Donald Trump nombró este jueves al antivacunas Robert F. Kennedy Jr como su futuro secretario de Salud, en recompensa por haberlo apoyado durante la campaña.
Bajo su dirección, el ministerio “jugará un gran papel para asegurar que todos estén protegidos de los productos químicos, los contaminantes, los pesticidas, los productos farmacéuticos y los aditivos alimentarios peligrosos que han contribuido a la enorme crisis de salud en este país”, escribió Trump en un comunicado en su red Truth Social.
El sobrino del presidente asesinado John F. Kennedy, abogado de derecho ambiental sin formación científica, renunció en agosto a ser candidato independiente a la presidencia para apoyar al magnate.
Ha propagado teorías de conspiración, especialmente sobre las vacunas contra el covid-19, y advirtió durante la campaña que recomendará eliminar el flúor del suministro de agua. Esta medida destinada a prevenir las caries es considerada por la comunidad médica como un gran logro sanitario.
Este personaje pintoresco contó durante la campaña varias historias extrañas, como que padece un gusano parasitario en el cerebro y que depositó un cachorro de oso muerto en Central Park, en Nueva York.
Con sus nombramientos el presidente electo de 78 años trata por todos los medios de evitar lo que calificó de “mayor error” de su primer mandato.
“Elegí a algunas personas que no debería haber elegido”, es decir “que no eran leales”, afirmó en un pódcast grabado a finales de octubre con Joe Rogan.
“Las elecciones de Trump responden a dos criterios: la lealtad y la ruptura“, declaró a la AFP Todd Belt, profesor de ciencias políticas en la universidad George Washington.
Quiere rodearse de aliados que “no van a perder el tiempo diciéndole lo que no puede hacer”, añade.
Todavía tiene que anunciar nombramientos muy esperados como el del secretario del Tesoro, el encargado del Comercio Exterior y el portavoz de la Casa Blanca.
El senador demócrata John Fetterman resumió la sensación en su partido, aún aturdido por la victoria aplastante del republicano en las elecciones presidenciales.
En declaraciones a NBC, afirmó que la ráfaga de nombramientos de los últimos días era un “troleo de competición” para fastidiar “a los progresistas”.
Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero, provocó un terremoto político el miércoles con sus elecciones para dirigir la inteligencia y el ministerio de Justicia.
La futura jefa de los servicios de inteligencia de la primera potencia mundial, Tulsi Gabbard, es una tránsfuga del Partido Demócrata conocida por sus posiciones favorables a Rusia.
Si el Senado lo confirma, el departamento de Justicia quedará en manos de un trumpista muy polémico: Matt Gaetz.
Este congresista ha sido acusado de tener relaciones sexuales con una menor de edad.
Gaetz, sin experiencia en el ámbito judicial, “debe ser el peor nombramiento de secretario en la historia estadounidense”, afirmó el exconsejero de seguridad nacional de Donald Trump, John Bolton, en NBC.
Donald Trump, con excepción de una visita relámpago a Washington el miércoles, se ha refugiado desde su victoria en su residencia de Florida.
Según la prensa, elige a sus lugartenientes viendo las intervenciones televisivas de los candidatos.
El primer mandato del republicano, entre 2017 y 2021, había sido una sucesión de despidos espectaculares.
Esta vez, el 45º y pronto 47º presidente de Estados Unidos privilegia a personalidades que a veces no tienen ninguna experiencia en el aparato del Estado pero que le han sido leales incondicionalmente.
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Como Elon Musk, que va a llevar a cabo una misión de recorte del gasto público y de desregulación.
En su red social X el hombre más rico del mundo invitó a personas con coeficiente intelectual “alto” y “dispuestas a trabajar más de 80 horas por semana en tareas ingratas de reducción de gastos” públicos a enviarles un currículum.
Varios futuros secretarios o consejeros son invitados habituales en el canal favorito de los conservadores, Fox News, donde alaban a Trump.
El magnate, antiguo presentador de telerrealidad y gran consumidor de televisión, se interesa en la apariencia física de las personas que lo rodean.
Para dirigir el Pentágono, Donald Trump incluso eligió a un presentador de Fox News, Pete Hegseth, que considera que el ejército es demasiado progresista.
El futuro presidente ha tomado algunas decisiones que contrastan con esta búsqueda de lealtad absoluta, como el senador de Florida Marco Rubio, su futuro
jefe de la diplomacia. Con él ha pasado de mantener relaciones conflictivas en el pasado a ser grandes aliados.
Nora tiene pesadillas desde que piensa en la posibilidad de ser deportada. Sus hijas Christell y Leah están dispuestas a abandonar EU para mantener a la familia unida.
Nora no durmió durante la noche electoral. A medida que Donald Trump sumaba votos y el mapa de Estados Unidos se teñía de rojo, crecía su temor a ser deportada.
Aunque sus dos hijas son ciudadanas estadounidenses, Nora es indocumentada. Llegó a Estados Unidos hace 24 años, después de que el huracán Mitch devastara su pueblo en Nicaragua.
“Ando desvelada, no he podido dormir. Vuelve el miedo nuevamente”, dice tras pedir que su identidad se mantenga anónima debido a su estatus migratorio.
La campaña republicana insistió en un lema que resume el punto de partida del segundo mandato de Trump frente a los migrantes indocumentados: “¡Deportaciones masivas ahora!”.
Esta propuesta se convirtió en un tema diario de discusión entre Nora, de 47 años, y sus hijas Christell y Leah, de 30 y 19, durante las últimas semanas de campaña, en las que decidieron hacer un plan de respuesta familiar ante el posible triunfo del candidato republicano.
