La casualidad, o, como dijera la canción ‘Los caminos de la vida’, el destino o una simple coincidencia hizo que, hace algunos años, Carlos Uriel Vega Rodríguez y Ángel José Soto Domínguez compartieran habitación en la residencia donde habitaron como integrantes del programa Líderes del Mañana del Tecnológico de Monterrey.
Carlos Uriel y Ángel José no solo fueron “roomies”, en poco tiempo encontraron coincidencias e intereses comunes y se forjó una amistad que terminó en sociedad. Cada uno venía trabajando con las comunidades indígenas en sus estados de origen. Ángel José, ahora ingeniero en Mecatrónica, comenzó hace 7 años su proyecto Kukulmat que buscaba preservar los conocimientos ancestrales de Chiapas. Carlos Uriel, estudiante de la ingeniería en Biotecnología, inició en 2021 su proyecto Yeex que tiene como objetivo generar materiales didácticos para comunidades indígenas de San Luis Potosí.
Cuando descubrieron que ambos proyectos tenían más coincidencias que diferencias se unieron para crear Yeex-Kukulmat, un proyecto que nación en 2022 y que en septiembre de 2024 fue galardonado con el Premio Eugenio Garza Sada, otorgado por el Tec de Monterrey y FEMSA, en la categoría de Innovación Social Estudiantil.
“Creamos soluciones innovadoras para problemas que existen en demasiadas comunidades en México y que son mucho más comunes de lo que nosotros mismos podríamos imaginar. Ganamos este premio por el impacto que generamos en nuestras comunidades, devolviendo ese libro que estaba perdido de los conocimientos ancestrales. Devolvemos esas semillas y generamos estas raíces fuertes para que las comunidades puedan desarrollarse de manera efectiva”, así resumió Ángel José.
Actualmente Yeex-Kukulmat tiene como propósito empoderar a niñas y niños de comunidades indígenas brindándoles educación, además de concientización y creación de materiales didácticos donde promueven el aprendizaje y fortalecen la identidad cultural y opera en Ciudad de México, Nuevo León, San Luis Potosí y Chiapas, beneficiando a más de 1,000 habitantes de comunidades indígenas, incluyendo niñas, niños, jóvenes, padres de familia, profesores y voluntarios. Solo en el último año, han impactado directamente a 550 niños y niñas de comunidades indígenas.
“Creemos, al igual que don Eugenio (Garza Sada) que la educación lo puede todo utilizándose como una herramienta poderosa para el cambio social y estamos comprometidos en hacerla accesible y significativa para un mundo en el que sí quepamos todos”, dijo Carlos Uriel en la ceremonia de entrega del premio que consistió en una estatuilla, un diploma así como 500 mil pesos, de los cuales 100 mil se destinarán a impulsar su proyecto y el resto para participar en una experiencia internacional dentro de un ecosistema emprendedor.
“Nos quisiéramos constituir como una asociación civil y también comenzar a desarrollar más productos y materiales didácticos que pudiéramos compartir con estas comunidades a través de una aplicación, en experiencias inmersivas, y de impacto social para retribuir directamente a cada comunidad que nos ha apoyado y que nos ha abierto las puertas de sus casas para poder aprender de ellos, para poder ayudarles y recuperar parte del rezago que tristemente se ha creado culturalmente socialmente y también en educación”, adelantó Ángel José.
Así como Carlos Uriel y Ángel José buscan que sus comunidades obtengan nuevas herramientas para promover el conocimiento, una asociación civil, fundada en 1971 ya tiene más de medio siglo buscando mejorar la calidad de vida de las personas con parálisis cerebral y discapacidades afines y la de sus familias a través de un Modelo de Atención Integral para su inclusión como sujeto de derechos.
Se trata de APAC, Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral, la cual ha desarrollado una fórmula que combina la atención y la búsqueda de los tratamientos y herramientas tecnológicas más modernas para cumplir con su objetivo.
A lo largo de su historia APAC ha trabajado dentro y fuera de sus instalaciones para mejorar la vida de más de 25,000 personas con discapacidad y de sus familias. En la actualidad, en su sede de la Ciudad de México, atienden a 500 personas con discapacidad, 1,700 personas que se benefician de otros servicios comunitarios a través de los centros afiliados ubicados en 22 estados del país.
“Desde nuestro origen, hemos tenido la oportunidad de instrumentar, evaluar, documentar el impacto positivo de la atención integral y especializada que tiene en la vida de nuestros beneficiarios, así como testificar que con apoyos adecuados pueden alcanzar logros que parecían imposibles”, dijo Gabriela Molina Monasterio, secretaria del patronato de APAC, durante la entrega del Premio Eugenio Garza Sada, galardón que fue otorgado a esta asociación en la categoría Emprendimiento Social.
