Para entender mejor
La oposición vuelve a la calle este jueves para marchar contra la investidura del presidente venezolano Nicolás Maduro, en una jornada de mucha tensión que parte con la promesa de María Corina Machado de salir de la clandestinidad y encabezar un “día histórico”.
El chavismo convocó igualmente a una manifestación paralela para apoyar a Maduro, que el 10 de enero asumirá su cuestionado tercer período consecutivo de seis años, en medio de una nueva ola de detenciones de opositores y dirigentes de la sociedad civil.
Machado acusa a Maduro de “robar” las elecciones del 28 de julio y reivindica la victoria de Edmundo González Urrutia, ya en República Dominicana para la última escala de una gira con destino incierto: quiere volar a su país para asumir el poder pero el plan luce improbable.
“Yo no puedo garantizar el día o la hora, puede ser antes, durante o después del 10 de enero, pero va a pasar”, dijo Machado en una rueda de prensa el martes. “Esa tiranía va a salir y Venezuela va a ser libre”.
La protesta opositora desafía el miedo instaurado en julio, después de una brutal represión a las manifestaciones que estallaron tras la proclamación del gobernante izquierdista, con saldo de 28 muertos, casi 200 heridos y más de 2.400 detenidos.
Hay cuatro puntos de concentración opositora en la capital, y el chavismo ya instaló tarimas en al menos dos de ellos para su manifestación.
Por seguridad, Machado no reveló desde donde partirá. “Yo no me perdería por nada del mundo ese día histórico”, dijo la dirigente el lunes en una entrevista con la AFP.
Maduro, en el poder desde 2013, anunció un “plan de defensa” con el despliegue masivo de militares y policías. El centro de Caracas, donde se encuentra el palacio presidencial y la mayoría de las sedes de los poderes públicos, está tomado desde la semana pasada por centenares de agentes de seguridad fuertemente armados.
El gobierno, que suele denunciar planes para derrocar a Maduro desde Estados Unidos y Colombia, anunció la captura de siete “mercenarios”, entre ellos dos estadounidenses: “un alto funcionario del FBI” y “un alto funcionario militar”.
“Venían a desarrollar acciones terroristas contra la paz”, zanjó el gobernante en un acto oficial.
Desde el martes de noche se registró una ola de denuncias de detenciones, con al menos una decena de arrestos.
Figuran entre los capturados Carlos Correa, reconocido activista dedicado a la defensa de la libertad de expresión, y Enrique Márquez, un candidato opositor minoritario en los comicios presidenciales que impugnó sin éxito ante la corte suprema la convalidación que hizo de la reelección de Maduro.
Antes fue el yerno de González Urrutia, Rafael Tudares, quien estaba con sus hijos cuando fue arrestado por funcionarios encapuchados.
El ministro del Interior, Diosdado Cabello, vinculó a Márquez y a Tudares con el supuesto agente del FBI y con un plan de golpe de Estado.
“Rafael no está vinculado directa o indirectamente con hechos políticos”, dijo su esposa, Mariana González, hija de González Urrutia, en un comunicado este jueves. “Es una medida de retaliación política contra mi padre”.
El papa Francisco se refirió a la “grave crisis política” en Venezuela y abogó por “negociaciones de buena fe”.
El acto de investidura presidencial está previsto para el viernes 10 de enero al mediodía en el Parlamento, que el chavismo controla.
González Urrutia, que se asiló en España el 8 de septiembre tras una orden de captura en su contra, ha dicho que quiere volver a Venezuela para asumir el poder.
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Cumple una gira que lo llevó a Argentina, Uruguay y Estados Unidos, donde se reunió con el presidente Joe Biden y representantes de su futuro sucesor, Donald Trump.
Luego fue a Panamá, país al que entregó en custodia las actas emitidas por las máquinas de votación que colectaron para probar la victoria opositora, y que el chavismo considera forjadas.
“Son esas actas mi verdadera banda tricolor presidencial”, dijo el opositor en Ciudad de Panamá.
La última escala es República Dominicana, donde se reunirá con el presidente Luis Abinader, antes de evaluar la posibilidad de un vuelo de una hora a Caracas.
Las autoridades venezolanas -que ofrecen 100.000 dólares por su captura- ya advirtieron que si llega al país “será detenido inmediatamente” y sus acompañantes internacionales tratados como “invasores”.
