Home
>
Genero y Diversidad
>
Mujeres de la periferia se organizan para compartir saberes y cultivar su propio maíz con la “escuelita de la tierra”
Mujeres de la periferia se organizan para compartir saberes y cultivar su propio maíz con la “escuelita de la tierra”
Foto: Lizeth Ovando
11 minutos de lectura

Mujeres de la periferia se organizan para compartir saberes y cultivar su propio maíz con la “escuelita de la tierra”

Cuatro hermanas fundaron una organización en plena pandemia para producir su propio maíz y elaborar con él productos para vender, como una alternativa a la violencia que vivían en casa.
09 de enero, 2025
Por: Marcela Nochebuena

Sentada a la orilla de una barda de piedra, con las dos perritas que siempre la acompañan a un lado, Tlacoya y Frijola, Chío se pregunta qué hubiera sido de su vida sin la colectividad, sin el amor de sus hermanas de sangre y de todas las demás mujeres que, de distintas maneras, han sostenido por más de cuatro años a la colectiva “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia”.

Esa convicción motiva que ahora se sume a sus proyectos agrícola y gastronómico uno nuevo, de transmisión de saberes: la “escuelita de la tierra” que, itinerante, echaron a andar el 7 de diciembre de 2024, pero que en unos meses existirá también físicamente. La llaman así, “escuelita” en diminutivo, porque para ellas significa hacerlo con amor y cariño. Como lo han hecho desde que se agruparon luego de escapar a la violencia en Puebla para buscar la autonomía económica en Milpa Alta

La escuelita, sostiene Chío, será un espacio de compartición, donde no solamente se podrá llegar, recibir y aprender, sino también compartir y enseñar. Además, abrirá la posibilidad de entretejer redes. Esa es una de las fortalezas más importantes, dice, poder encarnar la colectividad y acompañar. “Eso es lo que principalmente podemos ofrecer: el acompañamiento, la escucha y el entretejido de redes”, subraya.

En una ocasión, recuerda con cierto humor y mucha indignación, Chío y sus hermanas le preguntaron a un adolescente si sabía de dónde venía la comida. Respondió que del Wal Mart. Fue así como entendieron que había una necesidad de compartir esos saberes con generaciones desarraigadas, que ignoran de dónde surge lo más importante.

Lee | Violencia y falta de condiciones: así es el mercado laboral para las mujeres, según reporte del IMCO

mujeres periferia colectiva maíz
Foto: Lizeth Ovando

 

“Decidimos crear este espacio formativo, educativo, desde la autogestión, desde la autonomía, que pudiera recuperar ciertos saberes que llevan justo a ser una persona autónoma, en temas de alimentación, de vestimenta, para recuperar las lenguas maternas”, explica. Estará abierta a todas las personas, pero principalmente a las niñeces y adolescencias, itinerante mientras termina la construcción.  

Para ponerla en marcha, a “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” ya se han sumado la colectiva Poposteando Ando; Akire Huauhtli, que trabaja temas de lenguas maternas; Daniela Textilera, que llevará el telar de cintura, y Marypaz, con teñidos y plantas naturales. “Estamos muy contentas y soñantes de este proyecto; sin duda sabemos que podemos realizarlo, pero aquí el reto más grande va a ser sostenerlo”, admite. 

La escuelita, que se construirá en un terreno de 800 metros, será, al fin, un pedacito de tierra del que las mujeres de la organización serán dueñas, financiado por el apoyo que recibieron del proyecto FON (Feminist Opportunities Now), que aporta a otras 18 organizaciones en México, a través de la Agencia Francesa de Desarrollo. Desde 2023, esos recursos les han permitido habilitar su espacio de cocina, financiar los primeros sueldos de las integrantes y adquirir equipo básico para el funcionamiento de la agrupación.

Ahí “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” trabajará desde el principio de la pedagogía del retorno, que busca rescatar la memoria y los saberes de las comunidades, que invita a regresar a las comunidades de origen, a la tierra, a cocinar los alimentos propios, a la familia, al descanso, a las lenguas maternas, al tejido y a todo aquello que forja a las comunidades. 

Mujeres de la tierra, una colectividad urgente en pandemia

“Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” nació en plena pandemia. Son mujeres indígenas campesinas desplazadas. Organizarse como colectiva significó, para cuatro hermanas, sobrevivir a la violencia que vivían en sus hogares y encontrar autonomía económica mediante dos proyectos productivos: cultivar su propio maíz y elaborar sus propios alimentos para ponerlos a la venta. “Nosotras somos responsables del 90 % de lo que se está sirviendo a la mesa”, dice Chío un jueves al servir el desayuno. 