A lo largo de su historia, perseguir la vanguardia ha hecho que APAC sea un referente no solo nacional, sino mundial en la atención de parálisis cerebral. En los noventa, por ejemplo, creó una escuela de artes y oficios para buscar la integración de los pacientes que atendían, ahora cuentan con centros de rehabilitación con tecnología de punta como una sala de diagnóstico oportuno para atención temprana a fin de diagnosticar, prevenir o minimizar secuelas en niños de 0 a 6 años con sospecha de daño neurológico o secuelas perinatales, conformada por un equipo transdisciplinario de especialistas o bien el uso de innovación robótica, única en México y América, para la rehabilitación infantil.
“Lo que APAC persigue diariamente es la inclusión educativa, laboral y social de las personas con discapacidad” resumió María Guadalupe Maldonado Guerrero directora general de APAC.
La institución ganadora del Premio Eugenio Garza Sada en esta categoría incluye la escultura Luz Interior, un diploma y 700 mil pesos para la organización.
“El premio al Emprendimiento Social Eugenio Garza Sada nos inspira a continuar nuestra labor con mayor fuerza y determinación; nos recuerda que aunque el camino pueda ser difícil cada paso que damos juntos nos acerca más a un futuro donde las personas con parálisis cerebral tengan la oportunidad de desarrollar su máximo potencial, vivir con dignidad, felicidad y participar ejerciendo plenamente sus derechos en nuestro país, incluyendo el derecho al trabajo”, afirmó Molina Monasterio.
Así como la innovación y el uso de la tecnología forma parte del ADN de APAC para la atención de una causa social, las empresas realmente exitosas aplican una fórmula similar: mantenerse a la vanguardia tecnológica sin olvidar generar un impacto positivo entre los colaboradores y la comunidad donde se encuentra.
Innovación puede ser apostar por congelar verduras para su venta allá por 1975 o bien desarrollar programas de apoyo por medio de la implementación de iniciativas en las que se beneficia a los colaboradores de la empresa y sus familias, así como a jóvenes y adultos mayores de la comunidad, brindando servicios básicos de calidad, generando un impacto a más de 200,000 personas.
Esto es lo que ha hecho La Huerta, empresa dedicada a la producción de alimentos congelados compuesta por más de 2,500 colaboradores y que en la actualidad lidera el mercado nacional e internacional con 7 marcas de alimentos, más de 260 productos y, que se exportan a más de 11 países de Norteamérica, Europa, Asia, Oceanía y Centroamérica.
Pero también su presidente, José Francisco Arteaga Niepmann ha impulsado la educación a través de la promoción de programas para combatir el analfabetismo en su comunidad y ha apoyado proyectos sociales de jóvenes, logrando beneficiar a más de 5,000 personas. Es aliado de Prepanet, una iniciativa que promueve que sus colaboradores continúen sus estudios de educación media superior con una preparatoria de calidad, además de ser donante a perpetuidad del programa Líderes del Mañana del Tec de Monterrey.
Y es que él es de los empresarios que sabe que para el crecimiento de su empresa es fundamental que sus colaboradores crezcan con ella. Por todo ello, el empresario fue merecedor al premio Eugenio Garza Sada en la categoría de Liderazgo Empresarial Humanista.
“Quiero agradecer tanto al Tecnológico de Monterrey como a FEMSA por este reconocimiento inmerecido que me hacen con el que están promoviendo el legado de don Eugenio Garza Sada. Él dejó a todos los mexicanos animándonos a seguir sus pasos y que cada uno de los empresarios de este país pueda poner en práctica dicho legado ‘desde su metro cuadrado’”, dijo en la ceremonia de entrega del premio que consistió en la estatua, el diploma y 750,000 pesos que serán donados a la causa u organización que elija el ganador.
Durante la ceremonia de entrega del premio, que se llevó a cabo a principios de septiembre en el Campus Monterrey del Tec de Monterrey, José Antonio Fernández Carbajal, director general y presidente ejecutivo del consejo de administración de FEMSA, hizo un reconocimiento a los tres proyectos ganadores que retoman el legado de don Eugenio Garza Sada.
“El premio Eugenio Garza Sada reconoce a personas y organizaciones que mediante el trabajo comunitario promueven el desarrollo de México. Los ganadores enaltecen los valores que a lo largo de la vida y a través de su obra nos ha legado don Eugenio: hombre de ideas y de acción con un alto sentido ético y de respeto al prójimo”, aseveró.
Además, sostuvo que los ganadores del Premio comparten con don Eugenio el espíritu de servicio hacia los demás, siendo verdaderos líderes humanistas, como los que caracterizan al capitalismo consciente.
“Estoy convencido que, el mejor camino para todos es que debemos evolucionar hacia el capitalismo consciente para alcanzar la prosperidad compartida. Esta corriente de pensamiento puede ayudarnos a encontrar soluciones específicas para México”, señaló Fernández Carbajal.
Nota del editor: Esta publicación se realiza con información de FEMSA, el Tecnológico de Monterrey y entrevistas a los premiados como parte de las alianzas estratégicas de Grupo Editorial Criterio.