Los astrónomos en todo el mundo se preparan para ver un sistema estelar a unos 3.000 año luz que está a punto de estallar en un espectáculo luminoso.
Una fría noche de febrero de 1946, un colegial de 15 años miraba por la ventana de su dormitorio cuando hizo un sorprendente descubrimiento.
Michael Woodman, un entusiasta astrónomo aficionado de la ciudad de Newport, Gales, se había desvelado esperando a que su padre regresara a casa cuando notó algo extraño sucediendo en el cielo.
“Estaba la constelación Corona Boreal, pero en el anillo de la Corona, las segunda estrella abajo estaba radiante, muy radiante”, explica.
“Y pensé, ‘nunca antes he visto algo parecido'”.
A la mañana siguiente le escribió al Astrónomo Real, la autoridad de investigaciones astronómicas en Reino Unido.
Ahora, a los 94 años, sonríe al recordar con sorpresa la audacia que tuvo en su adolescencia.
“Y Dios me libre si el Astrónomo Real no me contestó con una carta que todavía conservo”.
Michael Woodman no solo había observado el raro evento celestial, sino que —como le informaron— era la única persona en el país en verlo.
Había detectado un sistema estelar, a unos 3 mil años luz de distancia, llamado T Corona Borealis —o abreviado a T Cor Bor— explotando brillantemente, que solo fue visible en el cielo nocturno por unos pocos días.
“Me había ganado la lotería”, expresa.
En estos días, una nueva generación de observadores está escaneando el firmamento del Hemisferio Norte en busca de T Cor Bor.
“T Cor Bor está tenue en el momento; su magnitud es de 10, mucho menor de lo que puedes ver con el ojo desnudo”, explica Jenifer Millar, de Fifth Star Labs, una empresa que desarrolla apps para la educación y descubrimientos científicos.
Como muestra la foto que sigue, para encontrar la región en el cielo donde aparecería, ella recomienda localizar primero el Carro característico de la Osa Mayor y seguir su cola hasta Arcturus (Arturo, una de las estrellas más brillantes).
Al occidente de esta estrella está la constelación Corona Boreal, compuesta de siete estrellas y donde T Cor Bor se iluminará en algún momento.
“Sólo será visible al ojo desnudo por un par de días”, señala la científica.
“Por supuesto, si tienes un par de binoculares o un pequeño telescopio, podrás verlo por un poco de tiempo, pero creo que es ese corto período lo que lo hace realmente especial”.
El fenómeno astronómico es causado por la interacción de dos estrella que orbitan entre ellas: una enana blanca —que es una estrella muerta— y una gigante roja, una estrella que está llegando al final de su vida.
La compacta enana roja ejerce una enorme atracción gravitacional, tan potente que le roba material a su vecina más grande.
“La fuerza de gravedad en la superficie de la enana blanca es un millón de veces mayor a la gravedad que sentimos en la Tierra, así que si estuviéramos allí, nos aplastaría instantáneamente”, comenta Jane Clark, de la Sociedad Astronómica de Cardiff.
Con el paso del tiempo, el material acumulado de la otra estrella queda aplastado y comprimido, hasta que finalmente desencadena en una explosión nuclear que despide una enorme cantidad de energía, un proceso conocido como una nova en evolución.
“Y cuando eso sucede, se iluminará como el mejor árbol de Navidad de la ciudad“, asegura la doctora Clark.
Los astrónomos creen que este proceso es recurrente, con una explosión de T Cor Bor sucediendo aproximadamente cada 80 años.
Pero no hay registros de esto.
Y ya ha habido unas cuantas falsas alarmas que T Cor Bor estaba a punto de aparecer, seguidas de un chasco.
Sin embargo, los expertos dicen que hay signos de que volverá a suceder pronto.
Y Michael Woodman ciertamente está listo para verlo otra vez.
“Alguien me meterá en un automóvil y me llevará a algún sitio agreste donde lo podré ver bien. Eso es lo que esperamos”, afirma.
Y si logra echarle otro vistazo al espectáculo, cree que lo pondrá en un club muy exclusivo, de un solo miembro.
“80 años después, estamos mirando al cielo otra vez, no sólo yo, sino todo el mundo aparentemente”, declara.
“Si estoy con vida, si lo veo, seré el único en haberlo visto dos veces”.
Luego, con una amplia sonrisa y una pequeña carcajada, añade: “¡Tengo que seguir respirando!”
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