Ximena es una menor de edad que fue amenazada con la difusión de su contenido íntimo sin su consentimiento en redes sociales. Conservaba las imágenes originales y había encontrado antes una comunidad de Facebook que ofrecía “apoyo” en caso de vivir violencia digital mediante ese tipo de amenazas.
Ahí encontró publicaciones de supuestos perfiles de mujeres que daban testimonio de cómo otro usuario les había ayudado a prevenir la difusión de su contenido íntimo, por lo que recomendaban contactarlo. Una vez que Ximena estableció comunicación, le aseguraron que para proteger su contenido tenía que conectarse a una videollamada para hacer “un escáner” de su cuerpo, que después podría ser vinculado a las imágenes con las que la amenazaban.
En la videollamada, la cámara estaba apagada como medida de seguridad –argumentaron–, pero le solicitaron mostrarse sin ropa. A ella se le hizo sospechoso y decidió no continuar. Después de eso, acudió a la línea de apoyo de la organización Luchadoras, quienes cuando profundizaron en el caso, se dieron cuenta de que muchos de los perfiles que recomendaban el proceso en realidad eran falsos.
No es el único caso en el que la agrupación ha atestiguado la violencia digital mediante estrategias organizadas para afectar a más personas, muchas veces mujeres menores de edad, y cómo esas presuntas comunidades pueden expandirse y dar pie a nuevos ataques validados, auténtica o falsamente, por otras personas que buscan espacios seguros o alternativas ante este tipo de violencia. Hoy, los grupos organizados representan un 13% de los agresores en la estadística de atenciones de la línea de apoyo de Luchadoras.
En otros casos, han acompañado situaciones más complejas, ligadas a grupos que mantienen vínculos con otras organizaciones delictivas y en los que incluso han detectado indicios de dispositivos intervenidos. Esto es muestra plena de que la violencia digital es expresión y reflejo de las violencias que ocurren en la vida real, además de que las amenazas de compartir contenido íntimo siguen ocupando uno de los primeros lugares.
En entrevista, Paola Rivera, psicóloga que participa en la línea de apoyo de Luchadoras, subraya que las violencias se van transformando conforme pasan los años, y existen ciertos modus operandi que destacan más en ciertos periodos, por lo que los informes que han generado a partir de las atenciones mediante esta vía de acompañamiento ayudan a conservar un registro y un análisis al respecto.
Un 24.6% de las solicitudes que ha recibido Luchadoras mediante su línea de apoyo desde que comenzó a funcionar en 2020 han estado relacionadas con casos en los que la persona que reporta conocía a quien genera la violencia, luego de haber practicado sexting y que la segunda rompiera con el acuerdo de confidencialidad o no consentimiento para difundir contenidos.
Además, se ha registrado una constante cuando la persona generadora de violencia es conocida e identificada: en la mayoría de los casos se trata de una expareja hombre, según se confirmó en un 37% de las solicitudes que recibieron.
“De esta manera se pone el foco en que quienes ejercen violencia son personas que tuvieron acceso a información personal o contenido íntimo, y la utilizan como mecanismo de coerción o venganza”, asienta su informe a cuatro años de creada la línea.
Adicionalmente, a diferencia de los primeros años, durante el último se registró un incremento en los tipos de violencia digital que se relacionan con expresiones discriminatorias, monitoreo, acecho y abuso sexual relacionado con las tecnologías.
Gisel Santos, quien también colabora en su operación, explica que si bien el análisis de la línea de apoyo da cuenta de diversas problemáticas específicas, hoy se encuentra en un momento de evolución, en una nueva etapa que también exige la reflexión, junto con las personas que viven la violencia digital, de todos los aprendizajes relacionados a la atención, el cuidado en el activismo y la atención a casos, así como las relaciones que surgen a través de las plataformas.
“Este informe es particular, justo porque es una de las primeras veces que nos atrevemos a acercarnos a las personas que han tenido la confianza de ponerse en contacto con la línea de apoyo; es un momento que no habíamos tenido en otra etapa de la línea y que también habla del proceso de maduración que ha tenido este proyecto”, señala.
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La línea se formalizó en 2020 como un proyecto de Luchadoras que respondía a una necesidad creciente, en un contexto pandémico, de acompañar solicitudes de apoyo a personas, en su mayoría mujeres y disidencias, que enfrentaban alguna violencia en el espacio digital. Esto también como una manera de recordar que las tecnologías no son neutrales, que son espacios de disputa de libertades y que reproducen violencias de una estructura machista y patriarcal.
