Para entender mejor
El presidente Andrés Manuel López Obrador dejó sin consultas médicas a la mitad de los enfermos más pobres del país y dejó de hacer 20 millones de estudios de laboratorio, si lo comparas con el sexenio pasado.
Además, medio millón de personas más no pudieron lograr que les hicieran una cirugía que necesitaban.
Esto, porque con el pretexto de la austeridad, este sexenio trajo recortes a las principales áreas de Salud o hasta en servicios tan básicos como el agua (a la que le quitaron 39% de su presupuesto) o el mantenimiento de equipo médico como rayos X o esterilizadores en los hospitales de la Secretaría de Salud (a los que les quitaron el 37% de sus recursos).
Consulta el especial completo. No fuimos Dinamarca: el saldo de la austeridad de AMLO en salud
El resultado: el número de consultas en los servicios que ofreció la Secretaría pasó de 95 millones en 2018 a 51 millones en 2022. Una caída de 44 millones, es decir, 46% menos consultas para quienes no tienen seguridad social, como demuestran cifras oficiales.
Los números a la baja en servicios de salud se registran en casi todos los rubros.
Hubo 14% menos cirugías entre 2018 y 2021, lo que significa 500 mil operaciones menos, como la de Margarita, de 77 años, quien necesitaba una intervención en la cadera, pero tuvo que esperar tres años para tenerla; o Sonia, quien debió pagar 80 mil pesos en un hospital privado tras la fractura de su brazo porque después de 10 días de espera, no la operaban.
Además, desde el primer año del sexenio hubo un recorte de 82% para materiales, accesorios y suministros de laboratorio en las instituciones de la Secretaría de Salud, esto significó 654 millones de pesos menos en 2019 con respecto a 2018 en términos reales.
La austeridad tuvo como consecuencia que el gobierno de AMLO hizo 20 millones de estudios de laboratorio clínico menos que el gobierno de Enrique Peña Nieto, lo que afectó a 5.7 millones de pacientes.
En el ISSSTE, la partida de “materiales, accesorios y suministros médicos” que incluye aspectos tan básicos como jeringas, gasas, agujas, vendajes, material de sutura, espátulas, lentes, lancetas, hojas de bisturí, y prótesis en general, tuvo un recorte de 23%. Mientras en 2018 gastó 2 mil 418 millones de pesos, en 2024 tendrá mil millones 867 mil pesos; es decir, 551 millones de pesos menos.
Si bien el país nunca ha tenido un sistema de salud eficaz, las quejas de pacientes y las protestas del personal de salud por la paupérrima situación en la atención médica han sido recurrentes en el actual sexenio, mientras el gobierno presume la aplicación de una política de austeridad en todos los sectores, incluyendo la salud.
¿Cuánto impacta no tener tiras reactivas para enfermos de diabetes, que no funcione una máquina de ultrasonido o que los elevadores tengan fallas? ¿Podría retrasar cirugías que los médicos no tengan ni siquiera suturas, bisturís, o que un quirófano esté inhabilitado por falta de mantenimiento? ¿Cuántos pacientes dejan de ser atendidos por falta de equipo? ¿No comprar insumos es ahorro?
En esta investigación Animal Político analizó el presupuesto en salud en partidas presupuestales tan específicas como insumos, instrumentos de laboratorio, reparación de equipo y hasta papelería, para verificar si la austeridad había tenido impacto en el trabajo cotidiano de los hospitales.
Animal Político buscó entrevista con el secretario de Salud Jorge Alcocer, y pidió postura a la dependencia después de entregarle los cálculos de recortes, pero no hubo respuesta.
La primera vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que México tendría un sistema de salud como el nórdico fue en noviembre de 2018, cuatro días antes de tomar posesión, pero repitió la promesa 39 veces más durante cinco años. La última vez fue en noviembre de 2023 y nuevamente aplazó la fecha: “En marzo (de 2024) tenemos resuelto el tema. Vamos a tener funcionando el mejor sistema de salud pública del mundo, aunque se burlen mis adversarios”, dijo.
La realidad confirma lo contrario.
