La jefa de Patrulla del Sector del Valle Río Grande de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por siglas en inglés), Gloria Chávez, advirtió que detectaron a 155 mil drones presuntamente de cárteles mexicanos que vigilan las operaciones de agentes fronterizos y militares.
En una conferencia virtual, la funcionaria indicó que el gobierno estadounidense está invirtiendo en una “cantidad significativa” para desactivar los drones.
“155 mil drones que se han registrado hasta la fecha, los estamos captando desde febrero del 2022, fue cuando se notó que había drones que están vigilando nuestras operaciones a lo largo de la frontera no es exclusivo a la frontera del sur del valle de Texas, eso se ha visto a lo largo de la frontera suroeste con México donde se ha registrado la mayoría de este tipo de táctica que se está utilizando por los cárteles o por las organizaciones criminales”, comentó.
Explicó que los aparatos podrían atacar a los agentes fronterizos y militares, pues intentan cruzar drogas hacia los Estados Unidos. Dijo que el 80% de los oficiales están resguardando la frontera mediante patrullajes, pero tienen la amenaza de dichos drones.
“Sabemos perfectamente cómo están operando estos criminales aquí en esta zona, el sector del Río Grande. (…) Es muy peligroso para nosotros, es muy desconcertante para mí como jefa de esta región porque yo he visto videos donde los drones se arman y entonces causan daño a seres humanos, entonces mi gran preocupación es que esa táctica se utilice contra nuestros oficiales o nuestros soldados militares que están patrullando en la frontera”, añadió.
Recordó que dichas áreas son vigiladas, tanto en territorio nacional como en el estadounidense por lo que señaló que los drones tienen la capacidad para portar explosivos y hacer daño a las personas, dichas áreas son vigiladas en conjunto con el Ejército mexicano en colaboración.
“México es un compañero muy importante, porque vigilar la seguridad nacional es en beneficio de los dos países. México está muy dedicado en apoyar este esfuerzo con más de 10 mil tropas de la Guardia Nacional para combatir el narcotráfico en las garitas, sobre todo el fentanilo, que es muy peligroso. Es muy importante que México siga como compañero apoyando este esfuerzo”, puntualizó.
Chávez comentó que la migración ilegal disminuyó en un 71 % por las políticas que fueron implementadas por el gobierno del presidente Trump.
“Se ha visto un cambio tremendo, muy significante, donde ha disminuido la migración ilegal entre los puertos de entrada. Por ejemplo, el año pasado cerramos el año fiscal, que es del primero de octubre hasta el 30 de septiembre, lo cerramos con 135 mil detenciones, casi a diario se detenían 370 personas”, detalló Chávez.
El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump anunció este lunes una “asistencia de viaje” y el pago de mil dólares a los migrantes que usen una aplicación gubernamental para “autodeportarse”.
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Desde que comenzó su segundo mandato en enero, el magnate republicano tomó medidas drásticas para frenar la migración e impulsó una campaña que alienta a los extranjeros en situación irregular a “autodeportarse”.
El Departamento de Seguridad Interior (DHS) lanzó la aplicación móvil CBP Home para que comuniquen al gobierno su intención de irse del país.
“Les pagaremos a cada uno una cierta cantidad de dinero y les conseguiremos un excelente vuelo de regreso a su lugar de origen”, declaró Trump a periodistas durante un acto en la Casa Blanca.
“Trabajaremos con ellos para que, algún día, con un poco de esfuerzo, puedan regresar si son buenas personas, si son el tipo de personas que queremos en nuestro país”, añadió.
En un comunicado el DHS afirma que los migrantes recibirán mil dólares “una vez confirmado su regreso a su país de origen a través de la aplicación”.
El gobierno calcula que el uso de la aplicación “reducirá los costos de una deportación en aproximadamente un 70%”, incluso con el pago de la ayuda.
Con información de AFP
Los diferentes cardenales que forman el cónclave deben crear alianzas y acuerdos a lo largo del proceso. En la reunión que comenzará este 7 de mayo, se prevé que surjan nueva posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
La elección del sucesor del papa Francisco es una decisión política, así siga ritos religiosos y sea fruto de una elección en la que los votantes son un selecto grupo de eminentes sacerdotes que, según la doctrina de la Iglesia católica, actúan bajo inspiración divina.
Para que el nuevo pontífice sea anunciado, los diferentes grupos de cardenales que forman el llamado cónclave -cada uno con sus intereses particulares-, deben formar alianzas y acuerdos a lo largo del proceso.
