
Fallas en el proceso de asignación de plazas por parte de la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud (CIFRHS) impidieron que este año se ocuparan todos los espacios disponibles para hacer residencias médicas en hospitales públicos y privados, pese a que el gobierno de México reconoce un déficit nacional de médicos generales y especialistas.
Médicos egresados de diversas especialidades, que buscaban una residencia en diferentes instalaciones hospitalarias, señalan que quedaron fuera debido a fallas burocráticas, y no a los resultados del Examen Nacional para Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) 2024. El proceso tuvo menos periodos y oportunidades, que en años pasados.
El ENARM es la única evaluación nacional que permite a los egresados de la licenciatura en medicina realizar un curso universitario de especialización médica en el Sistema Nacional de Salud. Es un instrumento que mide conocimientos en el contexto del ejercicio de la medicina general y constituye la primera etapa del proceso para ingresar al sistema.
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En su edición 2024, de acuerdo con las propias estadísticas de la CIFRHS, se pusieron a disposición 18 mil 207 plazas y becas para residencias médicas, las mayores cantidades para medicina familiar (2496), medicina de urgencias (2304), medicina interna (2283), cirugía general (1856), anestesiología (1812), pediatría (1656) y ginecología y obstetricia (1494).
Sin embargo, de acuerdo con un análisis realizado por algunos residentes que participaron en el ENARM, luego de tres periodos de asignación, en los que cada aspirante solo podía aplicar a una sede por periodo, para el tercero restaban 6 mil 106 plazas nacionales vacantes que no fueron ocupadas en su totalidad.
Esto implica que centros hospitalarios del ISSSTE, el IMSS, el IMSS Bienestar y la Secretaría de Salud en Chiapas, Guerrero, Zacatecas, Tamaulipas, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Baja California, Yucatán y Campeche, entre otros, no pudieron ocupar plazas que sí tenían disponibles. Esto fue confirmado directamente a los residentes por parte de los encargados de enseñanza de los centros hospitalarios, según comprueban comunicaciones sostenidas entre ellos y personal de esas instalaciones, de las que proporcionaron copia.
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Gerardo, uno de los residentes que quedó sin plaza y a quien se le ha cambiado el nombre para resguardar su anonimato –pues tendrá que repetir todo el proceso este año– aclara que en convocatorias anteriores se habían llevado a cabo hasta entre cuatro y seis vueltas, para agotar el mayor número de plazas disponibles. Sin embargo, en 2024 se hicieron solamente tres.
“Tomo la plaza del IMSS en diciembre, por motivos personales la rechazo en enero; el IMSS me dice ‘ya no puedes participar en la segunda vuelta, pero vas a poder participar en el proceso de preasignación directa’, que sería la última vuelta, pero cuando viene esta última vuelta me dan la noticia de que el IMSS no liberó mi folio a tiempo, y que no puedo participar en el proceso de preasignación”, cuenta.
Aun así, logró contactar con un hospital del ISSSTE, donde le aseguraron que había plazas disponibles para traumatología, su especialidad, y que tenían la autorización de CIFRHS para aceptar residentes, ya que al hospital no se había postulado nadie más. Gerardo ingresó sus documentos, pero al final el jefe de enseñanza del mismo hospital le contestó, a finales de marzo, que no lo podía aceptar porque su folio seguía retenido. Se dio cuenta de que su renuncia se había registrado en una fecha posterior a cuando realmente ocurrió.
“Somos muchos médicos que tenemos ese derecho, por haber presentado el examen, por haberlo aprobado, por haber pagado nuestra ficha y nuestro folio, y ya no nos lo quieren dar”, apunta. Todo ello pese a que el déficit de médicos generales y especialistas en nuestro país ha sido aceptado incluso por el propio gobierno federal en múltiples ocasiones. De acuerdo con cálculos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México tiene 2.4 médicos por cada mil habitantes, cuando el estándar internacional estipula que deberían ser 3.5.
Apenas en 2023, durante la XXXIV Reunión de Embajadores y Cónsules, el entonces secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, informó que México tenía un déficit de 33 mil 832 médicos generales y de 154 mil 786 especialistas. Durante la ceremonia de graduación de residentes del ciclo académico 2022-2023, el que fuera titular de la dirección general de calidad y educación en salud, José Luis García Ceja, detalló que esta es una deuda pendiente sobre todo en zonas marginadas y de difícil acceso de Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
Jimena tuvo que abandonar, junto con otro grupo de especialistas, su plaza en un hospital público de la zona metropolitana por temas de acoso laboral y sexual. Volvió a presentar el ENARM para la especialidad de medicina interna, lo aprobó y fue aceptada en un hospital adscrito a otro sistema de salud. Aun estando ya asignada, cuando se dirigió en febrero de 2024 a hacer su inscripción, se encontró con el rechazo.
