
Para entender mejor
Yerli Yaritza, joven de 18 años, estudiante de enfermería en la Universidad Benito Juárez y que buscaba a su padre, desaparecido en abril de 2024, fue víctima de feminicidio en Ocosingo, Chiapas, con lo que se convirtió en el caso número 26 en lo que va del año en el estado.
La joven fue localizada muerta el pasado sábado 22 de noviembre en el barrio Guadalupe Pashilá del mencionado municipio, y como presunto responsable fue detenido Bryan “N”, quien, de acuerdo con el fiscal Jorge Luis Llaven Abarca, era su pareja sentimental.
“Es un crimen de odio, es un feminicidio que estamos investigando y podría alcanzar hasta 100 años de cárcel”, mencionó el funcionario en un mensaje publicado en sus redes sociales.
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Cabe mencionar que la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM) y la organización 50+1 Chiapas denunciaron “revictimización y simulación” luego de que, en un primer momento, las autoridades hicieron el señalamiento de un posible suicidio; pero, tras la obtención de pruebas, se confirmó que fue asesinada.
Junto con su madre, Angélica, Yerli Yaritza se integró al colectivo Madres Buscadoras de Chiapas para buscar a su padre, Hamilton Pérez Coutiño, desaparecido el 17 de abril de 2024 mientras conducía un taxi y que fue visto por última vez en la comunidad de Lumiljá, municipio de Tila.
“Yerli era una muchacha que estudiaba, que soñaba, que tenía toda una vida por delante. Y hoy su ausencia nos deja un vacío imposible de llenar, preguntas que claman justicia y un dolor que se convierte en fuerza para seguir luchando”, señala un comunicado de la organización.
El feminicidio de la joven estudiante en Ocosingo se convirtió en el número 26 en Chiapas en lo que va de 2025, lo que ubica a la entidad entre las diez con más casos a nivel nacional.

Tras el crimen, diversas organizaciones se pronunciaron al respecto y exigieron una investigación exhaustiva y con perspectiva de género, así como justicia y castigo a los responsables.
La organización 50+1 Chiapas exigió una Alerta de Género “real y efectiva” y que se extienda y aplique de manera eficaz en los pueblos originarios: “No basta con trabajo de difusión o burocracia; se requieren acciones contundentes de seguridad, prevención y justicia en las comunidades indígenas donde las mujeres están siendo asesinadas”.

Por su parte, Madres en Resistencia Chiapas señaló que el feminicidio de Yerli Yaritza no se trata de un caso aislado, sino que es la consecuencia “de un Estado ausente, de instituciones que una y otra vez fallan en garantizar la vida y seguridad de las mujeres, y de un sistema que permite que la violencia de género siga arrebatando vidas impunemente”.
En tanto, la RNDDHM recordó que las mujeres defensoras de derechos humanos y buscadoras enfrentan un doble riesgo: por un lado, debido a su condición de género, “en un país donde la violencia feminicida sigue agudizándose cada día”; y, por otro, debido a su labor en defensa de los derechos humanos.

Cómo, dónde y cuándo los gatos perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos era un misterio que había intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Al más puro estilo felino, los gatos se tomaron su tiempo para decidir cuándo y dónde forjar vínculos con los humanos.
Según nueva evidencia científica, la transición de cazador salvaje a mascota mimada ocurrió mucho más recientemente de lo que se creía, y en un lugar diferente.
Un estudio de huesos encontrados en yacimientos arqueológicos sugiere que los gatos comenzaron su estrecha relación con los humanos hace solo unos miles de años, y en el norte de África, no en el Levante.
“Son omnipresentes, hacemos programas de televisión sobre ellos y dominan internet”, afirmó el profesor Greger Larson, de la Universidad de Oxford.
“La relación que tenemos ahora con los gatos comenzó hace unos 3 mil 500 o 4 mil años, en lugar de hace 10 mil años”.
Todos los gatos modernos descienden de la misma especie: el gato montés africano.
Cómo, dónde y cuándo perdieron su carácter salvaje y desarrollaron estrechos vínculos con los humanos ha intrigado a los científicos durante mucho tiempo.
Para resolver el misterio, los investigadores analizaron el ADN de huesos de gato encontrados en yacimientos arqueológicos de Europa, el norte de África y Anatolia.
Los científicos dataron los huesos, analizaron el ADN y lo compararon con registros genético de gatos modernos.
La nueva evidencia muestra que la domesticación de gatos no comenzó en los inicios de la agricultura, en el Levante. Ocurrió en cambio unos milenios después, en algún lugar del norte de África.
“En lugar de ocurrir en la zona donde la gente se estaba asentando inicialmente con la agricultura, parece ser un fenómeno mucho más propio de Egipto“, afirmó el profesor Larson.
Esto concuerda con lo que sabemos de la tierra de los faraones como una sociedad que veneraba a los gatos, inmortalizándolos en el arte y preservándolos como momias.
Una vez que los gatos se asociaron con las personas, fueron trasladados por todo el mundo y eran apreciados en los barcos como controladores de plagas.
Los gatos llegaron a Europa hace unos 2 mil años, mucho más tarde de lo que se creía.
Viajaron por Europa y llegaron a Reino Unido con los romanos, y luego comenzaron a desplazarse hacia el este por la Ruta de la Seda hasta China.
Hoy en día se encuentran en todo el mundo, excepto en la Antártida.
Y en un giro inesperado, los científicos descubrieron que un gato salvaje convivió durante un tiempo con la gente en China mucho antes de que aparecieran los gatos domésticos.
Eran los gatos leopardo, pequeños felinos salvajes con manchas similares a las de los leopardos, que vivieron en asentamientos humanos en China durante unos 3.500 años.
La relación temprana entre humanos y gatos leopardo era esencialmente “comensal”, en la que dos especies conviven sin causarse daño, explicó la profesora Shu-Jin Luo, de la Universidad de Pekín.
“Los gatos leopardo se beneficiaron de vivir cerca de las personas, mientras que los humanos no se vieron afectados en gran medida o incluso los acogieron como controladores naturales de roedores”, añadió.
Los gatos leopardo no fueron domesticados y siguen viviendo en libertad en Asia.
Curiosamente, se han cruzado gatos leopardo con gatos domésticos para dar lugar a gatos bengalíes, que fueron reconocidos como una nueva raza en la década de 1980.
La investigación se publicó en la revista Science y en Cell Genomics .
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