fueron críticos, como el representante republicano Mike Collins, que dijo que Budde debería ser “añadida a la lista de deportaciones”, pese a que la obispa es estadounidense.
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