En el más reciente informe de la agencia de Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en el que revelan el crecimiento de los poderosos carteles mexicanos y su presencia en toda la Unión Americana, la agencia antinarcóticos estadounidense advirtió que cárteles de droga -como el de Sinaloa y Jalisco- subcontratan a personas especializadas en el sistema financiero internacional para lavar su dinero.
De acuerdo con el informe Evaluación Nacional para la Amenaza de las Drogas (NDTA, por sus siglas en inglés), los blanqueadores y corredores de dinero criminales que contratan además pueden proporcionar “pagos rápidos y por adelantado” a los traficantes, mientras ellos mismos asumen el proceso de infiltrar el dinero ilícito en instituciones financieras desde dentro de los Estados Unidos.
“Estos blanqueadores de dinero normalmente no trabajan para un cártel en específico; más bien, aceptan contratos de lavado de dinero de múltiples organizaciones criminales, no todas ellas narcotraficantes, y utilizan redes de lavado de dinero que puedan abarcar varios países”, señala el documento.
La publicación del informe ocurre a solo unos días de que Anne Milgram, titular de la DEA, reprochó al gobierno de México por retrasar las visas de trabajo para sus agentes, lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó como una “exageración”, luego de asegurar que “lo único que queremos es que se entienda que somos un país independiente”.
Sin embargo, esta tensión entre la DEA y el Gobierno Federal no es aislada, se sumó a una turbulenta relación que han tenido la agencia antidrogas estadounidense y el mandatario federal desde el inicio de su sexenio.
De acuerdo con el documento, tanto el Cártel de Sinaloa como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) generan miles de millones de dólares en ganancias por la venta de drogas ilícitas, como el fentanilo o la metanfetamina, para lo cual utilizan el fraude y el engaño para hacer circular su dinero a través de los sistemas financieros estadounidenses y mundiales para enriquecerse y seguir financiando sus operaciones.
En 2022, investigaciones de la DEA llevaron a la incautación cientos de millones de dólares en activos que los cárteles mexicanos intentaron introducir discretamente al sistema financiero a través de instrumentos financieros como acciones, bonos y criptomonedas, así como bienes raíces y artículos de lujo que justamente ingresaron bajo el modelo de subcontratación en varios países.
Para lavar el dinero, la DEA asegura que los cárteles de droga mexicanos utilizan organizaciones chinas de lavado de dinero para trasladar sus ganancias de Estados Unidos a México, a través del sistema bancario clandestino de China.
“Los lavadores de dinero que operan dentro de los Sistemas Bancarios Clandestinos Chinos (CUBS, por sus siglas en inglés) actúan cada vez más como lavadores de dinero para organizaciones traficantes de México y Sudamérica para mantener liquidez en los CUBS”.
En mayo de 2023, un blanqueador de dinero chino llamado Jianxing Chen (también conocido como John Chen), con sede en Belice, se declaró culpable de cargos por lavado de dinero del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Según la investigación, desde Belice Chen organizó redes de efectivo, mensajeros y procesadores de dinero quienes recaudaron millones de dólares de ganancias en efectivo de drogas en Chicago, Houston, Los Ángeles, Nueva York y Atlanta. Durante muchos años, Chen y uno de sus coacusados, Xizhi Li (también conocido como Juan Lee, John Lee) lavaron el dinero y lo ingresaron a cuentas estadounidenses con beneficiarios en China y México.
Durante años, expertos en narcotráfico han asegurado que si realmente se quiere combatir al crimen organizado los gobiernos deben compartir estas redes financieras, que según el propio informe operan en 47 países alrededor del mundo y en los 50 estados que comprende los Estados Unidos.
La DEA también advirtió que los cárteles de Sinaloa y Jalisco siguen incrementando su participación en la introducción de fentanilo a aquel país, lo que incluso provocó que 38 mil estadounidenses murieran en los primeros 6 meses de 2023.
Además, señaló que el fentanilo y otras drogas sintéticas, como la metanfetamina, son las responsables de casi todas las sobredosis e intoxicaciones mortales por drogas en Estados Unidos en el país, por lo que ambos cárteles se han convertido en una amenaza no solo para la salud y la seguridad pública del país, sino para su panorama criminal.
“Las drogas sintéticas han transformado no solamente el panorama de las drogas en los Estados Unidos, con consecuencias mortales para la salud y seguridad; las drogas sintéticas también han transformado el panorama criminal en Estados Unidos, ya que los cárteles de la droga que fabrican estas drogas obtienen enormes ganancias de su venta”, señala el documento.
Con el título Las redes globales de los cárteles alimentan las muertes por droga en los Estados Unidos, la DEA describe cómo tanto el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), los más poderosos de México, controlan redes criminales en todo el mundo que desempeñan un papel fundamental en la producción y distribución de fentanilo, metanfetaminas y otras drogas sintéticas por toneladas.
Sin embargo, en el caso particular del territorio estadounidense, la agencia antidrogas señala que “juntos, el Cártel de Sinaloa y Jalisco han causado la peor crisis de drogas en los Estados Unidos”.
