El operador de Adán Augusto López, Daniel Flores Nava, fallecido en un accidente aéreo a finales de julio, era director de Proyecta Industrial de México, SA de CV, una empresa creada en 2011 que solo vendía equipo de protección y hacía reparaciones en la refinería de Salamanca en Guanajuato durante el sexenio pasado, pero que con la autonombrada “cuarta transformación” creció de manera exponencial. Sus ganancias aumentaron en 13,000% gracias a adjudicaciones directas para construir la refinería de Dos Bocas.
En cinco años del sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), la compañía participó en licitaciones públicas y apenas logró 196 millones de pesos, pero en los primeros tres años de la administración de Andrés Manuel López Obrador sumó 27 mil 119 millones de pesos en contratos con Pemex, sin siquiera competir con otras empresas.
De ese total, 26 mil millones 735 mil pesos corresponden a cuatro contratos por adjudicación directa para la construcción de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, una de las obras prioritarias del mandatario. Este dinero significa el 22% del presupuesto gastado en dicha obra hasta 2021, cuando sumaba 120 mil millones de pesos.
Para dimensionar el monto de contratos que recibió este proveedor en la refinería, la cifra es mayor al presupuesto invertido en el Metro de la CDMX para mantenimiento en 2023, que ascendió a 19 mil 700 millones de pesos. Es comparable a los 27 mil millones de pesos del programa La Escuela es Nuestra, que supuestamente atiende la infraestructura escolar. Y también es la tercera parte del presupuesto para solventar las becas para estudiantes de todos niveles en el país durante un año.
El mes pasado, Daniel Flores Nava acompañó en sus actos proselitistas en Zongolica, Orizaba y Córdoba, Veracruz, a Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación y aspirante presidencial de Morena. Al abandonar el estado rumbo a Toluca, Estado de México, el 28 de julio, la avioneta en la que viajaba se desplomó a los pocos minutos de despegar.
Al enterarse del fallecimiento, el exsecretario de Gobernación suspendió su actividad proselitista del sábado 29 de julio. “Daniel Flores no solo fue un visionario que, con honestidad y entrega, abonó a la construcción de un México más próspero y soberano, también fue un buen amigo, y me entristece su partida. Por respeto a él, cancelaremos los eventos restantes del día de hoy. Abrazo con afecto a su hermosa familia y a sus seres queridos”, escribió en su cuenta de Twitter.
Acompañó el mensaje con una fotografía donde aparecía él con el presidente López Obrador; el director de Pemex, Octavio Romero; la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el empresario Flores Nava, quien se encontraba frente a ellos explicando algo con láminas a su lado.
Se trató del recorrido del presidente López Obrador para supervisar el avance en la construcción de Dos Bocas el 18 de octubre de 2020, cuando se comprometió a que la obra sería inaugurada el 1 de julio de 2022.
En la fecha de la fotografía, Flores Nava ya había obtenido el contrato más oneroso de toda su historia como proveedor de gobierno y ser uno de los constructores de Dos Bocas: una adjudicación directa por 775 millones de dólares, que, al tipo de cambio de esa fecha, equivalió a 16 mil 283 millones de pesos.
Se trató del contrato número PTI-ID-S-P5-1-2020, firmado el 13 de agosto de 2020, para el “Desarrollo de la ingeniería, procura, actividades tempranas y soporte, complementarias en la fase II-A, para la construcción, pruebas, puesta en operación y actividades (…) el paquete 6 durante la fase II-B para la refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco”.
Al final de ese año, el 30 de diciembre, consiguió otra adjudicación directa por 6 mil 881 millones de pesos, a través del contrato número PTI-ID-O-P6-2-2020, para “la ejecución de la ingeniería complementaria, procura y construcción de instalaciones del libramiento providencial, las cimentaciones superficiales, el sistema de contra incendio”, de la fase II-B.
Los siguientes dos contratos, también por adjudicación directa, ocurrieron un año después, el 1 y 5 de octubre de 2021, por 6 mil 881 millones y 2 mil 585 millones de pesos, para dar servicios a Dos Bocas.
Se trata de información oficial entregada por Pemex PTI Infraestructura de Desarrollo, SA de CV, vía transparencia y que se encuentra disponible en la Plataforma Nacional de Transparencia.
Una persona preguntó “cuántos y cuáles contratos le ha adjudicado Pemex (Corporativo, Logística, Exploración, Producción, Transformación industrial) a Proyecta Industrial de México, SA de CV, con el RFC PIM110705A78, para la refinería de Tula y cuántos y cuáles para la refinería de Dos Bocas del año 2020 a la fecha (febrero de 2022)”.