Unos minutos antes, al iniciar el día en un espacio rural y boscoso de la alcaldía Milpa Alta en el kilómetro 28.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec, a Chío le parece importante resaltar que ellas no son originarias de ahí, pues eso implica politizar la situación histórica de las comunidades. A veces se piensa, dice, que el sueño es solo el americano, la migración hacia el norte, pero también hay desplazamiento al interior. Ellas, recuerda, salieron huyendo de su comunidad de origen: Santa Inés Ahuatempan, en la mixteca poblana. 

“Era nuestro derecho permanecer en la comunidad, era nuestro derecho seguir buscando raíz en nuestra comunidad; sin embargo, el tema de las violencias estructurales nos obligó a salir de esta comunidad para venir a buscar un futuro mejor aquí en la ciudad”, sostiene. Las cuatro fundadoras de la colectiva son hermanas de sangre, pero a ellas se han unido otras mujeres, sobre todo jóvenes, para sumar nueve actualmente.

Chío cuenta que la primera forma de colectividad que recuerda surgió en casa, luego de que a ella la violaran varios hombres y, primero, se atreviera a compartirlo con sus hermanas, que habían vivido violencias similares, y después con su mamá. Ese fue el principio del acompañamiento y la sanación. 

Lee también | Un año de trabajo en el Grupo de Emprendimientos Colaborativos desde Perspectivas de Cuidado de Yo Cuido México

mujeres periferia colectiva maíz
Foto: Lizeth Ovando

 

A ellas las hermana la sangre, los saberes, las creencias y las historias que las atravesaron desde la niñez, pero también la sobrevivencia a la violencia. Para ser exactas, subraya Chío, la colectiva nació el 15 de junio de 2020 ante el escenario insólito de la pandemia. Dos de sus hermanas vendían paletas de hielo en escuelas que se cerraron ante la expansión del covid 19. Con el encierro, las expresiones de violencia familiar escalaron. 

Gris confiesa que ella es una de las que vivía violencia con su pareja, y el organizarse en colectividad le ha permitido encontrar su autonomía. Emprendieron la colectiva, recuerda, haciendo lo que sabían: sembrar, cultivar y hacer productos del maíz. Gris es madre de tres hijos, un varón y dos niñas. “Me las vi duras porque la pareja con la que yo vivía era alcohólico, entonces siempre le he buscado por donde sea para sacar adelante a mis hijos”, relata. 

La organización colectiva de mujeres le vino a cambiar la vida a ella y a sus hijos. Hoy el mensaje para otras mujeres que viven violencias es “que rompamos con nuestros miedos, que tengamos el valor de dar el primer paso, que sí se puede, que hablemos y que no nos quedemos calladas”.

Hay mujeres, agrega, que no son indiferentes a lo que les ocurre a otras, que abrazan, no sueltan y están dispuestas a poner un granito de arena para que las demás salgan. Los saberes, dice Gris, no son para avergonzarse, sino para trabajar honradamente e inculcar a los hijos que es posible ser autónomas y no depender de un hombre ni de nadie. Eso desea para sus propias hijas. 

mujeres periferia colectiva maíz
Foto: Lizeth Ovando

 

Saberes y herencias: la tierra, la comida y la violencia

En tanto, cuando llegó la pandemia, Chío estaba ya involucrada en un proceso organizativo para erradicar la violencia hacia las mujeres desde un espacio universitario. Al ver el incremento de las violencias en su propia familia, se preguntó: “¿Cuál es el sentido de estar poniendo el cuerpo en un espacio universitario, si dentro del mismo espacio, territorio, que habito también están sucediendo situaciones de violencia fuertes?”

Gris empezó a vender tlacoyos por la zona de hospitales en la Ciudad de México, ante el regateo de quienes no valoran el proceso de elaboración de la comida, subraya Chío. Así llegó la idea de usar los saberes transmitidos por sus madres y abuelas en búsqueda de la autosuficiencia. Fue un acto de desesperación, de urgencia, al no tener un peso en la bolsa y estar encerradas con personas que las agredían. Fue, también, la posibilidad de encontrar en la organización de mujeres una vía para cambiar sus propias realidades y, con el tiempo, las de otras.