El año pasado, un hombre de oficio albañil cayó de un autobús de pasajeros en movimiento. El golpe en la cabeza fue tan severo que requería una operación urgente, pero en Milpa Alta, donde ocurrió el accidente, no había ningún hospital que pudiera hacerlo, por eso lo trasladaron al Hospital General Balbuena.
Efectivamente le realizaron la cirugía, pero días después, cuando la neurocirujana Érika Cano regresó de vacaciones y revisó al paciente, se dio cuenta que la herida había sido cerrada solo con seda médica, o sea, no había sido cosida, por eso se estaba abriendo y tenía masa encefálica expuesta, lo que le estaba provocando una infección que le hacía desprender un olor insoportable.
La doctora, furiosa, preguntó por qué habían cerrado solo con seda y la respuesta fue: “No había más suturas”. Cano consiguió las suturas y volvió a operar al hombre. Gracias a eso, recuperó la visión central, aunque perdió la periférica, y después de cinco meses de rehabilitación ha vuelto a caminar.
Una sutura hizo la diferencia entre la vida y la muerte de una persona.
Para corroborar si la falta de insumos tan básicos, como en este caso, es resultado de que en el sector salud también se aplicó la política de austeridad del presidente López Obrador, Animal Político siguió una metodología en la que primero entrevistó a una decena de personal de salud para saber cuáles eran los insumos indispensables que utilizan para atender a los pacientes.
De ello resultaron 31 conceptos, como servicios básicos: agua, luz, gas, internet; insumos para trabajar y atender enfermos, como suministros médicos, equipo de protección como ropa quirúrgica y reparación de equipo médico; blancos y productos textiles, como sábanas, cortinas y batas.
Artículos básicos como papelería, material de impresión, computadora, artículos de limpieza. También conceptos relacionados a la infraestructura como conservación de inmuebles, materiales de construcción, refacciones para elevadores, servicios de limpieza y manejo de desechos. Y las remuneraciones al personal.
Cada uno de esos artículos fueron buscados en el Clasificador por objeto del gasto, el instrumento presupuestario que asigna claves de identificación a todo lo que el gobierno compra, arrienda o contrata. Así se pudo localizar en el presupuesto de egresos de 2018 a 2024 y de Cuenta Pública, cuánto gastó la Secretaría de Salud, el IMSS y el ISSSTE en cada una de esas partidas.
Para el análisis se dejó fuera los años 2020 y 2021, toda vez que la pandemia de Covid 19 trajo gastos y estadísticas de atención atípicas, y en el cálculo de la Secretaría de Salud para 2024 se sumó el presupuesto de las mismas partidas en el IMSS-Bienestar, organismo que sustituyó al Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI).
También se revisaron las estadísticas de servicios como consultas y estudios en la Secretaría de Salud, el sistema que atiende a la población sin seguridad social, es decir, a los más pobres.
Los resultados confirman recortes en las áreas que pacientes y personal médico han denunciado afectaciones.
En 2018, la Secretaría de Salud gastó mil 373 millones de pesos para “materiales, accesorios e insumos médicos”, que incluye las cosas más indispensables para tratar a cualquier paciente: jeringas, gasas, agujas, vendajes, material de sutura, espátulas, lentes, lancetas, hojas de bisturí, y prótesis en general. Pero en 2019 sólo le fueron aprobados mil 254 millones de pesos. El recorte es de 9%, una cifra que parecería menor, pero se trata de 119 millones 586 mil pesos menos. ¿Qué significa comprar menos insumos?
La enfermera Almudena, a quien se le ha cambiado el nombre para evitar represalias, explica que a inicio de 2023 el Hospital General de Xoco no tenía jeringas de insulina, una de los insumos básicos en los hospitales de este país, toda vez que existen 12 millones de personas con diabetes, y este padecimiento es la segunda causa de muerte entre los mexicanos.
“No teníamos jeringas para poner una simple insulina a un paciente diabético que estaba con la azúcar súper elevada ¡¿cómo le hacíamos?! Teníamos que improvisar. Desgraciadamente se va a oír mal que lo diga, pero a veces hacemos las cosas al tanteo. Le calculamos las 4 unidades de insulina que necesita en una jeringa de 3 o 5 mililitros; es distinto a dárselo exacto en la jeringa de insulina de 1 mililitro”.