Cuando los 135 cardenales con derecho a voto —tienen derecho a voto hasta los 80 años— estén encerrados en la Capilla Sixtina, comenzarán las sesiones de votación y se consolidarán algunas convergencias y muchos desacuerdos, iniciados en reuniones anteriores o en contactos informales de los últimos días, semanas e incluso meses.
En la reunión secreta que empezará el 7 de mayo, se formarán nuevas posiciones, especialmente después de que se cuenten los resultados de cada ronda de votaciones.
En el cónclave, el papa sólo es elegido cuando dos tercios de los electores se ponen de acuerdo sobre el mismo nombre y, hasta que esto ocurra, habrá momentos en los que el encuentro estará abierto a la reflexión y al debate entre los cardenales, llamados así en referencia a sus vestimentas rojas.
“Como el papa estaba muy enfermo y anciano, es normal que los participantes en el cónclave ya estuvieran hablando muy discretamente sobre posibles sucesores y realizando sondeos, obviamente orales”, dice el teólogo, filósofo y periodista Domingos Zamagna, profesor de la Universidad Pontificia de São Paulo (PUC-SP) y del Colegio São Bento, en una entrevista con BBC News Brasil.
“Pero aunque no suelen dejar que estos manejos del poder eclesiástico se hagan evidentes”, añade, algunos “proporcionan pequeñas pistas a sus amigos y colaboradores más cercanos”.
“Francisco quería que el futuro papa estuviera alineado con él. Y esto no es un deseo personal, sino el deseo de una tendencia”, declaró a BBC News el teólogo e historiador Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“Preparó, en el ámbito político, los cambios en el colegio cardenalicio para que el viento del cambio continuara después de su muerte.”
Pero esta visión de la sucesión como un juego de facciones partidistas está lejos de ser unánime.
El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, director del periódico O São Paulo, de la Arquidiócesis de São Paulo, no está de acuerdo con la visión del cónclave como una disputa meramente política.
“Imaginar [el proceso] como una gran asamblea donde los diputados eligen a su presidente […] no es adecuado”, enfatizó a BBC News.
En su opinión, los cardenales buscan un consenso sobre la “propuesta eclesial” más urgente para el mundo actual. Y, al analizar el escenario, ve dos líneas: por un lado, “la gran demanda de los sectores conservadores”; por otro lado, “la necesidad de una Iglesia más acogedora, más capaz de amar a los excluidos, a los que más sufren, a los que se sienten agraviados y marginados”.
“No creo que podamos pensar en el proceso de sucesión del Papa como una cuestión de líneas o partidos, de estar afiliados o no, de estar juntos en la misma estrategia o no. No es así como van las cosas”, explica.
Considerando que, entre los 135 cardenales elegibles para votar, 108 fueron nombrados por el propio papa Francisco, es natural imaginar que el “partido de Francisco” será el más fuerte en el cónclave. ¿Pero puede realmente usarse esta figura?
No hay consenso entre los expertos y las figuras religiosas de la jerarquía católica, ya sea porque no todos los nominados por el pontífice fallecido el 21 de abril estaban alineados con él, o porque rechazan la idea de que la elección se base únicamente en criterios políticos y circunstanciales.
“Lo que no sabemos es si los cardenales serán fieles a su proyecto iniciado hace 12 años. Porque el mundo ha cambiado en estos 12 años. La iglesia ha avanzado, pero, por otro lado, los reaccionarios también se han puesto manos a la obra”, dice Moraes.
Y hay matices a tener en cuenta. Aunque surgen nombres muy alineados con él, como el italiano Matteo Maria Zuppi o incluso el filipino Luis Antonio Tagle, los expertos coinciden en que Francisco no dejó a un único sucesor natural: en los pasillos de la Santa Sede, Benedicto XVI (1927-2022), por ejemplo, fue visto durante mucho tiempo como el sucesor de Juan Pablo II (1920-2005), debido al protagonismo que adquirió durante el pontificado de este último.
“Francisco ha nombrado más cardenales [entre los electores actuales] que los papas anteriores. Esto influirá en la sucesión”, señala Zamagna.
“Pero no veo al Papa planeando la sucesión de forma maquiavélica, como si se tratara de un tablero de ajedrez. Hizo lo que creyó necesario; nunca estuvo en su naturaleza querer incriminar a la gente, siempre pensando en el bien de la Iglesia y del pueblo”.
Lidice Meyer Pinto Ribeiro, profesora de la Universidad Lusófona, en Portugal, y autora del libro recientemente publicado “El cristianismo en femenino”, destacó que “Francisco esperaba que su sucesor mantuviera sus reformas y las llevara más lejos”.
