
La iniciativa “Ni sencillas ni inseguras”, de la organización Balance, cerrará su primera generación con un bazar en la Casa de las Sábilas en Ciudad Nezahualcóyotl, que pretende potenciar la autonomía económica y las redes entre mujeres que acompañan y cuidan en las periferias.
El proyecto que dio origen al bazar consistió en brindar información, herramientas y recursos a mujeres con emprendimientos de belleza u otros servicios para el acompañamiento de casos de violencia de género, en el entendido de que ellas están en contacto con esas historias todos los días.
“Nuestra pretensión al reunirnos y encontrarnos era más bien compartir y aportar un poquito con herramientas que nosotras hemos aprendido de otras”, recapitula en entrevista Darinka Lejarazu, coordinadora de Libertad y Ambiente Seguro de la organización Balance, quien estuvo al frente del proceso.
Esos intercambios y aprendizajes, además de las redes que dejan construidas para el futuro, se materializarán en una actividad que, al mismo tiempo, apunta a fortalecer su autonomía económica. Además, ante la posibilidad de que nuevas personas conozcan ese espacio comunitario, este puede fortalecerse permitiendo encuentros de redes que ya existen o amplían las preexistentes.
“El bazar es, sobre todo, un espacio de intercambio. Uno de los resultados (del proyecto) fue esta sensación de que queremos seguir juntas aprendiendo cosas. Después de la capacitación presencial, las compañeras tuvieron también una serie de clases sobre el uso de redes sociales para sus emprendimientos, entonces ese contacto ha seguido, la red se sigue construyendo, nutriendo”, explica.
Uno de los principios de la iniciativa fue también dar sostén a quienes cuidan, y otro de los resultados valiosos del proceso tiene que ver con cómo se transforma la visión de las participantes sobre ellas mismas y lo que hacen: saber que el proporcionar escucha o dar una palabra de aliento a su clienta o amiga puede parecer una acción muy pequeña, pero para cierta persona puede significar el único aliento o apoyo en una situación difícil.

Otro resultado tangible es poder construir una red que perdure entre acompañantes. Para Balance, el bazar es muestra de ello. Las sesiones sirvieron, igualmente, para hacerse conscientes de su cercanía y de la posibilidad que tienen de apoyarse entre sí.
“Es saber que hay otras que también pueden escucharlas, y que quien cuida también merece ser cuidada, y quien acompaña también necesita acompañamiento”, apunta Luz María León, colaboradora del programa Libertad y Ambiente Seguro en Balance.
Volverse a encontrar en otro tipo de espacio fortalece esa red, opina. Incluso podría llegar el momento –y para Darinka y Luz María es lo deseable— en que ellas sigan construyendo de manera orgánica sin la intervención de la agrupación.
“Incluso para cosas que ya venían platicando, que dentro de sus acompañamientos necesitan consejos para la ruta judicial o para cuando acuden a alguna institución, también para recibir terapia psicológica, y que ellas mismas ya conocen eso”, puntualiza León.
La intención es que la iniciativa pueda seguir con más generaciones, aunque todavía no está completamente definido. Sin embargo, están seguras de que si se abre la posibilidad de la continuidad, seguirá siendo en lugares de la periferia, un principio fundamental para el proyecto.
“Ha sido muy rico ver lo que surge en las compañeras cuando ponen sus conocimientos en un lugar de valor, que es algo que les dijimos durante todo este proceso: ‘No venimos a presentarles qué es el agua tibia, porque eso ustedes ya lo saben’; más bien una forma de organizar y de mirar lo que ya saben, para ser un poquito más efectivas, digamos, más estratégicas al momento de acompañar, pero ese ha sido un gran aprendizaje: que sí transforma en ellas un montón el lugar de seguridad, el lugar donde se colocan a ellas mismas cuando ponemos en valor las cosas que aportan”, comparte Lejarazu.
Las mujeres participantes, subraya, no solo sostienen a su familia, sino también a su comunidad. Cuando pueden ver y reconocer eso, se transforma el lugar desde donde se colocan, hablan y acompañan. “Ni sencillas ni inseguras” comenzó a mediados de este año con una convocatoria focalizada en alcaldías periféricas y municipios conurbados con el fin de descentralizar la atención a la violencia contra las mujeres mediante el fortalecimiento de redes entre ellas.
