El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador dejó de surtir 15 millones de recetas de pacientes de los servicios médicos públicos, una cifra que representa 5 veces más que las recetas no surtidas en 2018, último año del gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando fueron 3.1 millones.
Y aun cuando no hay abasto de medicinas, tampoco se han conseguido ahorros. Hoy se gasta 29% más de lo que se gastó el sexenio pasado, aunque se compran menos medicinas.
El resultado: los pacientes gastaron 39% más en la compra de medicinas en 2022 que en 2018, en términos reales, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022.
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Y para los más pobres fue peor, pues en 2018 desembolsaban 211 pesos, pero en 2022 su gasto aumentó a 427 pesos.
Si bien el sistema de salud siempre ha tenido fallas y carencias, los testimonios y las estadísticas confirman que el cambio en el sistema de compras no logró los objetivos ni de ahorro ni de abastecimiento.
Se apostó por compras consolidadas de todos los productos que se necesitaban, pero las empresas a las que se acudió e incluso la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) de la ONU incumplieron con la entrega y obligaron al gobierno y hospitales a realizar compras de emergencia, que sólo significaron mayores precios.
Un análisis del Instituto Farmacéutico México (INEFAM), demuestra que compraron menos y más caro. Al revisar contratos encontraron que en 2018 adquirieron mil 747.2 millones de piezas y pagaron 73 mil millones de pesos (mdp), pero en 2022 el gasto por mil 81.5 millones de piezas fue por 75 mil 225 mdp. Es decir, 665.7 millones de piezas menos 3% más dinero.
Además, la Auditoría Superior de la Federación también detectó que la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) ni siquiera entregó la totalidad de medicamentos contratados, por lo que tuvo que hacer reembolsos en los años siguientes.
Liliana, enfermera de las caravanas de Oaxaca, el programa que atiende a los más pobres del estado donde solo tienen servicios de salud una vez al mes, asegura que nunca en los 25 años que lleva trabajando habían tenido tal desabasto de medicinas.
“Hemos llegado a tener un 20% de lo que es el paquete, el stock de medicamentos del cuadro básico. El año pasado, unos cuatro meses se nos surtió bien, pero de ahí el surtimiento ya fue muy escaso, incluso en el mes de julio, de julio-agosto nos dieron como cuatro claves nada más, sería un total de unos 40 medicamentos”.
Cuarenta medicamentos para atender a comunidades en las que puede dar hasta 30 consultas por día es completamente insuficiente, dice. “Nos falta insulina, nos hizo falta para el tratamiento a los pacientes crónicos”.
Ella, como el resto del personal médico, son quienes dan la cara a los pacientes y reciben las quejas, pero también las carencias y las historias de tragedia, como las mujeres que siguen muriendo en el parto o los niños con tumores que no tienen recursos ni para pagar los traslados al hospital que puede quedarles a horas de distancia.
“A veces es difícil porque eres tú quien te enfrentas a la realidad de los pacientes; entiendo su molestia, pero sale de tus manos el brindarles una buena atención y que lleve un buen control de su padecimiento porque no contamos con el medicamento necesario para otorgar una buena atención de calidad”, dice.
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Lo que menciona Liliana no parece aislado. El colectivo Cero Desabasto ha dado seguimiento en distintos informes a las recetas sin surtir en el sistema médico y hasta 2022 no se recuperaban los niveles prepandémicos, y ni siquiera ha igualado los niveles del sexenio de Enrique Peña Nieto.
En ese año, 2022, el IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena y Semar dejaron de surtir efectivamente 15 millones 251 mil recetas, es decir, no entregaron a los usuarios uno o ningún medicamento que los médicos le habían prescrito para tratar su padecimiento.
Al desagregar los datos por institución, el IMSS, por ejemplo, está en un máximo histórico de recetas sin surtir. En 2018, el surtimiento estaba en 99.3%, con 217 millones de recetas prescritas y 1.4 millones sin ser surtidas efectivamente. El siguiente año fueron 5 millones sin surtir.
En 2020, el año de la pandemia, cuando los servicios médicos se enfocaron en la atención de la Covid-19 y bajó la atención habitual, el número de recetas aumentó a 15 millones y 2021 tuvo el máximo de 22 millones sin surtir. Aunque en 2022 bajó a 12 millones, el porcentaje de surtimiento es de 94.7.