Este se debía, le dijeron, a que no podía pasar dos veces por la misma especialidad aunque fuera en hospitales diferentes, si estos estaban avalados por el mismo centro universitario. Después descubrió que el problema había radicado en que el hospital del que tuvo que darse de baja no la había registrado correctamente. Donde sí querían aceptarla tampoco estaban de acuerdo en que el trámite no se concretara y redactaron una carta para planteárselo a la CIFRHS. Tampoco funcionó.
“Me dijeron que no quedaba mucho que hacer con mi caso, porque ya había pasado todas las vueltas, y que entonces yo estaba fuera de proceso. Lo único que podían hacer es que yo volviera a presentar un tercer examen, o que me podían hacer válido el primer año de residencia –que ya había cursado– y que buscara una plaza de subespecialidad, pero si es difícil encontrar una plaza para una troncal, obviamente faltando tres días para entrar a la residencia, era imposible encontrar una para subespecialidad”, lamenta.
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Optó incluso por un centro hospitalario en Sinaloa, donde la demanda es baja por las condiciones de seguridad, y consiguió que la aceptaran, pero la CIFRHS al final le informó al hospital que no habría posibilidad de otorgar la plaza. Más tarde, un hospital de la Ciudad de México estuvo dispuesto también a aceptarla, pues tendrían un lugar libre, pero el organismo se negó a hacer lo que ella llama un simple “cambio de sede”. A final de cuentas, la plaza la tenía asignada desde un principio.
Al menos cuatro residentes más dieron testimonios similares a Animal Político, bajo la condición de anonimato porque este año –tras la publicación de una nueva convocatoria el último día de marzo– tendrán que volver a presentar el ENARM con la esperanza de correr con mejor suerte. De cualquier forma, hoy están ante un año de formación perdido. Incluso cuando el proceso estaba ya en sus últimos días, unas semanas antes de que se publicara la nueva convocatoria, la CIFRHS negó la posibilidad de asignarles plazas que a ellos les constaba que se habían liberado y donde tenían una “preaceptación”.
Al acudir a las instalaciones del organismo, en la Secretaría de Salud, para consultar si podían ocupar una de las vacantes de cuya disponibilidad tenían certeza, así como de la necesidad por parte de los hospitales de ocuparlas, fueron informados de que esas plazas no serían otorgadas sino hasta después de los próximos resultados del nuevo examen, que se conocerán en octubre. Los nuevos cursos iniciarán hasta marzo de 2026. “Esa ya fue”, recibieron por toda respuesta al preguntar por plazas específicas, bajo el argumento de la conclusión del proceso.
Según datos del Gobierno de México, 223 mil personas laboran en el país como médicos generales y familiares, con salarios promedio de 10 mil 300 pesos por jornadas que suman aproximadamente 39.3 horas a la semana. Su edad promedio es de 42.2 años y se concentran principalmente en la Ciudad de México, el Estado de México y Jalisco.
El análisis elaborado por los residentes subraya que para especialidades como cirugía general existen por lo menos 31 hospitales –de acuerdo con la información que recibieron directamente de esas instalaciones– con plazas vacías, mientras que para Pediatría o Ginecología por lo menos 24 centros aún tenían alguna plaza disponible. El ENARM 2024 contempló 18 mil 207 plazas para personas mexicanas y 421 lugares para extranjeros en un total de 27 especialidades.

En un mundo cada vez más estresante, muchos viajeros encuentran consuelo en la repetición: volver cada año a los mismos pueblos de esquí, suburbios costeros o sus cafés favoritos.
Durante los últimos 15 años, el fotógrafo Jason Greene y su familia han viajado desde la ciudad de Nueva York hasta Mont Tremblant, en Quebec, para pasar una semana del invierno boreal en la nieve.
“Tenemos una tradición: el primer día comemos paletas de jarabe de arce, patinamos sobre hielo y luego pasamos por la tienda de dulces local”.
La ciudad turística francocanadiense, dice, “ocupa un lugar especial en nuestros corazones porque allí todos aprendimos a esquiar y hacer snowboard”.
Para muchos viajeros, la novedad es el objetivo: tachar nuevos destinos y buscar nuevas sensaciones.
Pero un número creciente de personas, como Greene y sus cuatro hijos, hace lo contrario: regresa al mismo lugar cada año. Reservan la misma habitación, comen los mismos platos y recorren las mismas calles para encontrar comodidad en lo familiar, en lugar de la emoción del descubrimiento.
“Para muchas personas, hay una sensación de seguridad al volver a lo conocido”, afirma Charlotte Russell, psicóloga clínica y fundadora de The Travel Psychologist.
“Sabemos qué esperar, qué nos conviene… y [es] menos probable que enfrentemos desafíos inesperados”.
Este comportamiento, añade, suele atraer a personas abrumadas por su vida diaria, por lo que repetir las mismas vacaciones una y otra vez puede resultar muy reconfortante.
Esa sensación incomparable de tranquilidad fue lo que me llevó de nuevo a Lima, Perú, este mayo, exactamente un año después de mi primera visita, mientras escribía mi libro de viajes Street Cats & Where to Find Them.
