Pizzas, ensaladas, hamburguesas, hot dogs y papas fritas con cátsup se verán afectados en Estados Unidos este lunes 14 de julio cuando se haga realidad un arancel del 20.9 % a la mayoría de las importación de jitomate fresco de México.
Lo anterior tras la decisión del Departamento de Comercio de retirarse del Acuerdo de Suspensión de la Investigación Antidumping de 2019, que permite a los productores mexicanos exportar jitomate a la Unión Americana sin pagar aranceles antidumping.
En medio de la guerra comercial del presidente Donald Trump con el resto del mundo, en abril pasado su administración anunció que a partir de este 14 de julio aplicará un arancel del 20.91 % sobre la mayoría de las importaciones de tomates (como se llama fuera de México al jitomate) procedentes de México.
“El acuerdo actual no ha logrado proteger a los productores de tomate estadounidenses de las importaciones mexicanas a precios injustos”, se quejó el Departamento del Comercio.
La medida significa un giro en la relación comercial agrícola con el vecino del norte y de llevarse a cabo, si no la frena el propio gobierno estadounidense, tendría efectos inmediatos en los precios al consumidor y al consumo en EU, y a las exportaciones y empleos en México.
La producción de jitomate en Estados Unidos es estacional. Florida produce principalmente entre octubre y junio, y California de mayo a noviembre. Mientras que en México es prácticamente continua durante todo el año.
Sinaloa concentra la mayor parte de la producción destinada al mercado estadounidense.
“La sanción no es solo contra el tomate, sino contra toda la economía agrícola que depende de él, y en el centro de esa estructura están los jornaleros migrantes”, advirtió la doctora María Antonieta Barrón Pérez, economista e investigadora de la UNAM a Revista Espejo.
En Sinaloa, las exportaciones de tomate a Estados Unidos generan un flujo migratorio interno significativo. Cada temporada, entre 200 mil y 400 mil jornaleros, principalmente indígenas, se trasladan a los valles agrícolas para trabajar en los ciclos de cultivo, según el Congreso estatal.
La doctora María Antonieta Barrón, especialista en comercio agrícola, dijo también que las sanciones por dumping amenazan con encarecer el producto mexicano, bajar su competitividad en Estados Unidos y forzar a las empresas a reducir costos.
El acuerdo que se extingue hoy permitió, durante cinco años, evitar la imposición de aranceles mientras México ajustaba precios y condiciones de exportación del jitomate para evitar prácticas consideradas desleales por autoridades estadounidenses.
México exporta cerca del 90 % del jitomate fresco que se consume en su país vecino, con un valor superior a los 2,000 millones de dólares anuales, de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
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“Les van a salir más caras sus ensaladas, su ketchup y todo. No nos pueden sustituir porque no es que haya un montón de otros países que producen esta cantidad de excelentes tomates a un precio muy conveniente”, dijo el secretario de Agricultura, Julio Berdegué en abril, cuando se anunció la medida.
A principios de julio, el secretario de Agricultura sostuvo reuniones en Washington, tanto con autoridades del Departamento de Comercio de Estados Unidos como con representantes del sector agrícola para intentar reactivar el convenio del que el gobierno estadounidense pretende salir.
Sin embargo, la medida parece que no se detendrá, pues en abril de 2025, el Departamento de Comercio de EU dijo que impondrá cuotas antidumping para beneficiar a los productores de jitomate fresco en Florida y California.
El diferendo por el jitomate tiene antecedentes desde la década de 1990. Desde 1996 se negocia cada 5 años, luego de que el Departamento de Comercio llegó a un acuerdo con los exportadores mexicanos de jitomate, quienes aceptaron fijar precios mínimos.
Ofrecen reconfortantes tazones de ramen, compañía y son el último esfuerzo de Corea del Sur para combatir la soledad.
Hee-kyung sonríe mientras entra a una nueva “tienda bondadosa” de Seúl.
Con 29 años, la gente no pensaría que es una persona solitaria ni que se beneficia de una campaña de la capital de Corea del Sur para combatir la soledad.
Pero Hee-kyung visita la tienda todos los días. Come fideos de ramen instantáneos gratuitamente y pasa horas charlando con otros visitantes y trabajadores sociales.
