
El papa León XIV animó este jueves a Rusia y Ucrania a tener el “valor” de negociar de forma “directa” el final de la guerra, e incidió en la situación humanitaria en Gaza, en su primera Navidad como pontífice.
“Oremos de manera especial por el atribulado pueblo ucraniano, para que cese el estruendo de las armas y las partes implicadas, con el apoyo de la comunidad internacional, encuentren el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa“, dijo en su bendición navideña “urbi et orbi”, a la ciudad y el mundo.
Ucrania, invadida por Rusia desde febrero de 2022, espera la respuesta de Moscú al plan actualizado de Estados Unidos para poner fin a la contienda. Las últimas conversaciones directas se produjeron hace medio año y no resultaron en ningún cese de las hostilidades.
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Según los detalles revelados el miércoles por el presidente Volodimir Zelenski, el plan de Washington para Ucrania propone congelar el frente, y abre la puerta a crear zonas desmilitarizadas.
“Frágil es la carne de las poblaciones indefensas, probadas por tantas guerras en curso o terminadas dejando escombros y heridas abiertas”, declaró poco antes León XIV en su homilía, durante la misa oficiada en la basílica de San Pedro, en el Vaticano.

En su sermón, el papa destacó la difícil situación humanitaria en Gaza, después de una extenuante guerra de dos años entre Hamás e Israel que dejó decenas de miles de muertos y obligó a la población a desplazarse varias veces.
En ese sentido, recordó las “tiendas de campaña de Gaza, expuestas desde hace semanas a la lluvia, el viento y el frío”, y los cientos de miles de gazatíes que enfrentan el invierno en condiciones extremas.
El pontífice estadounidense y peruano también tuvo palabras para América Latina y sus líderes, y para los migrantes que “recorren el continente americano” en busca de un futuro mejor.
“Que el Niño Jesús inspire a quienes tienen responsabilidades políticas en América Latina para que, al enfrentar los numerosos desafíos, se le dé espacio al diálogo por el bien común y no a las exclusiones ideológicas y partidistas”, declaró tras la misa.
El único país de la región que mencionó en particular fue Haití, para el que pidió “que cese (…) toda forma de violencia y pueda avanzar por el camino de la paz y la reconciliación”.
León XIV, electo jefe de la Iglesia católica el pasado mayo, celebró la noche del miércoles su primera misa del Gallo como papa, y aprovechó para enviar un mensaje de “caridad y esperanza”.
En Gaza, la minúscula comunidad católica asistió a la misa del Gallo la noche del miércoles en el único templo de esta confesión en el enclave palestino.
“La guerra, en todas sus formas, ha sido durísima para todos los que vivimos en esta tierra. Esperamos que este año marque el inicio de una nueva fase, en la que termine por completo la guerra y vuelva la vida a Gaza”, dijo a AFP Elias Al Jalda, un cristiano gazatí.
“Nuestras celebraciones son muy limitadas. Intentamos vivir lo mejor posible con lo que tenemos, y esperamos que el próximo año traiga más paz y amor”, añadió Rami al Far, otro fiel que asistió a la misa.

La guerra de Gaza, consecutiva a la ofensiva del movimiento islamista Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023, obligó a anular los dos últimos años las celebraciones en Belén, la ciudad palestina donde según la Biblia nació Jesús.
Sin embargo, con la tregua en Gaza, la localidad cisjordana recuperó el espíritu festivo. Cientos de fieles se congregaron en la misa del Gallo en la iglesia de la Natividad, flanqueada por un imponente árbol decorado.
En la isla indonesia de Sumatra, devastada por las inundaciones que hace cuatro semanas dejaron más de un millar de muertos y al menos 170 desaparecidos, la iglesia protestante de Angkola albergó también a sus fieles, muchos de ellos residentes aún en refugios.
Krismanto Nainggolan, que perdió su casa en las riadas, en el distrito de Tapanuli Sur, dijo que la misa de Navidad este año fue “diferente” y agridulce.