En el gobierno de Peña Nieto el número de recetas sin surtir fue de 3.1 millones de recetas. La institución con el mayor faltante fue el IMSS, con 1.4 millones, le siguió el ISSSTE, con 779 mil; Pemex, con 548 mil; Sedena, con 194 mil y Semar, con 205 mil.
Sin embargo, el presupuesto tiene un escenario totalmente opuesto al desabasto: el gobierno de López Obrador ha gastado más que Peña Nieto para la adquisición de medicinas.
En la revisión a la partida presupuestal “medicinas y productos farmacéuticos”, de todo el sector Salud, el gobierno pagó 61 mil 315 millones de pesos en 2018, pero en 2024 el presupuesto fue de 79 mil 401 millones de pesos, lo que significa un aumento de 29% en términos reales.
Solo en 2020, el gobierno gastó menos que en 2018, con 55 mil millones de pesos, pero las compras llegaron hasta 69 mil millones de pesos en 2023.
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Al revisar el gasto por institución, la Secretaría de Salud tuvo el mayor aumento, con 137%, pues en 2018 el gasto fue de 5 mil 644 millones de pesos, pero en 2024 fue de 13 mil 367 millones de pesos.
Mientras que el crecimiento en el IMSS fue de 41%, con 40 mil 579 millones de pesos en 2018 y 57 mil 270 millones de pesos en 2024. El ISSSTE, Sedena y Semar, en cambio, fueron las instituciones con recortes de 43%, 95% y 68%, respectivamente. Entonces, ¿Por qué si se gastó más hubo menos medicinas?
Desde el sexenio de Felipe Calderón comenzó a implementarse las compras consolidadas para el sector salud, que básicamente consistió en que el IMSS asumió la responsabilidad de negociar las compras de medicamentos e insumos médicos para todas las instituciones de salud. El argumento fue que, al comprar millones de piezas, se obtendrían mejores precios y evitarían que cada institución hiciera compras pequeñas, que solo representan sobrecostos.
Sin embargo, desde el inicio de su gobierno, López Obrador dijo que cambiaría esa forma de compra para combatir la corrupción y encontrar ahorros. Pero lo que resultó es que en ninguna de las compras en cuatro años lograron adquirir la totalidad de la demanda.
El primer intento fue centralizar las compras en Hacienda, incluyendo las medicinas, a través de la Oficialía Mayor, cargo entonces ocupado por Raquel Buenrostro, actual secretaria de Economía, pese a que ni ella ni la institución tenían experiencia en la adquisición de artículos tan particulares como los medicamentos.
En esa primera compra, Hacienda informó que había hecho compras por 7 mil millones de pesos en medicamentos, lo que había generado ahorros por mil millones de pesos con respecto a 2018, pero en realidad no compraron lo que se requería. Necesitaban 792 partidas de medicinas, pero sólo licitaron 632. De ellas, compraron 404 (64%) y 228 quedaron desiertas (36%).
Luego, el gobierno decidió que el Instituto de Salud para el Bienestar, creado el 29 de noviembre de 2019, compraría las medicinas a través de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para surtir a todas las instituciones de salud del país e incluso, contrataría a proveedores de cualquier parte del mundo que ofrecieran mejores condiciones de venta.
Mientras que Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), empresa del Estado productora de vacunas, se convertiría en la nueva distribuidora de medicinas, luego que en marzo de 2019, presidencia vetó a las empresas Grupo Fármacos Especializados S. A.; Distribuidora Internacional de Medicamentos y Equipo Médico S. A. y Maypo, acusándolas de acaparar el mercado de distribución de medicinas en el sexenio anterior.
De esa compra, el INSABI y la UNOPS reconocieron que solo adjudicaron 50.8% de las claves de medicamentos y 55% de las de material de curación que se solicitaron para 2021. El año siguiente dijeron que tuvieron ahorros de 10 mil millones de pesos, pero solo compraron 91% de las claves.
Incluso, en la auditoría al INSABI sobre las compras de 2021, la ASF comprobó que la UNOPS no entregó ni siquiera la totalidad de medicamentos que sí se habían contratado y pagado, por lo que debía hacer reembolsos por 32 millones 600 mil dólares.
Para 2022, el INSABI terminó el acuerdo con la UNOPS, pese a que supuestamente éste haría las compras de medicinas hasta 2024. Por eso es que ese año, el Instituto hizo los procesos de compra en solitario, pero no adquirió el 22% de la demanda.
