A partir de este miércoles 1º de noviembre, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) estará incompleta. Con el fin del periodo de los magistrados José Luis Vargas e Indalfer Infante, en la Sala habrá solo cinco de siete integrantes, y en el Senado se encuentra entrampada la negociación para elegir a sus suplentes.
Vargas e Infante fueron designados en 2016 para un periodo original de tres años, pero tras negociaciones entre las bancadas del PRI, PAN y PRD, sus mandatos se extendieron hasta siete años, que se cumplen este martes 31 de octubre, cuando se llevará a cabo una sesión solemne de despedida.
Con su partida, la Sala quedará integrada con dos magistradas (Janine Otalora y Mónica Soto) y tres magistrados (Felipe de la Mata, Felipe Fuentes y Reyes Rodríguez, quien actualmente preside el Tribunal).
La Sala Superior es la última instancia de justicia electoral en el país, y requiere de al menos cuatro integrantes para poder sesionar. Tiene entre sus atribuciones la calificación de las elecciones federales, incluido el dictamen de cómputo de los votos y la declaración de validez de la elección presidencial.
Para hacer la declaración de validez de quien gane las elecciones de 2024, la Sala requiere de al menos seis integrantes por lo que, en caso de que ésta siga incompleta, la ley prevé que se llame al decano de las Salas Regionales; es decir, podría cumplirse el requisito constitucional de que el dictamen se vote por seis magistrados de la Sala Superior, pero esto ocurriría con un suplente.
Aunque la Sala puede sesionar, e incluso habilitar el dispositivo legal para calificar la elección presidencial, en agosto de 2024, al estar incompleta enfrentaría problemas de carga de trabajo en las cinco magistraturas, pues el proceso electoral 2023-2024 (que inició formalmente el pasado 7 de septiembre) ya se prevé como uno de los más litigiosos de la historia, tanto por el número de cargos a elegir y las cientos de candidaturas que estarán en contienda, como por algunas novedades en el proceso, como las acciones afirmativas, las medidas de paridad sustantiva y las cientos de denuncias acumuladas por intromisión de funcionarios públicos en el proceso.
El nombramiento de magistradas y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación es una atribución del Senado de la República, a partir de propuestas hechas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
El pasado 25 de septiembre la SCJN cumplió con el envío de las ternas, una integrada por tres hombres y otra por tres mujeres.
Los nombres propuestos por los ministros son:
En el Senado se desahogaron las comparecencias de los seis aspirantes ante la Comisión de Justicia, y el 17 de octubre, se aprobó en dicha comisión la idoneidad de los perfiles, que fueron remitidos a la Junta de Coordinación Política de la Cámara alta.
La Junta tendría que enviar al pleno las ternas para que sean votadas, pero no hay fecha para ello, pues el Senado no sesionará sino hasta el martes 7 de noviembre.
Además, en la bancada mayoritaria (Morena) se han manifestado dudas con los perfiles que envió la Corte, y el diálogo con la oposición se encuentra roto, después la aprobación de la reforma que extinguió los fideicomisos del Poder Judicial, lo que podría aplazar los nombramientos.
No sería la primera vez que Morena obstaculice nombramientos que le corresponden al Senado en órganos del Estado. Ocurrió en abril con el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) y más recientemente con tribunales estatales.
El pasado 17 de octubre, el senador del PAN, Damián Zepeda, advirtió que −una vez aprobada la idoneidad de perfiles en la Comisión de Justicia− deben buscarse los consensos para no dejar incompleto un tribunal que resulta esencial para el buen desenlace de las elecciones de 2024.
“Sería muy lamentable que entráramos a un proceso tan importante con un tribunal mocho, con un tribunal incompleto. Sería irresponsable llegar a unas elecciones con ese vacío”, dijo.
Las redes sociales están inundadas de información inexacta o engañosa sobre el cambio climático.
Los expertos lo consideran un problema, porque si la gente cree estas mentiras se podrían retrasar las acciones para combatir el cambio climático.
La BBC analiza cinco afirmaciones falsas que se repiten con frecuencia en internet.
Un video en español en TikTok con miles de visitas sugiere erróneamente que el cambio climático provocado por el ser humano no es real.
Y, como ésta, numerosas publicaciones en diferentes idiomas se difunden en las redes sociales.
Sin embargo, la evidencia científica dice algo diferente.
La temperatura global promedio en la Tierra ya ha aumentado 1,1°C desde finales del siglo XIX.
Los científicos lo vinculan de manera concluyente con la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) que libera gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Estos gases, como el dióxido de carbono o el metano, retienen una cantidad adicional de energía en la atmósfera terrestre y calientan el planeta.
El calentamiento global ya está teniendo consecuencias amplias: los océanos se están calentando y el nivel del mar está aumentando, algunas especies están desapareciendo y el suministro de alimentos está en riesgo.
Además, son más frecuentes e intensos los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor.
“Estos cambios no son conceptos abstractos”, afirma Izidine Pinto, científica climática mozambiqueña que trabaja en el Real Instituto Meteorológico de Países Bajos.
“Son cambios tangibles y observables que los científicos del clima han estudiado y documentado ampliamente”.
Este tuit, en francés, describe erróneamente el calentamiento global como un proceso “natural” sobre el cual los humanos tienen poca o ninguna influencia.
Esta afirmación la hacen a menudo usuarios de las redes sociales que cuestionan el papel del ser humano en el cambio climático.
Para respaldarla suelen decir que, en la historia de nuestro planeta, ha habido múltiples ciclos de calentamiento y enfriamiento.
