Canadá está a favor de que el T-MEC, pacto comercial con Estados Unidos y México, continúe, pero su primer ministro, Justin Trudeau, dijo este jueves que podría analizar otras opciones en función de las decisiones que tome el gobierno mexicano sobre el acuerdo.
“El T-MEC o nuevo TLCAN, como quieran llamarlo, ha sido increíblemente exitoso para la economía canadiense, para la economía estadounidense y para la economía mexicana. Esto es algo que nos gustaría ver que continúe, esa es mi primera opción”, respondió Trudeau en conferencia de prensa al ser cuestionado sobre sus conversaciones con Claudia Sheinbaum sobre el acuerdo comercial.
Trudeau agregó que velará siempre por los intereses canadienses y que le gustaría hacerlo en un mercado norteamericano “unido”, es decir, con sus socios comerciales en América del Norte: México y Estados Unidos.
“Idealmente lo haremos como un mercado norteamericano unido, pero a la espera de decisiones y elecciones que tome México, es posible que tengamos que buscar otras opciones, pero permítame decirlo nuevamente, mi situación ideal es que sigamos trabajando bien, juntos, para proteger empleos en Amércia del Norte”, explicó el primer ministro de Canadá.
Trudeau y Sheinbaum tuvieron una reunión bilateral en el marco de la Cumbre del G20 en Rio de Janeiro, Brasil.
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Trudeau comentó que ya ha planteado sus preocupaciones sobre la inversión china en México a la presidenta Sheinbaum. El T-MEC se revisará en 2026.
Sheinbaum también se refirió este jueves al T-MEC y Canadá al comentar que Trudeau no comparte la postura de primeros ministros de provincias de ese país que endurecieron su discurso hacia México e incluso comentaron que su nación debería negociar un acuerdo comercial con Estados Unidos y sin México.
“Él no está de acuerdo con eso; él está de acuerdo en mantener el tratado entre los tres países y fortalecer las relaciones”, dijo Sheinbaum.
La mandataria también mencionó que su gobierno alista un documento que resalta los beneficios del T-MEC para presentarlo al republicano Donald Trump cuando vuelva a la Casa Blanca en enero próximo.
“Es importante que haya un documento que hable de los beneficios (del T-MEC) para Estados Unidos, los beneficios para México y los beneficios para Canadá, que es algo importante para cuando nos sentemos primero con el presidente Trump, ya sea de manera directa o con su equipo”, dijo Sheinbaum durante su conferencia matutina.
“Hay esta idea de que se ha beneficiado México solamente o de que se ha beneficiado Canadá. Estados Unidos se ha beneficiado de una manera muy importante con este tratado. Es muy importante escribir todo eso”, añadió.
La mandataria dijo que habló de la importancia del tratado con el presidente estadounidense saliente Joe Biden y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, durante la cumbre del G20 que recién se realizó en Brasil.
Sheinbaum detalló que el documento hablará también de la contribución de los trabajadores mexicanos a la economía estadounidense, ante las amenazas de deportaciones masivas que ha hecho Trump.
“Son trabajadores de primera y contribuyen de manera muy importante a la economía de Estados Unidos, y todo eso es muy importante que quede en blanco y negro”, apuntó.
“Nosotros siempre vamos a ser positivos en la idea de que va a haber buena relación, pero estamos trabajando en todos los aspectos”, dijo.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, ha dicho que los gobiernos de las provincias de Canadá respaldan su idea de que el primer ministro, Justin Trudeau, negocie un acuerdo comercial bilateral con Estados Unidos y que se excluya a México.
Ford realizó una conferencia telefónica con los 13 primeros ministros provinciales en la que acordaron solicitar al primer ministro de su país para que priorice un pacto directo con el principal socio comercial de Canadá.
“Esta mañana, hablé con los primeros ministros de Canadá antes de nuestra reunión del Consejo de la Federación en diciembre sobre un enfoque del Equipo Canadá para asegurar un acuerdo de libre comercio que sea justo para los trabajadores canadienses y estadounidenses”, resaltó en su cuenta de X.
