La agencia de Defensa Civil de Gaza reportó nueve muertos este sábado, incluidos periodistas, en bombardeos israelíes en el norte del territorio palestino, en plenas conversaciones para extender la frágil tregua que rige entre Israel y Hamás desde finales de enero.
El movimiento islamista palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza desde 2007, denunció una “violación palmaria” de la tregua con Israel, que entró en vigor el 19 de enero tras más de 15 meses de guerra.
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La primera fase del cese el fuego concluyó el 1 de marzo y permitió canjear 33 rehenes israelíes, incluido ocho que murieron, contra cerca de 1.800 presos palestinos.
La segunda fase, sin embargo, sigue siendo objeto de difíciles negociaciones indirectas en Doha, en las que están mediando Estados Unidos, Catar y Egipto.
Los bombardeos israelíes en Beit Lahia, en el norte de Gaza, dejaron “nueve mártires”, entre ellos “varios periodistas y también trabajadores de la organización caritativa Al Khair”, indicó el portavoz de la Defensa Civil, Mahmud Basal, a AFP.
El Ministerio de Salud del territorio confirmó que “nueve mártires y varios heridos” fueron trasladados al hospital indonesio en el norte de Gaza.
El ejército israelí afirmó en un comunicado haber bombardeado a “dos terroristas que estaban operando un dron que amenazaba a las tropas” en la zona de Beit Lahia. También atacó un vehículo que transportaba a “otros terroristas que vinieron a recoger” el dron, añadió.
Israel “ha cometido una horrible masacre” en el norte de Gaza “al atacar a un grupo de periodistas y de cooperantes humanitarios”, denunció el portavoz de Hamás, Hazem Qasem, en un comunicado.
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En noviembre de 2024, la oenegé Reporteros sin Fronteras denunció que el ejército israelí había matado a más de 140 periodistas en Gaza desde el comienzo de su implacable ofensiva en respuesta al ataque de Hamás del 7 de octubre.
El Sindicato de Periodistas Palestinos acusó al ejército israelí de “atacar sistemáticamente” a reporteros, lo que constituye “un crimen de guerra y una violación flagrante del derecho internacional, en particular de la Convención de Ginebra que garantiza la protección de los periodistas en tiempo de conflicto”.
Los bombardeos del sábado coinciden con las conversaciones para tratar de extender el cese el fuego en vigor en el asediado territorio.
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Pero tanto Israel como Hamás están en desacuerdo sobre cómo extenderlo.
“La pelota está en el campo de Israel”, afirmó el grupo islamista el sábado, tras su oferta de liberar a Edan Alexander, un rehén israelo-estadounidense, y devolver los cuerpos de otros cuatro a cambio de la liberación de presos palestinos detenidos en Israel.
Aún quedan 58 rehenes retenidos en Gaza, de los cuales 34 fueron declarados muertos por el ejército israelí.
“Queremos consolidar el acuerdo de alto el fuego y obligar a Israel a aplicar los términos”, declaró a AFP Abdul Latif al Qanu, un portavoz de Hamás, acusando a Israel de “retrasar” su implementación.
También denunció el bloqueo de la ayuda humanitaria a la entrada de la Franja de Gaza desde el 2 de marzo.
El conflicto empezó el 7 de octubre de 2023 con el ataque de Hamás en el sur de Israel, que causó la muerte de 1.218 personas del lado israelí, la mayoría civiles, según cifras oficiales. Los milicianos también capturaron ese día a 251 personas.
La campaña de represalias de Israel ha dejado hasta ahora 48.543 muertos en Gaza, la mayoría civiles, según el Ministerio de Salud del territorio, unas cifras que Naciones Unidas considera fiables.
Investigadores proyectan que el potencial de recolección de niebla en zonas geográficas con condiciones favorables podría extender esta práctica (comúnmente utilizada a escala rural) al abastecimiento de urbes donde el agua es escasa.
Esto es lo que han concluido investigadores de ese país tras analizar el potencial de la recolección de niebla en Alto Hospicio, una ciudad ubicada en el norte de Chile, en la región árida del desierto de Atacama.
Con poca o ninguna precipitación, la principal fuente de agua de las ciudades de la zona son los acuíferos subterráneos, que se recargaron por última vez hace miles de años. La precipitación promedio es de menos de 5 mm al año. Y, en algunas zonas, la escasez hídrica obliga a abastecer de agua a la población con camiones aljibe.
Pero la ciudad de Alto Hospicio tiene una particularidad geográfica que favorece la formación y captura de la niebla.
“Se ubica en uno de los corredores de entrada de la niebla al continente”, explica a BBC Mundo la investigadora Virginia Carter Gamberini, de la Universidad Mayor de Chile.
Precisamente esas condiciones son las que podrían permitirle a la ciudad apoyarse en la cosecha de niebla como una alternativa viable y sostenible para abastecer de agua potable a su población.