En ese momento, además, se generó un traslado masivo de todas las actividades cotidianas al espacio digital. Desde el primer año de operación de la línea, la organización documentó, en su informe Justicia en trámite. El limbo de las investigaciones sobre violencia digital en México, que el 83% de las carpetas de investigación por violencia digital seguían en trámite, algunas por más de tres años.
A lo largo de los primeros dos años, recibieron 1 mil 092 solicitudes de apoyo, con un incremento de 470 en 2020 a 622 en 2021. Durante ese periodo, las solicitudes fueron promovidas principalmente por mujeres y disidencias que vivían violencia ejercida en su mayor parte por exparejas, en su mayoría hombres que accedían a información y contenido íntimo y lo utilizaban para agredirles en diferentes formas.
Desde entonces, ya se había documentado que un 68% de los ataques se manifestaba mediante actos de acoso, amenazas y difusión de contenido íntimo sin consentimiento, para la coerción o la venganza ante la decisión de no continuar con una relación. En un 15.4% de los casos se reportaba extorsión o intervenciones en las comunicaciones a través de accesos no autorizados a dispositivos o cuentas digitales.
A ello se sumó, durante el contexto de la pandemia, el “zoombombing” o troleo digital en plataformas para reuniones, generado principalmente por hombres que tomaban el control de funciones de plataformas como zoom, jitsi o classroom para irrumpir en las sesiones y compartir contenido íntimo no solicitado, insultar o transmitir escenas sexuales en vivo.
Ante todo ello, las alternativas para denunciar persistieron muy limitadas, además de una falta de respuesta pronta y adecuada por parte de las instituciones. Los administradores de las plataformas de mensajería y redes sociales tampoco han ofrecido todas las respuestas para enfrentar la violencia digital, y en ese contexto –sostiene Luchadoras– las amigas y las redes de confianza han sido uno de los apoyos más importantes para hacerle frente.
“Algo muy relevante es que a lo largo de estos cuatro años, lo que se ha mantenido en primer lugar de violencias ha sido la difusión de contenido intímo y esto está muy relacionado con que mayormente ha sucedido por parte de exparejas, y en este caso también es importante mencionar que ha sido más desde el género masculino. Nos parece muy interesante que a pesar de que vienen cambiando varias cosas, esta es una constante”, subraya Rivera.
Entre enero de 2020 y diciembre de 2023 la línea de apoyo creció a recibir un total de 2 mil 49 solicitudes por violencias en el espacio digital: el 90.9% afectan a mujeres jóvenes y disidencias y en el 88% de los casos ellas mismas acudieron a pedir apoyo. En contraste, un 11% de las solicitudes las hicieron hombres, de las cuales el 3% fue con el fin de solicitar apoyo para alguna mujer, disidencia o persona no binaria cercana.
El 14.5% de las solicitantes buscó apoyo por difusión de contenido íntimo sin consentimiento y un 13.4% porque recibieron amenazas con difundir su información personal o íntima, pero también otro tipo de amagos relacionados con daño físico o incluso muerte, daño hacia familiares, o hijas e hijos. El 13% vivió extorsión, también por contenido íntimo, y durante 2023 se registró un incremento de quienes buscaron apoyo por control y manipulación de información (11%) o por desprestigio (10%).
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“En la violencia digital se entretejen otras violencias, porque a pesar de que sea principalmente la difusión de contenido íntimo, esto está aparejado con amenazas, con extorsión, con acoso; entonces, son casos complejos, porque repercuten de muchas maneras o en diferentes aspectos de la vida de las solicitantes. Ese ha sido uno de los hallazgos más marcados y que sigue estando muy presente”, añade Rivera.
En numerosos casos, de acuerdo con el informe, los perfiles falsos en redes sociales son uno de los aspectos que facilita el ejercicio de la violencia digital, sobre todo cuando se practica con el objetivo de silenciar voces disidentes o desacreditarlas en ámbitos laborales y escolares.
La mayoría de los agresores, además, usan apodos, perfiles falsos o el anonimato, por lo que las víctimas no pueden identificarles con certeza. Sin embargo, en un 28.5% de los casos, la agresión la comete una persona conocida e identificada por la víctima, mientras que en el 11% aunque pueden identificarla, se trata de una persona no conocida. En tanto, un 3% fueron colaboradores o excolaboradores de trabajo y un 1.7% compañeros de estudio.