“Me digo a mí misma: ‘Otro día, otra forma de escapar de la sensación de soledad'”, explica Hee-kyung.
Es una joven que ya no tiene comunicación con nadie de su familia, debido a que cuando era adolescente se fugó de su casa.
Los amigos que tiene los conoció por internet, gracias a su pasión por el grupo de K-pop SuperJunior, y viven lejos.
Además, como actualmente está desempleada, no tiene compañeros de trabajo.
Vive sola y se pasa su tiempo acostada en el suelo mirando videos de animales en su teléfono.
“No tendría otro lugar a donde ir si no fuera por (esta tienda)”.
Hee-kyung es una de las 20.000 personas que han visitado cuatro tiendas de este tipo desde que abrieron en marzo.
La ciudad esperaba solo 5.000 visitantes durante el primer año.
Este lugar en particular, en el distrito de Dongdaemun, al noreste de la ciudad, recibe entre 70 y 80 visitantes por día.
La mayoría tiene entre 40 y 50 años, pero Hee-kyung está lejos de ser la única joven que acude a la tienda.
Un estudio de 2022 reveló que aproximadamente 130.000 jóvenes de la ciudad (de entre 19 y 39 años) están aislados socialmente o confinados.
Ese mismo estudio también encontró que la proporción de hogares unipersonales en la capital había alcanzado casi el 40%, lo que alarmó a un gobierno que ha estado tratando de revertir la caída de las tasas de natalidad y de matrimonio.
El día que la BBC visitó el lugar, alrededor de una docena de visitantes (hombres y mujeres, jóvenes y personas mayores) estaban sentados en bancos o acurrucados en pufs, viendo una película.
“Tenemos días de cine para fomentar vínculos afectivos”, susurra Kim Se-heon, el director de la División de Lucha contra la Soledad de la ciudad.
Las tiendas están diseñadas para ofrecer un ambiente cálido, similar al de una cafetería. En una esquina, una mujer mayor cierra los ojos mientras se hunde en el sillón de masaje automático.
En otra esquina, hay montones de cajas de fideos.
“El ramen es un símbolo de comodidad y calidez en Corea del Sur”, apunta Kim.
Mientras esperan que se cocinen los fideos, se pide a los visitantes que completen una breve encuesta sobre su estado de ánimo y condiciones de vida.
Este es solo un pequeño grupo del creciente número de personas socialmente aisladas a las que la ciudad está tratando de llegar.
El cambio que ha experimentado Corea del Sur es sísmico: en una generación, ha pasado de una sociedad agraria devastada por la guerra a una economía desarrollada.
Hace unas décadas, era común ver familias numerosas con seis u ocho hijos viviendo bajo el mismo techo. Pero años de migración a las ciudades han reducido las familias y convertido lugares como Seúl en metrópolis en expansión.
La vivienda inasequible, el aumento de los costos y las jornadas laborales extenuantes han llevado a que cada vez más jóvenes rechacen el matrimonio, la paternidad o ambos.
Por otro lado, cuenta con una población envejecida que se siente abandonada por sus hijos que están corriendo para no quedarse rezagados en una sociedad tan exigente.
“¿Conoces el dicho de que la comida menos sabrosa es la que comes solo? A las personas mayores que vienen les pregunto si están comiendo bien. Se les llenan los ojos de lágrimas solo con esa pregunta”, afirma Lee In-sook, la consejera de la tienda.
Después de un divorcio y de que sus hijos adultos se fueran de casa, ella entiende lo que es estar sola.
La primera vez que Hee-kyung, que tiene más o menos la edad de su hija, llegó a la tienda, inmediatamente le llamó la atención.
Como muchos visitantes, Hee-kyung se mantuvo en silencio el primer día, apenas hablando con los demás.
La segunda vez que vino, empezó a hablar con In-sook.
Fue el creciente número de “muertes solitarias” lo que preocupó a las autoridades de Seúl lo suficiente como para actuar.
Las personas mayores morían solas en casa y sus cuerpos no se encontraban sino días o hasta semanas después.
Esa misión pronto se amplió para abordar la soledad misma. Pero Seúl no es el primero en hacerlo.