Su base es una de las dos rutas que propone el programa Liberas de Balance en su propuesta de respuesta a este tipo de violencias, poniendo a las víctimas al centro: la denuncia penal y la reparación autónoma. Ante la falta de respuestas y justicia por parte del Estado, la segunda se enfoca en reconstruir el proyecto de vida, para lo cual las redes de apoyo son fundamentales.

El bazar que cierra la primera generación de “Ni sencillas ni inseguras” se llevará a cabo este sábado 29 de noviembre en Casa de las Sábilas, ubicada en José Bernardo Couto 49, en Ciudad Nezahualcóyotl, de las 11 de la mañana a las 4 de la tarde, con una gran variedad de productos.
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Lejarazu explica que habrá desde alimentos envasados, esculturas en papel, sal con mezclas herbales –particularmente un memorable piloncillo con cardamomo–, una selección de ropa para personas de talla grande llamada Closet Curvy, implementos para la gestión de salud menstrual, pijamas quirúrgicas, entre otras.
“También va a haber actividades de Balance; vamos a tener rifas, una mesa de materiales donde van a poder obtener información sobre salud sexual y reproductiva, aborto, menstruación, construcción de relaciones sanas y acompañamiento de violencia; también si tienen dudas o preguntas, ahí estaremos”, agrega.
La activista adelanta que, además, como parte de los premios, habrá quienes puedan recibir los mismos kits que les proporcionaron a las participantes en las capacitaciones en Tláhuac y en Neza. Aunado a ello, se rifarán kits de placer sáfico y condolatas.
“La intención también es que las compañeras en el bazar puedan vender sus productos porque al final es su trabajo, y parte importante tiene que ver también con la violencia económica, con cómo ellas pueden sostener sus hogares, sus familias, y es importante también que tengan un ingreso”, señala.

Las activistas recordaron que desde el planteamiento del proyecto, ha sido importante que las capacitaciones y la activación de redes ocurran en el territorio de las mujeres, porque el tiempo con el que cuentan está sujeto a sus recursos y a otras tareas. Muchas, además de emprendedoras, son madres, cuidadoras de otras personas además de sus hijos, y son esos espacios en los que pueden generar recursos sin descuidar el resto de sus vidas.
“También es una manera de darle sostén a quienes nos están cuidando. Varias de ellas, de hecho, la parte del acompañamiento es muy central en su vida y le dedican bastante tiempo, entonces el tener un trabajo, entre comillas, informal, porque dedican muchísimo tiempo, es una de sus opciones”, explica Lejarazu.
A raíz de eso fue que el bazar les pareció una buena estrategia, pues generalmente esos espacios tienen un costo económico, y en este caso no será así. “Nuestro objetivo es conectar en esa comunidad a compañeras que ya están capacitadas para acompañar violencia con otros nuevos públicos que están también en el mismo espacio. Nuestra intención también es que si alguien del centro quiere ir al bazar y conocer esas propuestas, estaría muy chido que puedan hacerlo”, invita.

Desde estimular el cerebro hasta reducir el dolor, unirse a otros para cantar (así como cantar en soledad) puede traer amplios beneficios.
Estamos en esa época del año en la que el aire empieza a vibrar con voces angelicales, o a resonar con algún que otro himno vigoroso, mientras los villancicos transmiten su indomable alegría festiva.
Pero estos cantores, se den cuenta o no, mientras llenan centros comerciales, estaciones de tren, residencias de ancianos y la calle de tu casa con canciones jubilosas, también están mejorando su salud.
Se ha descubierto que cantar, aporta una amplia gama de beneficios —que abarcan desde el cerebro hasta el corazón— para quienes lo practican, especialmente si lo hacen en grupo. Puede unir a las personas, preparar nuestro cuerpo para combatir enfermedades e incluso suprimir el dolor. Entonces, ¿valdría la pena alzar la voz para celebrar?
“Cantar es un acto cognitivo, físico, emocional y social”, afirma Alex Street, investigador del Instituto de Investigación de Musicoterapia de Cambridge, quien estudia cómo la música puede ayudar a niños y adultos a recuperarse de lesiones cerebrales.