Estados Unidos es el mayor socio comercial de México, y destino de más del 80% de sus exportaciones gracias al tratado de libre comercio T-MEC.
Trump impulsó las negociaciones de ese acuerdo en su primer mandato para sustituir al acuerdo de libre comercio TLCAN, que estaba vigente desde 1994.
En esta última campaña electoral, Trump prometió imponer aranceles de al menos 25% a las exportaciones de México a menos que éste detenga “la embestida de criminales y drogas” que entran a Estados Unidos.
Además, prevé declarar un estado de emergencia nacional y recurrir al ejército para llevar a cabo una deportación masiva de migrantes cuando asuma la presidencia de Estados Unidos en enero, una de sus principales promesas de campaña.
En 2016 se creyó que Trump sería un problema para México y el resultado fue casi opuesto. Ahora llega un Trump más ambicioso y en México gobierna una mujer. Una coyuntura desafiante para dos países que se necesitan.
México es quizás el país más afectado en el mundo por lo que ocurre en Estados Unidos.
Las razones son de toda índole: por la frontera de 3.000 kilómetros que comparten, porque es su mayor socio comercial, porque millones de familias tienen miembros en ambos países.
Pero si es el más afectado por razones estructurales, también lo es por razones coyunturales.
Donald Trump fue elegido este martes como nuevo presidente de Estados Unidos en parte gracias a su agenda agresiva hacia México, la cual incluye altos aranceles a las importaciones desde ese país y la deportación de mexicanos indocumentados que estén en territorio estadounidense.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quiso calmar los ánimos en su conferencia de prensa del miércoles: “No hay motivo ninguno de preocupación (…) México siempre será un país independiente y soberano. Va a haber buena relación. No competimos entre nosotros, nos complementamos (…) Hay mucha unidad y mucha fortaleza de la economía mexicana”.
Sin embargo, las señales de alarma están prendidas.
“Para Sheinbaum va a ser un desafío enorme”, dice Juan Gabriel Tokatlián, doctor en relaciones internacionales. “Si esta política de desalojar migrantes es llevada a cabo y si hace un proteccionismo a ultranza concentrado en Estados Unidos, va a ser una situación muy complicada para México”.
Estos son los cuatro ámbitos sobre los cuales va a girar la compleja relación entre México y Estados Unidos durante los próximos 4 años.
El miércoles, el peso mexicano registró su peor marca en dos años, de casi 21 pesos por dólar, debido a la victoria de Trump.
Aunque la devaluación es una tendencia normal en países emergentes tras las elecciones en la primera economía del mundo y fue en principio una caída menos drástica de lo esperado, los inversionistas extranjeros creen que las restricciones comerciales prometidas por Trump pueden afectar el desempeño de la economía mexicana.
Por varias razones.
Las remesas que los mexicanos en Estados Unidos envían cada mes a sus familiares son uno de los pilares de la economía de consumo de este país: están, según cifras oficiales, entre el segundo y tercer mayor ingreso después del turismo y las ventas del petróleo.
Esa fuente de ingresos se puede ver afectada por las deportaciones y los aranceles de Trump.
En campaña, el republicano también dijo que piensa imponer aranceles del 25% a las importaciones de México si el país no detiene el tráfico ilegal de migrantes.
También aseguró que va a sancionar el transbordo de productos chinos a través de México e imponer una tarifa de 500% a los automóviles producidos por empresas chinas en México.
Según el centro de estudios Capital Economics, un arancel del 10% a los productos importados de México significaría una reducción del 1.5% del PIB mexicano.
Durante el primer gobierno de Trump, entre 2017 y 2021, la guerra comercial con China benefició a México, ya que empresas que producían allá acercaron sus fábricas a EE.UU. radicándolas en el país latinoamericano.
Gracias a esto, el año pasado México se convirtió en el mayor importador a Estados Unidos del mundo, entre otras razones porque goza de un Tratado de Libre Comercio que facilita la importación de productos de un país a otro.
El TLCAN, asimismo firmado con Canadá, tendrá que ser ratificado en 2026 por los tres países.
