La Secretaría de Salud dio por terminada la emergencia sanitaria por COVID-19, iniciada el 23 de marzo de 2020, sin embargo la pandemia ha dejado un exceso de casi 700 mil muertes en México, una de las cifras más altas en el mundo.
De acuerdo con reportes de la propia secretaría, desde el inicio de la pandemia, en febrero de 2020, hasta el 8 de mayo de 2023, en el país fallecieron 333 mil 961 personas por COVID-19.
Pero, más allá de las cifras acumuladas, el impacto que dejó la pandemia en México se puede valorar con el exceso de mortalidad, el indicador más preciso para medir el impacto de la pandemia en las naciones, según la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta cifra es la diferencia entre el número de muertes que se reportaron realmente y el número que se esperaría en ausencia de la pandemia basándose en los datos de años anteriores.
El exceso de mortalidad es la cifra que señala cuántas personas han muerto desde que comenzó la pandemia, aunque la causa de muerte no se haya confirmado o reportado directamente por SARS-CoV-2.
Hasta 2022, autoridades de Salud estimaron que en el país se registrarían 2 millones 351 mil 067 defunciones; sin embargo, ocurrieron poco más de 3 millones, es decir, un exceso acumulado de 650 mil 602 muertes.
De éstas, el 77% estuvieron relacionadas con COVID-19, de acuerdo con datos oficiales actualizados hasta enero de 2023.
“Estos datos aleccionadores no solo señalan el impacto de la pandemia, sino también la necesidad de que todos los países inviertan en sistemas de salud más resilientes que puedan mantener los servicios de salud esenciales durante las crisis, incluidos sistemas de información más fuertes”, dijo el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS al referirse al exceso de mortalidad registrado a nivel mundial durante el primer año de la pandemia.
Entre 2020 y 2021 se registró el mayor número de defunciones asociadas a COVID.
En 2020 las autoridades estimaron que se reportarían 770 mil 762 muertes, pero ocurrieron 1 millón 087 mil 507, un exceso de 316 mil 745; de estas 215 mil 617 estuvieron asociadas a la pandemia, es decir un 68%.
Para 2021, la estimación de la mortalidad en México era de 777 mil 860 defunciones, pero se registraron 1 millón 095,480; 249 mil 466 estuvieron asociadas a COVID-19, un 78%.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) también detectó exceso de muertes relacionadas con la pandemia. De enero de 2020 a diciembre de 2021 se calculaba tener cerca de 1 millón 500 mil defunciones, pero ocurrieron 2 millones 194 mil 713.
Con base en estos datos se tuvo un exceso de mortalidad, por todas las causas, de 704 mil 358, lo que representa un exceso de 47.26%.
De enero de 2020 a septiembre de 2022, se esperaban cerca de 2 millones 100 mil defunciones. Al final ocurrieron 2 millones 820,990 muertes, un exceso de hasta 793 mil 625 muertes.
Estas cifras podrían aumentar, pues los datos corresponden a un informe preliminar que se dará a conocer de manera completa hasta octubre de este 2023.
En México, el punto máximo de la pandemia se vivió justamente en 2021, cuando aún no había vacunación masiva.
Según datos del Inegi, en 2021 la primera causa de muerte en México fue COVID, pues se registraron 238 mil 772 defunciones por esta enfermedad, 38 mil muertes más que en 2020.
Ciudad de México, Morelos, Baja California Sur, Estado de México y Colima fueron las entidades más afectadas por dicha enfermedad.
Del total de defunciones por la COVID-19 (238 772), 39.2 % (93,652) correspondió a mujeres y 60.8% (145,115), a hombres.
La población de 65 años y más fue la que más falleció por esta causa, con 49.2 % (117 361).
En 2020, la COVID fue la segunda causa de muerte, solo debajo de las enfermedades relacionadas con el corazón.
El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al virus SARS-CoV-2, el cual produce la enfermedad de COVID-19, una emergencia de salud pública y de importancia internacional, pero fue hasta marzo de ese año cuando la consideró pandemia, en razón a la capacidad de contagio del virus entre la población a nivel mundial.