La filial de Pemex respondió al folio 330023822000204 con el listado de los contratos con la empresa. Se trató de la única respuesta con información, pues en la plataforma aparece una decena de solicitudes dirigidas a filiales de Pemex y a la Secretaría de Energía, pero en la mayoría de los casos respondieron que no localizaron contratos con la compañía entre sus archivos.
Para comparar los contratos que Proyecta Industrial de México tuvo en el sexenio pasado, Animal Político revisó la información recopilada en la plataforma QuiénEsQuién.Wiki. De ahí se desprende que la compañía tuvo 17 contratos entre 2012 y 2017 que sumaron 196 millones de pesos.
La totalidad de los contratos fue a través de licitaciones públicas, es decir, la compañía compitió con otras empresas, para ser proveedor de Pemex Refinación (ahora Pemex Transformación Industrial) y dar servicios a la refinería de Salamanca. En ningún caso, los contratos superaron los 50 millones de pesos de forma individual.
El contrato más bajo fue por 132 mil pesos, en abril de 2013, para vender equipo de protección. Otros contratos más, entre 2012 y 2015, fueron por el mismo concepto a través de distintas licitaciones; el de mayor monto, por 14 millones de pesos, fue firmado en abril de 2015.
Ocho contratos más fueron para proveer servicios contra incendios, como la “aplicación de recubrimiento en estructuras de equipos de proceso de la planta de la refinería Ing. Antonio M. Amor en Salamanca, Guanajuato”. Todos fueron firmados entre 2013 y 2015, por montos que van de los 5 a los 33 millones de pesos.
El contrato más oneroso en el sexenio pasado fue por 48 millones de pesos para la rehabilitación y puesta en operación de los tanques de almacenamiento MJW-T-157, MJAT89, MJA-T-90 y MJA-T-91 de la refinería Francisco I. Madero, en Ciudad Madero, Tamaulipas.
Estos contratos hicieron la diferencia para el crecimiento de la empresa que, según su acta constitutiva, fue creada el 5 de julio de 2011, pero que en los siguientes siete años había conseguido contratos menores con el gobierno.
A partir de esta administración, y tras obtener las contrataciones multimillonarias, Flores Nava informó que planeaba la expansión de la empresa hacia otros países de Latinoamérica como Brasil y Colombia, y luego avanzar a otras regiones del mundo. Así lo reportó el portal de noticias El titular noticias al retomar declaraciones del empresario.
“El CEO de Proyecta Industrial, Daniel Alejandro Flores Nava, considera que la expansión y la diversificación son clave para sortear las crisis, como la recientemente provocada a nivel mundial por la pandemia de COVID-19”, dijo al medio, que también destacó que Proyecta Industrial contaba con “experiencia y respaldo como contratista en más de 50 plantas industriales del Sistema Nacional de Refinación de Petróleos Mexicanos”, servicios y conocimientos que pretendía llevar a otros países.
Como altruista, Flores Nava apoyó a niños de un equipo de beisbol, el deporte favorito del presidente López Obrador. En mayo pasado, entregó un premio de mil dólares al equipo de la Liga Mandarina de Monterrey, ganador en el torneo nacional, que utilizaría el monto para cubrir los viáticos del viaje a Modesto, California, Estados Unidos, donde los niños serían representantes de México en la Liga Pony.
Imagina que se libra una batalla en la sala de juntas de una empresa multimillonaria que desarrolla una tecnología futurista potencialmente capaz de salvar o destruir el mundo.
Su director ejecutivo, que cuenta con el apoyo de los líderes mundiales, es derrocado por directivos de alto nivel que se vuelven contra él, provocando una reacción del resto de la empresa que exige despedirlos a ellos.
No es el guion de una serie de Netflix, sino los últimos días en OpenAI.
Periodistas, inversores y aficionados a la tecnología han estado observando los acontecimientos como si de una producción de ficción se tratara, aunque las opiniones difieren sobre si sería un thriller o una comedia.
La batalla en la cúspide de OpenAI, la empresa creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, comenzó repentinamente el pasado viernes, cuando la junta directiva anunció el despido del cofundador y director ejecutivo Sam Altman.
En una publicación en un blog, la junta acusó a Altman de no ser “consistentemente sincero en sus comunicaciones” y alegó que, como resultado, había “perdido confianza” en su liderazgo.
Sólo hay seis personas en esa junta y dos de ellos eran Sam Altman y otro cofundador, Greg Brockman, quien renunció después de que el primero fuera despedido.