Aunque en 2020 Trump accedió a firmarlo, lo más probable es que ahora lo use como mecanismo de negociación frente a dos de sus grandes obsesiones: la batalla comercial con China y la migración.
“La pregunta es qué tipo de proteccionismo quiere Trump: si es concentrado en Estados Unidos, sin contemplar a Canadá y México, o si lo hace con ellos pero evitando la triangulación con China”, explica Tokatlián.
El otro gran eje de la relación bilateral va a ser la migración.
Trump prometió deportar un millón de migrantes indocumentados al año y dijo que va a reanudar la construcción del muro fronterizo entre los dos países.
Ambas promesas son difíciles de cumplir, según expertos, porque son costosas y pueden afectar a la economía estadounidense, que en parte depende de la mano de obra migrante.
Sin embargo, con que solo una parte de la “deportación masiva” prometida se realice ya hay razones para la preocupación en México.
Se estima que 5 millones mexicanos están en Estados Unidos en situación irregular.
“México va a insistir en el diálogo y va a informar lo que ya está haciendo”, dice Yanerit Morgan, una diplomática y académica mexicana.
Para evitar los aranceles, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador accedió a detener migrantes y logró reducir el flujo de personas que ingresaba a Estados Unidos.
“Sheinbaum va a seguir con esa política, pero va a tener que fortalecer mucho la red consultar en Estados Unidos, no solo por las deportaciones, sino por el trato a los mexicanos allá”, dice Morgan.
La nueva mandataria mexicana ha insistido en que la migración transnacional debe ser atendida a través de soluciones sociales en los países de origen, una iniciativa que en principio no aparece en el manual trumpista.
A la ecuación se añade el complejo tema del tráfico ilegal de drogas.
Más de 80.000 personas murieron en Estados Unidos el año pasado por cuenta del fentanilo, un potente opioide que se produce y trafica desde México.
Trump prometió que va a bombardear los laboratorios de fentanilo en México, bloquear los puertos mexicanos que transporten sus precursores y designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.
Ninguna de estas iniciativas ha sido comentada por Sheinbaum, pero al menos en principio suenan como medidas que en México tocarían la sensible fibra de la injerencia.
En julio, la relación bilateral entró en crisis debido a la detención en Estados Unidos del capo mexicano Ismael “El Mayo” Zambada. La operación no fue notificada al gobierno mexicano y eso generó disgusto en el Palacio Nacional.
Aunque los dos gobiernos tendrán mandatarios nuevos cuando Trump se juramente en enero, el tema inevitablemente va a ser abordado con este antecedente y bajo la preocupación histórica mexicana, aunque marcada en este gobierno, de proteger su soberanía.
Todo lo anterior va a depender de la relación que entablen los jefes de Estado, quienes, en principio, son muy destinos: él, conservador y capitalista, ganó en parte gracias a su rechazo de lo que llama “feminismo radical”; ella, de izquierda y crítica del neoliberalismo, tiene una profunda preocupación por la causa feminista.
En los dos años y medio que AMLO y Trump coincidieron se estableció una relación cordial, pragmática, proclive a la negociación, que dejó a muchos sorprendidos por sus diferencias ideológicas.
AMLO llegó a escribir un libro titulado “Oye, Trump” en el que explicaba la importancia de los migrantes para Estados Unidos y proponía medidas no policiales para atender la migración.
Los expertos esperan que Sheinbaum mantenga el pragmatismo de su antecesor. Antes de las elecciones ella dijo en que va a trabajar con quien quiera que ganase.
“Sheinbaum tiene suficiente carácter como para tener un diálogo interesante, importante, horizontal con él. Ella llegó con un fuerte apoyo popular y eso es algo que Trump no puede negar”, dice Morgan.
La relación bilateral ha pasado por todo tipo de coyunturas difíciles. En 2016 se creyó que Trump sería un problema para México y el resultado fue casi opuesto. Ahora llega un Trump distinto, quizá más ambicioso, y en México gobierna la primer mujer presidenta, una “progresista” y “ambientalista”, que goza de un notable apoyo popular. Se viene, en todo caso, otra coyuntura desafiante.
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