Un 58% de los casos ocurre en plataformas de META –Facebook, Instagram y Whatsapp–, mientras que Twitter y Telegram ocupan el segundo y tercer lugar. Un 9.5% sucede en otras: correo electrónico, TikTok, sitios simuladores de perfiles falsos, aplicaciones de citas, sitios pornográficos y llamadas.
“La violencia es contextualizada. Es cierto que lo que más llega tiene que ver con difusión de contenido y con mujeres de diferentes edades que por alguna razón terminaron siendo traicionadas en su confianza en lo que son las prácticas sexuales digitales, y suelen ser las parejas o exparejas, pero también llegan, en menor proporción, pero hay casos, hombres que llegan por la misma violencia, pero sucede en otro contexto bien distinto, que tiene que ver con prácticas sexuales con personas que no necesariamente conocen”, describe Santos.
Por lo tanto, ella destaca como un hallazgo interesante notar que los contextos influyen mucho, y solo es una cuestión de estadísticas. Esto determina también cómo hablarle a las personas y qué medidas de prevención tomar. Para Rivera, un aspecto fundamental es hablar los temas como el sexting, que sigue siendo un tabú por miedo al juicio social. Ahí radica la importancia de socializar los aprendizajes y contar con una red de apoyo.
Angie Contreras, de la organización Cultivando Género AC, coincide en que las violencias de género más frecuentes facilitadas por las tecnologías están relacionadas, en su mayoría, con aspectos sexuales, desde compartir contenido íntimo sin consentimiento hasta el acoso, solicitudes de imágenes íntimas, pero ahora también la creación o manipulación de contenido sexual falso.
Esas agresiones afectan doblemente a las víctimas porque persisten prejuicios y estigmatización sobre los cuerpos, pero además se culpabiliza a las mujeres incluso desde las policías cibernéticas o las instituciones, que plantean como única solución no enviar ese tipo de contenido, lo cual revictimiza y responsabiliza a las denunciantes. Otra situación de violencia reciente son las grabaciones aleatorias por parte de personas desconocidas.
Entre las recomendaciones de autocuidado que hace Cultivando Género en sus manuales está tener respaldo de la información que se guarda en el celular; generar contraseñas largas con mayúsculas, minúsculas y números; no aceptar solicitudes de amistad en redes sociales de personas desconocidas, tener verificación de dos pasos en todas las cuentas, activar contraseñas de bloqueo en todos los dispositivos y plataformas, revisar la configuración de privacidad en redes sociales, tener un antivirus al día, actualizar el sistema operativo y aplicaciones, y no tener pública información personal como número de celular, ubicación o lugares de estudio y trabajo.
De la misma forma, citan como principios de seguridad digital que nadie puede obligarte a enviar fotos, vídeos íntimos o datos personales, no es no; las contraseñas de redes sociales no deben compartirse con nadie; no enviar a la pareja o persona con la que se mantiene una relación fotos o vídeos íntimos desde redes sociales no seguras; en relaciones vía redes sociales, es un foco rojo que la persona quiera ver qué haces a cada minuto, con quién platicas, quién te da like, saturarte de mensajes o intentar controlarte, y finalmente, es indispensable desconfiar de cualquier promesa de haber ganado dinero sin razón.
Por otro lado, los “primeros auxilios digitales” para apoyar a alguien que ha estado expuesta a violencia digital son mantener la calma sin reprimirse, es válido desahogarse; no caer en presiones, pues en algunos casos quienes ejercen violencia digital intimidan a las víctimas para que envíen fotos íntimas, transfieran dinero o información, y guardar toda la evidencia: hacer screenshots y conservarlos en un lugar seguro con respaldo, así como los links de las publicaciones. Además, “escucha activa y no juzgar” debe ser una constante en todos los pasos.
Su precio récord está en los titulares, pero esa es solo una parte de la tumultuosa historia de la criptomoneda.
El precio del bitcoin superó este miércoles por primera vez la marca de los US$100.000 y alcanzó un nuevo récord.
El valor de la mayor criptomoneda del mundo ha sido impulsado por las esperanzas de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, adopte políticas favorables a las criptomonedas.
El hito se logró horas después de que Trump dijera que nominaría al excomisionado de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) Paul Atkins para dirigir el organismo regulador de Wall Street.
Atkins es visto como mucho más procriptomonedas que el actual jefe de la SEC, Gary Gensler.
El hito de los US$100.000 provocó celebraciones de los fanáticos de las criptomonedas en todo el mundo.
El valor del bitcoin, que fluctúa enormemente, siempre ha atraído interés, y sus partidarios reaccionan con alegría cuando supera los umbrales de precios anteriores, y con desafío durante sus caídas.