Otra muestra ocurre en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, dependiente de la Secretaría de Salud que da atención de tercer nivel a pacientes de todo el país: en este momento no tiene insumos suficientes para recibir las donaciones de sangre, algo indispensable para cualquier hospital.
Poco antes de las 6:00 horas de este sábado 2 de marzo, Ricardo Fagoaga acudió a donar sangre al instituto, por segunda ocasión, pero una hora después, cuando la fila no avanzaba, salió un trabajador sanitario a informarles que no los podía atender por falta de insumos e intentó disculparse con los usuarios.
“Todos los días veo que viene gente de Oaxaca, de Chiapas que está donando tiempo, eso es una bondad, una generosidad, yo lo entiendo, pero entiendan también al Instituto, porque cómo le hago si no tengo bolsas (para almacenar la sangre)”, dijo, como se observa en un video publicado por Ricardo en la red social X.
También había intentado donar el martes, pero igualmente no fue atendido; cuando preguntó la razón, le explicaron que no había insumos suficientes, por eso tenían órdenes de las autoridades de únicamente atender a 40 personas por día para racionalizar los insumos.
El recorte en insumos en el ISSSTE llegó a 69% al comparar 2018 con 2024. Esto se traduce en 87 millones 797 mil pesos menos para comprar jeringas, gasas, o material de sutura. Mientras que en el IMSS hubo un aumento de 34% para 2024, que significa 3 mil 371 millones de pesos más que 2018; aunque en 2019 y 2020 en plena pandemia, tuvo recortes de 2 mil millones de pesos con respecto a 2018.
En 2022, medio millón de personas que acudieron a clínicas y hospitales de la Secretaría de Salud no tuvieron los ultrasonidos que requerían y 900 mil personas no tuvieron estudios de radiología en comparación con 2018, una caída de 29% y 4%, respectivamente, de acuerdo a estadísticas oficiales.
Hubo recortes en la partida para la “instalación, reparación y mantenimiento de equipo e instrumental médico y de laboratorio”, que se traduce en dar mantenimiento a equipo de rayos X, de ultrasonido, equipos de diálisis, máquinas esterilizadoras, sillas dentales, mesas operatorias, incubadoras, y toda clase de aparatos necesarios para equipar salas de rehabilitación, de emergencia, de hospitalización y de operación médica.
El ISSSTE tiene un recorte de 51% en comparación con 2018 en este rubro, lo que se traduce en 3 millones 818 mil pesos menos en 2024. Mientras que la Secretaría de Salud tuvo 37% menos para este año, un recorte de 134 millones de pesos.
La enfermera Almudena dice que, por ejemplo, los equipos de ultrasonido son indispensables para hacer un diagnóstico certero, “pero a veces están descompuestos o no hay en algunos hospitales. Me ha tocado ver cómo pacientes con problemas de vesícula, de apéndice que requerían un ultrasonido para confirmar el diagnóstico se lo tienen que hacer por fuera”.
Personal médico ha denunciado en distintas protestas que hasta las máquinas más indispensables como los rayos X no sirven. En el Hospital Balbuena, explica la neurocirujana Erika Cano, no hubo tomógrafo ni equipo de rayos X por más de un año, pese a que este hospital atiende a mucha gente accidentada.
“La gente va y saca las radiografías donde puede. O a veces se les enviaba a Xoco, pero si en Xoco tampoco funcionaba y lo mandaban a Enrique Cabrera, si no funciona Enrique Cabrera lo mandan a otro hospital y así, va rodando”.
En tanto, el IMSS tuvo 67% de recorte en la partida de “materiales, accesorios y suministros de laboratorio”, referidas a “materiales para radiografía, electrocardiografía, medicina, y demás materiales y suministros utilizados en los laboratorios médicos”. Mientras en 2018 gastó 4 mil 630 millones de pesos, en 2024 tendrá 2 mil 32 millones de pesos.
La Secretaría de Salud tendrá 36 millones menos y el recorte en el ISSSTE será de 456 millones de pesos.
No tener una radiografía, o los insumos para atender a una persona accidentada trae consecuencias para el médico y para los pacientes.