“Ellos dictan el flujo de casi todas las drogas ilícitas hacia Estados Unidos, y su dominio sobre el comercio de drogas sintéticas en particular es evidente en el implacable flujo de fentanilo y metanfetaminas ilícitas que cruzan la frontera hacia los mercados estadounidenses”.
Por ejemplo, señala que ambos cárteles deliberadamente comercian fentanilo ilícito en forma de pastillas para imitar los medicamentos que ingresan como marca registrada, lo que da como resultado que muchos estadounidenses compren y consuman estas drogas ilegales creyendo que son medicamentos legítimos.
Para conseguir esto, aseguran, los cárteles utilizan aplicaciones de mensajería encriptadas o abiertas, así como redes sociales, utilizadas tanto por los grandes cárteles como por traficantes callejeros para anunciar, organizar entregas y recibir pagos, todo de forma rápida, con un solo dispositivo y exposición mínima.
“Combinados, estos factores hacen la detección difícil y alimentan los envenenamientos por drogas en Estados Unidos en manos de los cárteles de Sinaloa y Jalisco”, señala.
Sobre la producción de fentanilo ilícito en México, el informe asegura que Los Chapitos son quienes dirigen esta producción en laboratorios escondidos en las montañas de Sinaloa, entre otros bastiones del Cártel de Sinaloa.
Y aunque indica que el CJNG no puede igualar la capacidad de producción de fentanilo del Cártel de Sinaloa sí “ha inundado las calles estadounidenses con fentanilo, a menudo mezclado con otras drogas”.
“Los carteles de Sinaloa y Jalisco fabrican fentanilo en laboratorios clandestinos que supervisan en México, tanto en forma de polvo como en pastillas falsas, y lo trafican hacia Estados Unidos a través de cualquiera de los muchos puntos de entrada que controlan”.
Durante todo su sexenio, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó que México produjera fentanilo hasta que en una entrevista para el programa 60 minutos, cadena estadounidense de la CBS, aceptó por primera vez que en México sí se produce fentanilo.
“El fentanilo se produce en Estados Unidos, Canadá y México. Y los precursores químicos proceden de Asia”, dijo el mandatario federal que después matizó en una conferencia de prensa su afirmación al asegurar que sí se produce, pero “muy poco”.
En 2016 se creyó que Trump sería un problema para México y el resultado fue casi opuesto. Ahora llega un Trump más ambicioso y en México gobierna una mujer. Una coyuntura desafiante para dos países que se necesitan.
México es quizás el país más afectado en el mundo por lo que ocurre en Estados Unidos.
Las razones son de toda índole: por la frontera de 3.000 kilómetros que comparten, porque es su mayor socio comercial, porque millones de familias tienen miembros en ambos países.
Pero si es el más afectado por razones estructurales, también lo es por razones coyunturales.
Donald Trump fue elegido este martes como nuevo presidente de Estados Unidos en parte gracias a su agenda agresiva hacia México, la cual incluye altos aranceles a las importaciones desde ese país y la deportación de mexicanos indocumentados que estén en territorio estadounidense.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quiso calmar los ánimos en su conferencia de prensa del miércoles: “No hay motivo ninguno de preocupación (…) México siempre será un país independiente y soberano. Va a haber buena relación. No competimos entre nosotros, nos complementamos (…) Hay mucha unidad y mucha fortaleza de la economía mexicana”.
Sin embargo, las señales de alarma están prendidas.
“Para Sheinbaum va a ser un desafío enorme”, dice Juan Gabriel Tokatlián, doctor en relaciones internacionales. “Si esta política de desalojar migrantes es llevada a cabo y si hace un proteccionismo a ultranza concentrado en Estados Unidos, va a ser una situación muy complicada para México”.
Estos son los cuatro ámbitos sobre los cuales va a girar la compleja relación entre México y Estados Unidos durante los próximos 4 años.
El miércoles, el peso mexicano registró su peor marca en dos años, de casi 21 pesos por dólar, debido a la victoria de Trump.
Aunque la devaluación es una tendencia normal en países emergentes tras las elecciones en la primera economía del mundo y fue en principio una caída menos drástica de lo esperado, los inversionistas extranjeros creen que las restricciones comerciales prometidas por Trump pueden afectar el desempeño de la economía mexicana.
Por varias razones.
Las remesas que los mexicanos en Estados Unidos envían cada mes a sus familiares son uno de los pilares de la economía de consumo de este país: están, según cifras oficiales, entre el segundo y tercer mayor ingreso después del turismo y las ventas del petróleo.
Esa fuente de ingresos se puede ver afectada por las deportaciones y los aranceles de Trump.
En campaña, el republicano también dijo que piensa imponer aranceles del 25% a las importaciones de México si el país no detiene el tráfico ilegal de migrantes.
También aseguró que va a sancionar el transbordo de productos chinos a través de México e imponer una tarifa de 500% a los automóviles producidos por empresas chinas en México.