Las alertas derivaron en una serie de disposiciones sanitarias como el cierre de fronteras, negocios y restricciones de viaje en muchos países y ciudades, además de una carrera entre naciones para descubrir alguna vacuna para mitigar el impacto de la enfermedad.
Aunque México nunca cerró sus fronteras, sí tomó algunas medidas extraordinarias como el cierre de negocios no prioritarios, cierre de escuelas, así como la implementación de cubrebocas en transporte público y lugares cerrados.
Al igual que en el resto del Mundo, en México se dejaron de hacer actividades al aire libre y se dio paso a modalidades en línea para tomar clases, cursos e incluso trabajar.
También se implementaron jornadas informativas de salud y se creó un semáforo epidemiológico para dar a conocer a la población el estatus de la enfermedad.
Durante la pandemia, autoridades de Salud y el gobierno federal insistieron que los servicios de salud nunca se vieron rebasados.
El presidente Andrés Manuel López Obrador incluso ha asegurado que “a ningún enfermo le falte atención médica y hospitalaria”.
La educación singapurense recuperó su sitial como la mejor del mundo y lo hizo con contundencia.
Los estudiantes de la pequeña ciudad-estado asiática obtuvieron los mejores resultados en las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), que cada tres años realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con el propósito de medir las habilidades y conocimientos de los estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias.
Las mediciones de los colegiales de Singapur fueron muy superiores a las de sus más cercanos competidores: los estudiantes japoneses. En el caso de matemáticas la brecha entre el primer y segundo lugar fue de 39 puntos, se lee en el reporte publicado este martes.
Otros países que consiguieron buenas puntuaciones entre los 81 estados y regiones evaluadas fueron el enclave chino de Macao, Taiwán, Japón, Corea del Sur y Estonia. Todos ellos se ubicaron entre los diez primeros en cada una de las tres categorías principales.
Ninguno de los 14 países latinoamericanos evaluados superó el promedio de la OCDE.
Los resultados cosechados por los estudiantes de Singapur son casi una excepción en el mundo.
El reporte registró una caída global de 15 puntos, hasta 472, en el promedio de matemáticas de los estudiantes de los países y regiones evaluadas, en comparación con los anteriores exámenes realizados en 2018 y cuyos resultados se publicaron en 2019.
La pandemia del covid-19 y las medidas que las autoridades impusieron para hacerle frente, en particular los confinamientos, son la explicación que desde la OCDE dan para este retroceso sin precedentes.
En el reporte también se extrajeron lecciones para abordar crisis futuras.
“Cierres de escuelas más breves, menos obstáculos para el aprendizaje remoto y la continuidad en el apoyo de los docentes y padres”, fueron las razones que se dieron en el informe para los 31 países que lograron avanzar o al menos mantener sus resultados de hace cuatro años.
Como viene ocurriendo desde hace casi una década Chile volvió a figurar como el país mejor evaluado de América Latina, al ubicarse en el puesto 37 entre los 81 examinados.
Uruguay, en el lugar 53 del ranking, es el segundo de la región, mientras que México, que terminó en el puesto 57, está en el tercero.
Perú (59), Costa Rica (63), Colombia (64), Brasil (65), Argentina (66), Panamá (74), Guatemala (77), El Salvador (78), República Dominicana (79) y Paraguay (80) completaron la lista.
Pese a que Paraguay se ubicó apenas por encima del último calificado, Camboya (81), en el reporte se destacaron los esfuerzos realizados en la última década por este país para “universalizar la educación secundaria”.
Un reconocimiento que también recibieron Colombia y Costa Rica.
Los resultados también arrojaron que todos los países de la región están mejor posicionados en lectura que en matemáticas y ciencias.
Tres de cada cuatro estudiantes tienen bajo desempeño en matemáticas. Eso significa que no alcanzan las competencias básicas en esta asignatura. Por su parte, en los países de la OCDE este porcentaje es del 31%.
Asimismo, PISA confirmó la alta inequidad en los aprendizajes. En promedio, el 88% de los estudiantes más pobres de la región tienen bajo desempeño en matemáticas, comparado con el 55% entre los más ricos.