Los psicólogos llevan mucho tiempo maravillados de cómo las personas que cantan juntas pueden desarrollar un poderoso sentido de cohesión social, e incluso los vocalistas más reticentes se unen al cantar. Investigaciones han demostrado que personas completamente desconocidas pueden forjar vínculos inusualmente estrechos después de cantar juntas durante una hora.
Como era de esperar, cantar tiene claros beneficios físicos para los pulmones y el sistema respiratorio. Algunos investigadores han utilizado el canto para ayudar a personas con enfermedades pulmonares, por ejemplo.
Pero cantar también produce otros efectos físicos mensurables. Se ha descubierto que mejora la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Incluso se ha visto que cantar en grupos o coros refuerza nuestra función inmunitaria de una forma que simplemente escuchar la misma música no puede.
Existen diferentes explicaciones para esto. Desde un punto de vista biológico, se cree que cantar activa el nervio vago, que está conectado directamente a las cuerdas vocales y los músculos de la parte posterior de la garganta. La exhalación prolongada y controlada que implica cantar también libera endorfinas asociadas con el placer, el bienestar y la supresión del dolor.
Cantar también activa una amplia red de neuronas en ambos hemisferios del cerebro, lo que provoca que se activen las regiones que gestionan el lenguaje, el movimiento y las emociones. Esto, combinado con el enfoque en la respiración que requiere el canto, lo convierte en un eficaz calmante del estrés.
“Las respuestas de bienestar se hacen evidentes en voces, expresiones faciales y posturas más vívidas”, afirma Street.
Estos beneficios podrían tener raíces profundas. Algunos antropólogos creen que nuestros ancestros homínidos cantaban antes de poder hablar, utilizando vocalizaciones para imitar los sonidos de la naturaleza o expresar sentimientos.
Esto podría haber desempeñado un papel clave en el desarrollo de dinámicas sociales complejas, la expresión emocional y los rituales, y Street señala que no es casualidad que cantar forme parte de la vida de todos los seres humanos, tengan o no inclinación musical, señalando que nuestros cerebros y cuerpos están sintonizados desde el nacimiento para responder de forma positiva a las canciones.
“Se les cantan canciones de cuna a los niños y luego se cantan canciones en los funerales”, explica. “Aprendemos las tablas de multiplicar cantando y el abecedario mediante la estructura rítmica y melódica”.
Pero no todos los tipos de canto son igualmente beneficiosos. Cantar en grupo o coro, por ejemplo, promueve un mayor bienestar psicológico que cantar en solitario. Por esta razón, investigadores educativos han utilizado el canto como herramienta para promover la cooperación, el desarrollo del lenguaje y la regulación emocional en niños.
Los especialistas médicos también están recurriendo al canto para mejorar la calidad de vida de quienes sufren diferentes afecciones. Investigadores de todo el mundo han estudiado los efectos de unirse a coros comunitarios dedicados a sobrevivientes de cáncer y accidentes cerebrovasculares, personas con enfermedad de Parkinson y demencia, y sus cuidadores. Por ejemplo, cantar mejora la capacidad de articulación de los pacientes con Parkinson, algo con lo que se sabe que tienen dificultades a medida que la enfermedad progresa.
Cantar también representa una forma de mejorar la salud general, ya que se ha demostrado que es un ejercicio subestimado, comparable a una caminata rápida. “Cantar es una actividad física y puede tener beneficios similares al ejercicio”, afirma Adam Lewis, profesor asociado de fisioterapia respiratoria en la Universidad de Southampton, en Reino Unido.
Un estudio incluso sugirió que cantar, junto con diversos ejercicios vocales que realizan cantantes profesionales para perfeccionar el tono y el ritmo, es un ejercicio para el corazón y los pulmones comparable a caminar a un ritmo moderado en una cinta de correr.
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Pero los investigadores también se interesan en destacar los beneficios, a menudo poco reconocidos, de participar grupos de canto para la psique de las personas que viven con enfermedades crónicas a largo plazo. Street explica que cantar permite a estas personas centrarse en lo que pueden hacer, en lugar de en lo que no pueden.