Pero este hito en particular era especialmente esperado.
Durante semanas, los gráficos, memes y predicciones han circulado en las redes sociales sobre cuándo el precio alcanzaría la cifra que se considera uno de los santos griales del mundo de las criptomonedas.
Millones de espectadores incluso sintonizaron fiestas de observación en internet mientras el precio rondaba los US$100.000.
El valor de un solo bitcoin es uno de los barómetros del optimismo en la industria de las criptomonedas, que ahora se estima que vale US$ 3,3 billones, según la firma de análisis Coin Market Cap.
La victoria electoral de Trump el mes pasado fue el catalizador del último aumento.
El presidente electo ha prometido convertir a EE.UU. en “la capital criptográfica del planeta”, un cambio notable si se tiene en cuenta que, tan recientemente como en 2021, calificó al bitcoin de “estafa”.
También es notable cómo se ha disparado el precio del bitcoin.
Una valoración de US$100.000 representa un aumento del 40% desde el día de las elecciones en EE.UU. y más del doble del precio al que comenzó el año.
Pero el bitcoin es mucho más que los vertiginosos cambios en su valor.
Desde su enigmático inventor hasta la caída del llamado Rey de las Criptomonedas, es una historia con muchos giros y vueltas, que ha visto la creación (y la pérdida) de enormes fortunas.
Así que aquí está la lista de la BBC de los siete momentos más alocados (hasta ahora) en la tumultuosa historia del bitcoin.
A pesar de su enorme popularidad, nadie sabe con certeza quién inventó el bitcoin. La idea surgió en foros de Internet en 2008 de la mano de alguien que se hacía llamar Satoshi Nakamoto.
Él explicó cómo un sistema de dinero digital entre pares podría funcionar para permitir que la gente enviara monedas virtuales por internet con la misma facilidad con la que se envía un correo electrónico.
Satoshi ideó un sistema informático complejo que procesaría transacciones y crearía nuevas monedas utilizando una enorme red de voluntarios autoproclamados en todo el mundo que utilizaban un software especial y potentes computadoras.
Pero él -o ellos- nunca revelaron su identidad, y el mundo nunca lo ha descubierto.
En 2014, el estadounidense de origen japonés Dorian Nakamoto fue perseguido por periodistas que pensaban que era el escurridizo creador del bitcoin, pero resultó ser una pista falsa provocada por una información mal traducida.
El informático australiano Craig Wright dijo que era él en 2016, pero después de años de batallas legales, un juez del Tribunal Supremo concluyó que no era Satoshi.
A principios de este año, un experto canadiense en bitcoin llamado Peter Todd negó rotundamente ser Satoshi, mientras que en Londres este mes un británico, Stephen Mollah, afirmó que lo era, pero nadie le creyó.
Bitcoin es la base de una industria de criptomonedas de US$2 billones, pero la primera transacción registrada en la que se utilizó fue la compra de una pizza.
El 22 de mayo de 2010, Lazlo Hanyecz ofreció US$41 en bitcoin en un foro de criptomonedas a cambio de dos pizzas.
Un estudiante de 19 años aceptó y el día pasó a la historia para los fanáticos de la moneda como el día de la #BitcoinPizza.
Fue una fuente de memes para los miembros de la comunidad de criptomonedas y también mostró el poder del bitcoin, una moneda de internet que realmente podía comprar artículos de forma virtual.
Los delincuentes también deben haber estado observando el fenómeno, porque en menos de un año se lanzó el primer mercado de la deep web que vendía drogas y otros productos ilegales a cambio de bitcoins.
El trato parece ahora bastante malo para Lazlo. Si hubiera conservado esas monedas, ¡ahora valdrían cientos de millones de dólares!
En septiembre de 2021, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, convirtió el bitcoin en moneda de curso legal.
Las peluquerías, supermercados y otras tiendas tuvieron que aceptar el bitcoin por ley, junto con su moneda principal, el dólar estadounidense.
Muchos entusiastas del bitcoin y periodistas visitaron el país, lo que impulsó brevemente el turismo.
Aunque Bukele esperaba que la medida aumentara la inversión en su país y redujera los costos para los ciudadanos que intercambiaban dinero, no se hizo tan popular como esperaba.
Todavía espera que despegue, pero por ahora el dólar estadounidense sigue siendo el rey en el país.