Te puede interesar | Cuidar vs. prosperar: las tensiones entre el trabajo de cuidado y el éxito profesional de las mujeres

Así comenzaron a reflexionar sobre cómo los saberes en torno a la tierra y la comida se heredan, pero también los patrones de violencia. Al fondo, mientras Chío explica cómo nació la colectiva, se escucha tenue el fogón y el golpe del cuchillo contra la tabla donde cortan los alimentos que, desde cero, elaboran y preparan ellas mismas. Una vez que decidieron organizarse, crearon una cuenta en Instagram no solo con la idea de difundir su trabajo y vender tlacoyos y tortillas, sino de visibilizar al mismo tiempo lo que ocurre con las mujeres campesinas y con aquellas que viven en la periferia. 

mujeres periferia colectiva maíz
Foto: Lizeth Ovando

 

La difusión más amplia de su proyecto y una denuncia pública por el retiro de sus mercancías por parte de la policía mientras vendían en el Metro fueron construyendo “una cadena de ecos por parte de muchas compañeras que nos empezaron a apoyar”. Poco a poco, las colectividades se incrementaron, y “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” comenzó a compartir e intercambiar en otros espacios de formación política y comunitaria.

Eso las ha ayudado a tener herramientas diversas en temas de autocuidado, legales y psicológicos. Chío no romantiza, no todo ha sido bonito, dice, sino que también ha implicado procesos muy fuertes, porque cada una ha tenido un transitar diferente por sus temas de violencia y a algunas les ha costado más salir de esos espacios, pero también han aprendido a ser muy respetuosas con esos procesos. 

Lety, otra de las hermanas, habla de la manera en que la organización y la colectividad impactó en su propia dinámica como hermanas de sangre. Antes de ella, admite, les costaba demasiado comunicarse porque se generaba mucho conflicto: “Hemos aprendido a hablar, hemos aprendido a escucharnos, a respetarnos las maneras distintas de pensar de cada una de nosotras. Como dicen, no vamos a romantizar, porque ha habido diferencias, pero las hemos sabido sobrellevar escuchándonos, respetándonos, y pues abrazándonos”.   

“El maíz nos salvó desde muy chiquitas”

Un par de horas después de servido el desayuno, Chío y su hermana Alma visitan la milpa donde cultivan, ahí mismo en Milpa Alta. La época de siembra es entre febrero y marzo. Llegan a las 6 de la mañana, “cuando el sol todavía no aprieta mucho”, y trabajan hasta cerca del mediodía. Ahora, en noviembre, va comenzando la cosecha.  

En el surco, explica Alma con los dos pies juntos sobre él, se coloca el maíz y se agarra tierra de uno y otro lado para taparlo. “Queda tapado, das un paso –dice mientras literalmente lo da– y aquí otra vez siembras tres semillitas, le haces así, le vuelves a echar tierra y aquí otra vez. Este es surco, y este es el lomo del surco, cuando ya la milpa queda arriba de la tierra”, explica. 

En ese territorio se hace todo el proceso de sembrar y cosechar, detallará Alma poco después bajo un árbol que alivia del pleno rayo de sol que quema en el descampado, y al que ellas ya están acostumbradas. No es un terreno propio de la colectiva; se los presta una compañera originaria del pueblo de Santa Ana, Milpa Alta, que se ha sumado a su iniciativa. 

“Ella, como es originaria, tiene derecho a más terrenos, y nosotras, como no somos de aquí, a veces se nos complica adquirir un terreno, porque dicen ‘no, no hay que venderle a gente que no es de acá”, cuenta. Sin embargo, ese terreno las convoca hoy a estar juntas, a sembrar y a hacer todo lo que desde pequeñas les enseñaron sus papás y abuelos. 

“Amamos estar aquí, tocar la tierra, los rayos del sol que queman, y la lluvia; en tiempos de lluvia a veces también nos encontramos aquí y nos han agarrado unas aguas muy fuertes. Es aquí donde nos encontramos, en un espacio que nos convoca a todas las colectivas, a todas las personas que invitamos a que vengan y sientan un poquito de tierra”, dice Alma.

mujeres periferia colectiva maíz
Foto: Lizeth Ovando

Ahí cultivan maíz, frijol, calabaza y haba. Como colectiva, se enfocan principalmente en el maíz. El que siembran es criollo, nativo del pueblo y sin pesticidas o transgénicos. Por eso, explica, cosechan mazorcas pequeñas y lo poquito de abono que tienen es composta que llevan de la ceniza de la leña. Ellas se niegan a lastimar a la tierra, porque están convencidas de que explotarla también es un proceso de violencia.   