Según el centro de estudios Capital Economics, un arancel del 10% a los productos importados de México significaría una reducción del 1.5% del PIB mexicano.
Durante el primer gobierno de Trump, entre 2017 y 2021, la guerra comercial con China benefició a México, ya que empresas que producían allá acercaron sus fábricas a EE.UU. radicándolas en el país latinoamericano.
Gracias a esto, el año pasado México se convirtió en el mayor importador a Estados Unidos del mundo, entre otras razones porque goza de un Tratado de Libre Comercio que facilita la importación de productos de un país a otro.
El TLCAN, asimismo firmado con Canadá, tendrá que ser ratificado en 2026 por los tres países.
Aunque en 2020 Trump accedió a firmarlo, lo más probable es que ahora lo use como mecanismo de negociación frente a dos de sus grandes obsesiones: la batalla comercial con China y la migración.
“La pregunta es qué tipo de proteccionismo quiere Trump: si es concentrado en Estados Unidos, sin contemplar a Canadá y México, o si lo hace con ellos pero evitando la triangulación con China”, explica Tokatlián.
El otro gran eje de la relación bilateral va a ser la migración.
Trump prometió deportar un millón de migrantes indocumentados al año y dijo que va a reanudar la construcción del muro fronterizo entre los dos países.
Ambas promesas son difíciles de cumplir, según expertos, porque son costosas y pueden afectar a la economía estadounidense, que en parte depende de la mano de obra migrante.
Sin embargo, con que solo una parte de la “deportación masiva” prometida se realice ya hay razones para la preocupación en México.
Se estima que 5 millones mexicanos están en Estados Unidos en situación irregular.
“México va a insistir en el diálogo y va a informar lo que ya está haciendo”, dice Yanerit Morgan, una diplomática y académica mexicana.
Para evitar los aranceles, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador accedió a detener migrantes y logró reducir el flujo de personas que ingresaba a Estados Unidos.
“Sheinbaum va a seguir con esa política, pero va a tener que fortalecer mucho la red consultar en Estados Unidos, no solo por las deportaciones, sino por el trato a los mexicanos allá”, dice Morgan.
La nueva mandataria mexicana ha insistido en que la migración transnacional debe ser atendida a través de soluciones sociales en los países de origen, una iniciativa que en principio no aparece en el manual trumpista.
A la ecuación se añade el complejo tema del tráfico ilegal de drogas.
Más de 80.000 personas murieron en Estados Unidos el año pasado por cuenta del fentanilo, un potente opioide que se produce y trafica desde México.
Trump prometió que va a bombardear los laboratorios de fentanilo en México, bloquear los puertos mexicanos que transporten sus precursores y designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.
Ninguna de estas iniciativas ha sido comentada por Sheinbaum, pero al menos en principio suenan como medidas que en México tocarían la sensible fibra de la injerencia.
En julio, la relación bilateral entró en crisis debido a la detención en Estados Unidos del capo mexicano Ismael “El Mayo” Zambada. La operación no fue notificada al gobierno mexicano y eso generó disgusto en el Palacio Nacional.
Aunque los dos gobiernos tendrán mandatarios nuevos cuando Trump se juramente en enero, el tema inevitablemente va a ser abordado con este antecedente y bajo la preocupación histórica mexicana, aunque marcada en este gobierno, de proteger su soberanía.
Todo lo anterior va a depender de la relación que entablen los jefes de Estado, quienes, en principio, son muy destinos: él, conservador y capitalista, ganó en parte gracias a su rechazo de lo que llama “feminismo radical”; ella, de izquierda y crítica del neoliberalismo, tiene una profunda preocupación por la causa feminista.
En los dos años y medio que AMLO y Trump coincidieron se estableció una relación cordial, pragmática, proclive a la negociación, que dejó a muchos sorprendidos por sus diferencias ideológicas.
AMLO llegó a escribir un libro titulado “Oye, Trump” en el que explicaba la importancia de los migrantes para Estados Unidos y proponía medidas no policiales para atender la migración.
Los expertos esperan que Sheinbaum mantenga el pragmatismo de su antecesor. Antes de las elecciones ella dijo en que va a trabajar con quien quiera que ganase.
“Sheinbaum tiene suficiente carácter como para tener un diálogo interesante, importante, horizontal con él. Ella llegó con un fuerte apoyo popular y eso es algo que Trump no puede negar”, dice Morgan.
La relación bilateral ha pasado por todo tipo de coyunturas difíciles. En 2016 se creyó que Trump sería un problema para México y el resultado fue casi opuesto. Ahora llega un Trump distinto, quizá más ambicioso, y en México gobierna la primer mujer presidenta, una “progresista” y “ambientalista”, que goza de un notable apoyo popular. Se viene, en todo caso, otra coyuntura desafiante.
Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.
Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.
También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro nuevo canal de WhatsApp, donde encontrarás noticias de última hora y nuestro mejor contenido.
Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.