“Si no actúas sobre la fractura de hueso en el momento, eso empieza a hacer un callo óseo, y no es lo mismo operar una fractura con callo óseo a operar una fractura en el momento y ponerle lo que le tienes que poner. No es lo mismo. Y lo peor es que en neurocirugía ya ni llegan los pacientes directamente, se mueren. ¡Eso es lo grave! ¿Cómo no te va a dar rabia?”, pregunta la neurocirujana Erika Cano.
Si no hay instrumentos, si un quirófano no tuvo mantenimiento o si una máquina está descompuesta puede impactar en la atención a los pacientes.
“Hemos pasado meses sin material hasta para las propias cirugías. Hay veces que los mismos directivos tienen que hablar a otros hospitales de la red para conseguir material para una cirugía, por eso aplazan las cirugías. Hay pacientes que llegan a tardar hasta unos ocho o nueve meses en el hospital, eso es una total exageración para una estancia”.
Lo que cuenta la enfermera Almudena se confirma también con los datos. Al desagregar el tipo de cirugía por institución, en los hospitales generales como el de Xoco hicieron 2 millones 401 mil operaciones en 2018, pero el año siguiente hubo 76 mil menos. En 2020, el año de la pandemia, dejaron de hacer 776 mil, y para 2021, pasada la emergencia sanitaria, no habían recuperado el nivel de 2018, pues solo hubo 1 millón 993 mil, una caída de 17%, de acuerdo con cifras oficiales.
Sonia sufrió en carne propia la falta de atención en el Hospital de Traumatología y Ortopedia No. 2 Villa Coapa, del IMSS en la Ciudad de México y comprobó que, hasta octubre de 2023 el hospital no solo no era como uno de Dinamarca, sino nunca antes se había sentido tan ofendida y desesperada.
Se resbaló en la calle y su brazo se fracturó en cuatro partes y después de una semana de espera en piso, ningún médico la revisaba ni le decía cuándo podrían intervenirla. Su madre, desesperada, buscó explicación con la jefa de turno.
— ¿Cuántos años tiene su hija? —, preguntó la doctora.
— 36 —, dijo la madre.
— ¡Ah! Su hija está joven y puede esperar. No es una prioridad para operar esta semana, probablemente la otra, y eso, si no llega una urgencia”. La prioridad ahora son adultos mayores y niños.
— ¿Cómo me dice eso? Lleva una semana con el brazo roto, doctora.
— Mire, dígale a su hija que aquí hay dos palabras clave: que no se desespere y paciencia.
En realidad nadie era prioridad ahí. Una de las compañeras de cuarto era una señora de 91 años que llevaba 15 días esperando a ser operada, otra más de 68 que requería una tercera cirugía porque le habían colocado mal una placa. Sonia pidió prestado entre amigos y familiares para pagar los 80 mil pesos de la operación en un hospital particular.
Sin recursos en papelería para recetas, expedientes, archivos…
Aún los recortes que parecen menos importantes como insumos de papelería –que todas las instituciones de gobierno hicieron– en el sector salud afecta la emisión de recetas, pases médicos, expedientes clínicos, registros de atención, lo que perjudica directamente a los pacientes y sus familias.
Por ejemplo, en la partida de “materiales , útiles y equipos menores de tecnologías de la información y comunicaciones” que incluye tóners para impresoras, el ISSSTE recortó en 90% ese presupuesto para 2024, por lo que tendrá 3 millones 800 mil pesos menos que en 2018.
En la partida de materiales, útiles y equipos menores de oficina que incluye papelería, libretas, carpetas, engrapadoras, perforadoras manuales y archivo, las tres principales instituciones tuvieron recortes.
La Secretaría de Salud tuvo un recorte de 32% en 2024, lo que se traduce en 5 millones 821 mil pesos menos que en 2018. El IMSS, con 35% de recorte, tendrá 492 millones de pesos menos y el ISSSTE tendrá 17 millones de pesos menos, lo que significa un recorte de 35%.