“Los sentimientos son contradictorios. Cada palabras del pastor nos hizo llorar. Pero el espíritu de la Navidad nos da fuerza”, dijo a AFP.
Los temporales también amenazan otras partes del mundo. En California, Los Ángeles y la mayor parte del sur del estado se encuentran en alerta por inundaciones repentinas. Las autoridades, que temen el equivalente de varios meses de lluvia en los próximos días, emitieron órdenes de evacuación inmediata para cientos de hogares.

Y en Turquía, las autoridades detuvieron a 115 presuntos miembros del grupo yihadista Estado Islámico, sospechosos según la fiscalía de Estambul, de planear atentados durante las celebraciones de fin de año.
En otro registro, el presidente estadounidense, Donald Trump, dirigió un mensaje navideño en tono poco amigable a sus opositores demócratas.
“Feliz Navidad a todos, incluida la escoria de la izquierda radical que está haciendo todo lo posible para destruir nuestro país, pero está fracasando estrepitosamente”, dijo el republicano en su red Truth Social.

“El camino de ida puede ser largo, pero está lleno de esperanza. Sin embargo, el regreso es más difícil”, cuenta Sasha.
Sasha viaja en un tren nocturno que se adentra en una zona de guerra. La joven de 22 años va en el llamado “tren del amor”, que parte desde la capital ucraniana, Kyiv, para encontrarse con el hombre que ama en Kramatorsk, una ciudad en la región de Donetsk, en el este del país. El reencuentro será muy esperado, pero también breve.
Mientras toma su café de la mañana, Sasha le dice a BBC News: “No me preocupo por mí misma, sino por mi esposo. En este momento, él está saliendo de su posición”.
El viaje es agotador y muy peligroso, pero para Sasha, vale la pena el esfuerzo. “El camino de ida puede ser largo, pero está lleno de esperanza. Sin embargo, el regreso es más difícil”, comenta.
Desde el 5 de noviembre de 2025, Ferrocarriles Ucranianos ha suspendido los servicios de tren en Donetsk debido a la intensificación de los ataques contra la infraestructura ferroviaria. Ahora, el tren no se detiene en la propia Kramatorsk, sino en un pequeño pueblo que se encuentra a dos horas en autobús de la ciudad.
“Y durante ese transbordo, cualquier cosa puede pasar”, dice Sasha. “Pero es bueno que los trenes sigan funcionando, porque eso da esperanza”, añade.
Sasha se casó en agosto de 2025.
“Dmytro me lo dijo de inmediato: serás mi esposa. No le creí. No tenía planeado casarme antes de los 25 años”, dice ella con una sonrisa.
Su esposo es militar de carrera. Siete de sus 26 años de vida los ha pasado en las fuerzas armadas de Ucrania. Sasha también tiene vínculos con el ejército. “Todos los hombres de mi familia sirven. Mi padre es policía, pero después de jubilarse también se unió a las fuerzas armadas. Mi hermano mayor también está en el ejército”, explica.
Sasha viaja a Kramatorsk casi todos los meses. Desearía poder hacerlo con más frecuencia, pero para Dmytro es difícil conseguir permisos.
Después de la boda, Sasha llegó a considerar mudarse a Kramatorsk. “Hablamos de ello a principios de septiembre. Y hace un mes, volvimos a hablarlo. Y hace una semana. Hablamos de eso todo el tiempo, pero obviamente ahora no es posible porque Kramatorsk es peligrosa”, explica.
Dmytro elige zonas relativamente tranquilas y seguras para sus breves reencuentros, pero aún así, la ciudad sigue siendo “muy ruidosa” y hay “muchos ataques”. “Cuando él duerme a mi lado, no tengo miedo a nada”, añade Sasha.
El tren que toma desde Kyiv es de alta velocidad. Pero ese día, tiene un retraso de al menos dos horas.