La existencia de esos ciclos está bien documentada, pero fueron impulsados principalmente por causas naturales, como cambios en la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Y los científicos han demostrado de manera concluyente que, sin los humanos quemando combustibles fósiles, la actual tendencia al calentamiento no habría tenido lugar.
El ritmo al que se están produciendo estos cambios también es significativo.
La última vez que la Tierra experimentó un cambio importante en su temperatura promedio, aumentó 5°C en un período de varios miles de años.
Pero el ritmo actual de calentamiento es significativamente más rápido: en unos 150 años el planeta ya se ha calentado 1,1°C.
Y los científicos afirman que, con base en los acuerdos climáticos actuales, los aumentos de temperatura pueden llegar a 2,5°C a finales de siglo.
Este usuario nigeriano publicó en X -antes Twitter- que el cambio climático no es un problema de África.
Es una afirmación común entre los usuarios de redes sociales en países en desarrollo, quienes a veces describen el cambio climático como un “problema occidental” con poca relevancia para su vida cotidiana.
Otros sugieren erróneamente que la acción climática es parte de un “complot” de las naciones más ricas para impedir el crecimiento de las economías emergentes.
Los países prósperos -como Estados Unidos, Reino Unido, China o la Unión Europea- han sido, de hecho, responsables de la mayoría de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero que están impulsando el calentamiento global.
Pero el cambio climático no conoce fronteras y sus consecuencias ya se están sintiendo en todo el mundo, especialmente en los países de bajos ingresos, muchos de los cuales carecen de recursos para prepararse adecuadamente.
En los últimos meses varias naciones de Medio Oriente (Siria, Irak, Irán) se han visto afectadas por la sequía, y otras en África Oriental (Kenia, Etiopía, Somalia) han sufrido graves inundaciones.
“El cambio climático es un problema global, pero con impactos desiguales”, afirma Farhana Sultana, de la Universidad de Syracuse, en Estados Unidos. Asegura que “afecta desproporcionadamente a las comunidades de los países en desarrollo que menos contribuyeron a crear el problema”.
Esto ha llevado a algunos activistas climáticos a pedir a las naciones más ricas que tomen la iniciativa en financiar acciones para prevenir nuevos cambios en el clima (mitigación) y ayudar a otros a lidiar con el daño ya causado (adaptación).
“Todos los países deben dedicar sus mayores esfuerzos tanto a la mitigación como a la adaptación, y los principales emisores deben hacer más para reducir todo lo que fomente un mayor deterioro climático”, expone Sultana.
Este tuit, escrito en portugués, sugiere falsamente que los niveles del mar “siguen siendo los mismos” a pesar del calentamiento global.
A menudo se publican afirmaciones similares junto con fotografías de zonas costeras para ilustrar cómo en realidad no se observa aumento alguno en el nivel del mar a simple vista.
A medida que el planeta se calienta, el hielo atrapado en glaciares y capas de hielo ha comenzado a derretirse, aumentando la cantidad total de agua en el océano.
Además de eso, el agua se expande al calentarse y la NASA asegura que los océanos ya han absorbido el 90% del calentamiento del planeta. Así, a medida que las temperaturas aumentaban, los océanos también se expandieron.
Se estima que en los últimos 100 años el nivel global del mar ya ha aumentado entre 160 y 210 mm.
Este proceso se está acelerando y ya está teniendo un impacto: el aumento del nivel del mar acelera la erosión costera y facilita las inundaciones.
Los científicos plantean que, si no se toman medidas rápidas, el nivel del mar podría aumentar hasta 2 metros para finales de 2100.
Esto significa que millones de personas que actualmente viven en áreas costeras pronto podrían ver sus zonas inundadas o incluso bajo el agua.
“La manifestación de esta realidad es evidente en muchas comunidades costeras de África occidental”, indica Ayoola Apolola, estudiante de doctorado nigeriana que investiga los aumentos extremos del nivel del mar inducidos por el clima.
Cita como ejemplo la localidad de Ilaje, en el suroeste de Nigeria, donde algunos informes indican que “más de la mitad de la población ha sido desplazada” por el aumento del nivel del mar.
En países expuestos a un clima extremadamente frío, la idea de un planeta más cálido puede parecer atractiva a primera vista.
En Facebook, un usuario en Rusia sugirió, por ejemplo, que el clima más cálido en otoño es un resultado positivo del calentamiento global.
El problema es que cualquier beneficio marginal que pueda resultar del cambio climático queda eclipsado por su impacto más amplio en todo el planeta.
La ONU estima que si la temperatura global promedio aumentara 1,5°C para finales de siglo, el cambio climático podría costarle al mundo US$54 billones.
El impacto de esos cambios sería generalizado.
Los países de Medio Oriente podrían ver cómo las tierras agrícolas se convierten en desiertos. Las naciones insulares del Pacífico podrían desaparecer bajo el aumento del nivel del mar. Y los estados africanos podrían verse afectados por la escasez de alimentos.
E incluso en países más fríos, como Rusia, los incendios forestales son cada vez más frecuentes a medida que el clima se vuelve más cálido y seco.
“El hecho es que hemos observado muchos eventos extremos en todo el mundo“, asevera Trang Duong, profesora asistente en la Universidad de Twente en Países Bajos.
“Se dieron olas de calor en América del Norte, Europa y China en julio de 2023. También se están produciendo inundaciones más frecuentes e intensas en todo el mundo. Todos estos desastres causan catastróficas pérdidas económicas y de vidas humanas”.
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