Pero la iglesia actual no vive sólo del “partido de Francisco”. Señala que la antigua institución “se encuentra dividida en un grupo conservador opuesto” a las medidas implementadas en los últimos años.
El teólogo y escritor Frei Betto, fraile dominico, ve la situación con cautela y la califica de “impredecible”. Para él, “no todos los cardenales elegidos por Francisco son progresistas” y esto ocurriría también porque el papa no adoptó un criterio de selección “pensando en su sucesión”.
“El criterio fue dotar a las distintas regiones del planeta de obispos que llevaran la insignia de cardenalicio, un título meramente honorario”, le dijo a BBC News.
Betto dice que el papa argentino “también nombró cardenales conservadores”. Y lo habría hecho por la convicción de que era importante respetar “el consenso de los obispos locales”. “Nunca nombraría a un progresista en un país con un episcopado predominantemente conservador”, explica.
El sociólogo Ribeiro Neto señala también que el criterio de Francisco para elegir a los cardenales “no parece haber sido la línea pastoral, sino más bien la idea de descentralización en relación a una iglesia inicialmente italocéntrica, y después eurocéntrica”.
Cuando Francisco se convirtió en papa, había 28 cardenales italianos. Hoy quedan 17. “Fue el país que más representantes perdió”, señala.
“Él no nombró a todos los cardenales a su imagen y semejanza”, coincide Moraes. “Francisco respetaba el trabajo de otras tendencias”.
Betto pone como ejemplos de conservadores designados por Francisco los casos del italiano Marcello Semeraro, el chileno Fernando Natalio Chomali Garib y el peruano Carlos Castillo Mattasoglio.
La antropóloga Pinto Ribeiro también incluye en esta lista al congoleño Fridolin Ambongo Besungu. Entre los propuestos al cardenalato por Benedicto XVI hay también nombres fuertes de la oposición, como el estadounidense Raymond Leo Burke y el guineano Robert Sarah. El húngaro Péter Erdő es un raro superviviente de los nombrados por Juan Pablo II.
El ala conservadora del liderazgo de la iglesia puede ser pequeña en número, pero es bastante vocal. Entre los estadounidenses, el cardenal Burke, considerado uno de los mayores críticos del papa argentino, es visto como uno de los líderes de la oposición. “Todos sabemos que hubo y hay cardenales que desaprueban la renovación traída por Francisco”, afirma Zamagna.
Francisco lo sabía, por supuesto. Tanto es así que desalojó a Burke de su apartamento en el Vaticano y lo removió de algunas funciones administrativas que tenía en la Curia romana.
Ésta fue la principal táctica de Francisco para lograr gobernar en medio de la disidencia: colocar a amigos en puestos clave. Y mover hilos para que sus detractores tuvieran cada vez menos poder.
Aunque los nombres alineados con Francisco son mayoría, los analistas entienden que si en las primeras votaciones surge un adversario que termina concentrando los votos de todos aquellos que no están de acuerdo con el modelo de Francisco, ese candidato papal tiene posibilidades de ganar con un discurso de cambio, lo que en este caso supondría un retorno a las tradiciones.
Francisco se enfrentó a una oposición que hoy cuenta con el apoyo de la extrema derecha mundial. Sin duda, muchos católicos apoyan el regreso de una tendencia más conservadora.
Por lo tanto, este cónclave será muy interesante: determinará cómo se posicionará la Iglesia católica en los próximos años, afirma Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie.
“¿Podría formarse una coalición reaccionaria en torno a algún nombre de la oposición? Sí”, añade.
El propio papa Francisco dijo en su autobiografía “Esperanza”, recientemente publicada, que el proceso de escrutinio suele tener una primera ronda de “cortesía”. “Votas por un amigo, una persona respetada…”, dijo. En este sentido, es como un homenaje, una deferencia hacia alguien.
“Entonces comienza un mecanismo bien conocido y consolidado: cuando hay varios candidatos fuertes, los indecisos, como fue mi caso, dan su voto a quienes saben que no ganarán. Se trata esencialmente de votos de depósito, que esperan a que la situación se desarrolle y se desenvuelva con mayor claridad”, explicó, hablando de lo ocurrido tras bambalinas, relatando su experiencia en 2013.
El primer día del cónclave sólo se realiza una votación. A partir del segundo hay dos: uno por la mañana y otro por la tarde. A partir de estas, algunos nombres terminan volviéndose más fuertes que otros. Hasta que una inmensa mayoría deposita su confianza en una de las figuras religiosas y ésta termina siendo elegida.
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