“Va rápido hasta Poltava, pero una vez que llegamos a la región de Járkiv, tenemos que dar rodeos debido a los bombardeos a la infraestructura. Nunca se puede estar seguro de cuándo llegaremos. La gente se va enterando sobre la marcha”, explica el inspector del tren.
A veces el viaje se complica aún más después de que el tren llega al final del trayecto en la ciudad de Barvinkove. En una ocasión, el autobús estaba estacionado lejos de la estación y, finalmente, se marchó sin ella.
“Vi a una taxista”, recuerda Sasha. “Simplemente la convencí para que me llevara a Kramatorsk. Condujimos a través de la niebla durante unas tres horas. La carretera estaba llena de baches”.
“Lo único que me ayuda a seguir adelante es el sentido común: que todavía estamos vivos, hay comunicación, transporte y podemos vernos”, dice Sasha con una sonrisa.
Y después de cada encuentro, comienza a prepararse para el siguiente.
En el andén de Barvinkove, la gente desembarca con cautela. La niebla del atardecer añade atmósfera y, para algunos, una sensación de calma. “Cuando hay niebla, vuelan menos drones”, se susurran las abuelas entre sí.
En la oscuridad, quienes bajan del tren no están muy seguros de hacia dónde ir. La única opción es seguir a la multitud, compuesta en su mayoría por personas vestidas de camuflaje.
Un hombre con barba abraza suavemente a una chica con una chaqueta blanca. Me acerco a la pareja para charlar.
“Tomé valeriana para no llorar. La última vez lloré todo el tiempo y no pudimos despedirnos adecuadamente”, dice Polina, quien conoció a Andriy en un autobús hace cuatro meses. Él se dirigía a alistarse en el ejército. Ella regresaba a casa desde la costa.
Polina tiene 24 años y esta es su primera visita a Kramatorsk. Antes Andriy solía viajar a Kyiv los fines de semana.
“No llevamos mucho tiempo juntos y realmente ansiamos este tiempo a solas. En un momento dado, le dije a Andriy que ya no me importaba: vendría aunque fuera por medio día, solo para tomar un café juntos”, comenta ella.
Finalmente, a Andriy le dieron un pase de fin de semana, y Polina compró un billete de tren.
“Las relaciones a larga distancia son difíciles”, admite Polina. “Cuando Andriy no responde, empiezo a preocuparme de inmediato… pero puede que simplemente se esté duchando o algo así. Además, cada vez que nos vemos, siento que tenemos que volver a acostumbrarnos a la presencia física del otro, porque no nos conocemos desde hace tanto tiempo”.
El peligro es constante. Temprano por la mañana, cuando el tren de Polina llegó de vuelta a Kyiv, escuchó explosiones en el andén. Esa noche, la capital había soportado una de sus alertas de ataque aéreo más largas: más de 10 horas. Más tarde se confirmó que hubo decenas de heridos y dos muertos.
Mientras tanto, los trenes que llevan a las parejas a las ciudades de primera línea también alejan a las familias de ellas. Las autoridades locales instan regularmente a la población a marcharse por seguridad. El frente de batalla está a solo 20 km de las ciudades de Kramatorsk y Sloviansk. Ambas están bajo constantes bombardeos y también al alcance de los drones.
Cada día, unas 200 personas llegan al centro de evacuación en el límite de las regiones de Járkiv y Donetsk en busca de seguridad.
Algunos viajan en sus propios vehículos con un plan claro para su vida futura. Otros esperan el tren de evacuación de los Ferrocarriles Ucranianos, aunque con retraso debido a los constantes ataques rusos acabará por llegar.
“Ya estoy deseando que llegue el próximo encuentro”, dice Sasha con nostalgia. “Simplemente no hay tiempo para las lágrimas ni para la desesperación”.
Con reportería adicional del equipo de periodismo global de la BBC.
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