En 2018, Reino Unido nombró un ministro para la soledad. Japón siguió el ejemplo y creó una agencia para abordar el problema que, según afirmó, se había agudizado durante la pandemia de covid-19.
El fenómeno de aislarse por completo de la sociedad es tan común en Japón que tiene un nombre: hikikomori.
También en Corea del Sur, un número creciente de jóvenes se ha aislado voluntariamente de una sociedad altamente competitiva y exigente.
“Quizás fue la pandemia la que provocó esto”, reflexiona Lee Yu-jeong, quien gestiona uno de los programas contra la soledad de Seúl.
Señala cómo sus hijos permanecen absortos en sus teléfonos cuando sus amigos los visitan. “Hoy en día, la gente expresa lo difícil que es tener una red de amigos. La soledad se ha convertido en algo que debemos abordar como sociedad”.
El primer paso fue abrir una línea directa para quienes necesitan hablar con alguien. Una encuesta nacional realizada en 2023 reveló que un tercio de los adultos surcoreanos no tienen a quién pedir ayuda con las tareas del hogar o con quién hablar cuando se sienten tristes.
Sus consejeros ofrecen una llamada de 40 minutos para hablar sobre cualquier tema.
Desde su cubículo, Park Seung-ah ha estado llamando tres veces al día.
“Me sorprendió ver que muchos jóvenes querían estas sesiones. Quieren compartir la carga que llevan sobre sus hombros, pero a menudo hay una dinámica de poder con sus padres o amigos. Por eso acuden a nosotros”.
Rápidamente aparecieron las “tiendas bondadosas”, un lugar físico donde la gente solitaria es bienvenida.
La ubicación de Dongdaemun fue elegida debido a su proximidad a viviendas de bajos ingresos, donde los residentes viven solos en pequeños apartamentos subdivididos.
Sohn, de 68 años, visita la tienda una vez a la semana para ver películas y escapar de su estrecho hogar.
“Las tiendas deberían haber abierto antes de que yo naciera. Me hace bien pasar aunque sean solo dos o tres horas”, cuenta.
Sohn dedicó más de cinco décadas de su vida al cuidado de su madre, quien sufrió un aneurisma cerebral cuando él era niño. Por ello, nunca se casó ni tuvo hijos.
El coste de su dedicación quedó claro cuando su mamá murió.
Sin dinero y caminando con un bastón desde que sufrió una hemorragia cerebral hace varios años, dice que no hay muchos lugares para él.
“Los lugares cuestan dinero, ir al cine cuesta dinero”, explica.
Las tiendas fueron creadas especialmente para darle la bienvenida a aquellos que no son bienvenidos en otros lugares, explica la gerente de una de las tiendas, Lee Bo-hyun.
Ofrecen más que un poco de espacio y un sitio para ver una película: tienen aire acondicionado durante los meses más calurosos del verano, algo que puede ser muy útil para aquellas personas con bajos ingresos que no pueden permitírselo en casa.
También es un espacio donde las personas solitarias pueden eludir el estigma de pedir ayuda.
La elección del nombre —”tiendas de conveniencia”— es un intento deliberado de distanciarlas de las clínicas psiquiátricas. Esto es importante en un país donde aún existe un estigma cuando se trata de pedir ayuda en temas de salud mental, especialmente entre las personas mayores.
Al principio, los visitantes se sienten incómodos al hablar o comer con otra persona, explica Lee.
Asegura que la soledad típica, si se extiende en el tiempo, se vuelve más que un sentimiento.
“La gente empieza a evitar los lugares con otras personas. Muchos nos preguntan si pueden servirse el ramen para llevar porque no suelen comer frente a otra gente”.
Lee les dice que no necesitan hablar. Que simplemente pueden sentarse en la misma mesa para comer fideos.
Han pasado meses desde que Hee-kyung era una de aquellas personas tímidas y silenciosas que recién llegaban.
¿Ha cambiado algo desde entonces? In-sook recuerda que durante una conversación que tuvo con un periódico local mencionó a su hija, sintió una punzada repentina y se le quebró la voz.
“Voy a abrazarte”, exclamó entonces al verla Hee-kyung. Luego caminó desde el otro lado de la habitación y abrazó a In-sook.
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