Resultado de esto, en Guelatao, Oaxaca –lugar de nacimiento de Benito Juárez, la figura histórica de mayor referencia del presidente López Obrador– los pobladores organizan rifas para juntar 3 mil pesos mensuales para comprar insumos de papelería y limpieza para el único centro de salud con el que cuentan, que depende de la Secretaría de Salud, pero no le envía presupuesto para ello.
Hilda Baltazar, enfermera de Guelatao, explica que necesitan hojas, carpetas, plumas, lápices, colores, carpetas e impresora, porque tienen que hacer expedientes físicos y reportes sobre las personas atendidas, y los procedimientos, entre otros, que entregan de manera mensual a la jurisdiccional de Oaxaca, más las recetas.
“También hacemos cuestionarios, por ejemplo, para pacientes crónicos, para problemas prostáticos, hay diferentes evaluaciones, los censos de vacunación, todo se lleva un registro.
Aunque se están utilizando algunas plataformas, tenemos el problema del Internet, que a veces no funciona, o la misma computadora, y terminamos haciéndolo manualmente”.
Mientras que la disminución de 68% en la compra de refacciones para elevadores en el ISSSTE, 31% en la Secretaría de Salud y 3% en el IMSS, impacta en los elevadores descompuestos dentro de los hospitales, lo que dificulta el traslado de pacientes en camillas o complica la movilidad de personas que utilizan muletas o sillas de ruedas.
Incluso, tener elevadores sin pleno funcionamiento ha originado accidentes, el más doloroso fue el de Aitana, una niña de 6 años que murió al ser prensada por un elevador del Hospital General 18 de Playa del Carmen, en Quintana.
Otro percance fue el desplome del elevador del Hospital La Margarita en Puebla, que le provocó lesiones a Mayra en 2022 y del que todavía padece secuelas. O los adultos mayores que quedaron atrapados en el elevador del Hospital Regional de Alta Especialidad del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en Veracruz en septiembre de 2023.
Además, la Secretaría de Salud y el ISSSTE registraron recortes de 22% y 8%, respectivamente. Esto impactó en el presupuesto para equipos de protección para el personal médico como cubrebocas, googles, guantes, gorros o batas quirúrgicas; o los blancos como sábanas, cortinas; y productos textiles como batas para pacientes.
“Cada que escucho las mañaneras y el presidente dice que ‘estamos bien’, que el sistema de salud ‘está avanzando’, ‘que ya estamos llegando un poco como Dinamarca’ nos da mucho coraje como personal de salud. Si el presidente estuviera donde estamos nosotros, lo que hacemos nosotros en los hospitales, se daría cuenta que el sistema de salud está totalmente colapsado”, dice la enfermera Almudena.
“El sistema de salud ya venía colapsando desde hace muchos años, no es algo que haya pasado de la noche a la mañana, pero ahora todo está más drástico. Y nosotros somos los que estamos hasta abajo de la pirámide, los que damos la cara a los pacientes que vienen y nos dicen ‘es que tienes la obligación de darme la atención’, y no es que no te la queramos dar, es que no tenemos con qué dártela”.
El gasto ejercido en el sector salud acumula brechas importantes desde hace más de una década ya que no ha superado los 3 puntos del PIB, aunque, el mínimo sugerido a nivel internacional es de, al menos, 6 puntos del PIB. Como ha insistido el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) esto quiere decir que México invierte menos de la mitad de un mínimo internacional; la inversión actual lo coloca al nivel de inversión de países como Sudáfrica.
El presupuesto en salud tuvo pequeños aumentos durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador. En 2018 se gastaron 728 mil millones de pesos en el sector Salud, y el año siguiente aumentó a 741 mil mdp; en 2020 pasó a 788 mil mdp; en 2021 fue de 810 mil mdp y en 2022 ascendió a 837 mil mdp.
Sin embargo, la organización México Evalúa detectó que el presupuesto estuvo “inflado”, toda vez que el crecimiento presupuestal no se destina a los hospitales sino que, a partir de 2019, el gobierno etiquetó recursos para salud que luego fueron transferidos a fideicomisos y regresaron a la Tesorería de la Federación (Tesofe); además, hubo subejercicios, es decir, no gastaron la totalidad del dinero que tenían presupuestado y también regresa a la Tesofe.