En todos los casos, además de estos procesos de licitación, las instituciones como el IMSS e incluso hospitales, tuvieron que hacer otros concursos para adquirir las medicinas que no les llegaron por medio de la UNOPS o el INSABI y que necesitaban con urgencia, por eso es que compraron a distintos precios.
Apenas el 23 de diciembre, el presidente emitió un decreto para que ahora BIRMEX sea la institución encargada de realizar las compras y distribución de medicinas para 2024; se trata del cuarto cambio en materia de adquisiciones. Sumado a la instalación de una “megafarmacia”, donde estarían “todos los medicamentos del mundo”, como parte de la estrategia para evitar el desabasto. Pero en sus dos primeras semanas de funcionamiento sólo surtió 67 recetas, el 0.01% de las 600 mil que atiende el IMSS a diario.
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El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) también hizo un análisis de las adquisiciones de medicinas revisando los contratos de 2018 a 2022 y encontró que el resultado de esos fallidos intentos de compra fue que hubo más contratos con montos más pequeños, “contrario al objetivo de las compras consolidadas que busca comprar en volúmenes grandes con precios de mayoreo”.
En 2022, el 20% del monto total de compras de medicamentos se asignó en contratos menores a cinco millones de pesos, mientras que en 2018 esta proporción fue únicamente de 5%.
“Por eso es que las instituciones públicas de salud fueron obligadas a realizar adquisiciones con poco tiempo, lo que implicó condiciones de desventaja para negociar mejores precios en la compra”, concluye el informe Compras públicas ineficientes, medicamentos más caros.
Otro ejemplo de ello fue detectado por la Auditoría Superior de la Federación que, al revisar las adquisiciones de Pemex en 2021, encontró que la UNOPS no había adjudicado las claves de medicinas que Pemex requería, 26 millones 943 mil piezas, por lo que Pemex hizo contratos por su cuenta “para garantizar el abasto al mes de junio de 2021, en tanto la UNOPS realizaba el procedimiento de contratación para el suministro de julio a diciembre de 2021”.
El satélite más antiguo de Reino Unido está en el lugar equivocado en el cielo, pero nadie está seguro de quién lo movió.
Alguien movió el satélite más antiguo de Reino Unido y al parecer no hay registro de quién, cuándo ni por qué lo hizo.
Lanzado en 1969, apenas unos meses después de que los humanos pisaran por primera vez la Luna, el Skynet 1A fue colocado sobre la costa este de África para transmitir comunicaciones a las fuerzas británicas.
Cuando la nave dejó de funcionar unos años más tarde, se podría haber esperado que la gravedad lo empujara aún más hacia el este, sobre el océano Índico.
Pero hoy, curiosamente, el Skynet 1A está en realidad a medio planeta de distancia, en una posición de 36.000 km sobre el continente americano.
De acuerdo con la mecánica orbital es poco probable que la nave militar de media tonelada simplemente se haya desplazado hacia su ubicación actual.
Casi con toda seguridad, se le ordenó encender sus propulsores a mediados de la década de 1970 para dirigirlo hacia el oeste. La pregunta es quién fue y con qué autoridad y propósito.
Lo que intriga es que la información clave sobre un activo de seguridad nacional que alguna vez fue vital pueda evaporarse.
Pero, fascinación aparte, también podríamos preguntarnos, con razón, por qué sigue siendo importante.
Después de todo, estamos hablando de basura espacial desechada hace 50 años.
“Sigue siendo relevante porque quienquiera que haya movido Skynet 1A nos hizo pocos favores”, afirma el doctor Stuart Eve, consultor espacial.
“Ahora está en lo que llamamos ‘un pozo de gravedad’ a 105 grados de longitud oeste, vagando hacia adelante y hacia atrás como una canica en el fondo de un cuenco. Y desafortunadamente esto lo acerca regularmente al tráfico de otros satélites.
“Como está muerto, el riesgo es que pueda chocar con algo, y como es ‘nuestro’ satélite, todavía somos responsables de él”, explica.
El doctor Eves ha consultado catálogos de satélites antiguos y archivos nacionales y ha hablado con expertos en satélites de todo el mundo, pero no ha podido encontrar pistas sobre el comportamiento al final de la vida útil de la nave espacial más antigua de Reino Unido.
Puede resultar tentador recurrir a una o dos teorías de la conspiración, sobre todo porque es difícil oír el nombre “Skynet” y no pensar en el sistema de inteligencia artificial (IA) malévolo y consciente de sí mismo de la franquicia cinematográfica Terminator.