Por otra parte, en materia de lectura las pruebas revelaron que la mitad de los estudiantes de la región no comprenden lo que leen.
Los resultados de PISA confirmaron que los países asiáticos se han convertido en potencias en materia educativa. Así seis de los primeros diez puestos fueron ocupados por países de esa región (Singapur, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Macao y Hong Kong).
El caso de Singapur es particular. Con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de US$ 72.794, de acuerdo con el Banco Mundial; y una población de poco menos de 6 millones de habitantes, la pequeña ciudad-estado es uno de los países más ricos del mundo.
Los datos anteriores podrían indicar que el poderío económico es requisito indispensable para tener un buen sistema educativo. Y aunque en el informe se admite que lo primero contribuye a lo segundo, también se deja en claro que los recursos económicos no son imprescindibles para tener una enseñanza de calidad.
El caso de Estonia, el cual ocupa la séptima posición en matemáticas, la sexta en ciencias y también la sexta en comprensión lectora (en ese caso tiene por delante a Irlanda), corrobora esta tesis.
Finlandia, que en las anteriores ediciones de PISA aparecía como el modelo educativo del Viejo Continente, experimentó un serio descalabro que en el reporte se atribuye al aumento en el número de estudiantes de origen inmigrante.
España, por su parte, obtuvo su peor resultado en matemáticas desde que la prueba educativa, la más importante del mundo, empezó a publicarse en el 2000.
Los estudiantes españoles perdieron 8 puntos en esta asignatura y tres en comprensión lectora respecto a lo conseguido en 2018. Sin embargo, subieron dos puntos en ciencias.
El resultados de PISA también arrojaron que los niños superaron a las niñas en matemáticas por nueve puntos en 2022, pero las niñas superaron a los niños en lectura por 24 puntos en promedio.
La brecha de género en el rendimiento en matemáticas no cambió entre 2018 y 2022 en la mayoría de los países, ya que el rendimiento de ambos géneros disminuyó.
Los resultados también arrojaron que los estudiantes no inmigrantes tendieron a superar a los estudiantes inmigrantes en todas las materias evaluadas en la mayoría de los países (aunque no en todos).
Sin embargo, en el informe se recuerda que los estudiantes de origen extranjero no suelen ser tan acomodados como sus pares no inmigrantes.
Por primera vez, la OCDE también examinó, en un estudio separado, la felicidad de los estudiantes en las aulas, utilizando nueve aspectos que incluyen su compromiso con la escuela, su bienestar material, cultural y psicológico o la apertura a la diversidad.
Este baremo demostró que en Singapur, Macao y Taiwán, con los mejores resultados en matemáticas, “muchos estudiantes dijeron tener un gran miedo al fracaso y una participación limitada en actividades extracurriculares, como los deportes”.
Por el contrario, en países como España y Perú, con notas más bajas en las pruebas PISA, los investigadores a menudo encontraron “niveles más bajos de ansiedad y un mayor enfoque en los deportes” entre los estudiantes sondeados.
Casi 700.000 estudiantes participaron en la evaluación de 2022.
Durante años, Túnez fue el único país africano que participó. Pero ha estado ausente desde 2018.
La ciudad china de Shanghai participó en la evaluación por primera vez en 2009, seguida de Beijing, Jiangsu y Guangdong en 2015, y Zhejiang reemplazó a Guangdong en 2018.
La República Popular China tuvo el mejor desempeño en las tres categorías la última vez, pero no participó en la última ronda, pero si lo hicieron regiones administrativas especiales regidas por ella (Hong Kong y Macao).
Dos tercios de las preguntas de las pruebas son de opción múltiple y el restante son abiertas.
Sólo un pequeño número de alumnos de cada escuela responden al mismo conjunto de preguntas.
La razón de esto es que PISA quiere medir un conjunto completo de habilidades y destrezas, por lo que elabora más preguntas de las que un solo niño podría responder (alrededor de cuatro horas y media) y las distribuye entre diferentes exámenes.
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