Además de la enorme cantidad de dinero público que Bukele gastó para intentar que la gente adoptara el bitcoin, también compró, de forma controvertida, más de 6.000 bitcoins en los últimos años.
El presidente gastó al menos US$120 millones en comprar bitcoins a distintos precios con la esperanza de obtener beneficios para su país, que atraviesa dificultades económicas.
Las cosas empezaron a ir bien para él en diciembre de 2023, cuando, por primera vez, el valor de su reserva se disparó.
Un sitio web creado por el ingeniero de software holandés Elias Zerrouq está haciendo un seguimiento de las tenencias de bitcoins del país y actualmente estima que el valor de las monedas aumentaron un 98%.
En 2021, Kazajistán se convirtió en un punto de acceso para la minería de bitcoin, el proceso de realizar los cálculos complejos que sustentan las transacciones de criptomonedas.
En la actualidad, se necesitan almacenes llenos de computadoras de última generación que funcionen todo el día y toda la noche, pero la recompensa son bitcoins nuevos para las empresas que participan.
Los almacenes de computadoras requieren mucha energía, y numerosas empresas se trasladaron a Kazajistán, donde la electricidad era abundante gracias a las enormes reservas de carbón.
Al principio, el gobierno los recibió con los brazos abiertos porque traían inversiones.
Pero llegaron demasiados mineros y pusieron una enorme presión sobre la red eléctrica, poniendo al país en riesgo de apagones.
En un año, la industria minera del bitcoin de Kazajistán pasó del auge a la quiebra, ya que el gobierno impuso restricciones y aumentó los impuestos para frenar el crecimiento.
Se estima que en todo el mundo la red de bitcoin utiliza tanta electricidad como un país pequeño, lo que genera preocupación por su impacto ambiental.
Imagínate tener una billetera de criptomonedas que vale más de US$100 millones y, de repente, tirar a la basura un disco duro que contiene los datos de inicio de sesión.
Eso es lo que James Howells, de Gales, dice que le pasó.
La naturaleza misma de las criptomonedas implica que recuperarlas no es tan fácil como restablecer la contraseña. Sin bancos involucrados, no hay una línea de ayuda de atención al cliente.
Desafortunadamente para él, el ayuntamiento de su localidad en Newport le negó el acceso al vertedero donde dice que terminó el dispositivo, incluso después de que se ofreció a donar el 25% de su reserva de bitcoins a organizaciones benéficas locales si se lo permitían.
“Fue un momento de lucidez y una sensación de hundimiento”, le dijo a la BBC.
Nadie ha perdido tantos bitcoins como el exmagnate multimillonario de las criptomonedas, Sam Bankman-Fried.
El fundador de la enorme empresa de criptomonedas FTX fue apodado el Rey de las Criptomonedas y era muy querido por la comunidad.
FTX era una plataforma de intercambio de criptomonedas que permitía intercambiar dinero normal por criptomonedas como bitcoin.
Su imperio valía unos US$32.000 millones y estaba volando alto hasta que todo se vino abajo en cuestión de días.
Periodistas descubrieron que la empresa de Bankman-Fried tenía problemas financieros y había estado transfiriendo ilegalmente fondos de clientes de FTX para apuntalar su otra empresa, Alameda Research.
Justo antes de su arresto en su complejo de apartamentos de lujo en las Bahamas en diciembre de 2022, habló con los periodistas.
“No creo haber cometido fraude. No quería que nada de esto sucediera. Ciertamente no era tan competente como pensaba”, le dijo Bankman-Fried a la BBC.
Después de ser extraditado a los EE.UU., fue declarado culpable de fraude y lavado de dinero y fue encarcelado por 25 años.
A pesar de toda la agitación, el bitcoin sigue atrayendo la atención de inversores y grandes empresas.
De hecho, en enero de 2024 algunas de las mayores firmas financieras del mundo añadieron el bitcoin a sus listas oficiales de activos como ETFs de bitcoin al contado.
Son como acciones y participaciones, vinculadas al valor del bitcoin, pero no es necesario que posean ninguna personalmente.
Los clientes han estado invirtiendo miles de millones en estos nuevos productos.
Empresas como Blackrock, Fidelity y GrayScale también han estado comprando bitcoins por miles, lo que ha hecho subir su valor a máximos históricos.
Es un gran hito para las criptomonedas y algunos fanáticos creen que el bitcoin finalmente se está tomando tan en serio como el misterioso Satoshi imaginó.
No obstante, pocos se opondrían a que se produzcan más momentos alocados a medida que la historia del bitcoin continúa desarrollándose.
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