Alma muestra cómo ahí se siembra en particular el maíz colorado y el azul, aunque en esa zona de Milpa Alta también se da el cacahuazintle. Han sembrado blanco también, cuenta, pero en particular este año hay colorado y azul. El segundo lo ocupan para las gorditas, los tlacoyos y las tortillas que venden, mientras que el colorado lo tuestan y usan para el pinole. Al final, la masa luce muy diferente, pero para Alma es el mismo sabor. 

Todo eso ella y sus hermanas lo aprendieron desde pequeñas, y ha significado mucho retomarlo en colectividad. Alma dice que ha perdido muchos miedos como mujer y ha ganado autonomía como persona. “Me ha hecho soltar muchos miedos a una persona agresiva con la que yo estaba”, remarca. Ella es una de las hermanas que vendía paletas en una escuela, pero ganaba muy poco. Hoy tiene independencia económica, aunque no ha dejado de vivir violencias del todo, porque esas, sostiene, se siguen experimentando de muchas formas toda la vida. 

“Si no es con las parejas, a lo mejor es violencia de otra manera, pero sí, yo en mi persona las sigo viviendo todavía; en otro aspecto sí me ayudó porque ahora me siento mejor ganando mi dinero, comprándole a mis hijos cosas que a veces no podía comprarles porque era muy poquito el dinero”, relata.

Diez meses de trabajo se requieren para obtener la mazorca que hoy ella y sus hermanas toman de la tierra. En ese terreno es donde pasa la magia, describe Chío. Con el viento, las espigas sueltan polen sobre el maíz azul y el colorado. Por eso a veces se encuentran elotes o mazorcas pintas, con granitos azules, blancos o amarillos. Otras hierbas nacen de la milpa de manera endémica y también se usan para la comida: los quelites, las verdolagas o los berros.

“Para que te acuerdes de acá. Dicen que es abundancia tener una mazorca en donde tú la quieras poner, pero es abundancia para ti, y qué crees, que sí es cierto; yo la puse ahí y gracias a Dios, la he tenido. Si tienes un lugar donde la toquen los rayitos del sol, la pones para que se termine de secar completamente”, dice Alma mientras regala parte de lo que ella misma hizo crecer en la tierra para salvarse, a ella y a otras, de la violencia.    

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...
Imagen BBC
Por qué la era de Justin Trudeau en Canadá llegó a su fin tras casi una década
6 minutos de lectura

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, no resistió más la presión desde dentro de su partido y anunció su adiós al cargo que ocupa desde 2015.

06 de enero, 2025
Por: BBC News Mundo
0

Hacía ya meses que al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, le hacían la misma pregunta: “¿Renunciará?”.

Aunque se declara como un “luchador” y prometió permanecer como líder del Partido Liberal pese a la frustración cada vez más profunda entre los votantes y la subida en las encuestas de su principal rival político, Trudeau no pudo resistir el creciente coro de miembros de su propia formación política que le pedían que abandonara el cargo.

Este lunes anunció su dimisión como primer ministro, aunque permanecerá en el cargo hasta que su partido elija a un nuevo líder.

“Este país merece una elección real en las próximas elecciones, y me ha quedado claro que, si tengo que librar batallas internas, no puedo ser la mejor opción en esas elecciones”, dijo Trudeau en la rueda de prensa convocada frente a Rideau Cottage, su residencia oficial durante la mayor parte de la última década.

Trudeau llegó al poder en 2015 como una cara nueva y refrescante de la política progresista.

Atraídos por su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador, los votantes apostaron ese año a los liberales, un partido que hasta entonces ocupaba el tercer lugar y que pasó a tener una mayoría de escaños en el Parlamento sin precedentes en la historia política canadiense.

Nueve años después, Trudeau sigue siendo el único líder en pie de los que gobernaban en la época en la que asumió el cargo. Barack Obama, Angela Merkel, Shinzo Abe o David Cameron hace tiempo que pasaron a una segunda línea, pero el, a sus 53 años, es actualmente el líder con más años de servicio en el G7.

Pero en el tiempo transcurrido desde su ascenso al escenario mundial y durante dos elecciones generales, Trudeau y su marca se han convertido en un lastre para la suerte del partido.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Getty Images
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció su renuncia tras casi una década en el cargo.

“Incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos”

Paul Wells, periodista político canadiense y autor de un libro centrado en su figura dijo recientemente a la BBC que cree que Trudeau será recordado “como un primer ministro importante”, sobre todo por haber ofrecido un liderazgo genuino en temas como la reconciliación indígena y, hasta cierto punto, la política climática.