Solo de 2021 y 2022, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) transfirió 55 mil y 60 mil millones de pesos, respectivamente, al Fondo de Salud para el Bienestar (Fonsabi), y éste los regresó a la Tesofe, “perdiendo la trazabilidad del recurso; es decir, se simuló el gasto en salud”, advierte el estudio “Gasto en salud en el PEF 2024: se profundiza la inequidad”.
Al desagregar el presupuesto por cada subsistema, el mayor recorte ocurrió en 2023 a la Secretaría de Salud, que gastó 98 mil millones de pesos clasificados en la función salud, es decir, lo destinado a programas y actividades relacionados con la prestación de servicios colectivos y personales de salud, lo que significó un recorte de 46% en comparación al año previo, y si se compara con 2018 la baja es de 34%.
Pero no gastó 102 mil millones de pesos de los recursos totales aprobados para 2023, lo que en la práctica es un recorte. Según el Informe de Finanzas Públicas de la Secretaría, esto se debió a la “resectorización” de recursos, pues el extinto Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) transfirió recursos al organismo que lo sustituyó, el IMSS-Bienestar. Pero aún así, hubo recorte, puesto que éste sólo gastó 48 mil millones de pesos, es decir, menos de la mitad del dinero que recibió del Insabi.
La pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, pero con algunos métodos se puede solucionar.
Piensa: ¿cuántas veces demoraste en arrancar con esa tarea pendiente? O en, por fin, apuntarte a ese curso que te encanta.
En ocasiones, la pereza, el miedo a no hacerlo perfecto o la desidia nos apartan de hacer un montón de actividades, o las retrasamos tanto que al final perdemos un valioso tiempo en el que podríamos estar disfrutando.
Hay muchos motivos que nos pueden llevar a esto. Pero también soluciones.
Para ello, los japoneses tienen un montón de técnicas que nos pueden ayudar a superar la pereza y encontrar una motivación. Acá te las contamos.
Sin traducción directa del japonés, este término representa la idea de la felicidad de vivir. Es, esencialmente, la razón por la que te levantas cada mañana.
Para quienes en Occidente están más familiarizados con el concepto, se le asocia frecuentemente con un diagrama de Venn con cuatro cualidades que se superponen: lo que amas, para lo que eres bueno, lo que necesitas y por lo que te pueden pagar.
Ken Mogi, neurocientífico y autor de “Awakening Your Ikigai”, dice que el ikigai es un concepto antiguo y familiar para los japoneses, que puede traducirse simplemente como “una razón para levantarse por la mañana” o, más poéticamente, “despertarse con alegría”.
Y la psicóloga japonesa Michiko Kumano (2017) ha dicho que el ikigai es un estado de bienestar que surge de la devoción a las actividades que uno disfruta, lo que también trae consigo una sensación de plenitud.
En pocas palabras: busca algo que te motive cada día, que sea una razón para moverte. Puede ser desde tener un pequeño espacio con plantas, cuidar una mascota a aprender cada día algo nuevo.
La filosofía de Kaisen se basa en realizar pequeños cambios y mejoras constantes en todas las áreas de la vida.
Esto va contra el pensamiento de querer manejar con destreza algo desde el primer día. Algo que, además de imposible, genera mucha frustración y puede hacer que abandonemos aquello que nos proponemos hacer.
El modo de aplicar esto es establecerse pequeñas metas diarias, fijarte en las pequeñas mejoras. El secreto es comprometerte a dar al menos un paso que te acerque a esto.
Estos pequeños pasos te ayudarán a vencer la inercia y crear un impulso constante hacia la productividad. Y también encontrar los detalles a mejorar poco a poco.
Esta técnica se remonta al periodo de posguerra en Japón y, por ejemplo, en la página web de la conocida empress Toyota reconocen este sistema como uno de sus principios básicos del sistema de producción.
La traducción al español es, a grandes rasgos, mejora continua. “Kai” significa “cambio” y “zen” significa “para mejor”. Es una filosofía que ayuda a garantizar la máxima calidad, la eliminación de desperdicios y mejoras en la eficiencia, tanto en equipos como en procedimientos de trabajo.
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Cuando una tarea se nos hace complicada de hacer, bien porque nos es pesada o porque requiere concentración, esta técnica puede servirnos.