Cuatro figuras muy cercanas a Altman y la empresa entraron de inmediato en acción, tomando por sorpresa a toda la comunidad tecnológica, incluidos –supuestamente– sus propios inversores.
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Elon Musk, también cofundador de OpenAI, escribió en X (antes Twitter) que estaba “muy preocupado”.
Ilya Sutskever, el científico jefe de la empresa, era miembro de esa junta y escribió que “no tomaría medidas tan drásticas a menos que lo considerara absolutamente necesario”.
Ahora Sutskever ha expresado su pesar por la decisión y es uno de los muchos firmantes de una explosiva carta dirigida a la junta directiva, en la que piden el regreso de Altman y Brockman y amenazan con abandonar OpenAI si esto no sucede.
Entonces, ¿qué fue lo que desató esta rápida bola de nieve? En realidad aún no lo sabemos, pero se barajan algunas opciones.
Hay informes de que Altman consideraba algunos proyectos de hardware, como la financiación y el desarrollo de un chip de IA, lo que supondría una dirección bastante diferente en OpenAI. ¿Había asumido algunos compromisos de los que la junta no estaba al tanto?
¿O podría reducirse a una fuente de conflicto muy antigua y muy humana, como el dinero?
En una nota interna cuyo contenido se difundió ampliamente, la junta dejó claro que no acusaba a Altman de “malversación financiera”.
Pero sabemos que OpenAI se fundó como una organización sin fines de lucro; es decir, una empresa que no pretende ganar dinero. Recibe suficientes ingresos para cubrir sus propios costos de funcionamiento y cualquier exceso se reinvierte en el negocio. La mayoría de las organizaciones benéficas son sin fines de lucro.
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En 2019 se estableció una nueva rama de la compañía que sí buscaba obtener beneficios. La firma expuso cómo coexistirían las dos. La parte sin fines de lucro lideraría a la que obtuviera ganancias y se impondría un límite a los rendimientos que los inversores pudieran obtener.
No todo el mundo estaba contento con esto y se dijo que fue una razón fundamental tras la decisión de Elon Musk de abandonar la corporación.
OpenAI, sin embargo, se encuentra ahora en la circunstancia favorable de valer una enorme cantidad de dinero.
Según informes, una venta de acciones de empleados que no se llegó a materializar esta semana fue valorada en $86 mil millones de dólares.
¿Podría haber presiones para dar más poder a la parte lucrativa del negocio?
OpenAI está detrás de la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Todavía no existe y es fuente de preocupación y asombro.
Es básicamente la idea de que algún día habrá herramientas de inteligencia artificial que puedan realizar una serie de tareas tan bien o mejor que los humanos (es decir, nosotros) en la actualidad.
La AGI tiene el potencial de cambiar toda la forma en que hacemos las cosas. Empleos, dinero, educación… todo eso queda en el aire cuando las máquinas pueden hacer cosas. Es, o será, un fenómeno increíblemente poderoso.
¿Está OpenAI más cerca de eso de lo que creemos? ¿Lo sabe Altman? En un discurso muy reciente, afirmó que lo que vendría el próximo año haría que el actual bot ChatGPT pareciera como “un familiar extravagante”.
Creo que eso es menos probable. Emmett Shear, el nuevo director ejecutivo interino de OpenAI, publicó en X que “la junta no destituyó a Sam por un desacuerdo específico sobre seguridad“.
También anunció que habrá una investigación sobre lo sucedido.
Pero Microsoft, el mayor inversor de OpenAI, ha decidido no arriesgarse a que Altman se lleve esta tecnología a otra parte.
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Anunció que el emprendedor se unirá al gigante tecnológico con sede en Seattle para liderar un equipo de investigación de IA aún por conformar. Su cofundador Greg Brockman lo acompañará y, a juzgar por la cantidad de empleados que publicaban hoy en X, parece que también se llevará a algunos de los mejores talentos de OpenAI.
Al parecer, Microsoft está dispuesto a igualar el salario de cualquier empleado de OpenAI que desee dejar la empresa.
Muchos miembros del personal de OpenAI compartían la misma publicación en X, que dice: “OpenAI no es nada sin su gente”.
¿Es eso una advertencia para Shear de que va a tener que contratar personal nuevo? Un compañero de la BBC que estaba frente a la sede de OpenAI me dijo el lunes que a las 09:30 en San Francisco no se veía llegar gente a trabajar.
O, ¿quizá es simplemente un recordatorio de que, a pesar de que esta corporación trabaja en una forma de tecnología que está reconfigurando el mundo, se trata en el fondo de un drama muy humano?
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