Pero Wells cree que Trudeau es alguien “que se percibía cada vez más desconectado de la opinión pública y cada vez más incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos”.

Trudeau destacó en el anuncio de su adiós los aspectos de su gestión de los que está más orgulloso, incluida la gestión del caos de la pandemia de covid, la renegociación de un acuerdo de libre comercio con el anterior gobierno de Donald Trump en Estados Unidos y la implementación de un subsidio infantil ampliamente considerado como una ayuda para aliviar la pobreza.

Pero una serie de escándalos comenzaron a quitarle brillo a su gobierno: se descubrió que había violado las reglas federales sobre conflictos de intereses en el manejo de una investigación de corrupción (el asunto SNC-Lavalin) y en viajes de lujo a las Bahamas.

Donald Trump y Justin Trudeau.
Getty Images
Trudeau tuvo que manejar las diferencias con Washington en la primera presidencia de Donald Trump.

Los escándalos que minaron a Trudeau

En 2020 recibió críticas por elegir a una organización benéfica vinculada a su familia para gestionar un importante programa gubernamental.

En las elecciones generales del año anterior, su partido quedó reducido a una minoría, por lo que los liberales empezaron s depender del apoyo de otros partidos para mantenerse en el poder.

Las elecciones anticipadas de 2021 no mejoraron su suerte.

Más recientemente, Trudeau y su popularidad se vieron golpeados por el aumento del costo de vida y la inflación, que han contribuido a reveses electorales sufridos por gobiernos en todo el mundo.

Su promoción de una agenda demasiado cargada de grandes promesas contribuyó a engordar la insatisfacción.

Su manejo de la inmigración también generó descontento. El año pasado los liberales abandonaron su política tradicional de puertas abiertas y recortaron significativamente el número de extranjeros que recibieron autorización para instalarse en Canadá.

En ocasiones Trudeau les dio munición fácil a sus rivales, como cuando trascendió que se había pintado el rostro de negro para disfrazarse de personajes afro cuando era un veinteañero, una práctica hoy vista por muchos como racista y que resultaba particularmente embarazosa para un gobernante que se presentaba como ejemplo de tolerancia y progresismo.

Más recientemente, una serie de reveses políticos habían dejado claro que Trudeau había agotado su crédito.

Disputas internas en el partido

Indigentes en carpas en un parque de Toronto.
Getty Images
El alto coste de la vivienda ha sido una de las causas de la pérdida de popularidad de Trudeau.

El pasado verano los votantes rechazaron a candidatos liberales en un puñado de elecciones especiales en circunscripciones que hasta entonces habían sido bastiones del partido de Trudeau.

El primer ministro se había convertido en una figura cada vez más polarizante para el electorado: Trudeau dijo el lunes que “es hora de reiniciar” y de que “baje la temperatura” en la política canadiense.

Las encuestas mostraron la caída de su popularidad, sin que los intentos de enderezar el rumbo con cambios de gabinete y exenciones fiscales lograran levantarla. Los votantes parecían responsabilizarlo del aumento en el coste de la vida en general y de la vivienda en particular.

Una encuesta realizada durante las vacaciones por el Instituto Angus Reid arrojó el nivel más bajo en el apoyo al Partido Liberal desde que hay registros y, según los sondeos más recientes, los conservadores, liderados por Pierre Poilievre, un político de carrera de 45 años con habilidad para lanzar agudos eslóganes de campaña, ganarían cómodamente una elección si se celebrara hoy.

La inestabilidad política y el adiós de Trudeau se producen cuando Canadá enfrenta una serie de desafíos, entre ellos la promesa del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que asumirá el cargo el 20 de enero, de imponer aranceles del 25 % a los productos canadienses.

Sin embargo, hasta el final, Trudeau parecía decidido a aguantar, y citaba a menudo su deseo de enfrentarse a Poilievre, un político ideológicamente opuesto a él.

Pero la impactante renuncia de la viceministra clave de Trudeau, la exministra de Finanzas Chrystia Freeland, a mediados de diciembre resultó ser la gota que colmó el vaso.

Freeland era una figura clave del gobierno y renunció en medio de diferencias con Trudeau, al que reprochaba intentar seguir adelante con costosos programas sociales pese a las amenazas de Trump de imponer fuertes aranceles a las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos.

Los miembros de su propio partido comenzaron a dejar claro públicamente que ya no apoyaban su liderazgo.

Y con eso, cayó la última ficha de dominó.

Línea
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección del mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en el nuevo canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Sé parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
Iniciar sesión

Registrate
Suscribete para comentar...