“De repente, se genera una sensación de igualdad en la sala, donde los cuidadores ya no son cuidadores, y los profesionales de la salud también cantan la misma canción de la misma manera”, dice Street. “Y realmente no hay mucho más que logre eso”.
Entre quienes han demostrado beneficiarse más del canto se encuentran las personas con enfermedades respiratorias crónicas, algo que se ha convertido en un importante foco de investigación para Keir Philip, profesor clínico de medicina respiratoria en el Imperial College de Londres. Philip advierte que cantar no curará estas enfermedades, pero puede servir como un enfoque holístico eficaz que complementa los tratamientos convencionales.
“Para algunas personas, vivir con disnea puede provocar que cambien su forma de respirar, volviéndola irregular e ineficiente”, dice Philip. “Algunos enfoques basados en el canto ayudan en esto en términos de los músculos utilizados, el ritmo y la profundidad [de la respiración], lo que puede ayudar a mejorar los síntomas”.
Uno de sus estudios más destacados consistió en aplicar un programa de respiración desarrollado mediante el trabajo con cantantes profesionales de la Ópera Nacional Inglesa como parte de un ensayo controlado aleatorio en pacientes con covid-19 de larga duración. Durante seis semanas, los resultados mostraron que mejoró su calidad de vida y alivió algunos aspectos de sus dificultades respiratorias.
Al mismo tiempo, cantar no está exento de riesgos para las personas con afecciones subyacentes. El canto en grupo se vinculó a un evento de superpropagación en las primeras etapas de la pandemia de covid-19, ya que cantar puede emitir grandes cantidades de virus en el aire.
“Si tienes una infección respiratoria, es mejor faltar esa semana al ensayo del coro para evitar poner en riesgo a otras personas”, comenta Philip.
Pero quizás el beneficio más notable del canto es que parece contribuir a la autoreparación cerebral. Esto quedó ilustrado por la historia de la excongresista estadounidense Gabrielle Giffords, quien sobrevivió a un disparo en la cabeza durante un intento de asesinato en 2011.
A lo largo de muchos años, Giffords reaprendió a caminar, hablar, leer y escribir, gracias a terapeutas que utilizaban canciones de su infancia para ayudarla a recuperar la fluidez verbal.
Los investigadores han utilizado enfoques similares para ayudar a los supervivientes de un ictus a recuperar el habla, ya que cantar puede proporcionar las horas y horas de repetición necesarias para promover una nueva conectividad entre los dos hemisferios cerebrales, que a menudo se dañan tras un ictus agudo. También se cree que cantar mejora la neuroplasticidad del cerebro, lo que le permite reconectarse y crear nuevas redes neurológicas.
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Hay teorías de que cantar también podría ayudar a las personas con deterioro cognitivo debido a la intensa exigencia que impone al cerebro, que requiere atención sostenida y estimula la búsqueda de palabras y la memoria verbal.
“Existe una creciente base de evidencia que respalda los beneficios cognitivos del canto en adultos mayores”, afirma Teppo Särkämö, profesor de neuropsicología en la Universidad de Helsinki, Finlandia. “Sin embargo, aún sabemos poco sobre el potencial del canto para ralentizar o prevenir el deterioro cognitivo, ya que esto requeriría estudios a gran escala con años de seguimiento”.
Para Street, toda la investigación que demuestra los poderosos efectos del canto, ya sea a nivel social o neuroquímico, subraya por qué es una parte tan universal de la vida humana. Sin embargo, una de sus preocupaciones es que, a medida que las personas pasan cada vez más tiempo conectadas a la tecnología en lugar de entre sí a través de actividades como cantar, relativamente pocas personas experimentan sus beneficios.
“Estamos descubriendo mucho, especialmente en la rehabilitación de lesiones cerebrales”, afirma. Apenas están empezando a surgir estudios que demuestran que cantar puede tener estos efectos, incluso en personas con lesiones importantes. Es lógico que podamos beneficiarnos tanto, ya que el canto siempre ha desempeñado un papel fundamental en la conexión entre las comunidades.
Quizás sea una razón más para disfrutar el cantar villancicos alrededor del árbol de Navidad este año.
*Este artículo fue publicado en BBC Future. Haz clic aquí si quieres leer la versión original en inglés.
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