Las conclusiones del estudio, que fue publicado en febrero en la revista Frontiers of Environmental Science, apuntan a que las nubes de niebla que se acumulan regularmente sobre la ciudad montañosa son una fuente desaprovechada de este recurso tan valioso.
Con el crecimiento de la población urbana y la creciente demanda de agua por parte de la minería y la industria, los investigadores advierten que es urgente encontrar otras fuentes sostenibles.
Sobre todo, considerando que en el caso particular de Alto Hospicio, se enfrentan graves problemas de pobreza y un acceso reducido de sectores de la población a redes de suministro de agua limpia.
La idea de capturar el agua de niebla no es nueva.
De hecho, Carter cuenta que ella ha participado en proyectos similares en otras zonas de Chile, Guatemala, Canadá y África.
Uno de los sistemas de recolección de agua de niebla más grandes se encuentra en Marruecos, en el borde del desierto del Sahara, mientras que experiencias emblemáticas en América Latina son las del Chungungo, también en Chile, o los atrapanieblas de las colinas del sur de Lima.
La novedad, señala la investigadora, es que hasta ahora los proyectos de esta naturaleza se habían entendido con la perspectiva de abastecer a comunidades rurales y no así a poblaciones urbanas.
“Esto apunta a un cambio de percepción. Siempre se pensaba en usar agua de niebla para abastecer a pequeños poblados o asentamientos rurales. En este caso, queremos explorar la posibilidad de abastecer una ciudad”, afirma.
“Nuestros hallazgos demuestran que la niebla puede servir como suministro urbano complementario en zonas áridas donde el cambio climático exacerba la escasez de agua”.
Carter recalca que una “nueva era” de recolección de niebla a una escala mucho mayor podría proporcionar un suministro de agua más seguro y sostenible en entornos urbanos donde más se necesita, no solo en Chile sino también en otras urbes del mundo.
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Capturar el agua de la niebla es extraordinariamente sencillo: se cuelga y tensa una malla entre dos postes y se forma el “atrapaniebla”. Cuando las nubes cargadas de humedad atraviesan esa fina malla, se forman pequeñas gotitas, que se canalizan hacia tuberías y tanques de almacenamiento.
La niebla de Alto Hospicio se forma sobre el océano Pacífico cuando el aire cálido y húmedo fluye sobre el agua fría y luego es empujado hacia las montañas. Las condiciones de niebla constantes en la zona permitieron a los investigadores identificar las áreas donde se podría recolectar el mayor volumen de agua de manera regular.
Con un trabajo de campo que se extendió por un año, realizaron evaluaciones in situ, lo que combinaron con datos obtenidos mediante un método predictivo (AMARU), que procesa información meteorológica y la cruza con datos que se obtienen mediante sensores remotos.
Durante la temporada alta del estudio, entre agosto y septiembre de 2024, el potencial de recogida alcanzó hasta 10 litros por metro cuadrado al día, según los investigadores.
Basándose en una tasa promedio anual de recolección de agua de 2,5 litros por metro cuadrado de malla al día, calcularon que:
Carter explica que Chile es “muy especial” en cuanto a la niebla marina, “porque tenemos el océano a lo largo de todo el país y también tenemos la cordillera”.
Su equipo está trabajando actualmente en un “mapa de recolección de niebla” con el objetivo de identificar otros lugares en donde este modelo se pueda implementar.
El “agua de las nubes”, como la describe Carter, podría, según ella, “mejorar la resiliencia de nuestras ciudades ante el cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar el acceso al agua potable”.
La investigadora destaca, sin embargo, que la posibilidad de alcanzar esos volúmenes en otras zonas que enfrentan una grave escasez hídrica dependerá siempre de su potencial de formación y captación de niebla, que está dado por diversos elementos.
“Los factores clave que influyen en la eficiencia de la recolección de niebla incluyen la dirección y la velocidad del viento, así como las características geográficas, especialmente la presencia de montañas”, explica.
Por ejemplo, Petorca, una de las zonas más afectadas por la escasez hídrica en Chile, no tendría -a primera vista- las mismas posibilidades de abastecerse en grandes volúmenes de agua a partir de la niebla. Pero sí otras zonas costeras del país.
“Yo he tomado siempre agua de niebla”, dice Carter, pero señala que el estudio que realizaron no contempla un análisis químico respecto de la calidad del recurso hídrico.
En ese sentido, destaca que “va a ser importante hacer otras investigaciones…Ya sabemos cuánta agua y dónde encontrarla. Después habrá que profundizar en la calidad del agua y los métodos mas adecuados para potabilizarla”.
“Puede ser que ahora ya está bien para tomarla, el punto es que no lo sabemos”, dice otra de las investigadoras, Nathalie Verbrugghe, de la Universidad Libre de Bruselas.
Las investigadoras son cautas sobre las expectativas que se han generado en torno a los hallazgos de esta investigación:
“Nosotras no vamos solucionar la crisis hídrica de Chile o del desierto de Atacama” y “probablemente esta tecnología tampoco, pero esperamos que sea un complemento”.
*Con información de Victoria Gill e Isabel Caro
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