“Nos sentamos a hablar, porque teníamos mucha ansiedad y mucho miedo”, recuerda Nora. “Mis hijas me dijeron que, si tomo la decisión de marcharme de Estados Unidos, ellas se irían conmigo”.
Christell y Leah no pueden pedir a su madre ante las autoridades migratorias porque entró de forma irregular por la frontera sur. “El triunfo de Trump nos aterroriza”.
El expresidente conquistó más de los 270 votos del Colegio Electoral que requería para consolidarse como el ganador de los comicios.
Además, los republicanos lograron el control del Senado, lo cual le permitirá a Trump avanzar en sus iniciativas de gobierno.
JD Vance, el compañero de fórmula de Trump como aspirante republicano a la vicepresidencia, dijo en una entrevista con el canal ABC que la deportación masiva de migrantes podría comenzar con un millón de personas indocumentadas.
Sin embargo, expertos en legislación migratoria cuestionan el costo y la factibilidad de esta propuesta. Algunos estiman que mantener un plan como el que propone Trump costaría alrededor de US$100.000 millones.
Cerca de 11 millones de migrantes indocumentados vivían en Estados Unidos hasta 2022, según la información más reciente publicada por el Departamento de Seguridad Nacional.
Casi la mitad de esta población proviene de México, seguida por Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los migrantes indocumentados representan 3.3% de los habitantes de Estados Unidos y al menos 8.3 millones son trabajadores, de acuerdo con el instituto de investigación Pew Research Center.
La mayoría de los migrantes indocumentados se concentran en seis estados: California, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey e Illinois.
Sin embargo, el Pew Research Center advierte que este panorama puede haber cambiado durante los últimos dos años debido a tres factores que aún no se reflejan en las estadísticas oficiales:
En el año 2000, cuando Nora se quedó sin empleo después del huracán Mitch, la decisión más difícil no fue emigrar a Estados Unidos junto con su esposo.
Lo más doloroso fue dejar a su hija Christell, quien tenía 6 años en aquel momento, con la abuela.
A la pareja le tomó cuatro años juntar el dinero necesario para sacar a Christell de Nicaragua y llevarla a Estados Unidos. Un año después nació su segunda hija, Leah, en Miami.
Durante su primer gobierno (2017-2021), Trump respondió al repunte en la entrada irregular de migrantes por la frontera sur con una orden polémica: separar a los padres de sus hijos para disuadir a las familias de emigrar hacia EU sin seguir lo marcado por la ley.
Aquella situación sembró tanto miedo en la casa de Nora, que su hija Leah se ofreció a defenderla públicamente de la amenaza de ser deportada, aunque solo tuviera 12 años.
Leah Cayasso se convirtió en redes sociales en “Leah, la activista” (@LeahTheActivist) y se identificaba a sí misma como una “orgullosa hija de migrantes”.
“Quieren quitarme a mi mamá”, dijo Leah desde una tarima durante un acto contra la política migratoria de Trump en 2018, cerca de la Casa Blanca en Washington DC.
“No me gusta vivir con este miedo. No puedo dormir. No puedo estudiar. Estoy estresada”, afirmó entre lágrimas ante una audiencia que le pareció multitudinaria.
“Tengo miedo de que se lleven a mi mamá mientras está en el trabajo, conduciendo o en casa”, expresó en aquel momento.
Seis años después de aquella experiencia, Leah ya no hace activismo, aunque respalda la lucha de su madre por encontrar una alternativa para obtener la ciudadanía.
“Yo tenía las esperanzas de una chica muy joven que no entendía muy bien lo que estaba pasando”, cuenta Leah en una llamada telefónica.
“Fue difícil no ver resultados y hasta cierto punto perdí un poco la esperanza.
“Ahora que comprendo la situación, creo que la mejor opción para mi mamá es que se apruebe un TPS para los nicaragüenses”.
El estatus de protección temporal, conocido como TPS por sus siglas en inglés, brinda una protección a los ciudadanos que no pueden regresar de forma segura a sus países, como es el caso de Cuba, Haití o Venezuela.
El Departamento de Seguridad Nacional de EU ofrece TPS a los ciudadanos de países que afrontan tres “condiciones temporales”: conflictos armados, desastres naturales o sanitarios (como epidemias) u otras circunstancias “extraordinarias”.
En vista de que el perfil de Nora no se ajusta a las condiciones que exige Estados Unidos para optar por el permiso humanitario para los nicaragüenses, considera que la opción más expedita para lograr su legalización es un TPS.
“En estos 24 años que llevo en Estados Unidos, en los que he trabajado y he pagado impuestos, no ha habido ningún otro mecanismo para que yo cambie de estatus”.
“Qué difícil es pensar en volver a Nicaragua”.
El estatus migratorio de Nora es la mayor preocupación de toda la familia.
De hecho, Christell y Leah votaron por primera vez en estas elecciones con la esperanza de que si Kamala Harris ganaba, podría hacer “algo a favor de los migrantes”.
Durante su campaña, Harris prometió que buscaría agilizar el proceso de asilo y abrir vías legales para que los indocumentados tramitaran la ciudadanía.
Pero desde la victoria de Trump, temen verse obligadas a separarse de su madre.
“Me siento un poco triste y decepcionada de ver cuántas personas apoyaron a Trump”, asegura Christell. “Nos afecta mucho saber que nuevamente hay una amenaza hacia nuestra comunidad migrante y en especial hacia nuestra familia”.
En el ejercicio de imaginar los próximos pasos que van a seguir, Christell reconoce que emigrar de Estados Unidos “es una decisión difícil”.
Sin embargo, alberga la esperanza de que Biden tome una medida de última hora y decida conceder el TPS a los nicaragüenses.
En medio de la incertidumbre, Leah se aferra a una única certeza: “Haremos lo que sea por mi mamá”.
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