Pero no hay ninguna conexión más allá del nombre y, en cualquier caso, la vida real siempre es más prosaica.
Lo que sí sabemos es que el Skynet 1A fue fabricado en Estados Unidos por la ahora extinta compañía aeroespacial Philco Ford y lanzado al espacio por un cohete Delta de la Fuerza Aérea estadounidense (USAF).
“El primer satélite Skynet revolucionó la capacidad de telecomunicaciones de Reino Unido, lo que permitió a Londres comunicarse de forma segura con fuerzas británicas tan distantes como Singapur”, comentó el doctor Aaron Bateman en un artículo reciente sobre la historia del programa Skynet, que ahora está en su quinta generación.
“Sin embargo, desde un punto de vista tecnológico, el Skynet 1A era más estadounidense que británico, ya que Estados Unidos lo construyó y lo lanzó“.
Esta opinión la confirma Graham Davison, que voló el Skynet 1A a principios de los años 70 desde su centro de operaciones en Reino Unido en la base de la RAF (Real Fuerza Aérea) Oakhanger en Hampshire, Inglaterra.
“Los estadounidenses controlaron originalmente el satélite en órbita. Probaron todo nuestro software comparándolo con el suyo, antes de finalmente entregar el control a la RAF”, me dijo el ingeniero retirado hace tiempo.
“En esencia, había un control dual, pero temo que no recuerdo cuándo ni por qué Skynet 1A pudo haber sido devuelto a los estadounidenses, lo que parece probable”, afirmó Davison, que ahora tiene más de 80 años.
Rachel Hill, estudiante de doctorado del University College de Londres, también ha estado investigando los Archivos Nacionales.
Sus lecturas la han llevado a una posibilidad muy razonable.
“Un equipo de Skynet de Oakhanger podría haber ido a la instalación satelital de la USAF en Sunnyvale (coloquialmente conocida como el Cubo Azul) y pudo haber operado el Skynet durante ‘Oakout’, cuando la base Oakhanger estaba fuera de servicio por mantenimiento esencial y el control se transfirió temporalmente a EE.UU. ¿Quizás el traslado pudo haber ocurrido entonces?”, especuló Hill.
Los registros oficiales, aunque incompletos, del estado de Skynet 1A sugieren que el mando final quedó en manos de los estadounidenses cuando Oakhanger perdió de vista el satélite en junio de 1977.
Pero, independientemente de cómo Skynet 1A fue trasladado a su posición actual, al final se le permitió morir en un lugar incómodo cuando en realidad debería haber sido colocado en un “cementerio orbital”.
Esto se refiere a una región aún más alta en el cielo donde la basura espacial vieja no corre ningún riesgo de chocar con satélites de telecomunicaciones activos.
El cementerio es ahora una práctica habitual, pero en la década de 1970 nadie pensaba mucho en la sostenibilidad espacial.
Desde entonces, las actitudes han cambiado porque el espacio se está congestionando.
A 105 grados de longitud oeste, un satélite activo puede ver hasta cuatro veces al día un trozo de basura acercándose a 50 km de su posición.
Puede parecer que no están cerca el uno del otro, pero a las velocidades a las que se mueven estos objetos inactivos, están empezando a acercarse demasiado.
El Ministerio de Defensa afirmó que Skynet 1A estaba siendo monitoreado constantemente por el Centro Nacional de Operaciones Espaciales de Reino Unido.
Otros operadores de satélites reciben información si es probable que haya una conjunción particularmente cercana, en caso de que necesiten hacer maniobras evasivas.
En última instancia, sin embargo, el gobierno británico podría tener que pensar en trasladar el viejo satélite a un lugar más seguro.
Se están desarrollando tecnologías para atrapar la basura que queda en el espacio.
La Agencia Espacial de Reino Unido ya está financiando esfuerzos para hacerlo a altitudes más bajas, y los estadounidenses y los chinos han demostrado que es posible atrapar hardware antiguo incluso en el tipo de órbita alta ocupada por Skynet 1A.
“Los trozos de basura espacial son como bombas de relojería”, observó Moriba Jah, profesor de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas en Austin.
“Tenemos que evitar lo que yo llamo eventos de superpropagación. Cuando estas cosas explotan o algo choca con ellas, se generan miles de piezas de escombros que luego se convierten en un peligro para algo que es más importante para nosotros”.
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