Me alojé en el mismo hotel, comí el mismo sándwich en el mismo café, caminé por las mismas calles y dejé que muchos de los mismos gatos durmieran en mi regazo, disfrutando de la satisfacción que me había sorprendido la primera vez.
La profesora de sociología Rebecca Tiger ha regresado a Atenas ocho veces, con una novena visita programada este mes, por razones similares. “Siempre me quedo en Pangrati porque me encantan los cafés del barrio [y] sus gatos”, señala.
“Ahora tengo residentes locales con quienes mantengo contacto mientras estoy fuera y socializo cuando regreso”.
Tiger aprecia la familiaridad que ha cultivado con el tiempo y no se aburre gracias a la diversidad de experiencias que ofrece el lugar.
Los datos reflejan este cambio impulsado por la nostalgia.
Según el informe para 2026 Where to Next? de la plataforma de viajes Priceline, el 73% de los viajeros encuestados afirmó sentirse atraído por los lugares y experiencias que los marcaron, desde playas familiares hasta parques de diversiones.
El último informe global de viajes de Hilton confirma la tendencia: el 58% de los viajeros con hijos planea volver a destinos de su propia infancia, mientras que el 52% de los viajeros brasileños regresa a los mismos lugares año tras año.
La nostalgia y la comodidad son lo que ayuda a Greene y su familia a “dejar atrás el estrés de la vida y relajarse en nuestros lugares favoritos”.
No solo repiten su costumbre del jarabe de arce en la montaña.
Su rutina diaria en Mont Tremblant también se replica cada año: “Esquí y snowboard durante tres días seguidos, luego un día libre para pasear en trineo con perros, dar un paseo en carruaje u otra actividad invernal”.
Cuando la vida se vuelve difícil, es la anticipación de su viaje invernal -y la alegría que sienten juntos allí- lo que les ayuda a sobrellevarlo.
Russell señala que, desde una perspectiva neurocientífica, “los circuitos de recompensa en nuestro cerebro pueden volverse menos receptivos a medida que nos acostumbramos a visitar el mismo lugar”.
Sin embargo, volver puede seguir aportando beneficios para el bienestar, añade, destacando que suele ser más relajante ir a un sitio asociado con el disfrute porque seguimos “distanciados de las señales que asociamos con el estrés”.
Greene afirma que su familia no ha experimentado ninguna disminución en la emoción de hacer exactamente las mismas cosas en el mismo orden cada año.
Aun así, Tiger y yo intentamos añadir un toque de novedad a nuestras vacaciones repetidas y rutinas familiares.
Cuando visito Inglaterra, lo cual intento hacer varias veces al año, no es para repetir experiencias idénticas, sino para conocer estadios de fútbol, producciones teatrales y rutas de senderismo.
Si solo me quedara en Wandsworth y viera partidos en el estadio de Craven Cottage, mis vacaciones se volverían aburridas rápidamente.
En cambio, recorro el país, como en distintos restaurantes y dejo que mi curiosidad me guíe hacia nuevas aventuras. Según Russell, esta combinación ayuda a mantener viva la chispa de la exploración, al tiempo que ofrece comodidad.
Esto es importante, explica, porque “hay un punto en el que volver al mismo lugar empieza a ser problemático.
Si regresamos demasiadas veces y superamos nuestro “apetito” por él, se llama adaptación hedónica: acostumbrarse a las cosas placenteras y volver a nuestro nivel emocional original”.
Tiger plantea un argumento similar sobre su predilección por Grecia.
“El país sigue siendo nuevo para mí: nuevas playas, islas y pueblos rurales; hay tantos lugares por explorar que podría pasar toda una vida allí y no conocer ni una fracción de ellos”.
Si solo nos fijamos en los códigos de los aeropuertos de destino, nuestros viajes podrían parecer idénticos. Pero las experiencias que vivimos -Tiger en Grecia y yo en Inglaterra- son tan distintas que nuestros recorridos nunca resultan monótonos.
Crecí en los suburbios de Filadelfia y veía a los vecinos viajar en masa y entre el tráfico hacia la costa de Jersey cada verano. Iban al mismo pueblo, la misma playa, con las mismas atracciones en el mismo muelle y se alojaban en las mismas casas de alquiler.
Alguna vez me pregunté: ¿qué pasa cuando viajar deja de ser una ruptura con la rutina y se convierte en otra rutina más?
Ahora, en un mundo cada vez más estresante, entiendo el atractivo de buscar alegría en lo familiar, mientras doy un pequeño paso fuera de mi zona de confort para encontrar nuevas emociones en lugares conocidos.
A Tiger le encantan sus rutinas vacacionales en Grecia, pero admite que otras partes del mundo también le atraen.
“Siento mucha curiosidad por Japón, pero me gusta controlar el ritmo de mis días”, dice.
Su trabajo como profesora es agotador, al igual que su trayecto diario, por lo que se entiende cuando afirma: “Mi tiempo en Grecia es un respiro que agradezco, tanto porque es familiar como porque resulta extraño al mismo tiempo”.
Y añade: “Atenas casi se siente como un segundo hogar”.