Si bien la técnica la inventó el italiano Francesco Cirillo a finales de la década de 1980, es algo muy usado en Japón para aumentar la productividad y llevar de un modo más ameno las tareas diarias. Se conoce como” pomodoro”, en referencia a unos aparatos con forma de tomate para contar los minutos.
Matthew Bernacki, profesor asociado de la Facultad de Educación de la Universidad de Carolina del Norte (UNC), en Estados Unidos cuenta a la BBC que esta técnica, por bloques, es buena para no sufrir distracciones.
Por ejemplo, marca 25 minutos en el reloj y, en ese periodo, dedícate exclusivamente a estudiar un contenido o a hacer una tarea, ya sea intelectual o física, y desconectándote de todas las distracciones.
Después, tienes cinco minutos para recompensar a tu cerebro con alguna distracción, por ejemplo, tomando un tentempié o consultando tus mensajes. Y luego vuelves para otro bloque de 25 minutos de estudio.
Esta técnica ayuda no sólo a evitar la pérdida de tiempo con distracciones, sino también a mantener el cerebro motivado con la perspectiva de una “recompensa”.
“No pongas en la panza -Hara- más del 80 % de lo que querrías comer (Hachi Bu)”.
Eso es lo que, más o menos, significa esta técnica que, básicamente consiste en que no te hinches de comer hasta llenarte.
Y, ¿qué tiene esto que ver con la productividad y la pereza? Solo piensa en cómo te sientes después de una comida copiosa, en la que quedaste lleno. Con ganas de una siesta, ¿cierto?
La solución sería esta técnica, que tiene su origen en la ciudad de Okinawa, donde la gente usa este consejo como una forma de controlar sus hábitos alimenticios.
La psicóloga Susan Albers, PsyD, dice que este enfoque es útil porque te indica que dejes de comer cuando te sientas apenas lleno.
Cuando mires tu plato, explican desde la Cleaveland Clinic, decide qué cantidad te haría sentir lleno y luego calcula cómo sería el 80 % de esa cantidad. Quizás sean dos tercios de la comida de tu plato. Intenta sentirte satisfecho y no tener hambre, en lugar de sentirte lleno.
Este concepto proviene del budismo zen y significa “mente de principiante”.
Esta idea proviene del monje Shunryū Suzuki, quien escribió: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades. Pero en la del experto hay pocas”.
Esta técnica se trata de tomar cada cosa que hagamos con una actitud abierta, sin prejuicios o preconcepciones independientemente del nivel de experiencia que ya tengamos en ese tema. Exactamente igual que como haría un principiante.
Esto, por un lado, permite que aceptemos que no sabemos todo. Varios estudios científicos han demostrado que esta postura de modestia es muy beneficiosa para la persona que la adopta, según reporta Forbes India.
¿Por qué? Porque el acercarse a algo con curiosidad y con la mente abierta también nos lleva a perseverar en algo, ser innovador y atrevernos.
El término wabi-sabi no solo es intraducible, sino que es considerado indefinible en la cultura japonesa.
Es un término que se originó en el taoísmo durante la dinastía Song en China (960 -1279) y luego se transmitió al budismo zen.
Inicialmente se vio como una forma de apreciación austera y restringida. Hoy, el término encapsula una aceptación más relajada de lo transitorio, la naturaleza y la melancolía, que da cabida a lo imperfecto y lo incompleto en todo, desde la arquitectura hasta la cerámica y los arreglos florales.
“Mientras nos esforzamos por crear cosas perfectas y luego luchamos por preservarlas, negamos su propósito y nos perdemos de la alegría que viene con el cambio y el crecimiento”, escribe Lily Crossley-Baxter en un artículo de BBC Mundo.
Y, a la hora de centrarnos en la productividad o en hacer alguna tarea o hobbie, se basa en abrazar la imperfección en vez de estresarnos con los detalles. O, en otras palabras: “lo perfecto es enemigo de lo bueno”.
Porque mientras nos empeñamos en que algo quede perfecto, fijándonos en cada pequeña minucia, posiblemente estamos perdiendo un tiempo precioso.
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